El esposo infiel de la CEO
img img El esposo infiel de la CEO img Capítulo 5 Obtuve su atención
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Capítulo 6 Ruptura img
Capítulo 7 Un nuevo comienzo img
Capítulo 8 En riesgo img
Capítulo 9 Al otro mundo img
Capítulo 10 Antecedentes img
Capítulo 11 El seguro de vida img
Capítulo 12 Amores pasados img
Capítulo 13 Huéspedes img
Capítulo 14 Te sigo amando img
Capítulo 15 Chicharrón con pelos y mañas img
Capítulo 16 Descubierto img
Capítulo 17 Malherida img
Capítulo 18 Alianza img
Capítulo 19 Declaración de amor img
Capítulo 20 Camila está muerta img
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Capítulo 5 Obtuve su atención

La junta estaba fijada para las nueve de la mañana, eran las ocho y media y yo estaba esperando a que Carolina Méndez, pasara a recogerme, no amanecí con ganas de conducir y necesitaba desahogarme. Ella era mi amiga desde la universidad, su mayor virtud era decirme la verdad, aunque dura, era el cable a tierra que me hacía mantener el equilibrio emocional.

-Tienes que ser fuerte, Camila. Tienes un compromiso. Él va a ser tu esposo, no te desesperes, tu deber era luchar por él.

-¿Y mientras tanto qué? -respondí, con lágrimas contenidas-. Mientras yo lucho, él estaba en brazos de Valentina.

Carolina me abrazó en silencio, intentando darme fuerzas.

-En mala hora conociste a ese hombre, tú no eras así, ahora te la pasas llorando.

-Su hermana nos presentó.

Lucía, la hermana de Sebastián, era alegre, extrovertida, siempre rodeada de amigos. Fue en una de sus fiestas donde le presentó a Camila. Nunca sospechó que de aquella coincidencia nacería un triángulo imposible. Para Lucía, Sebastián era un héroe y Camila, una amiga entrañable.

-Lo siento, no te pongas así, tenemos junta y ya sabes cómo son nuestros compañeros, no dejes que saquen conjeturas, quita esa cara triste. No le des motivos para sentir que ha ganado.

-Tienes razón -admití incorporándome de golpe en el asiento-. Conduce más rápido, no queremos llegar tarde.

-Manejando ando, ando con mi amiga, mi amiga, la llorona.

Mi mejor medicina era la risa, y Carolina y yo nos entendíamos muy bien, tenía la cualidad de sacarme de la tristeza con sus ocurrencias.

En medio de la reunión piqué un ojo en dirección a Sebastián. Me había resistido, no había caído en la tentación, hasta ese instante, justo cuando Valentina me vio. Supongo que había estado vigilándonos todo ese tiempo, no pudo haber sido casualidad. Le pegué con la rodilla a Carolina por debajo de la puerta, acción que fue innecesaria porque ella con la mirada me lo dijo todo. La vi clavarle la mirada a la directora, mi rival, quien de inmediato se enfocó en María Fernanda, mi jefa directa.

Julio, yo debí fijarme en él. Ese era un hombre que valía la pena. Aunque sería una unión incómoda, ser la cuñada de Valentina: ¿cómo y cuándo? El sueño se rompió solo de pensar que tendría que dar un cambio demasiado grande para encajar.

-¿Qué opina usted?, Dra. Duarte -me tomó por sorpresa, no tenía idea de que estaban hablando.

-¡Uy!, disculpe Dra. Valentina, no estaba prestando atención -bruja, eso eres, lo sabías, solo me expusiste porque me odias tanto como yo a ti.

-No te disculpes, ¿alguien puede hacerle un resumen a la joven?

-La Directora General nos pidió un informe sobre cada área: el trabajo es en equipo y deberá estar en el correo de la Directora de área en menos de veinticuatro horas.

-Gracias Dr. Sebastián por prestar la debida atención. Como dijo el doctor, necesitamos tomar algunas decisiones soportadas por sus resultados. Así que hagan su mejor esfuerzo. ¿Dudas?

La junta se dio por terminada y desalojamos la sala. Sentía las miradas y los comentarios generaban un incómodo sonido, por lo que me fui directo al baño y empezó el mensajeo por chat:

Sebastián: Estás hermosa.

Camila: Sí, claro.

Sebastián: almorcemos juntos.

Camila: ¿los tres?

Sebastián: sigues de mal humor, chao. Avisa cuando se te pase.

-¿Eres tonta o qué?, lo estás espantando.

-A veces creo que es mi cuerpo, que me pide que me aleje, Carolina. Me siento mal, lo estoy perdiendo y eso hace que quiera tratarlo mal. Es una reacción involuntaria.

-¿Y si salimos?, estar encerrada pensando tonterías no te hace bien.

-No es mala idea, hagamos el informe entre las dos y al terminar nos vamos a cenar.

-Tienes razón, te compro la idea. Voy a apagar el teléfono, no me dejes encenderlo. Ese aparato me va a volver loca.

***

Sebastián, atrapado entre dos mundos, empezó a ceder cada vez menos tiempo a Camila. Valentina, con astucia, lo acorralaba con cenas familiares, salidas sociales, compromisos a los que él no podía negarse.

-Mi hermano me escribió, viene a buscarnos para ir a la inauguración de la nueva FarmaHoy.

-¿Hoy?, que fastidio, ve tú.

-Tienes que ir, van a estar nuestros padres.

-¿Y si no me da la gana?

-Les diré.

-¿Me estás amenazando?

-No, solo que no voy a mentir por ti.

La corneta de la camioneta de mi hermano Julio era atorrante. Por más que le había pedido que no lo hiciera, llegaba a casa con ese ruido ensordecedor desde que doblaba en la esquina.

-¿Por qué lo haces?, la señora Beatriz se quejó la última vez que nos visitaste.

-Ella es una anciana, le molesta todo.

-No seas tan cruel. Es muy buena y está sola en esa enorme casa.

-Entonces es el eco, no mi camioneta. Y, hablando de otra cosa, ¿dónde está mi cuñado?

-Sebastián bajó al trote como todo deportista.

-¡Cuñado!, qué buena combinación -se paró junto a Sebastián chequeando su atuendo de pies a cabeza-. ¿Te parece si nos vamos? -dijo mirando el reloj y levantando su ceja derecha.

La vecina, doña Beatriz, era otra historia. Cada mañana se inclinaba a regar el césped justo cuando las discusiones atravesaban las paredes de la casa. No decía nada, pero lo observaba todo. Y cada vez que veía salir a Valentina con los ojos rojos, murmuraba para sí:

-Ese matrimonio no es lo que parece.

Mientras subían al vehículo, la vecina ya estaba en la puerta manoteando a su ritmo y los muchachos le respondieron en señal de despedida.

-Adiós, vecina, que descanse, vamos a llegar tarde.

***

La inauguración de la nueva sucursal fue todo un éxito, mamá cortó la cinta y el sacerdote dio su bendición, puras formalidades que se estilaban en la sociedad donde vivíamos. El local estaba lleno de mercancía y dotado de la mejor tecnología, apenas necesitaban personal, ya que el autoservicio prevalecía.

Minutos después ya estaban las fotos en las redes sociales.

-¿Tienen que publicar todo? -reclamó Sebastián con un gesto desagradable.

-Hay un encargado de redes, no somos nosotros los que subimos el material.

-Te dije que no quería venir.

-Entonces vete, ya me tienes cansada con tu malcriadez -aquella verdad salió de mi boca disparada, sin pensar. Mi esposo me miró asombrado.

Lo dejé solo y me uní al grupo de damas que conversaban con mi suegra de otro lado del establecimiento. Sebastián no me quitaba los ojos de encima y me di cuenta de que funcionó.

Obtuve su atención por primera vez en todo el matrimonio.

                         

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