Capítulo 2 LA IMAGEN

En una mañana fría de un día gris de la semana, un joven espera en el hall de un edificio grande. Probablemente lleve unas cuantas horas esperando...y esperando.

El conserje del lugar lo observaba impaciente y le preguntó si era algo de la chica, el joven respondió que solo un amigo.

El joven pensó que el conserje no sabía que Carla era una prostituta que él vió en una página web y que ahora venía a acostarse con ella.

La chica salió de un pasillo, el joven la observó, luego de mucho tiempo, por primera vez en carne y hueso. Lucía más delgada que en las fotos. El joven pensó que podía deberse a que las fotos fueron tomadas de cuando llegó por primera vez a Chile, ya que Carla era paraguaya, y podía haberse dedicado a adelgazar en algún gimnasio del sector.

Ella puso un gesto de extrañeza y él se paró para explicarle.

- Pero tú no eres José? Quién eres?

- Creo que fue un error, si soy José pero a lo mejor no el que creíste.

- Es que pensé que era José un gran amigo. Lo quiero mucho.

- No, yo te ví en una página web y llevo mucho tiempo deseando estar contigo.

El joven la besó en los labios y ella se dejó. A él le gustó mucho ella. Y como no si la veía todos los días desde el computador de su trabajo. Pasaron varios meses mientras él alimentaba día a día sus deseos.

- Ya pero espérame un poco y te llamo a lo que puedas subir.

- Ok

- Es en el piso 8 dpto 803.

Ella lo dejó esperando por un buen rato, mientras el joven se impacientaba. Luego sonó su celular, era Carla diciéndole que subiera no más.

El joven al llegar al departamento vió a otra chica. Reconoció su rostro rápidamente: era otra de las mujeres que se mostraba en la misma página de Carla. Era también paraguaya.

Carla lo metió a una habitación y le dijo que se iría a duchar y volvía inmediatamente. José observó el cuarto, era como la pieza de un chico: un velador con un reloj, un automóvil de juguete, algunos pesos y una pequeña lámpara. O probablemente fuera solamente decoración y solo fuera un lugar de trabajo. Como una oficina pensó José.

Se empezó a quitar la ropa y la esperó adentro de la cama desnudo. Luego de unos minutos ella entró mojada y se veía más bella que nunca. No era una mujer sexy, o tal vez lo era, pero ahora José veía que la mujer era preciosa.

Su rostro parecía que ya siendo una niña provocaba cosas en los seres del sexo opuesto: ojos achinados y obscuros, nariz pequeña y bonita, unos labios pequeños y redondos; todo encaja perfecto: rasgos pequeños para una mujer de cuerpo chico. Es que no medía más que un metro cincuenta. No era ni delgada ni gorda, pero tenía todo bien puesto en su lugar. Se notaba su radiante juventud y ambos experimentarían la vieja y feliz inconsciencia, era tiempo de volar y soñar.

El besó sus labios pequeños observando sus ojos obscuros pero achinados y sensuales. Olía exquisito y su cabello aunque teñido y un poco maltratado le asentaba bien.

- He esperado por meses este momento. No sabes como te he observado y he querido estar contigo.

- Bueno, ahora me tienes aquí.

José se puso un preservativo y la penetró. Empezaron a hacerlo. Él la deseaba mucho y la besaba sin parar, pero algo andaba mal. Luego de unos breves minutos algo no funcionaba bien.

Carla por supuesto no decía nada. Cómo lo iba a hacer si a los clientes hay que tratarlos bien.

Pero José lo notaba, el sabía que no estaba funcionando bien y que no se le erectaba.

"A veces la pasión traspasa los límites. Ocurren terribles infidelidades por lo mismo. Muchas parejas también llegan a cometer actos de locura, de muerte..."

José no aguantó más y se sacó el condón. Él sabía que corría un riesgo enorme pero no importaba. Es que necesitaba sentirla. Sentir su carne, su calor interno. Su fuego. Su agua.

La penetró nuevamente y ahora fue diferente, todo era mejor. Su pene creció dentro de ella y todo cambió.

El poseer su ser, eso quería hacer. Tenerla, hacerla suya...ojalá pudiera tener hijos con ella pensó. Y Carla como adivinando sus pensamientos le dijo:

- Estas loco.

- Si! Estoy loco por ti!

Y la siguió penetrando una y otra vez hasta que acabó. Pero lo hizo afuera. Hubiera sido mejor adentro, pero no quiso correr más riesgos. Aunque tiempo después cuando rememora ese momento hubiera deseado hacerlo. Mucho.

Luego se levantó, se vistió y se fue. Así lo recuerda al menos. Que así fue. No volvió su mirada atrás.

Se fue en metro, un largo viaje a su hogar. Luego tomó una micro, después de dos horas llegó a su casa. Entró y abrazó a su hija. Luego besó en la boca a su mujer y le dijo: te amo.

José no olvidó nunca a Carla, su esencia por sobre todo. Su cuerpo lo olvidó, más que nada la recuerda como una figura borrosa, hay ciertos retazos que no olvida, como pinceladas en un cuadro.

Rememora ese momento una y otra vez, la imagen de Carla hace mucho tiempo que desapareció de la internet.

Los días pasaron y pasaron, también los años...muchas mujeres llegaron a su vida, no mejores que Carla.

Pero...

...quisiera haberla tenido nuevamente, al menos un momento más. Extraña haber estado encima de ese cuerpo perfecto. Hay veces que la busca vía web, páginas de putas. De sexo. Atolondradamente, desesperadamente, busca su imagen...esa imagen tan detallada que vió una, dos...miles de veces pero que aún así....

.....no bastaron.

            
            

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