Capítulo 4 La serpiente mascota

Devin Tucker pasó un brazo casualmente por los hombros de la mujer y le dedicó una sonrisa juguetona, mientras intentaba calmar sus nervios. "Vamos. Es la mascota favorita de Caleb, no parezcas tan asustada".

La serpiente blanca y lisa se enroscó perezosamente; su tamaño no resultaba amenazante, y era casi encantadora si se la miraba bien.

Aun así, la mujer palideció hasta adquirir un tono fantasmal.

Su anterior fascinación por Caleb se transformó en miedo, dejándola paralizada en el sitio.

Devin le murmuró unas palabras tranquilizadoras y luego le dedicó una sonrisa amable. "No te alteres, es solo una mascota pequeña e inofensiva. Caleb solo estaba bromeando contigo. Pero, en serio, lo mejor es que te mantengas a cierta distancia de él estos días. Está a punto de ser papá. Escuché que su prometida está embarazada y que su familia la ha traído a casa".

La noticia ya se había extendido rápidamente por todo su círculo social.

La familia Reynolds era conocida por tener pocos miembros; de hecho, Jolie había adoptado a unos gemelos solo para que Caleb no creciera solo.

Nadie habría imaginado que el destino enviaría a Liliana a sus vidas y que ahora estaba embarazada de los hijos de Caleb.

María, llena de orgullo, no se esforzaba por ocultar la noticia y disfrutaba contándoselo a cualquiera que quisiera escuchar.

En cuanto Devin pronunció esas palabras, la mirada de Caleb se agudizó y un destello helado apareció en sus ojos.

"¿Mi prometida?". Su voz tenía un tono peligroso. Le lanzó una mirada de reojo a Devin y soltó una risa desdeñosa. "¿Desde cuándo le he propuesto matrimonio?".

Claramente incómodo, Devin se frotó el puente de la nariz antes de forzar una sonrisa y golpear la mesa para cambiar de tema. "Olvídalo. ¡Lo importante es que Caleb está a punto de tener dos hijos! ¡Esto es enorme!, marca el inicio de un capítulo completamente nuevo. ¿No deberíamos brindar por eso?".

La sala bullía mientras Devin lanzaba billetes al aire, y su bullicioso acto provocaba vítores como si él mismo fuera el futuro padre.

Entonces, envalentonado por el exceso de alcohol, alguien soltó la pregunta que todos tenían en mente. "Y bien, Caleb, ¿significa que por fin vas a sentar cabeza? ¿O vas a seguir pasando tiempo con nosotros como antes?".

Todas las cabezas se volvieron hacia Caleb. Este rodaba el vaso entre sus dedos. Su mirada, aunque lánguida, estaba bordeada por un toque de amenaza.

Con un lento arrastrar de palabras, remarcó: "Puede que me case, pero nadie va a empezar a mover mis hilos".

Devin soltó una risa estridente y golpeó la mesa con tal fuerza que los vasos temblaron. "¡Así se habla! ¡Incluso si es un esposo, nuestro Caleb nunca será el tipo de padre blando y obsesionado con los niños!".

Antes de que alguien pudiera añadir algo más, el celular de Caleb se iluminó sobre la mesa.

"El doctor mencionó que es importante que el padre participe en el vínculo prenatal. Señor Reynolds, ¿está libre en este momento?".

¿Vínculo prenatal?

Abrió y cerró su encendedor mientras dejaba escapar una risa baja.

Eso era tener agallas.

Ni siquiera estaban casados y ya se atrevía a llamarlo a casa para una sesión de conexión sentimental.

En su mente, ya era muy amable al permitir que esos niños vivieran.

...

Una vez enviado el mensaje, Liliana permaneció despierta hasta pasada la medianoche, pero Caleb seguía sin volver a casa.

El cansancio del embarazo acabó por vencerla y sus párpados se cerraron lentamente.

En las silenciosas horas de la noche, sintió algo frío y pegajoso como un hilo de hielo deslizarse sobre su piel.

Un escalofrío la sacudió, haciéndola acurrucarse instintivamente bajo la manta.

Sus pestañas temblaron antes de abrir los ojos de golpe, solo para toparse con el pálido brillo de las escamas de una serpiente blanca, cuya lengua bífida y escarlata se movía en la penumbra.

Su corazón se aceleró y se aferró a las sábanas, luchando por reprimir el grito que le subía por la garganta.

Tras unos segundos, su respiración se normalizó y el pánico desapareció de su rostro.

Enroscada a su lado, con una lentitud y una calma deliberadas, estaba Poseidón, la serpiente mascota de Caleb.

Mordiéndose el labio, se obligó a calmarse.

Un fuerte clic rompió el silencio cuando las luces de la habitación se encendieron de golpe.

Caleb entró sin prisas y le levantó la barbilla con dos dedos. Sus ojos oscuros recorrieron su rostro pálido y tenso con un toque de diversión.

Su voz, fría y áspera por el cansancio, pero una leve risa se le escapó. "¿Este tipo de vínculo prenatal te satisface?".

El corazón de Liliana latía dolorosamente contra sus costillas y la sangre se le fue del rostro.

De no ser por los años que la habían endurecido ante la visión de Poseidón antes de su muerte, probablemente se habría desmayado en cuanto lo vio.

Él pareció captar el pensamiento que parpadeaba en sus ojos. Pasó el pulgar por sus labios, y un peligroso destello apareció en su mirada.

"Pórtate bien". Mientras se inclinaba más cerca, su expresión se suavizó engañosamente, pero su tono contenía un peso silencioso y amenazador. "Cíñete a tu papel y asegúrate de que esos bebés vengan al mundo. No se te ocurra jugar conmigo".