Desencadenada: la venganza de una Hacker
img img Desencadenada: la venganza de una Hacker img Capítulo 5 Acusada por amor, silenciada por el dolor
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Capítulo 7 Una estrella entre las cenizas img
Capítulo 8 Errores forjados, cicatrices duraderas img
Capítulo 9 Juramentos hechos añicos img
Capítulo 10 Expulsado en silencio img
Capítulo 11 Bajo el calor, más allá de la nieve img
Capítulo 12 Demasiado tarde para el arrepentimiento img
Capítulo 13 Contratiempo inesperado img
Capítulo 14 Contigo o contra todos img
Capítulo 15 El futuro se despliega img
Capítulo 16 El veredicto de Internet img
Capítulo 17 La verdad revelada img
Capítulo 18 Locura desatada img
Capítulo 19 Rivales en código, compañeros en amor img
Capítulo 20 Entre el amor y la muerte img
Capítulo 21 Una vida por otra img
Capítulo 22 Despedida silenciosa img
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Capítulo 5 Acusada por amor, silenciada por el dolor

Después de una larga reprimenda, todos finalmente se dispersaron y, para cuando regresaron a casa, la noche ya había caído.

Eliana contempló la imagen de Lucien y Vivian caminando de la mano, sus sombras alargándose bajo el sol poniente.

Ella había soñado incontables veces con caminar lado a lado con Lucien.

Pero atada por la enfermedad, solo podía sentarse día tras día junto a los altos ventanales, viendo a él despedirse con la mano mientras se alejaba.

Pero esta despedida se sentía definitiva, como si nunca se volvieran a encontrar.

Con Ethan de viaje de negocios, Eliana se obligó a manejar sola, recorriendo cada rincón de la casa que aún estaba impregnado por la sombra de Lucien.

A medida que se acercaban los diez días, justo cuando había comenzado a dejar atrás el pasado, Lucien apareció de repente en su puerta, su rostro torcido de furia.

"Eliana, no tenías derecho a tocarla".

Eliana frunció el ceño: "No sé de qué estás hablan...".

Sus palabras se cortaron, tragadas por una punzada de dolor.

Lucien la agarró del cuello de la camisa y la arrastró fuera de la casa.

Sus rodillas se rasparon contra la grava, dejando un reguero de sangre.

Eliana forcejeó y gritó, pero Lucien solo sonrió con desdén: "Tus piernas están muertas, ¿para qué diablos finges?".

Ella se quedó quieta, entumecida, dejándose arrastrar sin oponer resistencia.

Después de lo que pareció una eternidad, finalmente vio a Vivian, descalza al borde de la carretera, empapada hasta los huesos, sus grandes ojos de cervatillo llenos de miedo e impotencia.

Cuando vio a Eliana, Vivian se agarró la cabeza y gritó como si su alma hubiera escapado: "¡Eliana, me equivoqué! ¡Por favor, perdóname, por favor!".

Antes de que Eliana pudiera reaccionar, una bofetada brutal le cruzó el rostro.

"¡Mira lo que has hecho!".

Finalmente se dio cuenta de lo que ocurría, sus ojos se abrieron desmesurados por la incredulidad. "¿Crees que envié a alguien para hacerle daño a Vivian?".

Su voz se elevó bruscamente, con un dolor que le oprimía el pecho. "¿Después de diez años entre nosotros, todavía no me crees?".

Vivian tenía la mirada vidriosa mientras balbuceaba: "No... no...".

La mano de Lucien cerró la garganta de Eliana: "Unos días separados y ya aprendiste a mentir. Si no admites tu error, entonces te enseñaré una lección en nombre de tu hermano".

Su cabeza fue empujada bajo el agua helada de la piscina. Justo cuando estaba a punto de perder el conocimiento, él la levantó tirando de su cabello, solo para volver a hundirla.

Sucedió una y otra vez, perdió la cuenta de cuántas veces.

Eliana quedó inerte, sus delicados rasgos hinchados por el agua.

Lucien dio una orden fría: "Despiértala".

El agua brotó de sus pulmones mientras Eliana abrió los ojos de golpe.

Temblando, alcanzó la manga de Lucien, pero él la apartó.

"¿Ya es suficiente? ¿Lista para suplicar ya? Te dije que nunca debiste tocarla".

Eliana cerró los ojos con desesperación.

"No lo hice...".

Lo que recibió fue la voz de Lucien, cargada de decepción: "Sigues mintiendo".

Su cuerpo cayó al agua con un pesado chapuzón, mientras Lucien protegía a Vivian para que no la tocara ni una gota.

Eliana se hundió, centímetro a centímetro, hacia las profundidades.

Las ondas destrozaron el rostro de Lucien en fragmentos, y cuando Eliana abrió la boca, el agua helada inundó sus pulmones, escapando solo en forma de un rastro de burbujas.

Con las últimas fuerzas que le quedaban, Eliana forcejeó hasta el borde de la piscina y se aferró a él.

            
            

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