Capítulo 5 Él despierta

Una enorme cama dominaba la habitación, con sábanas y cobertores de seda negra que arrojaban un brillo elegante y lúgubre a la vez.

Bajo esas lujosas capas, el hombre que yacía allí era sorprendentemente guapo, con un rostro de rasgos marcados y una delicadeza casi imposible. La enfermedad le había arrebatado todo el color, dándole un aspecto etéreo, como la de un personaje de novela gótica. Sin embargo, su aura de autoridad e intriga lo situaba muy por encima de las celebridades más famosas.

Emilee se sentó al borde del colchón, con la mirada clavada en el apacible rostro de Eric. Aunque Aarón solía atraer miradas de admiración, si lo ponían junto a Eric, se volvía insignificante al instante.

"Es extraño", dijo ella, pensativa y con la barbilla apoyada en la mano. "Mirándote ahora, es difícil creer todas esas historias sobre tus métodos despiadados. La vida nos ha dejado indefensos a ambos. Pero no te preocupes, voy a cuidarte de ahora en adelante. Al menos, me aseguraré de que tus últimos días sean tranquilos".

Sus palabras apenas se habían desvanecido cuando la puerta se abrió de par en par, rompiendo la quietud.

Aarón apareció en el umbral, con el cabello revuelto y la respiración agitada. La ansiedad marcada en sus facciones, y un destello de frustración en la mirada.

"Emilee, ¿qué pasó?", preguntó con voz apremiante. "Habíamos acordado huir juntos hoy. Te esperé una eternidad junto a esa salida trasera. ¿De verdad completaste la ceremonia? ¡Ven conmigo ahora!".

Su paso era rápido y su mano se extendió para agarrar la de ella, la desesperación haciendo que su voz se quebrara. "Quedarte aquí con Eric es un desastre. ¡No desperdicies tu vida!".

Al mirarlo ahora, Emilee solo pudo recordar el dolor de su traición en el video, y la repulsión le amargó el corazón.

Sin dudarlo, se soltó de un tirón. Sus palabras fueron frías: "Aarón, no voy a huir. Algo cambió cuando vi a Eric. Creo que me he enamorado de él. Terminé contigo. Se acabó".

Sorprendido por su respuesta, Aarón no pudo hacer más que mirarla fijamente, con los ojos abiertos de par en par por la incredulidad, incapaz de creer lo que oía. "¿Qué... qué estás diciendo?".

Tras unos segundos de silencio, Aarón entrecerró los ojos, agudizándolos con sospecha, como si pudiera atravesar a Emilee con la mirada. "¡No puedes estar hablando en serio, Emilee! ¿Cómo puede alguien enamorarse de alguien que ni siquiera está consciente?".

La sonrisa de Emilee fue fácil, su mirada aguda por el desprecio. "¿Qué tiene de increíble? Comparado con él, apenas mereces una mirada. Él te eclipsa incluso postrado aquí. ¿Por qué no iba a sentirme atraída por él en lugar de por ti?".

Con un movimiento suave, entrelazó sus dedos con los de Eric. La calidez suavizó sus rasgos, en marcado contraste con el gélido desprecio que reservaba para Aarón. Tres años junto a Aarón le habían mostrado a Emilee la verdad detrás de su imagen pulida. Bajo esa apariencia de caballero se escondía un ego enorme y frágil.

En ese entonces, nunca entendió cómo un hombre con tanto a su favor podía ser tan amargado e inseguro. Ahora lo veía claro: Aarón había pasado toda su vida intentando salir de la sombra de Eric. Esa brillantez engendró resentimiento, retorciendo a Aarón con celos y miedo.

Por eso, escuchar que ella, su novia de tantos años, ahora prefería a su hermano indefenso, golpeó a Aarón como un puñetazo en el estómago.

La furia finalmente estalló. Aarón se abalanzó, agarrando a Emilee por el cuello y la sacó de la cama. Su rostro se contrajo por la ira. "¿Qué te pasa? ¿De verdad crees que unirte a Eric te dará un futuro? ¡Está acabado! Cuando se vaya, te quedarás sin nada".

Sin inmutarse, Emilee lo miró fijamente, su expresión cargada de fría determinación. "Suéltame, Aarón. Me repugnas. Prefiero quedarme sin nada a conformarme contigo. Hemos terminado. Vete ya".

En un arranque de adrenalina, Emilee le clavó con fuerza el tacón en la rodilla a Aarón. El golpe lo hizo tambalearse, aflojando su agarre, mientras el dolor se dibujaba en su rostro. Una mirada, llena de rabia -ahora teñida de algo más oscuro-, se fijó en Emilee.

"Está bien, Emilee. ¡Has ido demasiado lejos esta vez!".

La rabia se apoderó de él, y Aarón se abalanzó, derribando a Emilee y sujetándola contra el suelo. Sus manos arañaban su vestido, con voz baja y amenazante:

"Si quieres pertenecer a Eric, entonces mira cómo arruino eso delante de él. Me aseguraré de que te arrepientas de haberme desafiado".

"¡Alguien, ayuda! ¡Por favor, ayúdenme!". El pánico desgarró la voz de Emilee. No esperaba que la violencia de Aarón aumentara tan rápido. Desesperada, se defendió, clavando sus uñas en su rostro y dejando líneas rojas y furiosas.

Aarón ignoró el dolor y le sujetó con fuerza las muñecas por encima de la cabeza, mientras con la otra mano buscaba torpemente su cinturón.

Una pesada ola de pavor se apoderó de Emilee. El miedo le atenazaba el corazón cuando, de repente, Aarón se quedó helado. Todo su cuerpo se puso rígido, con los ojos abiertos de par en par por la incredulidad, mientras miraba más allá de ella.

"Espera... ¡Está despierto!". La voz de Aarón temblaba y su rostro palideció como si hubiera visto un fantasma.

En la cama, detrás de ellos, los ojos de Eric se abrieron de golpe, rompiendo el hechizo.