Hoy, mi corazón era un bloque de hielo en mi pecho. Sonreí, reí, dejé que me tomara de la mano mientras caminábamos por las calles desiertas del pueblo vaquero. Todo era una actuación. El acto final. En mi mente, repasaba la lista de verificación del Proyecto Fénix: nueva identidad asegurada, fondos transferidos, ruta de escape confirmada.
-¿Ves? ¿No es esto mejor? -murmuró, su aliento cálido contra mi oído-. Solo tú y yo. Sin asuntos de la manada, sin distracciones.
Una pareja joven, cuyos aromas me decían que eran hombres lobo de una pequeña manada afiliada, se nos acercó con cautela. Sus ojos estaban abiertos de par en par por el asombro.
-¿Alfa Montenegro? ¿Luna Maya? -tartamudeó el joven-. Lamentamos mucho molestarlos, pero... ¿podríamos tomarnos una foto? Su historia... nos da a todos mucha esperanza. La prueba de que la Diosa obra de maneras misteriosas.
Sentí el brazo de Liam apretarse alrededor de mi cintura, atrayéndome hacia él para la foto. Forcé una sonrisa mientras la joven loba levantaba su teléfono. Pero en lo único que podía concentrarme era en el olor. Debajo del aroma dominante de Liam a pino y aire frío de montaña estaba el empalagoso y dulce olor de Ava. No se había lavado por completo. Estaba en las fibras de su costoso suéter de casimir, un fantasma de su traición presionado contra mi mejilla. En lugar de la calidez familiar y profunda que su proximidad debería haber encendido, una oleada de náuseas me recorrió. Era una perversión de un Celo, una frialdad fantasmal donde el calor de un Compañero debería haber incendiado mi sangre. Me sentí enferma.
-Por supuesto -dijo Liam, su voz pública suave como la miel. Era el Alfa perfecto y benévolo.
Mientras seguíamos, noté que sus ojos estaban distantes. Se tocaba la sien constantemente, una señal de que estaba en un Vínculo Mental. Un Vínculo Mental es una conversación telepática y privada entre hombres lobo. Para un Alfa y su Luna elegida, debería ser una puerta abierta, un espacio de pensamientos compartidos. Durante meses, el suyo había estado cerrado para mí.
-¿Está todo bien? -pregunté, interpretando mi papel.
-Solo es Marc, reportándose -me envió a través de nuestro vínculo, el pensamiento cortante y formal. Su tono era una violación, usando el canal sagrado destinado a la intimidad más profunda para entregar un memorando de negocios-. Patrullas fronterizas. Nada de qué preocuparte.
Una mentira. Lo vi en el reflejo de sus lentes de diseñador. No estaba concentrado en alguna frontera lejana. Estaba revisando un feed en su teléfono. La página de Instagram de Ava Romero.
-Solo necesito usar el baño -dije, soltando su mano-. Vuelvo enseguida.
No fui al baño. Me metí en una tienda de souvenirs vacía, saqué mi celular de prepago y abrí la misma aplicación. Ava estaba transmitiendo en vivo. Desde dentro del parque.
-No van a creer esto, chicos -decía, moviendo su cámara por una lujosa y vacía sala VIP. La misma en la que Liam y yo habíamos estado hace una hora-. Mi Alfa misterioso es simplemente el mejor. Reservó toda la experiencia VIP para mí hoy. Me consiente tanto.
Mis dedos temblaron. Nos estaba haciendo malabares. En el mismo parque, el mismo día. La pura arrogancia de ello era impresionante.
Un torrente de regalos virtuales inundó su pantalla. Un nombre destacaba, una y otra vez. *LoboImperial*. Le estaba enviando regalos mientras estaba de pie justo a mi lado.
Entonces, el golpe final. Un comentario apareció en el chat en vivo, desde la cuenta verificada de *LoboImperial*, para que lo vieran todos sus miles de seguidores.
"Solo mi reina merece lo mejor".
El teléfono casi se me resbala de la mano. El mundo se redujo a esas seis palabras. No un secreto, no un susurro. Una declaración pública. Para ella. *Mi reina*. Las palabras resonaron en la tienda silenciosa y vacía, una sentencia de muerte para la chica que solía ser. Y en lo más profundo de mí, la furia antigua y fría de un linaje mucho más viejo y poderoso que el suyo comenzó a agitarse.