Capítulo 4 ¿Embarazarse durante la menstruación

Marian se quedó desconcertada por la repentina aparición de Rogelio.

Llevaba un traje gris plateado, con un aire de fría nobleza, y su mirada clavada en Lorna con una determinación helada.

"Rogelio...". Lorna tartamudeó al encontrarse con la mirada penetrante del esposo de su hermana. El miedo la invadió, haciendo que tartamudeara: "Yo no... no fue mi intención...".

Lorna no podía entender la intervención de Rogelio en defensa de su hermana.

Al fin y al cabo, Marian era considerada una paria por la muerte de Neal. Las familias Bailey y Chapman sabían perfectamente del papel que había desempeñado Marian en la tragedia. Los padres de Lorna habían aceptado con entusiasmo la propuesta de matrimonio, por miedo a las consecuencias para la familia Chapman.

Por eso, Lorna aprovechó esa información, justo ahora, para atormentar y menospreciar a Marian sin piedad.

Sin embargo, la escena que se desplegaba ante sus ojos desafiaba por completo lo que esperaba.

Matteo se metió, para recordarle a Lorna: "Señorita Chapman, el señor Bailey odia las mentiras más que nada".

Como había visto cómo Lorna empujaba a Marian, Matteo se sorprendió de que se negara a admitirlo.

Una sonrisa forzada apareció en el rostro de Lorna mientras intentaba arreglar la situación. "¡La verdad es que solo estaba bromeando con Marian! A menudo jugamos y discutimos así. Nunca le haría daño a mi hermana".

A Rogelio le pareció que la excusa de Lorna era demasiado débil como para responderle, y su atención se desvió hacia la mujer que sostenía en sus brazos. Con genuina preocupación, inquirió: "¿Estás herida?".

La complejidad de las emociones de Rogelio intrigaba a Marian. '¿De verdad se preocupaba por su bienestar?'

'¿En serio?' Esa preocupación le parecía extraña, dado su historial.

Esforzándose por ocultar su asombro, Marian sacudió suavemente la cabeza y contestó: "Estoy bien. Gracias".

Rogelio esbozó una sonrisa gélida mientras remarcó: "Qué bueno. Si no, tu hermana hubiera perdido sus preciosas manos". Sus palabras contenían una amenaza implícita.

Marian se quedó en silencio, ya que sabía que no podía impedir que él hiciera lo que quisiera.

Al oír las palabras de Rogelio, Lorna se puso pálida y escondió rápidamente las manos detrás de la espalda.

Al fin y al cabo, temía que sus manos pudieran... ¡terminar siendo cortadas por ese hombre!

"Ya me voy", dijo la chica. "No quiero llegar tarde a mis clases...".

Estaba tan nerviosa que tropezó a los dos pasos y cayó al suelo, pero se levantó rápidamente y se dispuso a marcharse, pareciendo una payasa en su apuro.

"¡Espera!". La voz de Rogelio la detuvo de golpe. "¿Estuviste en el bar la noche de mi boda?".

"Sí, sí...".

Tras hablar, Lorna se marchó enseguida.

Rogelio se preguntó si la mujer que había tenido una aventura con él era Lorna, frunciendo el ceño.

"Matteo".

"Sí, señor Bailey".

"Investígalo", ordenó el hombre. "Rápidamente".

Matteo asintió en señal de reconocimiento y respondió: "Por supuesto".

Al escuchar su conversación, Marian se sintió perpleja.

'¿A qué se refería Rogelio?' '¿Qué había aceptado hacer Matteo?'

'¿Qué iban a investigar?'

Sin embargo, carecía de autoridad para indagar más. Saliéndose del abrazo de Rogelio, se alejó de él sin decir una palabra.

Al verla actuar así, Rogelio soltó: "Impresionante".

"¿Por qué me ayudaste?", preguntó ella, bajando la mirada y en voz baja.

"Eres mi juguetito. No permitiré que nadie más te maltrate", declaró él. Levantándole el mentón, aseguró: "Marian, aunque te odio, solo yo puedo lastimarte. ¡Nadie más tiene derecho a hacerte daño!".

La obligó a mirarlo fijamente.

La profundidad de sus ojos era insondable.

"¿Cómo te ha ido en el hospital durante las últimas semanas?", inquirió Rogelio.

Sorprendida, ella inquirió: "¿Estás al tanto de eso?".

"No hay nada que yo no sepa".

'No, Rogelio no sabía que ella era inocente de la muerte de Neal', pensó Marian.

Las circunstancias que rodearon el accidente de auto eran extrañas, y las declaraciones del conductor no tenían sentido.

Sin embargo, Marian carecía de pruebas.

Pero eso no la detuvo. Estaba decidida a demostrar su inocencia algún día.

"Me obligaron", dijo la joven. "La habitación está bajo vigilancia constante. No puedo irme".

"Ni siquiera lo pienses. ¡No vas a tener un hijo mío aunque mi madre te apoye!". Rogelio la agarró por el mentón y añadió: "¡Olvídalo!".

Marian sintió alivio al escuchar sus palabras.

Al parecer, él se oponía en secreto al plan de Kyra.

El embarazo no sería algo inmediato.

Eso le convenía; no deseaba tener un hijo de Rogelio.

"Entendido", asintió suavemente. "¿Cuándo te divorciarás de mí?".

La expresión de Rogelio se oscureció y espetó: "¿De qué hablas?".

A pesar de su miedo, Marian reunió el valor y repitió: "Del divorcio. No puedo seguir siendo tu esposa para siempre. No voy a tener hijos tuyos. Si encuentras a una mujer a la que ames de verdad, ¿quieres que ella sea solo una amante y que tus hijos sean considerados bastardos?".

Se hizo un silencio pesado.

Una quietud opresiva se cernía en el aire.

Tras una breve pausa, las palabras de Rogelio salieron lentamente: "Sí, me has hecho acordar".

¡Una chispa de esperanza se encendió dentro de ella!

¡Aún había una oportunidad de escapar de las garras del demoníaco Rogelio!

Pero... la esperanza se desvaneció al segundo siguiente.

La voz de Rogelio volvió a sonar: "Cuando llegue el momento, me divorciaré de ti. Y entonces, ¡arreglaré una boda para ti y mi hermano en el infierno!".

Su declaración quedó flotando en el aire, dejando a Marian atónita mientras fijaba la vista en la figura de Rogelio que se alejaba.

Compartían una conexión de sangre, esos dos hermanos. Mientras que Neal tenía discapacidades cognitivas, irradiaba calidez y bondad, siempre dispuesto a ayudar a los demás. Por el contrario, Rogelio exudaba un aire de fría indiferencia.

Los estudiantes que pasaban intercambiaban comentarios mientras caminaban, y hablaban lo suficientemente alto como para que Marian los oyera.

"¿Te enteraste? El señor Bailey donó generosamente una instalación docente y una biblioteca a nuestra Universidad Elite".

"¡El hombre está podrido en dinero!".

"Guapo, rico y recién casado. ¿Quién es la afortunada que atrapó al señor Bailey?".

Marian frunció los labios.

La suerte no era una palabra que asociaría con su situación.

Un pinchazo de incomodidad le recorrió la parte inferior del abdomen, como si su periodo estuviera a punto de llegar. Corrió al baño y, al revisarse, vio una mancha roja brillante.

De hecho, su periodo había comenzado.

Una pequeña sensación de alivio la invadió, lo que la llevó a usar un tampón.

La llegada de su periodo significaba una cosa: no estaba embarazada.

El tiempo pasó volando.

Durante el día, Marian asistía a clases, mientras que por las tardes regresaba a la residencia de la familia Bailey. Hizo todo lo posible para evitar cruzarse con Rogelio.

Afortunadamente, él se mantenía ocupado, pasando la mayor parte de su tiempo concentrado en su trabajo, lo que no le dejaba oportunidad de molestarla.

Cuando llegó el fin de semana, Marian fue al hospital, ya que estaba experimentando algunos problemas de salud.

Sentada en el consultorio del médico, describió sus síntomas. "Doctor, mi ciclo menstrual se ha vuelto irregular. El mes pasado me llegó el periodo, pero fue muy ligero y terminó después de solo dos o tres días. Inesperadamente, empecé a menstruar de nuevo diez días después, con los mismos síntomas que antes".

"¿Le ha ocurrido esto antes?".

"No".

"¿Está tomando algún medicamento?".

Al escuchar esta pregunta, Marian volvió a negar con la cabeza.

El doctor inquirió: "¿Está casada?".

"Bueno...". Después de pensarlo un momento, agregó: "Sí, pero no hemos sido sexualmente activos".

El médico le entregó varios formularios para análisis y dijo: "Hagamos primero una evaluación completa para determinar el problema de fondo".

"De acuerdo".

Después del examen exhaustivo, Marian regresó al consultorio del doctor con los resultados de los análisis en la mano.

El doctor la miró con una expresión extraña, lanzándole varias miradas en su dirección.

Nerviosa, Marian comenzó: "Doctor, ¿hay... hay alguna posibilidad de que tenga una enfermedad incurable?".

"Ejem... Usted mencionó antes que usted y su esposo no han sido sexualmente activos, ¿verdad?".

"Sí".

"Pero, de hecho, está embarazada". El doctor reveló el resultado.

'¿Embarazada?'

Marian se quedó atónita, sin poder creer lo que acababa de escuchar.

¡Le parecía imposible!

Gracias a los esfuerzos secretos de Rogelio, Kyra no había logrado que se quedara embarazada.

En cuanto a la noche con Rogelio en el hotel...

Quizá fue entonces cuando se quedó embarazada, ¡pero después ya había tenido el periodo!

"Doctor, ¿podría haber un error?", inquirió. "¿Cómo es posible que conciba mientras sigo menstruando?".