Capítulo 5 ¿A cuál de esas cualidades te acercas

Sabrina ladeó la cabeza y sonrió con picardía. "¿No lo sabes? Voy a casarme con Theo, y pronto seré tu tía Sabrina."

Por un momento, Vernon se quedó mirándola, atónito. Luego, soltó una carcajada seca y, negando con la cabeza, dijo: "¿Perdiste el juicio? ¿De verdad crees que voy a creerme semejantes tonterías? No estoy para tus juegos".

Él no le creyó, convencido de que solo eran tonterías para llamar su atención.

Para él, ella siempre había estado perdidamente enamorada, buscando cualquier excusa para estar a su lado.

Con ese pensamiento, se dio la vuelta para marcharse, pero se detuvo en seco al sentir una presencia detrás de sí.

"¿Tío Theo?". Su voz se quebró con incredulidad. "¿Qué lo trae por aquí?".

Nadie podía decir en qué momento había llegado, pero allí estaba Theo, alto y misterioso, con expresión fría. Su mirada recorrió a Vernon como si fuera insignificante antes de posarse directamente en Sabrina. Sus ojos no revelaban nada, ni calidez ni desprecio.

Sin vacilar, Sabrina se apresuró a su lado, le pasó la mano por el brazo y lo zarandeó en un gesto juguetón. "Justo iba de compras. ¿Vienes conmigo?".

En el fondo, ella aún no entendía sus razones. Sin embargo, Theo había decidido apoyarla de nuevo, igual que una vez arriesgó su vida por ella en otra época, y solo podía significar que ella tenía algo que él consideraba valioso. Ahora, no tenía más opción que apostar todo a la esperanza de que permaneciera a su lado.

Theo captó el leve rastro de su perfume, el mismo aroma intoxicante que lo había perseguido durante la noche. Se le hizo un nudo en la garganta y se le movió la nuez antes de poder reprimir la reacción.

Vernon, visiblemente alterado, gritó: "¡Deja de decir tonterías, Sabrina! ¡Ese es mi tío al que te estás aferrando!".

Estaba seguro de que ella había perdido el juicio. ¿Acaso no lo entendía? La última mujer que se atrevió a tocar a su tío de esa manera no vivió para contarlo.

Pero el empujón que él esperaba nunca llegó.

En cambio, la mirada de Theo se posó en ella, suavizada por una complacencia que dejó atónito a Vernon. Luego, alzando la vista hacia él, dijo con frialdad y rotundidad: "¿No la escuchaste? He aceptado casarme con ella. En el futuro, será tu tía. Háblale con respeto".

Los ojos de Vernon se abrieron de par en par, y la sorpresa se reflejó en su rostro.

Un recuerdo apareció: una vieja foto que una vez vio en la billetera de su tío. Mientras miraba alternativamente a Theo y a Sabrina, la furia ardía en su pecho, convirtiéndose en algo que no podía identificar.

No. No podía ser cierto. Era imposible.

Su tío era el hombre del que todos hablaban en susurros: decían que era impotente, ajeno al romance y desinteresado en el matrimonio.

"Sabrina, ¿qué trucos sucios usaste para engatusarlo, maldita...?". Sus palabras se ahogaron por un dolor agudo cuando su tío le pisó con fuerza el zapato.

"Te acabo de explicar nuestra relación y te advertí que le mostraras respeto", replicó su tío con voz de acero. "¿Y aun así te atreves a insultarla? Discúlpate. Ahora".

Vernon dejó escapar un grito ahogado, mientras el dolor en su pie le hacía sentir como si los huesos se le partieran. Palideció hasta parecer un fantasma.

La realidad se apoderaba de él, amarga e innegable, aunque cada parte de él quisiera rechazarla.

Con el orgullo herido, contuvo la oleada de ira que le ardía en el pecho. Sus ojos se enrojecieron por una mezcla de agravio y desesperación.

"Sabrina", suplicó con voz temblorosa, "sé que estás enojada conmigo, pero el matrimonio no es un juego de niños. No arruines tu vida por un capricho. Crecimos juntos. Nadie te conoce como yo. Por favor, piénsalo bien antes de que arruines tu futuro".

Su mano se alzó lentamente, acercándose a Sabrina, como si le ofreciera una última oportunidad. Si ella la aceptaba, él creía que ella aún podría conseguir todo lo que siempre había soñado.

En otra época, esas palabras quizá habrían roto las defensas de Sabrina y le habrían corrido lágrimas por las mejillas. Pero esos recuerdos pasados eran demasiado profundos. Las traiciones, el dolor, la habían marcado sin posibilidad de reparación. No pensaba tropezar dos veces con la misma piedra.

Sintiendo la tensión en el cuerpo de Theo a su lado, se acercó más a su abrazo con un tono repentinamente juguetón.

"Escúchalo, Theo", dijo con los labios curvados en una mueca burlona. "Parece que cree que crecer juntos es sinónimo de estar destinados a amarse. Bueno, según esa lógica, tú y yo también estamos destinados. Después de todo, también crecimos juntos. ¿Recuerdas cuando me raspé la rodilla cuando era niña? Tú me cargaste hasta casa. Eso te convierte en el primer chico que me cargó a la espalda".

El rígido cuerpo de Theo se fue relajando poco a poco, y luego su brazo se deslizó con firmeza alrededor de su cintura. "¿Así que todavía te acuerdas de eso?".

"¿Cómo podría olvidarlo?", respondió ella sin dudar.

Alzó el mentón y sonrió radiante mientras se apoyaba en él. Luego, se volvió hacia Vernon con absoluto desdén. "Me dijiste que lo reconsiderara, y lo hice. Sopesé mis opciones con cuidado. Theo es rico, atractivo y realmente me valora. Dime, Vernon, ¿a cuál de esas cualidades te acercas? Y en cuanto a su físico...".

Su mano pasó deliberadamente por la cintura de Theo, deteniéndose solo para dejar claro el punto.