Hablando de él, me ha respetado mi lejanía y no me obligó a sentarme con él, simplemente está a unos 3 metros de distancia viendo como siempre papeles con idiomas extraños y números que no puedo entender, aparte tiene su indispensable computadora para mantener el orden en su empresa que sigo sin saber de qué se trata, su amigo manos derecha que detesto con todo mi corazón, está sentado a su lado viéndome como un cachorro que hizo algo mal y quiere que su dueño lo perdone, pero algo es lógico, yo no soy su dueña y puede hacer con su jodida vida lo que quiera.
La azafata se acerca a ellos y ninguno le hace caso entonces pasa de largo y se dirige a mí, dándome una sonrisa de las más falsas que hay en este mundo.
-Buenas tardes, señorita, ¿gusta algo de tomar?-
-No- y me volteo a otro lado, no tiene caso comer, si perdí muchos kilos, porque me descuide, pero en estos momentos es cuando tu estomago se pone en huelga y no acepta ninguna comida si no quiero pasarme la mayor parte de mi vuelo en un cubículo de 4x4 escupiendo lo ingerido con sabor a asido.
-Tienes que comer algo- dice Santiago desde su asiento, volteo los ojos y lo ignoro, ahora viene preocupado después de días, o meses, sobre mis calzones- te estoy hablando Sandra- ahora habla con los dientes apretados, haciendo un esfuerzo para no gritar.
-Háblale a mi mano, ups se dio la vuelta, ups se levantó el dedo- digo enojada volteándolo a ver y en ese momento me arrepiento de mi acción , su cara es seria, nadie se mueve de su lugar ni mucho menos respiramos, todo es tenso, la azafata no se mueve, Santiago se para y camina hacia mí, tiemblo en mi lugar, ahora si quisiera que me tragara la tierra, la azafata se retira al ver la cara de Santiago indicándole que se fuera o en poca palabras que se largara, se acerca a mí y me mira hacia abajo sin ninguna señal de tranquilidad- párate- niego con la cabeza, intentando aclarar mi mente- di una orden- sigo sin moverme, mis piernas tiemblan sin parar-PARATE- lo miro a los ojos y me paro como si fuera un fantasma, mi sangre estaba congelada no corría en mi sistema, miro hacia abajo una lagrima rebelde se resbala de mis ojos- ¿porque simplemente no me haces caso?- pregunta, no contesto, simplemente me quedo callada, toma de mi brazo y lo sigo, cuando levanto mi cabeza me percato que nos encaminamos hacia el cuarto, intento parar pero me toma más fuerte el brazo y nos adentramos.
-Para, no tienes derecho de hacerme nada, tú no eres nadie...-
-Tú no sabes la palabra de ¡cállate!- grita- olvídate del Santiago tierno, que te quería enamorar, con sus actos, olvídate de que no te castigaba por no herirte, de no cumplir mis castigos, ahora solo serás mi sumisa, simplemente serás eso- lo miro sin entender
-¿Cómo?, dices que vas a cambiar, cuando el error fuiste tú, yo no cometí ningún error, yo nunca te quise, tú me obligabas a estar cerca de ti, cuando yo solo quería ser libre, y cuando por fin lo iba a ser apareces de la nada, matando todo lo bueno que sembraste a mí lo mataste- digo enojada, intentando escupir todo mi odio, cuando lentamente me voy dañando.
-No me importa, si te gusto, si me odias, si me quieres matar, simplemente me vale, entendiste- me atrae hacia él y me intenta besar, pero corro mi cabeza, jamás me dejare besar de nuevo, toma mi cabeza con su otra mano y me pone sus labios en la parte donde había metido mis labios
-Basta- grito en su cara y todo se fue al carajo, se sienta en la cama y me pone boca abajo en su regazo, el vestido que aun lo tengo se encuentra en el suelo junto con mis piernas
-No veré nada, porque aunque seas mi sumisa, tu cuerpo te pertenece, pero recibirás 50 nalgadas, por haberte movido cuando intente besarte y por gritarme- levanta mi vestido hasta mi trasero, me muevo, pero una mano me detiene y me aplasta contra su cuerpo- si te mueves sumerge 5 nalgadas más-
-Eres un maldito, debiste morirte...- y no termine cuando su mano ya había impactado en mi trasero, sonaba cada nalgada como si intentara decirme lo enojado que estaba pero aún me dolía más lo que había dicho, me sentía lastimada, como si no pudiera más, lo amaba y me había dado cuenta tarde, porque ahora me encuentro con él, pero no puedo simplemente perdonarlo, me duele saber que solo la lastimada fui yo, yo tome las pastillas, él solo se tenía que acercar a unos metros y no le dolía, yo sufrí, y ahora mismo digo que es tarde, es tarde dar el tiempo atrás y decirle que lo quiero, que si siento algo por él, las nalgadas pasaron a segundo plato, mis lágrimas salían por inercia, pero me dolía saber que el ya no será el mismo, ya no será el tierno, simplemente ahora es mi Dominante, mi dueño, mi mate, mi rey, y todo lo que quiere ser con migo, simplemente me volví su sumisa, como aquel sueño donde Bárbara era la futura Reina.
Para de darme nalgadas, y me baja el vestido, simplemente me quedo en su regazo sin decir nada, sin movernos, el solo acaricia mi espalda
-Perdón- digo después de un rato, el silencio aun invade la habitación, humillada me paro de su regazo y volteo hacia abajo, sin poder verlo, veo que sus zapatos se mueven hacia la puerta saliendo de la habitación dejándome sola, mis lágrimas me traicionan y lloro, lloro sin saber porque, me acuesto en la cama y lo único que hago es llorar como nunca, porque lo perdí, porque él es el indicado, simplemente perdí el amor de mi vida.