Capítulo 3 ¡El señor Fowler es un hipócrita!

Rena se tensó visiblemente.

Sosteniendo torpemente una bolsa de papel, explicó: "Vine a devolverte el saco".

El hombre asintió y tomó la bolsa. "Gracias".

Luego, sin decir nada más, se dirigió directamente hacia el ascensor.

Rena salió de su ensimismamiento y se apresuró a alcanzarlo. "Señor Fowler, hay algo que yo...".

Las puertas del ascensor se abrieron en cuanto él presionó el botón. Sin dudarlo, ella lo siguió.

Al verla, él la miró con curiosidad inquisitiva. Luego se alisó la camisa y dijo con indiferencia: "No aceptaré tu caso".

Rena se quedó callada.

¡Parecía que el hombre ya sabía lo de su papá!

Bajó la cabeza y preguntó en voz baja: "¿Harold te pidió que no aceptaras mi caso?".

Él la miró en el reflejo de la pared espejada y sonrió. "No. Solo que no me gusta mezclar mis asuntos privados con el trabajo".

Rena entendió lo que quería decir. Si ella quería acostarse con él, estaba más que dispuesto. Pero si acudía a él por algo relacionado con el trabajo, podía olvidarse del asunto.

Las orejas de la mujer se pusieron rojas de vergüenza.

Pero, una vez más, el hombre no la obligó a hacer nada.

Aunque ella era hermosa, no era suficiente para que él sacrificara sus principios. Además, no le interesaba acostarse con nadie durante el día.

Pronto, el ascensor se detuvo en el piso veintiocho.

La secretaria de Waylen esperaba junto a la puerta del ascensor. Se sorprendió al ver a Rena con él, pero por los años que llevaba trabajando para ese hombre, sabía que era mejor no decir nada. "Señor Fowler, su cliente ya llegó", dijo con cortesía.

El hombre le lanzó la bolsa a su secretaria y dijo: "Llévala a la tintorería".

La mujer asintió y se marchó.

Él bajó la cabeza y empezó a jugar con su celular. Sin levantar la vista, le dijo a Rena: "Busca otro abogado. Y no deberías vender tu cuerpo por favores, es de mal gusto".

Luego salió del ascensor justo antes de que las puertas se cerraran.

Rena apretó los dientes.

¡Qué hipócrita!

En casa, Eloise estaba cada vez más ansiosa. Rena se encontraba bajo una gran presión, así que decidió reunirse con su compañera de universidad, Vera Byrd.

Esta se había casado con un hombre rico de Duefron justo después de graduarse, y su esposo tenía una amplia red de contactos.

Sin saber a dónde acudir, Rena le pidió ayuda a su amiga.

Se reunieron en una cafetería y Rena no perdió tiempo en contarle a su amiga todo lo que había sucedido.

Esta maldijo a Harold con vehemencia. Después de desahogar su ira, pensó un momento y preguntó: "¿De verdad reservaste una habitación de hotel con Waylen?".

La aludida se sonrojó y removió el café con rigidez.

Su amiga bajó la voz y bromeó: "¡Rena, eres increíble! Ni siquiera esas famosas consiguen llamar la atención de Waylen. Rara vez hay chismes sobre él porque es muy 'casto'".

Rena sonrió con amargura y cambió de tema. "De todos modos, no tuve más remedio que recurrir a ti, Vera".

El hombre tenía un gran poder y prestigio en los círculos más altos. Vera podría ofenderlo fácilmente si se atrevía a ayudar a Rena.

Pero era su leal amiga. Utilizando sus contactos, no tardó en averiguar el horario del abogado.

***

El sábado, Waylen tenía una cita para jugar golf con alguien en el club de campo a las tres de la tarde.

Rena fue al club con Vera y su esposo a la hora acordada. Para su gran sorpresa, Harold también estaba allí.

Se quedó bastante atónita ante el repentino giro de los acontecimientos.

Su amiga pellizcó con fuerza el brazo de su esposo y se quejó: "¿Por qué no nos dijiste que Harold también estaría aquí? ¿Cómo puede Rena pedirle ayuda a Waylen ahora?".

El esposo de Vera se disculpó profusamente. "¡Lo siento, Rena! ¡No lo sabía, te lo juro!".

Antes de que ella pudiera echarse atrás, Waylen ya los había visto.

Iba vestido con ropa de golf blanca, con un aspecto rico y apuesto. Era tan alto que destacaba entre la multitud.

Al igual que en el despacho de abogados, el hombre fingió no conocer a Rena y solo saludó al esposo de su amiga.

El marido se sintió halagado, así que le devolvió la sonrisa.

Entonces Waylen miró a Rena.

Ella tenía la piel suave y tersa, y se había puesto deliberadamente ropa que resaltaba su buena figura.

La camiseta blanca ajustada la hacía parecer enérgica, mientras que sus shorts de color gris claro mostraban sus perfectas piernas largas.

Y su largo y ondulado cabello castaño estaba recogido en un moño pulcro, lo que aumentaba su encanto.

El hombre miró sus piernas largas y esbeltas y preguntó con indiferencia: "¿Y tú eres...?".