Capítulo 4 El Regreso de Valentina

El sonido del teléfono vibrando sobre la mesa de mármol rompió el silencio de la oficina de Martín. Miró la pantalla, y su estómago dio un pequeño vuelco. Era un mensaje de su asistente.

"El Sr. Ledesma está aquí para la reunión, pero hay alguien más con él. Valentina Márquez acaba de llegar."

Martín quedó inmóvil durante unos segundos. La noticia lo dejó completamente desconcertado. Valentina. Valentina. No había pensado en ella durante meses, y, sin embargo, ahora, su nombre estaba de nuevo en su vida, apareciendo de manera inesperada, como si fuera una sombra que nunca se hubiera desvanecido.

Estaba claro que la empresa de Valentina, un pequeño pero creciente conglomerado en el sector de las energías renovables, había comenzado a ganar relevancia en el mercado. Martín conocía a Ledesma, uno de sus contactos habituales en la industria, y sabía que los negocios en los que Valentina estaba involucrada últimamente habían sido de alto perfil. Sin embargo, nunca imaginó que terminaría encontrándola en una de sus propias reuniones de trabajo.

El corazón de Martín latía más rápido de lo normal mientras se levantaba de su silla y se dirigía hacia la sala de juntas. Tenía que mantenerse profesional, centrado, pero no podía evitar que su mente viajara al pasado. Valentina. La mujer que había sido su primer amor, la mujer que lo había dejado cuando más la necesitaba, la mujer que, aunque nunca desapareció de su memoria, nunca pensó que volvería a cruzarse en su camino.

Cuando Martín entró en la sala, la vio al fondo, de pie, con una postura segura, como siempre lo había hecho. Estaba más madura, por supuesto. Había cambiado. Su cabello, ahora más corto, estaba recogido con elegancia, y su vestimenta, un conjunto de pantalones de alto rendimiento y una blusa de seda, la hacía destacar entre los demás. La Valentina que recordaba era joven, impetuosa, apasionada. Esta mujer que tenía frente a él era una versión más refinada, más calculadora, pero, de alguna manera, igual de intensa.

Valentina levantó la mirada al escuchar la puerta abrirse. Sus ojos se encontraron, y por un breve momento, Martín pensó que el tiempo se había detenido. Un destello de reconocimiento cruzó sus rostros, pero no había ni una sonrisa ni un saludo cordial. En lugar de eso, lo miraba con una mezcla de seguridad y... algo más. ¿Sería resentimiento? ¿Tristeza? Martín no estaba seguro, pero no tenía tiempo para pensar en ello. El entorno profesional comenzaba a imponerse, y el trato de negocios tenía que prevalecer.

"Martín," dijo Valentina, su voz firme y controlada. "Es un placer verte de nuevo. Hace mucho tiempo que no nos cruzamos en este tipo de circunstancias."

Martín no pudo evitar que una sonrisa, un tanto tensa, apareciera en su rostro. Se acercó a la mesa de conferencias, extendió la mano hacia ella y, al hacerlo, se dio cuenta de cuán surrealista era esa situación. Las palabras de Valentina seguían resonando en su mente: "Hace mucho tiempo que no nos cruzamos..." Todo había cambiado, pero la presencia de Valentina seguía siendo capaz de alterar su equilibrio.

"Valentina," respondió Martín, estrechando su mano con una firmeza que no correspondía a lo que sentía por dentro. "Qué sorpresa. No esperaba verte aquí, pero supongo que los negocios tienen un modo curioso de traernos de vuelta a los mismos lugares."

"Parece que la vida sigue su curso, ¿no?" replicó ella, y Martín detectó una leve sonrisa en sus labios, algo entre una broma y una ironía que lo hizo sentirse incómodo. Había algo en la forma en que ella lo observaba que lo descolocaba, una mirada que era al mismo tiempo familiar y extraña.

Tomó asiento en la mesa junto a los demás participantes, sin romper el contacto visual con Martín. Durante los siguientes minutos, la reunión continuó con una profesionalidad casi palpable, mientras Valentina tomaba la palabra cuando era necesario, explicando los detalles de su propuesta y cómo su empresa podría ser una parte clave de la expansión de Vidal Corp en los próximos años.

Martín no pudo dejar de notarla, de observar cada gesto, cada palabra. Su tono de voz era claro, persuasivo, como el de la Valentina que él había conocido, pero ahora se sentía más calculadora, más distante. No era la joven que se había ido sin más explicaciones, sino una mujer hecha y derecha, que había encontrado su propio camino, con un éxito que no había tenido cuando estaban juntos.

A medida que la reunión avanzaba, Martín notó cómo los demás ejecutivos de su equipo se sumergían en la discusión, pero él permanecía distraído, luchando contra el torrente de pensamientos que surgían en su mente. Cada palabra de Valentina parecía abrir una pequeña puerta en su pasado, dejándole ver fragmentos de lo que había sido, de lo que había perdido, pero también de lo que nunca había terminado de entender.

No pudo evitar preguntarse: ¿por qué regresó ahora? Valentina había desaparecido de su vida sin previo aviso. Habían sido jóvenes, pero su relación había sido profunda. Ella se había ido, sin más, sin explicación, dejando a Martín con el corazón roto y con la sensación de que había algo que no entendía. Y ahora, después de todos estos años, aquí estaba, en la misma habitación, negociando con él como si el pasado no hubiera existido.

La reunión terminó finalmente, pero la incomodidad seguía flotando en el aire. Martín había sido educado, profesional, pero por dentro no podía dejar de sentirse perturbado. Valentina estaba allí, ocupando su espacio en su vida de nuevo, y con ella, la intrincada mezcla de sentimientos que siempre había tenido por ella.

Después de la reunión, Martín acompañó a Valentina y a Ledesma a la salida de la sala de conferencias. La tensión era palpable, aunque ninguno de los dos lo mencionaba. Valentina se mostró tan profesional como siempre, agradeciendo la oportunidad de trabajar con Vidal Corp, y asegurando que estaban en la misma página en cuanto a las posibles colaboraciones futuras. Pero Martín sentía que había algo más, algo no dicho entre ellos.

"Valentina," dijo Martín cuando ya casi estaban a punto de salir. "Es bueno verte. De verdad."

Valentina se detuvo un momento y lo miró. Sus ojos, tan intensos como siempre, lo miraban fijamente. Fue un instante breve, pero suficiente para que Martín sintiera el peso del pasado.

"Lo mismo digo," respondió ella, y Martín notó que había una ligera amargura en su tono. Como si algo más estuviera flotando entre ellos, algo que no podía ser ignorado.

En ese momento, Ledesma se adelantó para estrecharle la mano, rompiendo la conversación que parecía quedar suspendida en el aire. Valentina asintió, hizo un gesto de despedida con la mano y se alejó, saliendo de la sala con la misma determinación con la que había llegado.

Martín la observó irse, sintiendo una mezcla de sensaciones contradictorias: sorpresa, incertidumbre, incluso algo de miedo. Había algo en Valentina que no podía quitarse de la cabeza, algo que le había dejado una huella profunda y que, a pesar de los años, seguía ejerciendo una influencia poderosa sobre él.

El regreso de Valentina a su vida, tan inesperado, había encendido una chispa que Martín no sabía cómo apagar. ¿Qué quería ella ahora? ¿Qué había cambiado en estos años? Y, lo más importante, ¿cómo afectaría su presencia en su vida, en su matrimonio, en todo lo que había construido con Catalina?

Mientras caminaba de vuelta hacia su oficina, el rostro de Valentina seguía apareciendo en su mente, como una sombra al acecho, recordándole que el pasado, aunque enterrado, nunca se olvida por completo.