Capítulo 6 ¿Qué pasa con la Cirujana Legendaria

"Nolan, ¿no me digas que vas en serio con Eleanor?", preguntó Ryland, alzando las cejas con sorpresa.

Nadie podía negar la belleza de la chica, pero al aludido nunca le habían faltado mujeres. Entonces, ¿por qué perdería tiempo con una divorciada?

"¿Recuerdas a la mujer que te mencioné, la que hizo la apuesta en mi contra en el proyecto Usepsall?", preguntó el otro, en lugar de dar una respuesta directa.

"¿Cómo podría olvidarlo? Espera... ¿te refieres a ella?".

"Exacto", corroboró Nolan, dejando su copa sobre la mesa, antes de sonreír ligeramente. "Es inteligente y sabe ocultar su verdadera personalidad".

Ryland soltó un silbido bajo, intrigado por la revelación. En todos esos años, su amigo solo había sufrido una derrota, y esa solo había sido en manos de Eleanor. Parecía que el destino tenía un retorcido sentido del humor.

"Y a todo esto, ¿has hecho algún progreso con la Cirujana Legendaria?".

En cuanto esas palabras salieron de sus labios, Nolan endureció el rostro y contestó: "Se rumora que está obsesionada con las antigüedades. Dentro de dos semanas, David Gill organizará un intercambio exclusivo. Si la suerte nos favorece, podríamos encontrarla ahí".

"Entonces, es nuestra única opción", suspiró pesadamente Ryland.

...

Lillian no acompañó a Eleanor de regreso a su villa hasta pasada la medianoche.

La luz de la mañana apenas se asomaba por las cortinas cuando el celular de esta última sonó con una llamada de la finca de la familia Todd.

Sallie, la abuela de Jonny, se sorprendió al enterarse del divorcio. Por eso, decidió invitar a su otrora nieta política a la comida familiar.

Durante los tres años que había durado su matrimonio, la anciana siempre le había mostrado un afecto genuino, por lo que, incluso después del divorcio, Eleanor sabía que no podía decepcionarla.

A las cinco, entró puntual en la residencia de la familia Todd.

Vickie Todd, la madre de Jonny, la miró de pies a cabeza con desdén. "Veo que Emma tenía razón. Tu imagen de esposa ejemplar no era más que una fachada. En el fondo, no eres más que una cualquiera".

"¡Ya es suficiente, Vickie! La invité a comer, no a escuchar tus insultos", espetó Sallie con un tono cargado de desaprobación. Acto seguido, hizo un gesto a la recién llegada y le dijo: "Ven aquí, querida".

Eleanor se acomodó junto a la anciana, que la recibió con una sonrisa llena de calidez.

"Querida, dejé de verte unos días y te pusiste más delgada. Aun así, luces maravillosa. Ese estilo tan alegre te queda muy bien. Los jóvenes deberían brillar".

"Gracias, Sallie", respondió su interlocutora. Luego, mirándola atentamente, le preguntó: "¿Sigues tomando la infusión de hierbas que te preparé?".

"Sí, todos los días, y me funciona de maravilla. Por fin puedo dormir sin problemas".

"Como si una campesina pudiera curar el insomnio. Seguramente le puso somníferos a la infusión. Con eso, cualquiera cae rendido", intervino Vickie, con una risa cargada de desdén.

"¡Ya basta!", espetó Sallie, con voz firme. "No la subestimes así. Eleanor dedicó tres años de su vida a esta familia. Cuando tu hijo estaba destrozado e indefenso, lo cuidó con una devoción que nadie más podía igualar. ¡Las mujeres como ella son tesoros difíciles de encontrar!".

La otra hizo una mueca, consciente de que no podía replicar. Con la amargura ardiendo en su pecho, optó por guardar silencio.

"No dejes que sus duras palabras te afecten. Para mí, siempre serás la verdadera nieta política de esta familia. Ninguna de las casquivanas que traiga mi nieto podrá ocupar tu lugar".

"¡Abuela, eso no es justo!", se quejó Jonny, quien justo en ese momento entraba con su amante del brazo. "Lainey es la única mujer a la que siempre he amado".

"¿Y qué con eso?", contestó la anciana, mirando con dureza al recién llegado. "Cuando estabas postrado en cama, ella no soportó verte lisiado, así que huyó al extranjero a la menor oportunidad. ¿Qué amor hay en una mujer que abandona tan fácilmente?".

"Sallie, tú no lo entiendes... Mi familia me obligó a irme en aquel entonces", se defendió Lainey, con los labios temblorosos y los ojos llenos de lágrimas.

"No malgastes tus excusas conmigo. Puede que engañes a mi nieto, pero a mí jamás. Veo claramente qué clase de persona eres", declaró la anciana, dejándose llevar por su arrebato. Su cuerpo temblaba por el esfuerzo y pronto comenzó a toser violentamente.

Eleanor se inclinó de inmediato sobre ella y, palmeándole la espalda, le dijo: "Sallie, no te esfuerces demasiado. Por favor, cálmate, por tu propio bien".

Cuando su respiración por fin se normalizó, la vieja agarró la mano de Eleanor con cariño y contestó: "Querida, quédate tranquila: mientras yo viva, nadie en esta casa se atreverá a maltratarte".

La chica sintió que el pecho se le llenaba de gratitud, pero no deseaba seguir escondiéndose tras la protección de la anciana, así que optó por mentir: "Sallie, fui yo quien pidió el divorcio. Estaba cansada de un matrimonio que solo existía de nombre. Mis sentimientos por Jonny desaparecieron, y prolongar más nuestra unión habría sido una tortura para ambos".