Contrato con mi jefe
img img Contrato con mi jefe img Capítulo 4 Malas noticias.
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Capítulo 6 Con tus propias manos. img
Capítulo 7 Para reforzar la amistad. img
Capítulo 8 Irse. img
Capítulo 9 ¿Oops img
Capítulo 10 Los Harrison. img
Capítulo 11 Cena. img
Capítulo 12 Retrocediendo. img
Capítulo 13 Buenas noticias y buenos momentos. img
Capítulo 14 ¿Condones ¿En serio img
Capítulo 15 En problemas. img
Capítulo 16 Charlas y sentimientos encontrados. img
Capítulo 17 Pobre Izan. img
Capítulo 18 De mal a peor. img
Capítulo 19 Posible solución y apego. img
Capítulo 20 ¿Me robaste un beso img
Capítulo 21 Drogas y un hospital. img
Capítulo 22 Angustia. img
Capítulo 23 Sentimientos encontrados. img
Capítulo 24 Apenas avanzando. img
Capítulo 25 Pánico. img
Capítulo 26 Noticias y regalos. img
Capítulo 27 Viene la tormenta. img
Capítulo 28 Crisis. img
Capítulo 29 No tan sola. img
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Capítulo 4 Malas noticias.

Alexander Harrison:

Todo había salido mal.

─No puedes divorciarte de Verónica ─habló el hombre detrás del escritorio─. O si no te quitan la empresa y se la dan a tu primo Castiel.

¿Cómo le puedo decir a Verónica que no podemos divorciarnos? Eso era realmente importante. Castiel se puede ir al carajo, sabía que no le interesaba la empresa.

─¿Pero no hay otra manera?

Estaba tratando no levantarme y exigirle al hombre mayor que me preste atención. Estaba nervioso y mis manos temblaban. Para toda la vida, resonó en mi cabeza con burla.

─Ese era el único acuerdo de tu abuelo, Alexander. Tu esposa es bella no creo que haya ningún problema.

Entrecerré los ojos mirándolo, sabia lo que estaba pensando y no tenía tiempo para otra conversación. Mi mente estaba suficientemente cansada por la recién noticia. Y todavía no tengo pensando en cómo decirle a Verónica.

Para toda la vida. Mierda.

─Lo sé, mejor cierra la boca ─mi mandíbula se tenso y mi dedo lo apunto acusador.

─Deja la agresividad, no he dicho nada malo ─su sonrisa de dientes blancos dijo lo contrario.

Me levanto de la silla haciendo este rechinar, con un suspiro arrastre mi cuerpo hacia la puerta de madera.

─Me largo de aquí, me llamas para algo realmente importante ─digo saliendo sin mirar atrás

Exhalo todo el aire que no sabía que había retenido ¿Cómo le diré que no podemos divorciarnos? Con los posibles escenarios de la confección en la mente me fumo un cigarrillo sin poder quitar la ansiedad de mi cuerpo. Camino hasta el chófer, Peter, que me espera recostado en el auto, él al verme se para rápidamente y me abre la puerta. Y con un agradecimiento silencioso de mi parte subo al auto, Peter al ver que ya estoy acomodado perfectamente comenzó a manejar en silencio.

─Señor Alexander ─Peter habló minutos después, estaba mirándome por el espejo retrovisor ─. Su teléfono está sonando.

─¿Mi teléfono? ─confundido lo saque de mi bolsillo delantero viendo el nombre de mi madre en la pantalla─. ¿Mamá? ─contesté.

─Alexander Abdiel Harrison Domínguez, ¿Por qué nunca me dijiste que te casaste? ─su voz se escucho enojada─. Me tengo que enterar por terceras personas que te has casado. ¿Algo que decir?

Mi respiración se corto.

─Mamá no tenía tiempo, te quería decir pero...

─Me querías decir nada. Los quiero mañana en medio día ─colgó.

Miro indignado a mi celular ya apagado, ni me había dejado hablar. Había que apuntar otro problema a mi libreta. No podía divorciarme y ahora tenía que ir hacia Los Ángeles para presentar a Verónica a mi familia. Tenia pensado llevarla el próximo mes, pero la noticia de mi matrimonio impacto muy rápido de lo que pensaba.

─Llegamos ─dijo Peter ya con la puerta del auto abierta.

Le agradecí brevemente a Peter y lo mande a su habitación, no tenía pensando en salir de nuevo y si lo haría manejaría yo. Me quede una rato afuera platicando con los de seguridad. Cuando la noche se estaba volviendo más fría de lo que era me despedí de ellos. Al entrar a casa me sorprendí no ver a Izan corriendo por los alrededores, por más que le digo que no lo haga lo hace. Además, solo eran las nueve de la noche, conocía a mi hijo y se que se duerme casi a las once.

─La cena ya esta servida, Alexander ─escuche la voz de Marta en mi espalda.

Comencé a subir las escaleras con calma sabiendo que ella todavía esperaba mi respuesta.

─En un rato bajo.

Necesitaba una ducha y también tenía que revisar lo que estaba haciendo Izan. Al abrir la habitación de Izan no pude evitar reír por lo bajo, era un desastre de sábanas y juguetes tirados con un Izan dormido en medio de todo. Recogiendo el cuerpo de mi hijo del piso lo acomode en su cama en silencio.

─Buenas noches, hijo ─susurre en su frente dejando un beso en el mismo lugar.

XXX

Encerrándome en mi despacho era lo más sensato que podía hacer, no quería ver y ni podía ver la cara de Verónica en este momento. Todavía la noticia rondaba en mi cabeza frescamente. Creía que evitándola hacia las cosas más fáciles para ambos y vaya que lo hacía.

─¿Señor no necesita nada más? ─Marta entró a la oficina sin tocar la puerta.

Miro con reproche su rostro, nunca pensé que su voz me irritaría, me dolía la cabeza y los ojos por tanto esforzar la vista y no ir hacia la habitación y buscar mis lentes de lectura.

─¿Mi esposa?

─Su esposa no a llegado ─el tinte de burla e irritabilidad no dejo sus palabras.

─Si no está puedes hacer sus maletas que mañana nos vamos temprano.

Ignorando por completo su presencia seguí leyendo los papeles en mis manos escuchando su bufido y el portazo que le había dado a la puerta.

Tenia que hablar con ella seriamente de su comportamiento que a tenido últimamente.

XXX

Bañar a Izan a las cinco de la mañana era un tarea difícil, bañarlo fue casi imposible cuando él solo estaba medio dormido. Cepillarle los dientes fue otra historia, no podía ni abrir la boca. Decidiendo que solo con ropa abrigada estaría bien para él, lo vestí rápidamente.

Marta estaba bajo esperándonos, no me dio ni una sola mirada, supongo que todavía estaba molesta por lo de la noche anterior.

─Desayuna ─le ordené a Izan─. Voy a levantar Verónica.

Él asiente sentándose en unas de tantas sillas. Subo de nuevo las escalera pero esta vez fui a la habitación de Verónica.

Abrí la puertas y me sorprendo ver las luces prendidas y también su ropa estaba tirada en el piso. Pegue mi oído en la puerta para saber si escuchaba el chorro del agua de la ducha pero no fue así. Supongo que usaba la tina. Marta le habría dicho del viaje por lo que suponía que ella ya se estaba preparando.

Me acuesto en su cama con los brazos cruzados, esperando pacientemente mientras miraba la puerta del baño. Unos minutos después Verónica salió del baño, sorprendiéndose de mi presencia en su habitación. Las conversaciones con Verónica siempre son raras y todas se concentran en Izan, todo se relacionaba a él. Dejaba las cosas menos tensas pero igual no había más de que hablar. Si yo no preguntaba por Izan ella lo hacía.

Todo rondaba a él.

Sus hombros estaban llenos de pecas y hasta un poco más a abajo, creía. Estaba tranquila mientras le contaba del viaje y no mantuvo su mirada conmigo más de un minuto. Estaba bien. Ella estaba en toalla, no se sentía segura.

Solo fue curiosidad ver a Verónica quien se empeñaba, solo un poco, que las cosas no fueran tensas entre los dos. Ella lo intenta, en serio lo intenta. Cuando vi su mirada incomoda decidí que ya era hora de irme, le di una última orden de que no demore mucho y salí de su habitación.

Verónica no podía saber.

Al bajar de nuevo Izan me pregunto emocionado por Verónica, solo di un suspiro y sacudí un poco su cabello con mi mano.

No podía decírselo.

            
            

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