La Receta de Louis
img img La Receta de Louis img Capítulo 4 CAPITULO 4: Especial
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Capítulo 6 CAPITULO 6: ¿Celos img
Capítulo 7 CAPITULO 7: La gota que derramo el vaso img
Capítulo 8 CAPITULO 8: Una vez mas por favor img
Capítulo 9 CAPITULO 9: Sueño hecho realidad img
Capítulo 10 CAPITULO 10: Noche de estrellas img
Capítulo 11 CAPITULO 11: Alegría & Decepción img
Capítulo 12 CAPITULO 12: Corazón roto img
Capítulo 13 CAPITULO 13: No te vayas img
Capítulo 14 CAPITULO 14: Jardín de Girasoles img
Capítulo 15 CAPITULO 15: ¿Aun te amo img
Capítulo 16 CAPITULO 16: Mi Amigo img
Capítulo 17 CAPITULO 17: Quedate a mi Lado img
Capítulo 18 CAPITULO 18: Compromiso img
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Capítulo 4 CAPITULO 4: Especial

Louis estacionó el auto y abrió la puerta para mí. Empujó la pesada puerta de cristal y entré. El restaurante era realmente hermoso, alfombras orientales, las paredes cubiertas de paneles de madera y elegantes sillones de piel, era un lugar acogedor y lujoso. Los camareros vestían como mayordomos y tuve la impresión de estar entrando a un exclusivo club para caballeros. Al observar más el bar me di cuenta que tambien habian mujeres vestidas con trajes obscuros y las mismas expresiones serias. Vistiendo un traje de chaqueta gris pálido y una camiseta azul, me sentí fuera de lugar.

- Podemos sentarnos aquí - dijo, indicando dos sillones de cuero alrededor de una mesa cuadrada situada en la esquina. - ¿Qué quiere de tomar? - preguntó - ¿Algún vino?

- Si, gracias, no importa de cual sea.

Louis pidio un vino el cual parecía ser el mejor que tenían en el restaurante, yo solo observaba todo lo que decía, realmente no sabia mucho acerca de las bebidas de ese tipo.

- Debe imaginar porque la traje aqui ¿no?

- Siendo sincera no.

El sonrió mientras desabrochaba un botón de su chaqueta dejando ver la camisa blanca que traía puesta.

- Pero ya que estamos aquí, podría decírmelo - dije antes de que los nervios terminaran con la poco cordura que me quedaba.

- Mi hermana me ha pedido que haga unos donativos a un hospital infantil, ella y su esposo trabajan en ese lugar...por lo que tienen mucho interés en la causa.

No sabia a donde nos llevaría esa conversación. El continuó.

- Mi hermana, puede ser muy convincente. Me hablo de unos niños muy enfermos y no pude negarme. Pero en realidad, lo que estaba haciendo era comprando unos números de rifa.

- Oh, vaya - me incline un poco - ¿Y ganó algo con todo eso?

- Entradas para la fiesta del hospital y el honor de hacer todo los aperitivos.

¡Cocinar!

- Además de eso llegara otra persona para el postre.

- ¿Quien? - dije intrigada

- Antoine Colagreco

- ¡No puede ser! ¡El chef mas famoso! Oí que iba hacer su próximo programa aquí ¡Pero no pensé qur fuese para una fiesta de hospital!

- Si, estoy dentro de un hoyo.

- Pero usted no sabe cocinar, la semana pasada me lo dijo.

En ese momento se acercó el camarero y me di cuenta que debió oírlo. A Louis no pareció molestarle, y el camarero tampoco dio ningún indicio de haberlo oído. El sonreía divertido y cuando el hombre se alejó de nuevo, alzó la copa.

- Por el trabajo en equipo.

- Por el trabajo en equipo - dije casi sin voz antes de beber un sorbo - Delicioso - dije. Segura de que habia costado una fortuna. Todavía no sabía a dónde conducía esa conversación, así que deje mi copa. Tenía que mantenerme despejada.

- Como ha recordado muy bien - dijo él - Soy un inútil cocinando - con una sonrisa, bebió un trago de vino.

- Supongo que no podrá librarse de hacerlo.

- Si lo intento, mi hermana me mata, ademas mi cuñado se enfadaria mucho.

- Bueno, el hospital infantil es una muy buena causa, seguro que lo hara bien. No creo que le salga mal.

El empezo a reír.

- Eso es imposible.

Sonreí.

- Desde luego, no me apetece nada ponerme en ridículo.

-

- Podría tomar unas clases, sólo lo básico - dije cada vez más nerviosa sin entender lo que él pretendía.

- Si necesito clases y ahí es donde entra usted.

- ¿Yo? No...no lo entiendo.

Mi pulso se acelero ferozmente.

- En nuestra conversación del otro día, me dijo que sabía cocinar.

- Eso es verdad, pero.....

- Así que supongo que es buena cocinera.

Mis ojos se abrieron de par en par.

- No..no se me da mal.

- He pensado que podría enseñarme.

El impacto de las palabras explotó en mi interior como una bomba cargada de fuegos artificiales.

- No se lo esperaba- me dijo, observándome con detenimiento.

- Desde luego que no - dije sujetando la copa del vino.

Enseñar a cocinar a mi jefe seria bastante estresante.

- Es para una buena causa - continuó - Estará ayudando a niños enfermos y muchos otros que estan peor.

Era para una buena causa, no podía negarlo, pero tampoco podía quitarme de la cabeza el pánico de estar a solas con Louis, mi jefe.

- Por supuesto, le pagaría.

Oí la mención del dinero, parpadeé. Debería de contratar una mejor experta en cocina. Pero esto era una oportunidad para superar mis miedos, era ridículo pasarme el resto de mi vida evitando algo que me gustaba como cocinar. Seguro que la hermana de Louis le habia comentado que buscara a alguien profesional ¿Pero por que yo?

- ¿En que está pensando? - me preguntó preocupado.

Solamente suspire.

- Estaba pensando en que tendremos que buscar un lugar adecuado, en uno donde la cocina sea realmente grande.

Louis sonrió con evidente alivio y en ese momento me alegre de no haber rechazado la sugerencia.

- Tengo un salón perfecto, tiene todo lo necesario para que empecemos.

- Creó que esta bien

- Pero tenemos que hacerlo fuera de las horas de trabajo, por supuesto. Tampoco falta que lo contemos a alguien.

- No diré nada.

- Espero podamos encontrar una tarde que nos vaya bien a los dos, o el fin de semana.

Asentí.

- Cualquier día me viene bien.

- ¿Que tal el jueves por la tarde?

Levantando la copa a modo de brindis, dije.

- De acuerdo, trato hecho. No olvide su gorro y su mandil.

Louis sonrió.

- Gracias por recordármelo, podría haberme llevado un traje.

- Necesitaremos muchas cosas.

- Yo me ocupo, trataré de comprar todos los ingredientes necesarios. Pasaré a recogerla el jueves a su casa.

Bebí un poco más de vino y empecé a relajarme. Si no perdía los nervios, podría ser divertido.

POV LOUIS

- Ya sé que vas a decirme que soy metomentodo, pero te he buscado información sobre las recetas y todo eso.

- Eres una metodomentodo - le dije sin malicia - te agradezco el esfuerzo, pero ya lo tengo solucionado.

- ¿ya tienes quien te enseñe?

- No sé porque te extraña tanto.

- Digamos más bien que estoy fascinada ¿Quien te va a enseñar?

- Hm...- titubee - una cocinera por supuesto.

- Oh, hermanito ¡Qué bien! Eso es fantastico bien hecho.

Al colgar, desee sentirme tan seguro como parecía. Ahora que había hablado con Megan, me pregunté si había perdido la razón ¿Que estaba pensando? ¿Que habría pensado ella ? De verdad desearía saber lo que paso por su cabeza.

Al entrar por la mañana por las puertas de la empresa la vi sentada en la recepción, mi sentido común se fue por un precipicio. Imaginarla como profesora no era algo bueno para mi salud, pero todo estará bien mientras las clases no pasen a nada mas que una relación de jefe y empleada.

POV MEGAN

Pasé los días flotando en el aire, tratando de apartar de mi mente las imágenes de la cita que tuve con Louis en aquel restaurante. Aunque estaba segura de que el no tenía segundas intenciones conmigo, y además, lo último que quiero es ser una mas de su lista de conquistas de mujeres que recibían ramos de gardenias semanales. De hecho, me preguntaba porque Louis no le habría pedido a una de ellas que le enseñara a cocinar. ¿Quería de verdad mantenerlo en secreto? Fueran cuales fueran sus razones, una cosa era segura, cuando empezaran las clases nuestros papeles cambiarían. Yo sería la experta, la profesora.

El jueves por la tarde, empezó la llegada de Louis a mi casa. El traía una camiseta de color negro y unos pantalones desgastados y recordé que era mala idea quedarsele viendo a una persona por tanto tiempo. Se veía absolutamente perfecto ¡Literal!

- ¿Ocurre algo? - pregunto el.

- No, no ocurre nada.

- He traído lo que me has pedido. Todo esta en mi auto.

- Bien.

Durante el trayecto a través de las calles oscuras, trate de poner en práctica lo que había aprendido en las clases de yoga, lo importante es respirar "Respira despacio y con calma". Afortunadamente Louis estaba concentrado en el tráfico y casi no hablo. Al llegar al salón metió el auto en el estacionamiento. Entramos al salón, estaba hermoso y tenía una cocina muy linda.

- ¿Le parece bien?

- Perfecto - estaba nerviosa, no sabía como empezar - Creo que empezaremos con algo fácil, un pastel. Mayormente en los concursos, no falta el reto de hacer algun postre. El pastel es algo tipico, pero siempre se acierta con ellos.

- Mm...muy bien - dijo el un poco nervioso.

- Primero, póngase el mandil y el gorro.

- ¿No me veré raro?

- Tranquilo, aquí no hay nadie más que yo.

Louis se colocó el mandil y el gorro. Se veía tierno.

- Veamos, vamos a batir tres claras de huevo, hágalo en este recipiente.

- Megan, en realidad no tengo la menor idea de cómo se hace esto.

- Mire, sólo le dará un golpe al huevo, lo partirá en dos, y sólo utilizará la parte blanca ¿Entendido?

- Eso creo, déjeme intentarlo.

Louis le dio un golpe fuerte al huevo y éste cayo al piso, obviamente hecho pedazos. Reí.

- ¿De que se ríe? - pregunto consternado.

- Solo era un toque ligero, si lo hace muy fuerte los rompera todos - el no dijo nada así que volteé a verlo, y estaba observándome -

- ¿Que pasa?

- Nada - sus mejillas se tornaron de un color rojizo - Dejame volver a intentar - tomo otro huevo y lo partió como yo le había indicado - ¿Así esta bien?

- No podria decir que fue perfecto, pero hemos avanzado. Ahora, con la mano agarre la parte amarilla, con mucho cuidado.

- Eso sera fácil - el la agarró con la mano y la apretó provocando que todo salpicara en mi cara - ¡Megan lo siento! No soy bueno en esto.

- Tranquilo.

¿Desde cuándo nos empezamos a llevar de Tú?

El agarro un pedazo de papel y empezó a pasarlo por mi cara.

- apestaras a huevo. - se rió.

- Lo se - suspire.

Por un mínimo instante nos miramos el uno al otro, y me di cuenta de que estábamos a escasos metros. Empecé a acercarme más, pero de nuevo, mi instinto me detuvo y me alejé de él.

- Yo terminaré eso, o los dos terminaremos con el rostro lleno de huevo - bromee.

Me dio una mirada curiosa, pero luego se relajó.

- Lo siguiente es poner en un tazón el azúcar, la harina, las claras de huevo, leche, polvo para hornear y vainilla.

- Eso sí lo podre hacer.

- Espera, me apartaré de ti, no vaya a ser que yo termine siendo el pastel.

- Bien dicho - dijo con una sonrisa.

Que perfecto y hermoso se veía cuando era despreocupado y divertido. Me encantaba así, pensé que lo gruñon no se le iba a quitar nunca. Agregó los ingredientes perfectamente y mezcló con el cucharon correcto.

- Bien, Louis.

- Aprendo rápido.

- Si, me doy cuenta. Ahora engrasaremos el molde donde irá colocado el pastel y vaciare...¿Louis? - Estaba buscando algo en la alacena - ¿Louis que haces?

- Buscaré la grasa para el molde.

Suspire cansada. Lucharía bastante con este hombre.

- Cuando hablo de engrasar, hablo de ponerle mantequilla al molde.

Se sonrojó.

- Perdón, soy nuevo en esto.

- Claro, bueno como te decía, vaciaremos la mezcla en este molde y lo meteremos al horno por 30 minutos a 190°

- Bien - El siguió mis instrucciones y vació la mezcla en el molde. Abrió el horno y metio el molde para luego cerrarlo.

- ¿Ves que fácil es?

- Si, jamás me había tomado la molestia de cocinar mi propia comida, generalmente como fuera de casa, nunca me he preocupado por eso.

- Los hombres nunca se preocupan por eso.

Cuatro limonadas y 30 minutos después, sacamos del horno el molde, el pastel estaba completamente esponjado, se veía delicioso.

- Lo veo y no lo creo.

-¿Que sucede?

- Mi primer pastel en 26 años - dijo orgulloso. Me carcajeé.

- El mío fue a los ocho, y nada bien debo decir.

- ¿Que paso?

- Se quemó, y además le quedaron pedazos de cascara de huevo.

- ¡Aja! Y tú dices que soy un cocinero pesimo.

- ¡Pero yo tenía 8 años! No se puede comparar tu edad.

- Mm...es verdad, pero para mí primera vez lo hice perfecto.

- Aja. Ahora volveremos a utilizar claras de huevo para el merengue, y un poco de saborizante de chocolate.

- Te toca hacer las claras.

- ¿Tú eres el que tiene que aprender no?

- Si pero...¿no quieres que te vuelva a salpicar verdad?

- Esta bien yo lo hare. Pero tú le pones el saborizante.

- De acuerdo.

Batí las claras y el le colocó el saborizante. Cubrimos todo el pastel con la mezcla y por ultimo le agregamos fresas.

- Se ve delicioso.

- Lo mismo digo ¿Quieres un pedazo?

- Por favor.

Corte dos pedazos y luego probamos. Delicioso.

- Está riquisimo, no cabe duda que somos excelentes.

- Megan, recuerda quien hizo el pastel.

- Está bien, en tu primera prueba tienes 10. Creo que ya es suficiente por hoy.

El asintió.

- Gracias, te agradezco mucho tu ayuda. Ahora tengo que pagarte.

- Oh, no, no es necesario. Lo hago encantada, porque no soy profesional.

- Necesitaré más clases de cocina. Si te parece bien, me gustaria invitarte a cenar, en señal de agredecimiento.

- No creo que sea una buena idea.

- ¿Por qué no?

- Seria como una cita.

- ¿Y eso es un delito?

- Tu eres mi jefe.

- Bueno, eso es cierto. No metamos la empresa en esto. Tú te dedicas unas tardes a ayudarme, así que lo mínimo que puedo hacer es llevarte a cenar.

- ¿No crees que alguien se molestará si cenamos juntos?

- No que yo sepa.

- ¿Y las mujeres de las gardenias?

- ¿Las que?

- No te hagas el tonto, sabes perfectamente a quien me refiero. Todos los jueves llega un ramo de gardenias y son para una mujer ¿No?

- Bueno, si - despues de un rato dijo - tienes toda la razón. Las gardenias son para una mujer.

- ¿Y ella sabe que estas tomando lecciones de cocina conmigo?

- No. No tiene idea - respondió con naturalidad.

- ¿Piensas informarle que me has invitado a cenar?

- Debo reconocer que no se me habia pasado por la cabeza, pero no veo por que no.

Empece a albergar ciertas dudas sobre su reacción.

- Nuevamente gracias por lo del pastel - dijo pensativo - Sí, tienes razón, creo que debería aclarar esto con la mujer de las gardenias, como tú la llamas.

Abri los ojos de par en par.

- ¿Por que no me acompañas a conocerla, Megan?

            
            

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