¡Ella es mi luz!
Cuando sonríe, cuando calla,
cuando baja su mirada,
cuando me dice que me ama.
Toda ella, entera, me enamora.
Eran con exactitud las tres de la mañana, y yo seguía allí, observando fijamente el techo de mi habitación, sin poder caer en definitiva a los brazos de Morfeo. En vista a que no podía dormir por esa noche no me quedaba de otra que recompensar el tiempo, en ocuparme en algo interesante y de provecho, como el C.C. aún mantenía vivo el pensamiento de poder agrandarlo, contaba con espacio suficiente para hacer algo alucinante, y quería sorprender al señor Daniel Mora.
Toda mi vida he trabajado con planos, como nos enseñaron, solo cálculo y diseño desde una perspectiva distinta, en digital, pero en esa oportunidad quería hacer algo diferente, una maqueta, quería construir el modelo de lo que podía ser el C.C. en físico, cada planta por separado. Las horas pasaban y mi creatividad se elevaba, cuando sonó mi despertador a las 6:00 am, había concluido mi proyecto, no fue fácil debo admitirlo, pero me sentía orgulloso de lo que pude crear, y para ser mi primera vez ¡No me fue tan mal!
Me duche, desayune mucho antes de que mis padres despertaran y partí rumbo a la obra, tuve un pequeño retraso pues casi arroye a una chica, nunca fue mi intensión y soy muy cuidadoso al manejar, pero en esta oportunidad me distraje mirando la maqueta.
- ¿Estás ciego? Casi me matas.
- Lo siento yo no te vi.
- Eso fue muy obvio, ¿y ahora que, te quedaras allí? Por lo menos recompénsame con algo.
No es muy común que una chica te pida recompensa por haberla casi atropellado, pero como no estaba acostumbrado, me pareció quizás cortés llevarla a su destino.
- ¿Quieres dinero? – Le pregunté
- No te estoy pidiendo limosnas, llévame a la universidad
– Mencionó ella.
- ¿Universidad? Bueno, está bien.
Al comienzo pensé que estaba loca, ninguna mujer se subiría al coche de un hombre sin conocerlo, pero ella no tuvo problemas, y además estaba muy molesta.
- ¿no tienes miedo al estar conmigo? Es decir, yo podría ser un violador.
- ¿Y eres un violador? – Preguntó.
- Claro que no – Respondí.
- Entonces asunto arreglado, por cierto mucho gusto me llamo Paola Luna.
¡La vida y sus sorpresas!
Mi ruta culminó, resolví mi asunto con "Paola Luna" y volví a la construcción, me sorprendió lo rápido que trabajan los obreros, estaban haciendo un excelente trabajo, así que me tome la molestia de facilitarles el almuerzo a todos.
- Santiago hermano ¿cómo estás?
- Cristian, que sorpresa, ¿Qué me traes de nuevas?
- Esta noche, en el bar, tenemos que celebrar tu compromiso ¿No lo crees?
Cristian Coronel, no solo es mi mejor amigo, sino mi hermano, maduramos juntos, estudiamos juntos y con suerte en oportunidades trabajamos juntos, lo único que nos diferenciaba, es que yo tenía un futuro planeado, y él no pensaba en su futuro, sino en su presente y el cómo saber vivirlo. No me opongo a la idea de poder disfrutar nuestro presente de la mejor manera, incluso en mi época era igual de extrovertido que Cristian, y me encantaba ser así, pero desde que Susana apareció en mi vida todo cambio, me volví un poco más preocupado y capaz. Una noche en el bar, de copas, no sonaba nada mal, inclusive me caería de maravilla. Luego de haber organizado todo el almuerzo de los obreros, concurrí al restaurante con Cristian, nosotros teníamos muchas cosas de las cuales conversar, y por supuesto uno de esos temas sería mi futura esposa.
- Acabas de dar un gran paso, ¿Estás seguro de lo que hiciste? – Preguntó él.
- Claro, completamente Cristian, Susana es la mujer a la cual amo.
- ¿Te imaginas que luego aparezca otra que te haga cambiar de parecer?
Ese punto no estaba ni en una pequeña muestra de posibilidad en mis planes, según yo, nadie ocuparía el lugar que ahora mantenía Susana.
- ¿Tú no piensas nunca asentar cabeza?
- Santiaguito, yo estoy más cuerdo que tú, por eso no pienso en casarme, no cometería ese suicidio voluntario.
Cuando éramos adolescentes, solíamos contar las novias que habíamos tenido, Cristian siempre me superaba en números, nunca fue estable en una relación, y debo admitir que yo tampoco, en realidad solo aprovechábamos el hecho de que ellas estaban ¡Locas por nosotros! Aunque suene grotesco así era, y es que en la adolescencia muchas de las cosas que hacemos, son sin pensar en las consecuencias, en esos momentos es cuando sientes que te quieres comer el mundo, acuesta de lo que sea, y en nuestro caso, no nos importaba pues teníamos el dinero, la fama, y el físico ideal.
¡Pero todo en esta vida cambia!
Antes de pasar por casa esa tarde, visite a Susana en la compañía para la cual trabajaba, y vaya que me di una sorpresa cuando mire a una de las modelos – Bueno, su fotografía – no era más y nada menos que la grandiosa Paola Luna, la chica a la cual casi arroye.
- Mi amor estás aquí.
- Susana mi amor, ¿conoces de casualidad a esa chica de la fotografía? – Le pregunté.
- Bueno según escuche, es la hijastra de Andrea ¿Por qué?
- Me pareció familiar.
Resulta que la hijastra de Andrea Torres era una modelo, muy joven, pero era modelo, y yo casi termino en la cárcel por ella, gracias a dios las cosas se dieron de otra manera. Compartir cada segundo con mi novia, me hacía sentir vivo, así que no implicaba ningún esfuerzo de mi parte el estar con ella, pero como todo día que tiene que acabar, la deje en casa y continúe a la mía para cambiarme y asistir al bar según lo acordado con Cristian. En el bar la música era estupenda, más resaltante, más bailable, todo lo que necesitaba.
- Santiago, esta noche puedes volver a revivir viejos tiempos, deberías tomártelo como una despedida de soltero.
- ¿Quieres que engañe a Susana?
- No es engaño si ella no se entera.
No les mentiré, muy dentro de mí algo quería, ese viejo Santiago que era antes, quería de nuevo salir a la luz, y ser parte del mundo que ahora estaba viviendo. No ocurrió nada de lo que pudiera arrepentirme, solo unos bailes, unos besos, unas copas de más y listo, volvía a ser el mismo responsable de siempre, y como lo dijo Cristian son aventuras pequeñas, que solo nosotros sabríamos, nadie tenía por qué enterarse.
Mientras tanto en la familia Luna...
Solía levantarme muy temprano para ayudar a mi madre a preparar el desayuno, y como ya era una costumbre muy habitual esa mañana no fue la excepción, la única diferencia era que Andrea contaba con su propia cocinera. No soy el tipo de persona que está acostumbrada a tantos lujos, de este modo insistí en ayudar a preparar el desayuno, después de todo sería la primera vez que cocinaría para mi padre.
- ¡Buenos Días! Les traemos el desayuno.
- Bianca hija, ¿Tú cocinaste?
- Bueno papá ayudé un poco.
Un desayuno familiar después de días, ¡Eso estaba necesitando! Justo estaba por inscribirme para comenzar la maestría, y mi hermana la universidad, solo que antes de eso daría una vuelta por el cementerio donde estaba enterrada mamá, necesitaba hablarle y decirle cuanta falta me hacía, contarle sobre como marchaban las cosas, y lo que aún esperaba que ocurriera.
- Me van a disculpar, pero me tengo que ir ya, que tengan buen provecho – Mencioné.
Como todos los días le di un beso a mi hermana y continúe mi camino, me preocupaba un poco quien acompañaría a Paola a la universidad, pero tenía que aceptar que mi hermana ya estaba lo suficientemente mayor para defenderse sola. La mañana corrió muy rápido, afortunadamente había salido muy temprano de casa y me dio tiempo de hacer lo necesario, justo a la hora del almuerzo como lo había prometido, espere a mi hermana en la universidad, así las dos iríamos juntas a casa y ella me contaría como estuvo su día.
- ¿Papá te trajo a la universidad hoy?
- No Bianca, me vine sola, bueno no exactamente sola.
- ¿Cómo que no exactamente, quien te acompaño?
Mi hermana siempre ha sido la "rebelde" de la familia, siempre tuvo como excusa el que haya crecido sin un padre, claro que luego de cierto tiempo las cosas cambiaron y ella aceptó la realidad de la vida, el cómo son realmente los sucesos y el cómo aprender a vivir con ellos.
- Bueno, es que justo a dos cuadras de casa casi me atropellan, pero no importa porque no me paso nada y me trajo a la universidad.
- ¿Te subiste al auto de un extraño Paola?, pero niña
¿Qué te pasa por la cabeza a ti?
- No te preocupes hermana, no era un extraño, era Santiago Castillo, solo que no me reconoció.
¡Qué sorpresa! Conocí a Santiago muchos años atrás, hasta el momento que sus padres se mudaron a esta zona del país, Santiago era el tipo de persona egoísta y egocéntrica, muy manipulador para la poca edad que sostenía cuando estudiábamos juntos, – Aunque no siempre fue así – mi hermana en ese tiempo estaba aprendiendo a vivir sin padre, estaba muy pequeña pero con una retentiva impresionante. Santiago y yo pasamos nuestros mayores tiempos juntos con insultos y peleas de adolescentes, luego cuando se mudó mi vida cambio, justo ahora es cuando debo decir que al irse él, ya no tenía ningún motivo para discutir con nadie, mi vida se volvió centrada a los estudios, y algo aburrida en el colegio. La vida y sus sorpresas, ahora resulta que en cualquier momento o lugar podría volver a toparme con él, con aquel niño histriónico.
- ¿Sabías que está más guapo? Incluso se ve más maduro.
- Bueno, Paola, algún día debía cambiar.
¿Será cierto? ¿Será verdad que ya no es el mismo? Llegamos a casa a tiempo para el almuerzo, solo que papá y Andrea, no se encontraban presentes, como de costumbre, el trabajo siempre era su prioridad. ¡Qué más da! Ahora estábamos sentados en la mesa del comedor mi hermana, mi hermanastro Raúl, y yo, hipotéticamente nunca había compartido con él y creí que era el momento justo para comenzar a unir lazos familiares.
- ¿Estás estudiando Raúl? – Pregunté.
- ¿Estás en una relación Bianca? – Preguntó él.
- ¿Por qué me preguntas eso?
- Eres la hermana más hermosa que tengo – Está bien, suficiente, ¿Bianca me acompañas? – Interrumpió Paola.
Comentarios fuera de tema, soy consciente que Andrea daría la vida por su hijo, y le facilita lo que pide, en cierto aspecto estimula sus inalcanzables perseverancias a obtener lo que desea – Él está fuera de lugar – mi hermana y yo abandonamos el comedor y nos dirigimos hasta su habitación.
- Raúl es un enfermo, anoche mientras dormías lo observe mirándote como un desquiciado.
- ¿Qué me dices Paola? Raúl es nuestro hermano.
- Hermanastro Bianca, afortunadamente no lleva ni una mínima gota de nuestra sangre, actúa como un enfermo mental.
La actitud de Raúl si era intimidante, pero no podía darme el lujo de recaer en polémicas ni de mi hermana, no podía dar por sentado palabras que no demuestran hechos, no por los momentos. Tampoco digo que no le crea a mi hermana, al contrario Paola siempre ha sido muy sincera conmigo, pero ahora estábamos hablando de un personaje que forma parte en nuestras vidas, en nuestra familia. Al paso que la tarde daba lugar a su puesta de sol, sentí la curiosidad de averiguar sobre el famoso "Santiago Castillo" no perdería nada, y sentía curiosidad en saber que se estaba proyectando en el futuro que nunca llegue a imaginar.
Al parecer su vida estaba rodeada de fama, y según las noticias se iba a casar con una de las modelos de la compañía de Andrea, – El mundo es una diminuta cajita – bien, como dijo mi hermana sus facultades se daban a conocer, y su madurez era evidente y constante ahora en esta nueva etapa de su vida. Había un proceso de reconstrucción en su voluntad como persona, en querer hacer las cosas de una manera positiva y suscitar diferencia a lo inimaginable. Mamá solía decirme que madurar es un proceso trágico, donde nos damos cuenta de que carecemos de inocencia, nunca lo comprendí realmente, yo solía decir que era una etapa de escape al abandono de lo infantil, pero cuando tu vida cambia, y te das cuenta de que ya no eres un niño, quieres provocar una regresión a tu vida, a esa que tuviste durante tu niñez.
Y sonó el teléfono.
- Buenas noches, ¿Quién habla? – Pregunté.
- Buenas noches, por favor con ¿Raúl Torres?
- No se encuentra en casa ¿de parte?
- Dígale que llamo Cristian Coronel, que se comunique conmigo cuando pueda.
Papá llegó a casa con Andrea un poco más tarde de lo imaginado, no estuvieron presentes en la cena, supuse que estaban muy cansados así que me tome la molestia de prepararles el baño.
- ¿Qué haces Bianca?
- Te preparo la bañera.
- No hija por favor, tú eres parte de nuestra familia, no mi criada.
Como lo dije antes, no estoy acostumbrada a no hacer nada, pero si esos eran los deseos de mi padre, no podía decirle que no, después de todo estaba viviendo bajo su techo, luego de unas horas Raúl llego a casa muy ebrio por cierto, y pensé que hablarle sería algo mucho más que incómodo.
- Andrea, disculpa sé que estás cansada, pero llamo un señor... Cristian Coronel me dijo que se llamaba, que necesita comunicarse con tu hijo, pero Raúl...
- No es un señor Bianca, él tiene tu edad, y si gracias yo le informaré a Raúl.
Minutos más tarde me encontraba en mi habitación leyendo, y allí estaba él, observándome a escondidas desde la puerta de la habitación, Raúl en realidad actuaba como decía mi hermana, un psicópata, daba cierto temor el solo mirar cómo me observaba. Así que solo me levante y cerré la puerta con mucha precaución, él tampoco mencionó una palabra a pesar de que aún me miraba – Tal vez fue lo mejor – por ahora solo debía concentrarme en lo que vendría a formar parte de mi futuro y el de mi hermana.
¡Una noche de estudio, de lectura y compresión!
Podríamos camuflarnos en nuestros sueños, esos deseos que se vuelven anhelos y persistencia.
Descubrimos lo posible y lo evidente, insistimos en lo real, lo alcanzable, pero mantenemos debilidad por una ilusión que parece ser una fantasía, entonces ¿Somos niños, aparentando ser adultos?