Mis labios se separaron por la impresión. Bien, no era una broma. Esto no era una jodida broma.
─¿Me puede explicar de que va todo esto?
─Si no me caso en una semana pierdo la custodia de la empresa. Los dos saldremos ganando, piénselo. Joyas, zapatos, vestidos, dinero y todo lo que quiera.
Ahora era yo quien me encontraba seria.
No, no y no.
─No gracias, no quiero su dinero ─contesté con una pequeña sonrisa cínica pintada en mi cara.
Su bonito rostro se contrajo por un segundo pero rápidamente volvió a sí mismo. Frío y calculador. Era la misma mirada que daba a la hora de hacer negocios.
─Sera confidencial nadie sabrá ─me reí esta vez.
─No es no, amigo ─dando un suspiro largo y tembloroso me levante de la silla con la atenta mirada de mi jefe puesta en mi.
─Verónica, por favor. Te lo voy a agradecer toda la vida, si no lo haces me voy a quedar sin mi empresa y se lo darán a mi primo Castiel ─su tono de voz bajo ¿estaba triste?
─¿Y eso que?
─¿Acaso no lo entiendes? ─sus ojos celestes se centraron en mi─. Castiel es una completa mierda en los negocios y en menos de tres meses todo esto estará en banca rota. Mi familia lucho para estar en donde estamos y no quiero que todo el esfuerzo de mi abuelo y mi papá sea por el gusto. ¿Me entiendes ahora?
Lo miré ahora sorprendida, no creía que esa iba ser su respuesta.
─¿Por qué yo? ─el nudo de mi garganta volvió y pronto sentí mis manos temblar.
─Porque sólo confío en ti.
Negué con la cabeza tantas veces que mi cabello golpeo varias veces mi cara. Bromeaba claramente, solo era para que aceptara rápidamente. Creía que era tonta y no, no lo era en lo absoluto.
─Salías con modelos. Muchas en realidad. Y-yo no puedo, esto es tan raro ─no pude evitar decir. Vamos, no era algo que escuchaba todos los días.
─No le ofrecería dinero a ellas para que después le dijeran a la prensa de todo ─explicó.
─No entiendo.
Y no, no entendía para nada, apreté mi cartera en mi pecho.
─Sólo ayúdame ─susurró.
Baje mi cabeza y suspire, mis ojos parpadeaban rápido, alejando las lágrimas.
Cerré los ojos y quede atrapada en un poso sin fondo. Ojos oscuros y fríos fue lo que vi.
─Esta bien pero no quiero tu dinero ─mi voz se alzo─. Y no hago esto como un favor ─rodé los ojos.
─¿Qué? ─abrió más sus ojos, sorprendido por mi respuesta─. ¿Es en serio?
Suspire fuerte.
─Hablo en serio. Acepto tu trato.
La punta de su lengua lamio lentamente su labio inferior, casi me había hipnotizado. Casi.
─Muy bien, muy bien ─su cabeza se movió de arriba hacia abajo lentamente, podría decir que podía escuchar su cerebro trabajando por mi respuesta─. Esto es magnifico. ¿Sabes actuar?
Casi tuve la necesidad de decir: lo hice por unos años. Solo lo afirme moviendo mi cabeza.
─Solo hay que actuar cariñosamente, presentarte con todo el mundo, vivirás conmigo, conocerás a mis padres y hermanos y listo...─vi duda en su rostro─. Y otra cosa, un día de estos te daré el contrato escrito.
Mi respiración se volvió temblorosa, muy bien Verónica tu solita habías aceptado esto, no era como si fuera tan difícil. Se escuchaba tan fácil todo que daba miedo.
─Espero caerles bien a tus padres ─bromeo, intentando aligerar el ambiente tenso─. ¿Cuándo nos casamos?
─Sí le caerás bien ─inclino su cabeza sin dejar de mirarme ni por un segundo─. Hoy mismo, solo tienes que firmar.
─Esto será fácil ─las comisuras de mis labios apenas se alzaron. Iba ser fácil, se escuchaba fácil que más daba.
─¿Hay algo más que quieres preguntar?
─¿Cuando llevo mi ropa?
─Mañana mismo paso por tu casa ─agarró su bloc de notas y me paso un bolígrafo─. Escribe ahí la dirección.
─Sí ─apunte la dirección de mi departamento─. Ahora empacó mis cosas ─miro el reloj en la pared─. Va ser la hora de almorzar. ¿Algo más?
─No, eso era todo.
─Hay otra cosa que quiero preguntar─ hablé cuando casi abría la puerta─. ¿Crees que nos van a creer?
─Inventaremos una loca historia de amor. El contrato dirá que estamos casados hace tres meses, lo creerán.
─Vaya ─logro decir.
─No te preocupes por nada, todo lo tengo resuelto.
─¿No necesita más nada? ─este niega, doy un suspiro y tomo el pomo de la puerta. Sabia lo que me esperaba afuera.
Su mano me impidió abrir la puerta.
─Tienes que salir y sin hacer contacto visual me esperas al frente del ascensor ─dijo.
─¿Qué?
─Tú solo haz lo que te dije. Espérame ahí, dame solo un minuto.
─Bien, bien. Lo haré ─di un suspiro largo antes de abrir la puerta. No me sorprendí al tener todas las miradas quemándome el cuerpo. Atentos a cada paso que daba al ascensor lo sentí, Dios, estaba segura que podía escuchar sus propias respiraciones hasta en mi nuca.
─Verónica, amor, aquí está la clave de ascensor privado ─oh de esto hablaba. Le sonreí tensa, me acerqué y recibí el papel con una pequeña sonrisa.
─Gracias, cariño ─dije. Todos nos miraban más que sorprendidos, Alexander les dio una corta mirada que solo gritaba literalmente que se fueran a meter en sus propios asuntos. Y lo hicieron, en unos segundos todos estaban metidos en sus cabinas.
Alexander asintió por ultima vez hacia mi y se fue de mi lado para de nuevo encerrarse en su oficina.
Con suspiro me metí a la caja metálica y con mi dedo tembloroso puse el código, pronto sentí el ascensor bajar. Tenia que hablar con Tiffany de este extraño día, Dios, sabía que no iba reaccionar bien. La encontré unos minutos después que salí del ascensor, estaba en el área descanso en donde era como un tipo de pequeña cafetería, a veces Alexander me mandaba a que le buscará café, no le gustaba mucho el sabor de él pero lo tomaba cuando estaba tenso. Ella llevaba su cabello negro atado en una coleta alta y vestía con un pantalón negro de cuero, una camisa blanca, una chaqueta negra de cuero y unos botines altos. Sus ojos azules se encontraban entrecerrados y una pequeña arruga se formaba en su frente mientras rebuscada algo en su bolso.
─¡Hola! ─susurro en su oído, esta me miro un poco sorprendida.
─Mierda, Verónica. No vuelvas hacer eso ─me dio un golpe en el brazo ─. ¿Y por qué están diciendo que le pegaste a una chica?
─¿Ya terminaste? Te lo diré más tarde, primero vamos almorzar, tengo que contarte muchas cosas.
Ella asintió con la cabeza varias veces. ─Sí, más tarde busco mi celular. ¿Es importante?
─Supongo que sí.
Al salir del edificio maldecí al no llevar mi abrigo, la fuerte brisa había azotado mi cuerpo una y otra vez.
─¿Por qué te fuiste tan temprano? ─ pregunté viéndola de reojo mientras la guiaba hasta mi auto.
─Tenía que pasar a ver a Robert ─dio un largo suspiro ─, y fue una completa mierda.
─¿Y eso? ¿Por qué? ─pregunté confundida─. Si hizo algo lo masacramos como los viejos tiempos ─bromeo, nunca hemos hecho algo así y tampoco me veía en esa situación.
─Me puso los cuernos con una tal Melanie, los vi en la cama haciéndolo, que asco ─su tono de voz fue divertido pero su rostro decayó un poco─. Vamos a masacrarlo y a esa tal Melanie le hacemos un retoque. ¿Qué dices? ─reí.
Me pregunté por que no me decía lo que en verdad sentía, hace unas semanas estaba tan emocionada por estar saliendo con Robert. Ahora estaba normal, como si la infidelidad de él no fuera tan importante.
─¡Claro que lo haremos! ─mi ánimo la contagió que no demoró en reírse ─. Tengo pensado en el corte que le haré.
XXX
Llegamos a nuestro restaurante favorito y de una vez pedimos una mesa para dos. A los minutos una bonita señora nos trajo una jarra de agua, unos vasos y el menú.
Pedimos nuestros platillos y tuvimos una platica amena sobre nuestro día. Cuando llegó nuestra comida le comente lo que paso en el último piso.
─No puede ser, la fueras dejado inconsciente, pero... ¿Por qué no le pegaste más duro?
Ella se encontraba ofendida, mi mamá era como la de ella, la entendía muy bien. Lo que esa chica hizo fue irrespetuoso.
Sonreí un poco.
─Ya todo paso ─lo dije más bien para mi que para ella.
─¿Cómo te sientes? ─pregunto al ver mi rostro decaído.
─Hice una locura ─aparte mi plato de comida─. Me arrepiento... Solo un poco.
Gemí agarrando mi cabeza.
─No llores. ¿Qué tan grave es?
─Lo suficiente para mudarme mañana con él jefe.
Su bonito rostro se contrajo, fue cómica su reacción y cuando creí que iba gritar le puse mi mano en sus labios. La mire con ojos grades pidiendo en silencio que no gritara.
─¿Que hiciste que?
─Una locura, eso es lo que hice.
Sus largas pestañas aletearon lento y sus labios se fruncieron. Abrió y cerró su boca varias veces pero ni un sonido salió.
─Esto es tan...Wow ─logro decir.
Mi celular quien estaba guardado en mi cartera vibró. Lo saque y un mensaje de Alexander pidiendo que le lleve su almuerzo, fue lo que vi.
─Vas ha amarrarte con un hombre? ─ alce mi ceja al no entender─. Digo... ¿En serio vas a vivir con él?
─Vamos a casarnos en unas horas.
Arrugo su nariz y me dio tanto miedo que su cabeza bajará y subiera sucesivamente intentando retener la información.
─Yo voy a renunciar, por fin un bufete de abogados me llamó, comienzo el próximo lunes.
Y me alegré. Me alegré tanto por ella y también por cambiar la conversación.
─¡Eso es genial! ─me levanté de mi silla igual que ella, la abracé fuertemente ─.¿Cuál es?
─Lipsig Abogados de Nueva York.
Sonreí grande.
─¡Queda cerca del departamento!
Mi ánimo la contagió y se unió a mi felicidad.
─¡Lo sé, eso lo hace más genial!
─En serio que te felicito, amiga ─digo abrazándola, estaba tan orgullosa de ella. Se que para ella es tan importante ese trabajo, por fin trabajaría en algo que ella le gustaba.
─Gracias por todo.
─No seas tonta no hice nada ─le di un baboso beso en su mejilla─. Yo pagaré por nuestra comida y también hay que pedir algo para Alexander.
Ella me sonrió con una sonrisa tensa y el tema sobre mi boda no se menciono más en el almuerzo.