Terminé de envolver el grande regalo de la amiga de Izan, me había costado una eternidad poder encontrarlo pero valía la pena.
Lo sabía.
─Tiffany te dije que ya voy, reten más tiempo a Robert allá, sólo hay que buscar a... ─intenté hablar.
─¡Verónica tienes que mover tu culo rápido! ─se escuchó su rápida respiración─. ¡Trató de golpearme!
Mordí mi lengua mientras me deslizaba fuera de la cama.
─No me grites. En una hora estoy ahí, ¿Estas en casa? ─se escuchó un sí en el otro lado del teléfono─. Bien, voy a buscar a la chica. Ten cuidado, cariño. ─colgué.
─¿A quien le decías cariño? ─preguntó Alexander confundido desde el umbral de la puerta.
─Es espeluznante y de mala educación espiar a las personas mientras hablan por teléfono.
Él arqueo una ceja ─. Lo siento, no pude evitar escuchar. ¿Qué hacías?
Con un suspiro largo señale mi cama, mostrándole la caja grande rosa con lazo rojo.
─Terminado los últimos detalles del regalo de la compañera de Izan ─dije tomando mi bolso del piso─. Tengo que irme, vendré un poco tarde, dile a Izan que mañana le entrego el regalo.
Alexander me miró con el ceño fruncido.
─¿Dónde irás?
─Como te dije, Alexander. Eres espeluznante.
─Eres tan divertida ─hablo con sarcasmo ─. Mañana iremos al cumpleaños de esa niña. Por favor compórtate.
Con una ceja arqueada y más que ofendida lo mire. ─Se como portarme ─rodó los ojos y asintió con la cabeza varias veces─. Me tengo que ir ─mire el reloj de la pared ─. Es tarde, tengo que hacer algo.
─No llegues tan tarde ─musitó.
XXX
Ya cuando me despedí de Alexander, salí de la mansión para ir rumbo al estacionamiento en busca de mi auto y para mi sorpresa había más de seis autos. Me senté el asiento de cuero blanco, puse mi cartera en el asiento de copiloto, encendí el auto y por una extraña razón tenía las llaves adentro. No le preste atención y seguí el camino hasta la casa de la tal Melanie.
En el camino me entretengo cantando canciones de la radio, todo iba tan bien hasta que sonó mi celular de una notificación de mensaje de Luis. Había estado insistiendo toda la semana desde que se había corrido el rumor de que estaba casada. Nunca contestaba.
No le preste atención al mensaje y seguí mi rumbo.
─Maldita sea ─susurré─. Fueras elegido otro día para hacer una fiesta.
Lo que parece ser una casa ahora estaba repleta de personas borrachas y drogadas que estaban por todos lados. Estacione mi auto lo más cerca que pude y con mi llaves en mano salí. Solo vasto un minuto y ya estaba sofocada.
Con empujones pude llegar hasta la entrada, mire por todos lados buscando a una morena con cabello corto pero no encontré nada por la poca iluminación del lugar, la música retumbaba por todos lados. Los empujones y unas cuántas tocadas en mi trasero no cesaron pero logré llegar hasta las escaleras. Subí por la larga escalera para llegar a los dormitorios. Comencé abrir habitación por habitación, rezaba no encontrarla. Tiffany era tan impredecible, no tenía idea de lo que haría.
Abrí un poco la puerta de color rosa pálido y entró en una habitación oscura, pude divisar por la luz de afuera que todo estaba destruido, vidrios por todos lados acompañado con ropa por todo el piso. Me acerqué a la cama donde había un bulto envuelto en una manta, cuando más cercana estaba de la cama se escuchaba los sollozos, quite la manta de lana para ver el rostro de la persona que estaba delirando por lo bajo.
─Por favor no le digas nada a mi mamá, me hará daño, Robert lo dijo ─habló con voz rota.
─¿Robert te hizo daño? ─pregunté a la extraña.
En ese momento ella giró y pude ver que era la chica de la foto que me enseñó Tiffany. ─¿Quien eres? Ese bastardo te mando verdad. ¡Lárgate de mi casa! ─la mire confundida.
─¿Qué? No, no. ¿De qué hablas? ─moví mis manos de arriba hacia abajo, nerviosa.
─¿Qué haces espiándome? ─me miró furiosa mientras se envolvía más en las mantas.
─Y-yo no te espiaba ¡Lo juro! Una amiga quiere hablar contigo ─musitó, rezando para que no diera una respuesta positiva.
─¿Para qué?... Jay hablamos más tarde...Si estoy bien no te preocupes, adiós.
Abrí mi boca sorprendida, no recordaba que ella hablaba por teléfono. Comencé a mover mi pierna, nerviosa de lo que iba a pasar. No podía llevarla con mi amiga. No y no.
─¿Para qué? ─dijo recelosa.
─Hablar de lo que paso en el departamento de Robert ─susurré sin mirarla.
─¿Q-qué paso ahí? ─río nerviosa─. No tengo por que hablar con ella.
─Te acostarte con su novio ─le recordé.
─Yo no me acosté con su novio ─se encogió de su lugar, no aparato su mirada asustada de la mía.
─Pero ella te vio ─interrumpo, intentando descifrar sus gestos─. Vine a buscarte. Ella quiere hablar contigo.
Esto no me parecía nada cómodo. No tenía porqué involucrarme en los asuntos de Tiffany y tampoco tenía ni idea de cómo me había convencido. Melanie miro un punto fijo de la pared, no pude distinguir el color, apenas la luz entraba por la ventana, todo era oscuridad.
─No hablaré con nadie. Nada pasó conmigo y Robert ─dijo distante.
Con un suspiro largo y tembloroso me acerque, no demasiado para no incomodarla más de lo que estaba.
─Melanie necesito que me cuentes ─hablé serio por primera vez─. Te escuché lo que decías por teléfono.
─¿Tú no entiendes verdad? ─murmuró entre dientes─. No hablaré con nadie.
─No entiendo si no me cuentas lo que te hizo el idiota de Robert, puedes confiar en mi, Melanie. No te voy a juzgar, no puede ser tan malo.
─¡No quiero tu ayuda, no quiero nada de ti! ─gritó─. ¡Quieres reírte de mi! ¡Lárgate de mi casa!
Di un paso atrás asustada por sus gritos, calmando mi respiración intente acercarme de nuevo al tembloroso cuerpo de Melanie.
─Te quiero ayudar Melanie. Cuéntame, ¿Te hizo algo? ─asintió─. ¿Te hizo algo malo? ─de nuevo asintió pero con miedo─. ¿Que hizo? ─susurré asustada por su respuesta.
Con una sonrisa falsa y lágrimas gruesas que se deslizaban por sus mejillas me miro con cansancio.
─Él me violó.