Con las palabras que había pronunciado un momento atrás frente a Ryan, la mujer se sintió como flotando en una nube, no obstante, ahora sentía que estaba en el fondo de un pozo. Fue entonces cuando volvió en sí, en el momento en que sintió la caída y luego el suelo fuerte y frío.
Con todo esto, ella solo pudo responder con un simple: "No".
"Realmente espero que no estés mintiendo", dijo Kevin con total indiferencia, alejándose de ella y dejándola tirada en el suelo. "No olvides que debes cuidar de Cherry en la cena de mañana. Deja de fingir que estás enferma", agregó antes de irse.
'¿De verdad pensaba que solo estaba fingiendo estar enferma?', pensó Anne sintiendo un fuerte dolor en su corazón. '¿Por qué se supone que estaría haciendo tal cosa?', continuó preguntándose. Se trataba de ella, de Anne, su esposa, no ninguna villana o persona miserable. Ella jamás podría ni pensar en planear algo tan bajo. 'Kevin, ¿por qué estás pensando de la misma manera que Cherry?', pensó incrédula.
"Ya veremos cómo me siento mañana", dijo con un tono frío y brusco. Luego de esas palabras, se marchó sin más.
Al llegar por fin a la entrada del lugar, se sintió muy mareada de nuevo lo que, una vez más, le hizo perder el equilibrio. Por fortuna, su asistente la encontró y la sostuvo antes de que volviera a caer al piso.
Kevin aún se encontraba en el pasillo y pudo ver lo que sucedía. En ese momento, sintió su corazón de piedra agrietarse un poco, no fue doloroso, pero sí le incomodó bastante.
En un arranque de irritación, sacó su celular para hacer una llamada. Al escuchar que le respondieron, gritó muy enojado: "Ven de inmediato y lleva a la señora Anne a casa".
La mujer, aun sintiéndose sumamente mal, rechazó de nuevo la petición de Emily de llamar al doctor Sam Feng para que la chequeara.
Parecía estar aún más descompuesta de lo que había estado un momento atrás, pero seguía insistiendo en simplemente tomar una ducha caliente y tomarse una pastilla.
Sentía los latidos retumbar fuertemente en su cabeza. Tomó su larga ducha y luego decidió acostarse en la cama, pero seguía sin mejorar en ningún sentido.
Repasaba las palabras y los actos de Kevin de hacía algunas horas, el solo recordarlo le hacía sentir como si le estuviesen clavando miles de agujas en el corazón. Cerró los ojos, apretándolos con fuerza, y se escondió bajo el grueso edredón.
El camino que debía recorrer seguía siendo largo, no podía permitirse ser débil ni frágil. No en este momento. No quería simplemente tirar la toalla y darse por vencida.
Con la habitación vacía y en completo silencio, sus oídos estaban más agudos y sensibles a cualquier sonido, así que, pudo escuchar perfectamente la notificación en su celular que le indicaba que había recibido un nuevo mensaje.
Ella no quería moverse, pero el celular seguía sonando sin cesar.
Luego de unos pocos segundos, al fin abrió los ojos y pudo levantarse de la cama, tomó el celular que había dejado sobre la mesa a unos cuantos metros de distancia.
En seguida abrió sus mensajes, aún estando de pie, se encontró con tres mensajes de Ryan.
"¿Estás descansando en tu cama?", decía el primero.
"Tú no eres feliz con ese hombre", continuó.
"Anne, dime, ¿qué quieres?", preguntó en el último mensaje.
Terminó de leer los mensajes y prefirió no responder, en lugar de eso apagó el celular y volvió a acostarse.
¿Qué era lo que ella quería? Puede que estuviese esperando mucho, pero no se iba a rendir tan fácil.
Luego de haber podido descansar bien toda la noche, se sintió como nueva a la mañana siguiente, así que, decidió levantarse e ir a trabajar.
Cherry se había levantado temprano esa mañana. "Amor, ¿se ve bien mi vestido?", le preguntaba a Kevin. Dio una vuelta frente a su novio para que pudiera apreciar el hermoso y ajustado vestido tradicional rojo que estaba usando.
La elegante prenda se ajustaba perfectamente a su cuerpo, remarcando su cintura y haciéndola lucir absolutamente deslumbrante.
El hombre guardó de inmediato su celular y admiró aquella escena frente a él con una mirada llena de amor, al tiempo que decía: "¡Luces tan hermosa que el abuelo querrá tener al menos diez años menos cuando te conozca!".
"Ya, ya. Creo que mejor nos aseguramos de que todo esté bien con el regalo para el abuelo. Si llegase a haber algún error, se me caería la cara de vergüenza frente a él", concluyó.
"Es tu decisión", susurró con una voz ronca, sabiendo que no podría seguir bromeando.
Anne se encontraba sentada en la cabecera de la mesa dentro de la enorme sala de conferencias, su rostro tenía una expresión indescifrable. De repente en la sala el ambiente se había tornado muy deprimente, ella lucía muy furiosa.
"Quiero que vuelvas a hacer este proyecto. Espero tenerlo hoy mismo en mi escritorio, antes del mediodía", dijo la mujer con un tono muy sombrío mientras hacía a un lado el proyecto que le acababan de presentar.
El hombre encargado de aquel departamento había quedado bastante sorprendido e insatisfecho por ese rechazo. Sin embargo, calló todo lo que quería responder y se quedó hecho una furia en su asiento. Espero unos segundos, respiró profundo y respondió de mala manera: "Entiendo".
A causa de Anne el ambiente se tornó más tenso de lo que ya estaba. Ella quería que todos estuvieran al tanto de su mal humor, algunos de los presentes ya se habían quejado, pero se quedaron en completo silencio y, en lugar de hablar, tan solo se ajustaban las corbatas con impaciencia por querer salir de ese lugar de una vez por todas.
A ella le dio igual el hecho de que todos lucían enojados y prosiguió con la reunión diciendo con firmeza: "Gerente Zhang, es tu turno de hablarme de tu proyecto".
El hombre se puso de pie y caminó hacia el proyector sintiendo cómo le temblaban las piernas.
En ese momento, el celular de Anne sonó indicando que tenía un nuevo mensaje.
No iba a leerlo aún, pero la presentación de aquel proyecto estaba resultando demasiado aburrida, así que, impaciente y sin importarle para nada el ser grosera, tomó su celular y revisó sus mensajes.
Al abrirlos, se encontró con el nombre de Kevin, de inmediato su corazón comenzó a latir rápidamente.
"Hoy a las cinco en punto tienes que estar en la antigua casa. Te advierto una vez más. No debes llegar tarde", decía el mensaje.
Al momento sintió una punzada de dolor en su corazón, pero de inmediato resopló burlándose. '¿Qué más podría hacer su esposo que no fuera llamarla y amenazarla a través de mensajes?', pensó.
Lanzó su celular sobre la mesa y descargó su rabia con el gerente Zhang: "¿En qué diablos estabas pensando al hacer ese proyecto? ¡No hay manera de que eso funcione! ¡Debe planteárselo de nuevo y enviármelo antes del mediodía!", expresó furiosa.
Los demás encargados de proyectos empezaron a sentirse muy nerviosos debido al fracaso rotundo del gerente Zhang. Uno a uno pensaba: '¿Es posible que la señora Anne esté de mal humor hoy? ¿Estará descargando su rabia con nosotros? Hasta el momento no le ha gustado ninguno de los proyectos que le han sido presentados. ¿Puede ser ella quien esté equivocada?'.
Al finalizar la reunión, todos caminaron lenta y silenciosamente detrás de Anne. Sin embargo, hubo varios valientes que se atrevieron a murmurar: "La tigresa está muy enojada hoy. ¿Será acaso que el señor Kevin no llegó a dormir anoche a casa?", dijo uno en tono de burla.
"¿Estás bromeando? No creo siquiera que él vaya jamás a casa", respondió otro.
"Ah, ya entiendo entonces por qué siempre está de mal humor. No tiene ningún hombre a su lado...", continuó el primero. Sus palabras se volvían más malvadas y sarcásticas a medida que avanzaba la conversación. Emily, que caminaba justo detrás de aquellos hombres, simplemente estalló al no soportar escuchar más esas palabras.
Tan solo gritó desde lo más profundo: "¡Señor Kevin!", como si lo estuviera saludando.
El grito asustó a los que no dejaban de murmurar y, de inmediato, hicieron silencio.
Al girar lentamente y muy asustados, descubrieron que en realidad Kevin no estaba por ningún lado. Automáticamente, resoplaron aliviados pero enseguida se quisieron desquitar con la chica: "¡Ve qué has hecho!", le gritaba uno de los hombres.
"Sí, deberían ver qué hace ella. Tienen que hacerlo con más frecuencia", dijo Anne que había regresado al escuchar cómo pretendían intimidar a su asistente.
Su voz fría y cortante asustó tanto a los hombre que fueron incapaces de pronunciar otra palabra. Se giraron hacia su jefa y le dedicaron una sonrisa completamente falsa para decirle: "Esto no es más que un ejercicio para la formación de equipos. Se trata de hablarle de esta manera a una persona para ver cuánto es capaz de soportar. Es el turno de Emi para la prueba. Señora Anne, puedo ver lo ocupada que se encuentra, la dejaremos continuar", concluyeron.
Molestos por no haber podido terminar de decirle lo que querían, se marcharon.
Al instante en que aquellos hombre se terminaron de alejar, Emily intentó consolar a la mujer, cuidando mucho sus palabras: "Señora, esa gente...".
"No te preocupes, lo sé perfectamente", dijo Anne mientras se sentía cansada repentinamente. Estaba consciente de que su asistente solo intentaba hacerla sentir mejor.
No obstante, sus palabras de aliento no eran suficientes para llenar el vacío que sentía en su corazón. No era un secreto para nadie el hecho de que Kevin no la amaba, así que, sin importar lo que Emily tuviera para decir, eso no cambiaría nada.
Había estado un poco arrogante hoy, pero no por culpa de Kevin. Quizás en otra oportunidad hubiese rechazado aquellos proyectos de igual manera, pero seguramente hubiese sido más amable con sus palabras.
Entonces, ¿por qué había actuado de esa manera? Se había estado sintiendo mucho más cansada y con ganas de dormir. ¿O todo era a causa del malestar que había tenido el día anterior?
"Por favor, tráeme una taza de té de jengibre muy caliente", le pidió a Emily. De regreso a su oficina, intentaba forzarse a volver a ser la misma de siempre y subir un poco el ánimo.
Su asistente se sintió muy mal por ella al notar sus esfuerzos por mostrarse fuerte.
Anne sacudió su cabeza un poco irritada. Los gerentes habían logrado enviarle los proyectos nuevos antes del mediodía, pero aún no había ninguno que lograra convencerla. Trató de no mostrarse enojada de nuevo con ellos y les pidió que los hicieran de nuevo.
Todos y cada uno de los gerentes y jefes de los distintos departamentos le mandaban maldiciones.
Se quedó en su oficina trabajando hasta que a las tres y media de la tarde su asistente entró, luego de tocar la puerta y le dijo: "Señora, me dijo que le avisara cuando fuera el momento".
Luego de dejar el montón de carpetas sobre su escritorio, Anne respiró profundamente y logró recordar el compromiso que tenía en la antigua casa de la Familia Fu.
"Entiendo. Por favor, termina con esto", respondió al tiempo que se ponía de pie y se sujetaba de la mesa, mientras que en sus ojos se podía notar el cansancio.
Había optado por usar una falda negra ajustada a juego con un hermoso chaleco blanco, el borde de este tenía patrones negros hechos a mano que lo decoraban y lucían elegantes. Su elección de ropa la hacían distinguirse como una mujer madura y reservada.
Asumió que Cherry se había inclinado por un atuendo de colores claros. Para evitar algún tipo de inconveniente, Anne se había desecho de gran parte de su ropa de colores claros. Ahora en su armario abundaban los colores oscuros.
Una dama tan destacada como Cherry, jamás podría usar ropa de colores oscuros.
Un poco antes de salir, decidió enviarle un mensaje a Kevin: "Ya voy de camino a la antigua casa. Llegaré allí antes de las cinco".
Ya había pasado media hora y su esposo seguía sin responderle el mensaje. El auto donde iba se detuvo en la puerta de la casa y el hombre seguía sin responder.
"Lo siento señora, su nombre no está escrito en la lista. No podemos dejarle entrar a la casa", le dijo el guardia muy educadamente.
La mujer estaba tan furiosa que sentía que le faltaba el aire. Después de todo, ella era la esposa de Kevin. ¿Por qué no podrían dejarla pasar?
Tuvo que contenerse y calmar su ira, el guardia no la conocía, no era culpa de él. Por lo tanto, le indicó al conductor que condujera hacia adelante para irse.
La fila de autos que estaban detrás, esperaban impacientemente para entrar y ya estaban tocando las bocinas.
Justo en ese momento, uno de los autos abrió sus puertas. De aquel auto se bajó un caballero usando un traje elegante con estilo inglés de color azul oscuro y una camisa azul clara.
Este le hizo un gesto al conductor de Anne, indicándole que esperara un momento.
Con rapidez se acercó al guardia. Este se inclinó cortésmente hacia el hombre para decirle: "Señor Feng".
Sam frunció un poco el ceño mientras que en sus ojos brillaba una pizca de heroísmo. Aquel elegante y formal traje lo hacía lucir extraordinariamente atractivo. Los rasgos llamativos de su rostro inspiraban respeto.