Capítulo 4.
Gemma me miró mientras sostenía mi brazo, cualquier cosa que iba a decirme no era buena, sabía que arruinaría nuestra relación de amigos, como de empleada y jefe, no sabría decir si lo que estaba apuntó de decir era por mi, para mantener todo tal cual como estaba o por ella que era difícil al mismo tiempo, alejé su mano y mirando al frente lo dije tal cual como lo pensé.
-No lo digas... Sea lo que sea, no lo digas. No si arruinaría todo.
Ella cerró su boca y dirigió su mirada a otro lado, la lleve a casa, no dijimos nada, bueno, tampoco es como si tuviéramos algo que decirnos; en mi residencia vi a Lisa mirando la televisión, no quería darle importancia hasta que llegó a mi habitación saltando de emoción. Empezó a gritar algo que no entendía, después tomó mis manos y me levanto para que estuviera feliz con ella.
-¿Qué te sucede, Lisa?
-Papá vendrá este fin de semana.
Al escuchar lo que decía baje mis brazos, suspiré y me marche, ver a James Feng era lo último que quería ahora, aunque la noche todavía no acababa, parecía que todo quería empeorar esa noche. A la puerta llamaba alguien, le pedí al mayordomo Bae que viera quien era, no quería lidiar con más cosas esa noche, cuando me llamó dijo que era una mujer que decía que debía verme esa misma noche, al salir vi a Harper, estaba frente a mi llorando, que pensarían si dijera que lo primero que paso por mi mente fuera abrazarla y preguntarle que le sucedía, lo sé, estúpido, no soy de esos que van toda su vida abrazando a la gente, pero realmente lo quería, sin embargo fue inútil, no es como los cuentos, ella simplemente me dio una bofetada, no recordaba que dolía tanto, la última vez que me dio una fue cuando teníamos trece años, la razón era tan tonta, nadie le pega a otra persona solo por un pedazo de papel. En ese entonces la maestra nos pidió hacer una carta de amor o amistad para una persona en la clase, Harper no dejaba de ver a uno de nuestros compañeros, así que tomé como opción que era la carta para él, reaccione por impulso y la rompí frente a su cara la carta, al terminar esa clase vi que la carta tenía mi nombre, era el único pedazo que había logrado salvar al verla llorar y salir corriendo, me di cuenta de mi error al ver que esa carta iba a ser entregada a mi, no pude juntar todos los pedazos, así que decidí entregarle la que yo le había hecho a ella, era mi única a amiga en ese entonces, aun no conocía a Gemma, tenía diecisiete años al conocerla a ella, volviendo a Harper; después del golpe comenzó a seguir golpeando mi pecho con sus dos manos molesta, yo no hice nada, jamás hice nada cuando se enojaba, siempre la intentaba proteger calmando su ira, pero ahora no me interesaba; tome sus dos muñecas y la detuve mirándola a los ojos.
-¿Qué haces? Si sólo viniste a pegarme te puedes ir.
-¿Por qué eres tan cruel? Tenías que terminar mi felicidad, por que tu seas un arrogante y solitario hombre no significa que puedas arruinar la vida de los demás.
-Realmente crees eso de mí, bien, lo soy y prefiero ser eso que una mujer tan estúpida que se deja engañar por un hombre que le encanta tener más de una mujer, ahora vete.
Solté sus muñecas y entre a mi residencia, en ese momento pensé que se iría, pero solo grito que saliera una y otra vez, Lisa se había hartado, saliendo detuvo los gritos, no se que había hecho, pero había funcionado.
Con Lisa...
Estaba jugando con Oliver, siempre era divertido, aunque esa diversión se detuvo cuando escuché los gritos de una mujer afuera, no dejaba de ofender a mi hermano, eso me molesto, mientras salía vi que tenía una marca de una bofetada en la mejilla, entonces entendía que esa mujer era alguien importante, ya que Edwin la hubiera hecho desaparecer, al salir vi a quien era la próxima persona que odiaría, sin embargo, no pensé que sería Harper; le di una bofetada haciendo que cayera al suelo, había hecho que se lastimara las rodillas, al principio pensé en ayudarla hasta que siguió ofendiendo a mi hermano.
-¡Edwin! Eres un maldito que terminará solo el resto de su vida.
-Cierra la boca, no eres nadie, ahora vete y no busques problemas.
-Tu hermano rompió mi hermosa relación, se merece sentirse culpable.
-La toma de la mandíbula-No lo entiendes, ¿verdad? Él pasó mitad de su vida cuidando de ti, pero ahora que él hizo algo que también era por tu bien, lo tratas así... No mereces ni una disculpa de él.
La solté, parecía que había entendido se dio la vuelta para irse. Desde que tengo memoria, Edwin siempre sacrifico todo en su vida por ella, cuando tenía tres años, él aún tenía diez, peleó con dos chicos que molestaban a Harper, recibió cada golpe, no fue a la escuela por una semana para que ella no supiera lo que había hecho, a mis cinco años, compró tres paletas para Harper, él y para mí. Bueno, la paleta de Harper se había caído cuando la dejó en un plato en una mesa, Edwin no quería que terminará triste y puso la suya para que no se diera cuenta, fingió que la que se había caído era la de él y le mintió que no le gustan los dulces, desde ese día dejo de comer dulces para que no sospechara, abandono tantas cosas por una mujer que terminó siendo una... En fin, preferiría que estuviera con la fría y extraña Gemma, que con una insensible de corazón como ella. Mi hermano no salió después de correrla, intenté ir a su habitación, pero había puesto seguro, entonces solo quedaba esperar al día siguiente cuando llegaba mi papá, tal vez él lo ayudaría y arreglaría sus problemas bueno, ambos se reconciliaran.