En cuanto Danica oyó los golpes, supo que la hija mayor de la familia Willis había llegado. Ella misma había concertado ese compromiso, y ahora que Isaac estaba a punto de conocer a su futura esposa, un torbellino de emociones la invadió.
Hubo una época en la que su hijo fue su mayor orgullo y, de no haber sido por el accidente, él estaría con la mujer más competente del mundo, no con alguien sin educación.
En ese momento, Danica tenía sentimientos encontrados. No soportaba la idea de que otros despreciaran a su hijo, pero tampoco le agradaba que la familia Willis canjeara el futuro de su hija por dinero.
"Adelante", indicó finalmente, con un tono que no admitía discusión.
Verena giró el pomo y entró. Los Bennett posaron sus miradas en ella al instante.
Se percataron de que la joven vestía con sencillez: una sudadera holgada y unos pantalones cómodos. Además, llevaba el cabello recogido, pero algunos mechones rebeldes le caían sobre la frente. Se había maquillado muy poco, realzando sus facciones naturales, y revelando una belleza imposible de ignorar. No pasaría desapercibida, incluso entre las damas más distinguidas de Shoildon. A eso se sumaba que se movía con calma y seguridad, lo que le daba un aire imponente.
Por un instante, Danica se limitó a observarla, con un destello fugaz de sorpresa y admiración en sus pupilas. En contraste, Isaac frunció el ceño.
"Así que... ¿tú eres la hija de los Willis?", soltó Danica, con un leve matiz de incertidumbre, mientras Laura se apresuraba a colocarse frente a su hija.
"Buenas noches, Danica. Yo soy Laura", soltó la recién llegada, con una sonrisa ansiosa. Acto seguido, guio a la chica hacia delante con una sonrisa radiante, y agregó: "Esta es mi hija, Verena Willis".
Danica no logró disimular su asombro, lo que a la otra le causó una profunda satisfacción. Verena había heredado los rasgos de Alec, así que tenía un rostro digno de presumir. Y a Laura le reconfortaba que su hija mayor aún conservara cualidades dignas de orgullo.
"Verena, ¿correcto?", preguntó Danica, estudiando la impactante belleza y el aplomo de la joven.
Nada en ella encajaba con la descripción de Bobby, quien la había calificado como una chica "que no era particularmente agraciada". Si ella era considerada fea, entonces no quedaba ni una sola mujer hermosa en todo Shoildon.
Un destello de aprobación cruzó por los ojos de Danica, quien se sintió aliviada de que la joven no coincidiera con la desafortunada descripción de Bobby.
Era cierto que quería una nuera fácil de controlar, que no divulgara los asuntos privados de Isaac, pero también esperaba que no tuviera una apariencia ordinaria. A fin de cuentas, el aspecto era importante, y cualquier mujer que entrara en la familia debía estar a la altura.
Al percibir la satisfacción en el rostro de Danica, Laura sintió una discreta oleada de orgullo. Verena era de su propia sangre y, en cuanto a apariencia, superaba con creces a las damas más refinadas de Shoildon.
"Sí, Danica. Ella es Verena", repitió la otra mujer con calidez.
"Por favor, tomen asiento...", pidió su interlocutora, suavizando la voz.
Mientras las dos madres intercambiaban cumplidos, Verena se concentró en Isaac, quien estaba sentado frente a ella.
Llevaba una sencilla camisa negra y estaba en una silla de ruedas; una manta ligera lo cubría de la cintura para abajo.
Cuando él se percató de que la chica le miraba las piernas, apretó con más fuerza sus dedos contra las rodillas. Sin embargo, mantuvo una expresión impasible y distante, como si aquella mirada no le importara en lo más mínimo.
Eventualmente, los jóvenes hicieron contacto visual. Verena no mostró ningún signo de incomodidad. Al contrario, le sonrió tranquilamente. Aunque ahora estaba en una silla de ruedas, el hombre era exactamente como lo recordaba: frío, inquebrantable y con una presencia imponente.
Mientras se observaban, Laura se deshizo en elogios hacia Verena, enumerando sus méritos como si describiera una joya rara, por si a Danica aún le quedaba alguna duda.
La otra se sintió completamente satisfecha con lo que veía. Aun así, no pudo evitar encontrar desagradable la insistencia de su interlocutora de promocionar a su hija. Parecía menos la presentación de una futura nuera y más la exhibición de un artículo en venta.
La realidad era que Isaac había perdido la movilidad en sus piernas y, aunque la familia Bennett seguía siendo rica e influyente, eso evitaba que fuera el mejor partido. Por eso, al rebajar tanto la posición de Verena, Laura daba la impresión de que no le importaba que despreciaran o maltrataran a su hija, con tal de que la alianza matrimonial con los Bennett se concentrara. Y a Danica le resultaba difícil respetar a una madre así.
Como Verena e Isaac apenas cruzaban palabra, la conversación recayó en sus mamás.
Tras varios minutos de charla trivial, Danica finalmente le preguntó a Verena: "Señorita Willis, tu madre me comentó que cursaste la maestría en la Facultad de Medicina de Acorith. ¿Es cierto?".
Este detalle le importaba mucho, pues tener una doctora en la familia le facilitaría enormemente cuidar de Isaac.
Laura se tensó apenas escuchó esa pregunta. Temerosa de que su hija se negara a cooperar, le metió un sutil codazo por debajo de la mesa. Creyó que nadie lo notaría, pero los Bennett captaron el gesto.
Danica frunció ligeramente el ceño, mientras Isaac permanecía inalterable, con su mirada fría e impasible.
Verena alzó la vista, dejó con firmeza los cubiertos sobre la mesa y se limpió delicadamente los labios con la servilleta antes de responder: "No".
Danica perdió algo de su calidez, mientras que Laura adoptó una expresión completamente diferente.
'Maldita sea, Verena sigue siendo tan testaruda como siempre. ¿Por qué no puede ser más astuta? ¿Tenía que dejarme en ridículo de esa manera?', se preguntó su madre, con la sangre hirviéndole.
Estuvo a punto de dejar que el enojo la rebasara, pero se obligó a contenerse y a pensar en cómo salvar la situación.
Sin embargo, antes de que pudiera intervenir, su hija afirmó: "Me gradué de la Universidad Pine Hill".
Laura abrió los ojos de par en par, mientras que por su rostro pasaba una gama de emociones. Esa universidad era una de las más prestigiosas del mundo, así que la revelación la dejó atónita por un instante.
Por su parte, Verena mantuvo su expresión imperturbable.
Laura estuvo a punto de perder la compostura. Sabía que su primogénita se había criado en un entorno poco sofisticado, pero no esperaba que fuera tan descarada como para inventar semejantes mentiras.
Afirmar que tenía un título de la Facultad de Medicina de Acorith era forzar la verdad, pero ¿ahora se atrevía a decir que se había graduado de la Universidad Pine Hill? ¿Acaso su hija pensaba que los Bennett se creerían algo así? Su mentira carecía de toda credibilidad.
Danica no pudo contener su sorpresa. Alternó su mirada entre la tranquila chica y el rostro tenso e incómodo de su madre, y en ese momento, algo encajó en su mente. Al comprender lo que pasaba frunció aún más el ceño.
Isaac mantuvo su mirada fija en Verena, y ella se la sostuvo con una leve sonrisa. El gesto era tan cálido y acogedor que parecía disipar la tensión en el ambiente. De hecho, esa simple acción aligeró el ánimo del joven de un modo inexplicable.
Él apartó la vista rápidamente y frunció el ceño mientras una extraña oleada de incomodidad lo invadía. No era la belleza de la chica lo que lo inquietaba, sino su amabilidad, que de alguna manera lo hacía sentirse insignificante.
"Graduarse de la Universidad Pine Hill es ciertamente impresionante. Debes ser muy talentosa", dijo Danica con un tono frío y distante.
Los graduados de dicha institución se contaban entre las personas más brillantes del mundo, y llamarlos simplemente "talentosos" apenas les hacía justicia.
Laura se dio cuenta de que Danica ya había descubierto la mentira, pero se forzó a seguir con la farsa. Tras reírse con nerviosismo, comentó: "Sí, muy impresionante. Lo que pasa es que me confundí... y mencioné el nombre de la universidad a la que irá Kaia".
Ese intercambio instaló un silencio incómodo en la mesa.
"Estoy muy complacida con Verena, y estoy segura de que Isaac también. Con respecto al acuerdo matrimonial...", prosiguió Danica, sin mostrar la menor vacilación.
"Mamá", la interrumpió Isaac antes de que pudiera terminar.