Capítulo 7 Traicioné su confianza

La expresión de Jonny se tornó sombría apenas asimiló las palabras de Eleanor.

"¿Estás segura?", preguntó Sallie, con un último atisbo de esperanza en la voz.

"Sí", contestó la joven con serena convicción.

"En ese caso, no intentaré detenerte", dijo la anciana con dulzura, mientras le tomaba la mano; ella sabía de primera mano lo que un mal matrimonio significaba para una mujer. "Si esa es tu decisión, querida, tienes todo mi apoyo".

"Te lo agradezco, Sallie".

"No tienes que obligarte a cenar aquí esta noche. Con Jonny y Lainey presentes, la comida sabrá amarga. Te invitaré otro día, solo nosotras dos".

"Está bien, vendré otro día", contestó Eleanor, asintiendo lentamente, conmovida por la amabilidad de la vieja.

Se puso de pie, le dio la espalda a su exesposo sin dudarlo y salió de la finca de los Todd con la cabeza en alto.

...

Decidida a cortar todos los lazos con Jonny, Eleanor decidió zanjar el asunto por completo.

Más tarde ese día, llamó a Lillian y le pidió que la pusiera en contacto con un agente inmobiliario.

Su amiga no tardó en llegar y, tras inspeccionar la propiedad, le preguntó con sorpresa: "Este lugar está en una zona privilegiada. ¿Estás segura de que de verdad quieres venderlo?".

"Quedármelo es como quedarme con la mala suerte. Prefiero venderlo y seguir adelante", respondió Eleanor.

"En eso tienes razón. No te preocupes, amiga, yo me encargo de todo".

"Te lo agradezco, Lillian", dijo Eleanor, colocando una taza de café humeante frente a ella.

"No hay de qué, eso es lo que hacemos las amigas", contestó la otra, mientras se hundía en el sofá. Después, añadió: "Por cierto, el señor Gill organizará una exposición de antigüedades en dos semanas. ¿Quieres ir?".

"Pues... no estoy segura de que quiera volver a verme", vaciló Eleanor.

"Estás pensando demasiado", la animó su amiga, pasándole un brazo por los hombros. "Eres su única aprendiz. Por supuesto que quiere verte".

David Gill no solo era un nombre respetado en el mundo del coleccionismo de antigüedades, sino también el heredero elegido de las habilidades médicas de Mystic Glen. Cada sucesor de la legendaria figura aceptaba una sola persona en su vida.

David había elegido a Eleanor. Ella nunca defraudó las expectativas de su mentor, y dominó la refinada técnica de la terapia con herramientas especiales con una precisión extraordinaria.

La joven, para mantener su identidad oculta, se ponía una máscara cuando tenía que tratar con sus pacientes. Pronto, el rumor de sus habilidades se extendió por el público y, como nadie conocía su nombre, se le apodó "Cirujana Legendaria".

Su talento podría haberle valido el reconocimiento en el mundo médico internacional, pero eligió enterrarlo para vivir como la esposa devota de Jonny durante tres largos años.

El recuerdo de la expresión de derrota de David cuando le anunció que lo dejaría todo para dedicarse a su matrimonio todavía la atormentaba, y la culpa aún pesaba en su corazón.

"Deja de culparte a ti misma. Cuando llegue el momento adecuado, estaré a tu lado", le dijo su amiga, abrazándola.

"De acuerdo".

Dos semanas después...

La tan esperada exposición de antigüedades se inauguró con bombo y platillo.

Multitudes llenaron el recinto, incluida la élite adinerada a la que le importaba poco las antigüedades, pero quería disfrutar del espectáculo.

Fuera del salón reservado para los invitados especiales, Eleanor vaciló un momento antes de levantar la mano para tocar.

"Adelante".

Segundos después, la puerta se abrió con un crujido. Junto a la ventana, David estaba en su silla de ruedas. En los últimos tres años, su cabello se había vuelto sorprendentemente plateado.

"Afuera hay demasiado ruido. Saldré cuando empiece el intermedio", dijo el hombre, sin mirar atrás, pues creyó que se trataba de su asistente.

"Señor Gill", murmuró Eleanor, tras inhalar profundamente para calmarse.

El anciano se quedó helado, luego se dio la vuelta lentamente y, con los ojos abiertos como platos, soltó: "¡¿Eleanor?!".

"Sí, soy yo", contestó la joven, cruzando la habitación y deteniéndose frente a él. "Le debo una disculpa. Después de todos sus años de enseñanza, traicioné su confianza".

"No hace falta que te disculpes. Es tu vida y mereces tomar tus propias decisiones", respondió él, sacudiendo la cabeza.

"Ya estoy aquí. Y esta vez, seguiré adelante con el legado médico que me confió como la Cirujana Legendaria".

"¿Y tu esposo apoyará esa decisión?", inquirió su mentor.