Pero no, sin embargo vestía una camiseta que le quedaba como un vestido, se levantó deprisa para averiguar dónde estaba, no quería sentirse estúpida, lo odiaba, quería estar en control de la situación y actuar como si no fuese la primera vez que dormía en la cama de un extraño, pero cuando ya estaba pensando en fingir al respecto le vino a la memoria lo sucedido en la noche anterior
- ¡Mierda la lista! - maldijo en voz baja, recordando finalmente todo lo que pasó
No podía fingir nada, ese hombre sabía todo, sus más oscuros secretos, y ¿qué le había dicho antes de desmayarse?, nuevamente la sensación de dejavú al recordar
- ¿Quién quieres que sea para ti?
¿No era lo mismo que había dicho el hombre en sus sueños?, qué locura pensó
Decidió al menos lavarse la cara, no quería usar las pertenencias de otra persona para asearse, peinó su cabello con las manos, por suerte lo tenía liso y no se veía tan mal, por alguna razón no quería verse mal ante ese hombre, bajando las escaleras se dio cuenta de que estaba en un penthouse enorme, quedó boquiabierta cuando vio todas las piezas de arte invaluables extendidas de la pared, cuando llegó a la sala vio que alguien estaba en la cocina preparando café, lo sabía por el aroma, el hombre se giró y vino caminado hacia ella con el sol bañando todo su cuerpo, éste le dijo:
- Buen día Avy - entonces ella pensó que había muerto y estaba en el paraíso...
Quedó mirándolo sin ningún disimulo, era imposible no advertir a aquel hombre, llevaba una camiseta blanca y unos pantalones holgados igualmente blancos, su tez bronceada lo hacía parecer angelical, y los ojos, esos ojos eran inhumanamente grises, ¿cómo no lo pudo ver antes?, ese hombre era el de sus sueños y el de cualquier otra mujer, pensó, pero su cuerpo, los ojos y la voz le eran muy familiares, cuando finalmente cayó en cuenta de que él estaba esperando una respuesta ella dijo:
- Buen día Mike - una sonrisa traviesa surgió en su rostro, y ella pensó que si no estaba muerta definitivamente se moriría allí mismo de un ataque del corazón
- ¿Haz dormido bien? - interrumpió sus pensamientos
- Sí, aunque estoy un poco desorientada, ¿Dónde estoy?
- En mi casa - ella ya lo había sospechado, pero igualmente preguntó
- ¿Por qué estoy aquí?
- Tal vez no lo recuerdes, pero te desmayaste antes de decirme tu dirección y pensé que no querrías que te llevara a casa de tus padres en ese estado - mintió, porque cuando la investigó le dieron todos sus datos, inclusive la dirección y número de departamento, podía haberla llévalo y dejado en casa, pero simplemente no lo hizo, no quería dejarla en ese estado sola.
- Ah - recordó - es verdad, y luego hizo la pregunta que más le preocupaba
- ¿Tú me cambiaste la ropa? - por alguna razón sabía que él no la había tocado
- No, lo hizo la ama de llaves
Vio lo aliviada que estaba, y supo que si le decía la verdad, que en realidad fue él quien la había desvestido se moriría de la vergüenza, no es que no quisiera verla en ropa interior, pero hubiera preferido no hacerlo, ahora tenía todo tipo de imágenes de ella en la cabeza, no tuvo elección, no podía llamar al servicio a las 2 de la mañana, trató de hacerlo de forma impersonal como cuando un médico atiende a un paciente, pero él no era médico, fue incapaz de no mirarla al hacerlo y como sospechaba, ella era perfecta, luego de vestirla se quedó un buen rato mirándola dormir y escuchando su respiración, nunca había visto y escuchado algo más hermoso, se hubiera quedado allí toda la noche pero en cuanto sintió que su cuerpo estaba reaccionando involuntariamente, decidió que era más prudente dormir en la habitación de huéspedes, lo cual fue en vano porque seguía tan excitado como si ella estuviera pegada a su cuerpo, no durmió nada, se pasó la noche girando en la cama, cuando finalmente se cansó quedó dormido durante 1 hora, su alarma sonó y eso lo despertó, se olvidó de apagarla cuando decidió que se tomaría el día libre, ella estaba en su casa y por primera vez en años no sentía ninguna ansiedad por ir al trabajo.
- Gracias - dijo de forma tímida
- Lo entiendo, no te preocupes
- Sobre lo de anoche, quiero que lo olvides
- Te refieres a la lista? - dijo con una sonrisa maquiavélica
- Sí - ella suspiró
- Ahh, tal vez tampoco recuerdes esto, pero me disculpé anoche por haberla leído - ella levantó una mano
- No me refiero a eso, no debí llevarla conmigo para empezar
- Pero si no lo hubieras hecho como ibas a tachar los ítems - dijo sonriendo
- Claro eso sería un problema - dijo forzosamente
- Café - ofreció él acercándole una taza
- Gracias, huele delicioso
- Lo mejor de lo mejor, café colombiano
- Ah, nunca lo había probado
- Te prometo que te va a encantar - dijo mientras le dirigía una mirada que ella no supo identificar
- Delicioso - comentó finalmente
- Ajá, sabía que tú lo ibas a apreciar
- No te sorprendas, pero me encanta el café, así que dudo mucho que tuviera una opinión negativa sobre algún tipo de café, no soy muy imparcial que digamos
- Lo sé - dijo él con una mirada juguetona
- ¿Lo sabes?
- Quise decir que la mayoría ama el café y no es imparcial - se corrigió el rápidamente
- Ah sí es verdad, ¿dónde está mi ropa? - preguntó ella estirando la camiseta para que cubriera más de lo que podía, ese gesto lo divirtió, ella se sentía incomoda medio desnuda frente a él, sólo la había vestido con una camiseta porque pensar en ella semidesnuda en su cama, era más de lo que un hombre podía soportar, cuando intentó colocarle unos pantalones, no sabía si sería capaz de resistirse a tocarle los muslos, así que pensó que sería más seguro si mantenía las manos alejadas de esa área de su cuerpo
- Están en la lavadora, vomitaste un poco en el auto, así que no tuvimos otra opción más que lavarlas
- Oh lo siento, yo no estoy acostumbrada a beber y no tenía idea - paró de hablar cuando lo vio riéndose, primero pensó, este hombre quiere matarme, luego pensó ¿se está burlando de mí?
- ¿Crees que es gracioso? - agregó
- Lo siento, es que nunca me habían vomitado encima antes, fue una experiencia muy graciosa y un poco asquerosa la verdad - dijo haciendo una mueca en la última frase
El rostro de Avy se volvió escarlata, además de la humillación de desmayarse también le había vomitado encima, nunca tendría una oportunidad con ese hombre pensó, ¿ y por qué eso te preocupa? Le preguntó su cerebro
- No te preocupes, no fue para tanto
- De verdad lo siento, se supone que mi hermana debía cuidarme, y tendría que haberle vomitado a ella y no a ti
Puedes vomitarme todas las veces que quieras pensó, en cambio dijo:
- Puedes compensarme otro día, ya verás
¿Él pensaba en volver a verla? o ella lo entendió mal
- Sobre la lista - insistió él nuevamente - me parece divertida, y entiendo por qué la haz hecho, yo mismo llevo una vida muy rutinaria, como dijo tu hermana, sin tiempo para la diversión, no sé por qué no se me había ocurrido algo así a mí, creo que puedo ayudarte, soy un hombre con muchos recursos - ella lo miró estupefacta, estará pensando en el punto número 4 le apuró su cerebro.
- No me mires así, se me ocurrió que podía ayudarte y así también tener algo de diversión para mí, me caes bien, creo que ambos estaríamos ayudándonos, yo crearé mi propia lista si eso te hace sentir mejor y te apoyaré con la tuya, no me estoy ofreciendo de conejillo de indias - mintió, porque su plan era exactamente eso.
- ¿De verdad quieres ayudarme? - su instinto de abogada no le permitía pensar en las acciones desinteresadas de ese hombre.
- Como dije, me pareció una idea divertida, además tengo un incentivo adicional, yo necesito de una asistente con urgencia, tu hermana me comentó que habías renunciado a tu trabajo - mintió - si te interesa podrías tener un trabajo temporal hasta conseguir algo mejor.
- ¿Qué tipo de trabajo exactamente hace tu asistente? - preguntó un poco desconfiada, quería tener claro lo que tenía que hacer
- Lo usual, soy el CEO de una empresa de tecnología llamada Techmath, necesito que prepares documentos, mi agenda, conciertes reuniones etc.
La cara de Avy no pudo disimular su sorpresa, él era uno de los hombres más ricos del país, y ella le había vomitado encima y ahora le ofrecía un trabajo.
- ¿Lo dices en serio? - espetó
- Por supuesto, quieres revisar mi tarjeta de visita - le dijo bromeando
- No, te creo, vives en un mini palacio
- Esto es solo un lugar donde me quedo cuando estoy en ésta ciudad, prefiero vivir en una casa más cerca del campo
Sus respuestas no dejaban de sorprenderla, ¿él le tendría pena?, la vieja Avy diría que no, ella ya no era esa mujer se recordó, tenía más cosas que ganar con ese trato, no tenía que volver a trabajar en un bufete "por ahora" se dijo, y podía tachar más ítems de su lista, era un buen plan ¿tal vez?,
- Tengo muchos recursos -insistió sonriendo - incluyendo patrocinios para la fórmula 1
Eso definitivamente inclinó la balanza a su favor, pensó Mike al ver que ella se debatía.
- Necesitas una asistente eso lo entiendo, pero sigo sin entender porque me quieres ayudar con la lista
- Es simple, soy rico, no puedo confiar en las personas que me rodean porque siempre tienen segundas intenciones, tengo un estilo de vida que exige demasiado de mí, sin embargo me aburro con facilidad y mi vida se ha vuelto una rutina en la que ya no encuentro ningún placer, tu eres como una bocanada de aire fresco, siento que puedo confiar en ti, con esta situación estoy viendo la oportunidad de ayudar a una amiga y a mí mismo, sin mencionar tengo los recursos y quiero hacer uso de ellos como mejor me parezca - al terminar su argumentación le sonrió, y el corazón de Avy dio un vuelco.
A Avy le tomó unos instantes librar la batalla entre su antigua yo y su nueva yo, él hombre era sin duda rico, tenía los recursos, ella necesitaba un trabajo, ya no quería volver a su vida monótona, esa parte ella lo entendía muy bien, unas semanas atrás su vida también era vacía y queriendo cambiar eso empezó con esta locura, era una buena oportunidad, él la había llamado amiga, y ella necesitaba amigos, no tenía nada que perder pensó por ultimo antes de decir:
- Está bien, acepto éste trato, seré tu asistente y nos ayudaremos con la lista - dijo pasándole la mano como hacían los empresarios al cerrar un negocio, sin saber que con ese gesto en realidad había sellado su destino.