Contra la pared están mis pechos, una pared de madera con un agujero para ver todo. De pronto llega un pensamiento muy lógico a mi mente.
-Fernando conoce esta casa como la palma de su mano, debe saber que hay un hueco en esta pared y que podría verlo ¿Será que ya me descubrió y se toca a propósito?-
Aturdida por este pensamiento dejo la pared y aquel agujero. Voy a la cama y no logro concentrarme a pesar de tener mucho sueño.
Regreso al agujero y lo veo sentado en la cama, leyendo. Todo desnudo con libro en mano, sentado casi acostado en sábanas blancas, él leyendo y yo leyéndolo. Nadie creerá que soy virgen y menos que siéndolo siento tanta curiosidad por este hombre.
-Él es mi enemigo- me recuerdo constantemente.
Vine a apropiarme de la mitad de esta hacienda que compré, pero mis intenciones son comprar la otra mitad y construir un lugar lleno de creatividad. No sé si casas en los árboles o cabañas tradicionales, pero explotaré al máximo estos terrenos y su vegetación.
¡Alguien toca la puerta! Muero de susto, "seguro me habrá descubierto observándolo, sabía que él conocía el agujero y volví a él ¡Que tonta, que idiota! ¿Ahora qué hago? Disimula, disimula"- auto converso en mis adentros.
Siguen llamando a la puerta y me decido a abrirla, pero no sin antes cubrirme con una bata toda esta sensualidad.
¡Mis ojos no lo pueden creer! Es Fernando, viene con una pequeña toalla en la cintura que apenas cubre sus partes íntimas. Está mojado como si recién se duchó y dice mientras suspiro:
-Si necesitas algo estoy aquí, justo al lado- con voz sensual y provocativa.
Soy quien nunca he sido porque timidez es mi apellido, pero arrebato la bata de mi cuerpo dejando al descubierto la pequeña bata de lencería transparente que permite ver muy bien mis pechos y todo mi cuerpo.
Esta acción es una invitación, Fernando entra a la habitación, arroja la pequeña toalla y de cerca es mucho más grande todo que por aquel agujero.
No se lanza sobre mí a toda velocidad, camina suavemente y junta su cuerpo con el mío susurrándome "recuerda la canción y no dejes un centímetro entre nosotros".
Abro los ojos y siento su mano derecha arropar mi cadera, bajar poco a poco, muy lentamente hasta llegar a mis glúteos.
Los toca, suavemente de arriba hacia abajo y sorpresivamente me da una nalgada. No sé por qué, pero eso me encanta y enciende mis sentidos pidiendo más.
La mano recorre mi espalda, está tomándose su tiempo y llega a la parte alta de mi espalda maniobrando suavemente hasta recorrer y llegar a la parte delantera, una exquisita parada en mis pechos.
Todo esto encima de la lencería, una bata bastante práctica con los senos al descubierto con tan solo mover un cuadro de tela en forma de tapa en cada lado.
Excitada, pegados uno al otro puedo sentir todo su vigor. Aprovechando su estatura y que peso como pluma sin preguntarme decide cargarme y llevarle a la cama.
Es mi primera vez, tengo algo de miedo, pero nada me puede detener.
Sube ligeramente la bata y comienzan los besos desde mis muslos hasta mi vientre, y desde mi vientre recorre el camino de mí ombligo hasta llegar a mis pechos.
Un poco de miedo y bastante excitación me definen en este momento. Con mucha delicadeza me besa las mejillas, el cuello, la frente, se detiene un buen rato en mis labios porque pareciera que busca hacerme desearlo tanto que llegue al punto de pedirlo desesperada.
Siento que abre ligeramente mis piernas, pero sigue dando vueltas porque como todo un caballero, no hará nada que no quiera.
Lo de caballero no le quita lo agresivo, me da vueltas para besar mi espalda y ahí suelta otra nalgada. Parece que sabe que lo disfruto porque me mira y vuelve a hacerlo.
Toma un cinturón en sus manos, me escandalizo y doy la vuelta, tomó la sábana y me cubro, me asusto pero aun así no me resisto.
-¿Te molesta si lo uso?- pregunta.
-¿Me dolerá?- contesto con otra pregunta.
-No te haré daño pero no lo haré si no quieres- responde.
Con la cabeza asiento en aprobación. Doy la vuelta y me coloco de espaldas, justo cuando toma el cinturón para pegarme escuchó una voz.
-Ericka ¿Está todo bien? ¡Ericka!- debe ser la señora Eva.
Abro los ojos y busco a Fernando para esconderlo de su madre, no lo veo por ningún lado, en ese momento descubro que ha sido todo un sueño.
Mientras vigilaba por el agujero me quedé dormida y todo ha sido una ilusión.
Puesta en pie tomo la bata y me cubro, abro la puerta y al ver a Eva le digo:
-Estoy bien Sra. Del Río, gracias por la hospitalidad-
-No hay de qué. Cualquier cosa no dudes en dar voces que si no estoy cerca Fernando me busca. Te deja una bata de mi hija, espero te haya quedado bien- con amabilidad comenta.
-¡Si! Gracias. Me queda bien y me ha gustado mucho- no sé ni qué decir, estoy demasiado confundida entre mi sueño y la realidad prefiero mi sueño.
Eva se retira deseando buenas noches, regreso a la cama y trato de recobrar el sentido de la noche. Quiero volver a mirar por el agujero, pero ya él debe estar dormido.
No aguanto la inquietud en mí y vuelvo a observa. Cuando coloco mi ojo derecho en el agujero, para mi sorpresa mi pupila se encuentra con otra, hay un ojo observando por dónde mismo lo hago yo.