Capítulo 5 Tejiendo historias

Isla no tenía idea de quién estaba dentro de la casa rodante. Se acercó poco a poco, con la piel erizada por una sensación de amenaza que parecía espesar el aire a cada paso.

"¡Señora, por favor, regrese!", exclamó el conductor al verla merodeando cerca del vehículo, con un hilo de sudor corriéndole por la sien. "Solo los señores Brent y Theodore Harris pueden estar cerca de la casa rodante".

"¿Y eso por qué?", preguntó ella con voz firme.

Secándose el sudor de la frente, el chófer explicaba: "El señor Theodore Harris necesita chequeos médicos mensuales. Como el hospital queda lejos y al señor Brent siempre está preocupado por las emergencias, mandó convertir esta casa rodante en una clínica móvil".

El interior, explicó, contaba con equipo médico de última generación y un cuadro de doctores con una experiencia impresionante.

Reflexionando sobre la historia, Isla fijó la vista en la casa rodante.

Esa sensación espeluznante le recorrió la espalda, como un eco de los ojos que había sentido la noche anterior.

Pero, ¿no se suponía que Theodore debía estar dentro para su revisión?

Una sonrisa rápida y despreocupada se dibujó en sus labios. "Vamos al hospital", dijo.

Sin embargo, ni siquiera mientras hablaba su atención se desvió de la casa rodante.

Ya en el hospital, ni siquiera había llegado a la habitación de Skylar cuando escuchó fuertes llantos y gritos de ira.

Una desagradable sensación de ansiedad se apoderó de su estómago mientras corría por el pasillo. Al entrar, vio a Archie, que se alzaba imponente sobre Skylar.

La furia distorsionaba sus palabras mientras espetaba: "¡Le pusiste algo a mi bebida y te acostaste conmigo, Skylar! ¡Arruinando las cosas con mi novia! Me casé contigo por tu hija y te traté bien. Ahora que ella consiguió un boleto de oro para entrar en la familia Harris, ¿viene a por mí y a amenazar mi carrera?".

"¡Eso no es cierto! ¡Te lo estás inventando todo! ", exclamó Skylar, con la voz temblorosa.

Esa rabia casi la asfixiaba mientras luchaba por respirar, con los ojos abiertos de par en par por la incredulidad. La traición de Archie aún le dolía, y ahora él se atrevía a torcer la realidad como si ella fuera la villana.

Atrapada en la cama, se sintió impotente mientras las crueles palabras de Archie caían sobre ella sin piedad.

Al ver a su madre a punto de desmayarse, su furia llegó al límite. Sin dudarlo, entró de golpe y le propinó una fuerte bofetada que resonó en toda la habitación.

Isla había soñado con golpear a Archie desde que se llevó a Skylar.

"Vete ya o sacaré a la luz todos los esqueletos que escondes en tu armario. Se acabaron los juegos, Archie. ¿Estás seguro de que quieres tener una guerra conmigo?", dijo Isla, con los ojos encendidos.

Un atónito Archie retrocedió tambaleándose, pero la visión de Isla reavivó su arrogancia. Esbozó una sonrisa burlona, convencido de que, si ella realmente tuviera algún poder, él nunca habría podido obligarla a casarse con él.

Se inclinó hacia ella, con la voz cargada de amenazas. "Entrégame el dinero que te dio Brent. Si te niegas, seguiré viniendo a molestándolos. Mi negocio está al borde del colapso y la desesperación es una fuerza poderosa. Si yo me hundo, tú y tu madre no saldrán ilesas, Isla".

Archie no esperaba que Brent afirmara que los mil millones de dólares prometidos pertenecían únicamente a Isla. Ni un alma podía tocarlo, salvo ella.

Con la quiebra acechándolo, Archie se aferró a la última esperanza. Alguien de la familia Harris le había contado que Isla estaría en el hospital, y vio su oportunidad para acorralarla.

A pesar de la valentía de Isla, sabía que ella tendría que sopesar la frágil salud de su madre antes de tomar cualquier decisión.

Isla, sin embargo, al percatarse del verdadero trasfondo de sus amenazas, no se inmutó.

Una sonrisa pícara se dibujó en sus labios. "Solo imagina, Archie. Supongamos que el destino se volviera en tu contra... ¿Qué pasaría si acabaras destrozado, paralítico o aferrándote a la vida? ¿Aún tendría que tenerte miedo?".

Una voz inestable salió de Archie: "¡No te atreverías!". El miedo brilló en sus ojos, pero palideció ante el terror de quedarse en la ruina. El pánico lo invadió por completo mientras se lanzaba, agarraba un jarrón de la mesita de noche y se lo estrellaba contra la cabeza.

"Ya tienes lo que querías, Isla. Estoy suplicando, dame un respiro. Mi matrimonio con tu madre terminó porque no la amaba, no porque te abandonara. No puedes olvidarte de mí ahora, después de entrar en el mundo de los ricos. Además, ella ya estaba saliendo con otro hombre en ese entonces".

La mirada de Isla se volvió fría, fija en el hombre que lloraba y tejía historias frente a ella.

Al no obtener la compasión que buscaba, Archie recurrió a golpearse repetidamente. "¿Qué te parece esto, Isla? ¿Ya es suficiente? ¿O necesitas verme muerto antes de dejarme en paz?".

Perdido en su actuación, no se percató de que la mirada atenta de Isla había captado el tenue brillo rojo que brillaba desde su bolsillo.