DEUDA DE SANGRE: UNA PASIÓN CON EL MAFIOSO
img img DEUDA DE SANGRE: UNA PASIÓN CON EL MAFIOSO img Capítulo 6 👰🏼MATRIMONIO A LA FUERZA👰🏼
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Capítulo 10 🍷VINO Y DESAFÍO🍷 img
Capítulo 11 👁️VIGILANCIA SILENCIOSA👁️ img
Capítulo 12 ✦ LA CONFESIÓN EN LA JAULA DORADA ✦ img
Capítulo 13 ⚔️SEDUCCIÓN Y TRAMPAS⚔️ img
Capítulo 14 🍯LA MIEL DE LA MENTIRA🍯 img
Capítulo 15 🍷RESTAURANTE LE SERPENTI - BAJO RESERVA DE LOS MARCHETTI🍷 img
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Capítulo 6 👰🏼MATRIMONIO A LA FUERZA👰🏼

El cuarto día en la mansión Marchetti amaneció con el mismo silencio tenso que había gobernado desde el intento fallido de escape. Aria ya no lloraba, pero tampoco hablaba. Caminaba, despacio, con la mirada fría, como si cada pensamiento dentro de ella fuera una cadena más que debía romper algún día.

Aria no dormía.

No comía bien.

Y cada día se repetía la misma idea:

Tengo que escapar.

Tengo que salvar a Sofía.

Tengo que recuperar mi vida.

Mientras tanto, Vittorio se ahogaba en su propio caos.

Los barcos intervenidos por la policía.

Un informante fugándose.

Carter insistiendo en que dejara el pasado y el nombre de Isabella reposar.

Victtorio lo notaba. Le irritaba.La calma de Aria, sus ojos altivos, la forma en que no se doblegaba aunque la tuviera prácticamente prisionera... Todo eso lo envenenaba con un deseo oscuro de controlarla.

Esa mañana, mientras Luca revisaba informes y Carter discutía sobre rutas, Victtorio soltó la bomba:

-Me voy a casar con ella.

Luca se atragantó con el café.

Carter se quedó inmóvil... y luego soltó una carcajada corta.

-¿Casarte... con la muñequita? -alzó las cejas, burlón-. ¿Y eso? ¿Amor a primera patada en los huevos?

Victtorio lo fulminó con la mirada.

-Porque quiero verla sufrir -respondió duro, sin rodeos-. Quiero que pague por haber escapado. Y porque así termino de destruir a los Valverde... lentamente, como se merece esa familia.

Carter silbó bajo.

-Uf... romántico el jefe. De verdad es puro corazón.

-Encuentren al soplón que habló de los barcos -ordenó Victtorio, cortando el momento-. Y mantengan a esa mujer vigilada cada segundo.

Carter, con su humor ácido, soltó:

-Sí, jefecito. Pero... tenga cuidado, ¿sí? No vaya a ser que la princesita vuelva a darle en las bolas. Uno no sobrevive a dos ataques como ese.

Luca soltó una risa ahogada.

Victtorio no.

Pero Carter siguió su camino con una sonrisa.

Lo que ninguno sabía era que, esa misma tarde, Aria saldría de la mansión bajo permiso excepcional: necesitaba ropa y algunas cosas personales. Iría con María -la sirvienta-, dos guardias, y Marco, el escolta más disciplinado.

Aria no planeaba escapar ese día... pero cada salida era una oportunidad.

***

La noticia no tardó en filtrarse.

En el apartamento de Arthur, el novio de Aria, el televisor anunciaba:

"El empresario Vittorio Marchetti formaliza su compromiso con una joven estudiante de Long Island: Aria Valverde."

Arthur dejó caer el vaso que tenía en la mano.

-¿Qué mierda...? -susurró.

Sintió un golpe en el pecho, como si le arrancaran el aire.

EN EL CENTRO COMERCIAL

El lugar estaba lleno, música de fondo, luces cálidas, conversaciones por todos lados.

Aria caminaba con una especie de calma tensa, sabiendo que la observaban desde cada ángulo. Mientras la sirvienta revisaba vitrinas y Marcohablaba por teléfono, Aria aprovechó un momento para alejarse apenas unos metros... y esa distancia fue suficiente para que el destino la golpeara de frente.

Fue entonces cuando escuchó una voz que la paralizó.

-¿Aria?

Ella volteó.

Su corazón se detuvo.

-¿Arthur?

Él estaba ahí, frente a ella, como si el mundo hubiera girado solo para unirlos en ese instante.

Arthur, su novio.

Arthur, su pasado.

Arthur, su esperanza.

Él la miró de arriba abajo, sorprendido... y horrorizado.

-Dios mío, Aria... ¿quién te tiene así? ¿Dónde has estado? -preguntó con voz entrecortada.

Los guardias se tensaron.

Marco dio un paso hacia adelante.

Pero Arthur habló más fuerte.

-¡Pensé que estabas muerta! ¡Y luego veo en la televisión que vas a casarte con Victorio Marchetti! ¡¿Qué es esto, Aria?! ¡Dime que no es cierto!

Ella se quedó helada.

-¿Casarme... con quién? -susurró.

-Con Marchetti -repitió él, dolido-. Salió hoy. En todos los canales. Dicen que estás comprometida... que tu familia lo aprobó...

Aria retrocedió medio paso, como si el aire se hubiese convertido en hielo.

-Yo... no sabía nada. Arthur, te juro que no sabía nada. No tengo idea de eso.

-Entonces dime la verdad -pidió él, con los ojos llenos de desesperación-. ¿Qué está pasando?

Y Aria lo dijo.

Todo.

Como si contarlo fuera la única forma de seguir respirando.

-Mis padres tenían una deuda con él... con Marchetti. Una deuda de sangre -dijo con la voz quebrada-. Y me entregaron a cambio de la vida de Sofía. Yo... no tuve opción, Arthur. No sabía que era un mafioso, no sabía nada. Solo me llevaron. Me encerraron. No puedo salir. No puedo...

Arthur la tomó de los brazos, suave pero firme.

-Te voy a sacar de ahí -prometió con una convicción desesperada-. Aunque tenga que enfrentar al mismo infierno. No te voy a dejar ahí, Aria.

Ella cerró los ojos. Hacía días que no escuchaba palabras así.

Y él, sin pensarlo, la besó.

Un beso que era amor, y rabia, y miedo, y promesas rotas.

Aria tembló.

Porque lo había extrañado.

Porque ese beso le recordaba que todavía era humana.

Porque la hacía sentir libre... aunque fuera por un instante.

Pero a unos metros, Marco levantó su celular.

Clic.

Foto tomada.

DE REGRESO A LA MANSIÓN

Los guardias la llevaron a la camioneta en silencio.

Marco, en cambio, no dejaba de mirar su teléfono.

En cuanto entraron en la mansión, fue directo con Victorio.

El jefe estaba en su estudio, revisando documentos. Marco dejó el celular sobre el escritorio.

-Jefe... creo que quiere ver esto.

Victorio vio la pantalla.

Primero los ojos de Aria.

Luego el beso.

El golpe fue tan intenso que se le tensó la mandíbula.

Luca y Carter estaban ahí también.

Carter chifló.

-Uffff... eso sí le va a doler más que la patada, jefe.

Luca murmuró:

-Parece que la señorita tenía novio.

Victorio apretó los dientes.

Sintió cómo el enojo se le enroscaba en el estómago como una serpiente venenosa.

-Tráiganla -ordenó con voz baja... demasiado baja.

Marco tragó saliva.

-La escoltamos directo a su habitación, jefe.

-Bien. Luego hablamos.

Cuando todos salieron, Victorio hundió los dedos en el borde del escritorio.

Respiró hondo. No. No hondo.

Respiró como un hombre que estaba a nada de destruirlo todo.

Un pensamiento le quemaba la mente:

"Ella no va a escaparse. Ella no va a elegir a nadie sobre mí. Ella va a aprender quién manda aquí."

Con una furia contenida, arrastró el escritorio y lo tiró al suelo con un estruendo que retumbó toda la mansión.

Los papeles volaron.

El cristal se rompió.

Su respiración era pura rabia.

Y en medio de ese caos, una idea se clavó en su cabeza.

"Se va a casar conmigo. Le guste o no."

***

Momentos despues Victoriio subió las escaleras con pasos lentos, pesados, pero cargados de una furia tan hirviente que parecía quemar el aire a su alrededor . Cada escalón parecía crujir bajo su peso, como si la madera de la mansión entera sintiera la tormenta que llevaba dentro. No llamo entro sin tocar. Simplemente, abrió la puerta de la habitación de Aria de un golpe tan violento que la hizo rebotar contra la pared.

Aria dio un salto desde el borde de la cama, sus ojos verdes fijos en la figura imponente que acababa de irrumpir.

-¿Qué... qué haces aquí? -Su voz tembló por un instante, pero fue reemplazada por la rabia.

Victoriio cerró la puerta con una fuerza que hizo vibrar el marco. El sonido fue una sentencia.

-¿Qué hago aquí? -repitió con voz baja y temblorosa, la calma que precede a la detonación-. Vine a preguntar algo muy simple, Aria... ¿ CÓMO TE ATREVISTE ?

Ella retrocedió un paso.

-No entiendo de qué hablas.

- ¡No te hagas la inocente! -bramó él, avanzando-. ¡Te vi! Te BESASTE con otro hombre. Y no cualquier hombre... tu noviecito de mierda.

Aria sintió un golpe de adrenalina. Alzó el mentón, incapaz de doblegarse.

-Arthur no tiene la culpa de nada. ¡Fuiste TÚ quien me secuestró! ¡Yo no quería estar aquí!

La mano de Victoriio se levantó en un destello de furia antes de que ella terminara la frase.

La bofetada resonó como un trueno en la habitación.

Aria se tambaleó y cayó contra la cama por el impacto. Sintió el ardor recorrerle la mejilla, pero en lugar de miedo, sus ojos se llenaron de un odio incandescente .

-¡No vuelvas a tocarme, desgraciado! -le gritó, y se lanzó sobre él, intentando golpearlo con sus manos, un par de manotazos desesperados y salvajes contra su pecho y brazos.

Victoriio la sujetó de las muñecas, presionándola con una fuerza brutal contra la colcha. Ella luchaba como un animal acorralado.

- ¿Cómo te atreves a desafiarme? ¿Cómo te atreves a besar a otro? ¡Eres mía!

- ¡NO SOY TUYA! -gritó ella, sus lágrimas de rabia desbordándose, pateando y forcejeando con toda su fuerza.

Él la inmovilizó por completo, su rostro a centímetros del suyo, su aliento caliente y furioso.

-Escúchame bien, Aria Valverde -escupió con voz grave y helada, una promesa de posesión . -Sabes que nos vamos a casar. Serás mi esposa, ¿vale? Te guste o no, serás mía, maldita perra.

Su mirada se volvió oscura, la maldad pura.

-Y a ese novio de mierda... le voy a arrancar la cabeza. Y tú lo verás.

Victoriio la empujó de nuevo con un movimiento seco, arrojándola sobre la cama. Luego, se subió encima de ella con un peso abrumador, inmovilizándola completamente. Su cuerpo era una jaula.

-Muy pronto -murmuró con veneno, su voz ahora baja y ronca-, serás mi esposa. Y vas a dormir conmigo. A mi lado.

La soltó, su victoria momentánea grabada en su expresión de triunfo brutal, y se quitó de encima con un movimiento rápido.

Aria se incorporó temblando, una mezcla devastadora de ira y humillación ardiendo en su interior. Miró alrededor, vio la bolsa de compras en el suelo. Tomó el vestido nuevo que había elegido ese mismo día, un pedazo de tela que representaba la vida de lujo que él quería imponerle.

Y lo rompió.

Lo desgarró con sus manos con una fuerza frenética, la tela cediendo con un sonido violento, mientras mantenía la mirada en los ojos de Victoriio. Cada desgarro era un acto de desafío.

Luego, respiró hondo, dio un paso hacia él con la tela hecha jirones en sus manos...

Y le escupió en la cara.

El silencio en la habitación se volvió glacial.

Victorio no la toco. Se limpió lentamente el rostro, y en lugar de furia, una sonrisa lenta y escalofriante se expandió por su boca.

- Eso es, Aria -dijo, su voz baja y extasiada. -Me gusta esa rabia.

Ella lo miró, horrorizada por la reacción. En lugar de doblegarlo, su acto de rebeldía solo había logrado encender algo aún más oscuro en él. La excitación era palpable; sus ojos brillaron y ella notó cómo su miembro se endurecía bajo sus pantalones de vestir.

Victoriio dio un paso hacia ella, pero se detuvo, controlándose con un esfuerzo visible.

-Muy bien -dijo con una calma aterradora, su sonrisa ahora un gesto frío y calculador-. Si eso es lo que quieres... entonces jugaremos.

Llegó a la puerta.

-Rompe los vestidos que quieras.

Abríó la puerta sin mirarla.

-Te daré otro. Uno blanco.

Se giró apenas, su mirada helada como una guillotina.

- La cena de compromiso será esta noche.

Una pausa.

- Tus padres ayudarán.

Y se fue.

La puerta se cerró con un clic suave. Aria se quedó ahí, temblando, con el vestido hecho trizas en las manos... y la sensación devastadora de que su desafío solo había cimentado su destino.

            
            

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