La venganza de la exesposa no deseada
img img La venganza de la exesposa no deseada img Capítulo 5 Qué pronto nos volvemos a encontrar
5
Capítulo 9 La novia img
Capítulo 10 Un golpe bajo img
Capítulo 11 Una foto en alta definición img
Capítulo 12 Coqueteando con una mujer casada img
Capítulo 13 Solo mía img
Capítulo 14 Una amante sin pudor img
Capítulo 15 Jugando a las cartas img
Capítulo 16 Solo su esposa img
Capítulo 17 : Un viaje a casa img
Capítulo 18 Un beso imprudente img
Capítulo 19 ¿Por qué le tienes tanto miedo a Alicia img
Capítulo 20 Sin luces img
Capítulo 21 Donde hubo fuego img
Capítulo 22 Un visitante inesperado img
Capítulo 23 ¿Necesitas mi ayuda img
Capítulo 24 Le gustan las mujeres casadas img
Capítulo 25 ¿Quién empezó todo img
img
  /  1
img

Capítulo 5 Qué pronto nos volvemos a encontrar

A Alicia se le crisparon los nervios.

Esa voz...

Sus pensamientos se revolvieron, pero una idea clara surgió en medio del caos, que era la tranquila declaración de Josua. "Alicia y yo llevamos dos años de casados. Ella es muy discreta, por lo que decidimos mantenerlo en privado. Solo fuimos al registro civil, sin ceremonia. En ese entonces estabas ocupado en el extranjero, así que no quisimos molestarte".

Caden alzó una ceja, su voz cargada de una burla venenosa. "Vaya, así que eres mi cuñada".

La forma en que escupió las palabras "mi cuñada" se sintió más como una bofetada que como un título.

Alicia podía sentir la burla del hombre debajo de cada sílaba.

Y todo esto era gracias a su supuesto esposo, Josua.

A la joven le tembló la mano mientras agarraba un pañuelo, limpiándose vigorosamente como si quisiera limpiarse de su sucio toque.

"Parece que Alicia es un poco misófoba", observó Caden, con una naturalidad que era pura malicia.

La expresión de Josua se oscureció y la tensión entre ellos se espesó. No había esperado que ella lo humillara así.

"Parece que la he consentido demasiado", murmuró él, con la voz cargada de irritación.

Los ojos de Caden brillaron con un destello peligroso. "Si es algo serio, debería tratárselo. Podría afectar su capacidad para ser madre. Y ya sabes cuánto desea nuestro padre un nieto".

Ante esto, algo parpadeó en los ojos de Josua.

Aun con su esposa a su lado, mintió sin el menor reparo. "Gracias por tu preocupación, Caden, pero ya tengo buenas noticias para nuestro padre. Solo que aún no he tenido la oportunidad de dárselas".

La sonrisa de Caden se profundizó mientras su mirada se dirigió hacia Alicia, quien ya estaba harta de la farsa de esta pantomima.

Se disculpó en voz baja y se retiró. El sensual vaivén de sus caderas captó la atención de Caden.

"¿Cuántos meses tiene?", preguntó este último, con claro doble sentido. "No se le nota nada el embarazo".

Josua no titubeó y respondió: "Apenas un mes".

La respuesta resultó ser tanto una amenaza como un anuncio.

Ahora, la contienda por la herencia se intensificaba. Jerald, obsesionado con perpetuar el linaje, sin duda tomaría en cuenta a su nieto nonato.

La sonrisa de Caden se endureció. Josua, con un matiz de suficiencia, asestó el golpe final. "Será mejor que te apures, Caden. No puedo estar siempre un paso por delante de ti".

Caden, imperturbable, hizo un gesto displicente con la mano. "No hay prisa".

...

Alicia dio un paso hacia la terraza, donde la brisa fresca de la noche la envolvió. Bebió el aire fresco con avidez, intentando calmarse.

Sacó el celular y volvió a llamar al gerente del cine privado.

"¿Encontraron el anillo?", preguntó con angustia.

El gerente vaciló al otro lado de la línea; su voz sonaba con un tono preocupado. "Señora Bennett, hemos buscado por todas partes y le preguntamos a todo el personal, pero... la verdad es que no hemos encontrado ningún anillo".

"Entonces...", Alicia apretó los puños, con la mente hecha un lío. "¿Tienen los datos de contacto del cliente que reservó la sala ese día?".

"Lo siento, pero nuestras políticas de privacidad nos impiden revelar información de nuestros clientes".

Su corazón se hundió. "Entiendo", suspiró, resignada. "Por favor, avíseme de inmediato si aparece, ¿de acuerdo?".

En un mundo perfecto, podría haber comprado una réplica y hacerla pasar por la original, pero, por desgracia, Josua había hecho esa sortija a medida. Era una pieza única y no era fácil de replicar.

Cuando la cena terminó, comenzó a llover y los invitados empezaron a marcharse.

Mientras se dirigían al auto, Josua caminaba a su lado. Su mirada se posó en la muñeca desnuda de Alicia. "Si tanto te gustó esa pulsera de la subasta, puedo comprarte una similar", le dijo con frialdad.

Alicia tuvo que reprimir el impulso de rodar los ojos con sarcasmo. No creía ni por un segundo que Josua hubiera cambiado de opinión sobre ella.

"¿Intentas comprar mi silencio, eh?". Sus palabras fueron agudas, cortando de lleno la tierna fachada del hombre. "No es necesario. No tengo el más mínimo deseo de involucrarme en tus asuntos".

Él no esperaba que su oferta fuera recibida con tanto desdén; el tono burlón de Alicia le tocó una fibra sensible. Tensó la mandíbula y una sonrisa amarga se dibujó en sus labios. "Bien. No la aceptes. De todos modos, el dinero que gasto en ti es un desperdicio".

Ella se mordió el interior de la mejilla antes de responder con firmeza: "Josua, ya te lo dije. Estoy dispuesta a irme de este matrimonio con las manos vacías. Firmemos los papeles del divorcio mañana mismo y terminemos con esto de una vez por todas".

El sonrisa del hombre se transformó en algo oscuro, algo peligroso. "¿Y el anillo?".

"Lo perdí".

Los ojos de Josua se entrecerraron, su tono implacable. "No me importa nada más. Quiero que me devuelvas ese anillo".

Alicia apenas podía contener la frustración. Su aliento se entrecortó justo cuando él lanzó su golpe final.

"Si no lo encuentras", dijo con frialdad, "asumiré que lo conservas porque todavía sientes algo por mí".

Justo en ese momento, sonó el celular de Josua. Era Liliana.

"Josua", gimoteó al otro lado de la línea con voz lastimera, "los truenos están muy fuertes. Tengo miedo de dormir sola... ¿Puedes venir?".

ÉL estaba furioso con Alicia, así que sin pensarlo dos veces, la echó sin miramientos bajo la lluvia y se marchó a toda velocidad.

No se molestó en dejarle un paraguas.

Alicia se quedó congelada al borde de la carretera mientras la lluvia torrencial empapaba rápidamente su ropa. La lluvia fría se filtró en sus huesos, helándola hasta la médula.

Apretó la mandíbula para que no le castañetearan los dientes, se tragó la amarga humillación y comenzó a arrastrar los pies por el asfalto mojado.

Detrás de ella, el suave ronroneo de un motor se acercó sigilosamente. Un elegante y discreto Maybach se deslizó a su lado, con los faros rasgando la cortina de lluvia.

"Señor", dijo el conductor, mirando hacia atrás, "creo que es la señorita Bennett".

El vehículo redujo la velocidad y el hombre en el asiento trasero miró por la ventanilla, con sus agudos ojos fijos en la solitaria figura de la joven.

Ella se había detenido, recogiendo la tela de su vestido empapado y atándola para facilitar su paso.

Sus delgadas piernas brillaban bajo la lluvia y, aunque parecían delicadas, había una fuerza tranquila en ellas.

Él no pudo evitar recordar cómo esas mismas piernas se habían entrelazado a su alrededor, como una serpiente, solo unas noches antes.

Sus labios se curvaron en una leve sonrisa, cómplice de aquel recuerdo. "Haz que suba", ordenó, arrastrando las palabras.

El auto se detuvo a su lado.

El chófer bajó, la cubrió con un gran paraguas y le habló con voz educada: "Señorita Bennett, es difícil conseguir un taxi a estas horas. ¿Me permite llevarla a casa?".

Ella levantó la vista, reconociendo al hombre como el conductor de la familia Yates.

Dudó un momento antes de asentir, su voz suave pero firme. "Gracias. Disculpe la molestia".

Sin embargo, en cuanto se deslizó en el asiento trasero, su mirada se cruzó con la del otro pasajero: Caden.

"Qué pronto volvemos a encontrarnos, ¿eh?". Su voz, suave como el terciopelo, tenía un matiz de malicia juguetona.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022