Capítulo 5 LA PROMESA PICARONA

En la IX región, en Temuco precisamente, conocida también como la ciudad más contaminada de Chile, vive gente amena. Esto contrasta con el intenso frío que hace que la gran mayoría de las personas ocupen estufas a leña y así, contribuyen a, no a propósito, contaminar el aire. La población, hablando laboralmente, tiene pocas opciones laborales. Es por eso que una gran cantidad de personas emigre a la capital en busca de trabajo. Los que se quedan sacrifican sus esfuerzos por unas pocas chauchas.

Uno de ellos es Aldo. Un cordial y esforzado reponedor de una conocida marca de cecinas. Este sujeto, trabaja en un enorme supermercado que colinda con la principal feria de la ciudad. Muchas personas van a comprar ahí todos los días. Sobre todo mapuches. Entonces dentro se producen apestosos olores que no dejan indiferente a nadie. Variadas peleas se efectúan entre los feriantes y delincuentes. Y como si fuera poco, la dueña del local contribuye a crear mitos y leyendas sobre su arrugada persona. Es que ella no tiene pelos en la lengua y vomita una serie de improperios a todos los reponedores que estén o hayan cometido un error, por muy insignificante que sea.

Aldo no. No es uno de ellos. Él trabaja bien. No así sus colegas Miguel y el Juan Burro, le dicen así. No recuerdo tampoco su nombre por lo que no podría ponerlo ni aunque quisiera.

Aldo siempre cumplió con sus deberes y si podía ayudaba a los demás. Tal como una vez en que un conocido colega estuvo a punto de ser despedido. Debido a que fue sorprendido en la bodega del supermercado, en la parte de los pañales, penetrando en cuatro a una hermosa cajera. La cosa se puso fea cuando los jefes a cargo del local comenzaron a llamarla por parlantes. Cuando fueron descubiertos, Aldo le echó toda la culpa a la desvergonzada mujer, su argumento fue que ella también trató de seducirlo a él. Cuento corto: la cosa funcionó y su amigo se salvó por un pelito...púbico.

Por cosas así, Aldo era querido por todos. Por eso también tenía a la tremenda mujer esperándolo en casa. Ella no trabajaba ya que Aldo se lo prohibía. En el sur son muy chapados a la antigua. Lorena poseía un cuerpo envidiable. Bajita, mujer promedio y de pelo oscuro poseía un trasero impresionante. De delantera no tenía nada pero que importaba si lo que interesa es donde uno mete el asunto. Eso hacía que la mitad del poblado que la veía pasar se daba vuelta a mirarla. Y digo la mitad porque la otra eran mujeres.

Aldo confiaba plenamente en ella...gordo error.

Lorena despedía a su marido todas las mañanas con un húmedo y cálido beso. Una mañana fue diferente a las demás. No por el beso sino que por sucesos que cambiaron para siempre la historia de éstos enamorados.

Aldo salió esa mañana apurado y olvidó su carnet. Las cosas de la vida, porque si no lo hubiese olvidado no habría nada interesante con que llenar estas páginas. Aldo iba en la micro cuando se dio cuenta y regresó a buscarlo. Sentía una sensación extraña, no podía explicar que. Tenía la leve impresión de que algo no andaba bien. Un mal presentimiento. Media hora después, Aldo entraba en su casa y cuando abrió la puerta de su pieza, divisó a tres extraños que, de forma violenta, penetraban a su mujer.

Lorena gemía y transpiraba de placer. Eso era lo peor de todo. Era todo realizado por consentimiento de ella. Mientras uno le introducía el miembro por delante, el otro se lo hacía por detrás. El tercer sujeto tenía su verga en la boca de Lorena. Por eso cuando esta vio a Aldo entrar emitió un sonido como quien tratara de gritar con una longaniza en la boca. Aldo no pudo con la situación y salió corriendo por la calle llorando a mares.

Debieron pasar unas buenas horas cuando regresó a casa. Lorena lo esperaba sentada en el living. Aldo quería golpearla pero se contuvo.

- Y bien?! Explícame qué pasó aquí?- Preguntó fríamente Aldo.

- Lo voy a decir una sola vez y espero que lo creas- dijo serenamente Lorena. Luego continuó hablando en el mismo tono:

" Esto que sucedió hoy, fue una promesa que me hice con ellos, mis viejos amigos, en la adolescencia. Yo no te conocía aún Aldo, pero las promesas son promesas y hay que cumplirlas. Lamentablemente prometimos hacer esto cuando tuviera 27 y, bueno tuviste la mala suerte de que estaba casada contigo Aldo".

Estas palabras, sonaron como un terrible eco en la cabeza de Aldo. No sabía que pensar y de hecho nunca lo hizo al parecer. Ya que este gran trabajador perdonó y siguió con la musa llamada Lorena.

***

Aldo se sentía solo. No podía correr a contarle a sus amigos. Imagínense que vergüenza! Qué humillación! Entonces se decidió por el papá de su blanca paloma. Don Sergio. Su suegro. Éste era un viejo flaite que vivía de su pensión y de las copuchas que oía en su propio hogar. El viejo paraba la oreja y escuchaba de todo, mientras se limpiaba los dientes con un palillo.

Cuando Aldo le contó lo sucedido, Sergio permaneció impávido y lo observaba con cara de total despreocupación, casi desinteresadamente, como si estuvieran hablando de personas que no tuvieran nada que ver con él.

- Finge - dijo el viejo.

Ante estas palabras, Aldo no creyó haber escuchado bien.

- Cómo? No entiendo- preguntó un poco desconcertado.

- Finge!! - exclamó el suegro.

Con cara de viejo sabio pero más de zorro diría yo confirmó su respuesta:

- Finge que no te han cagado, finge. Haz como si no hubiera pasado nada.

- Pero eso es imposible- Aldo estaba pálido.

- Chii!! Cómo creí tú que he llevado en paz mi relación con mi señora? Tú crees que nunca me ha cagado? Y ves que nos llevamos super bien.

Aldo se marchó decepcionado, el viejo al parecer no quiso involucrarse en problemas maritales o si lo que dijo era verdad, entonces Aldo tenía completamente otra definición de matrimonio perfecto. O era que la vida en sí es demasiado complicada?

Aldo pensó que su decisión de perdonarla fue errónea. Ya que a la semana siguiente, Lorena desapareció 4 días. Y cuando regresó, llegó con el pelo mojado y argumentando que se había quedado en la casa de un amigo.

Aldo era del tipo de persona que podía pasar por encima hasta un niño de 5 años. Comprobado estaba, con todo esto. Si hasta se encontraba, de vez en cuando, condones en las tuberías de su baño. Se percató cuando, mientras se duchaba, se le tapó la tina.

Una vez puso una grabadora debajo de la cama para escuchar si su mujer lo seguía engañando. Las grabaciones que encontró hacen añorar la voz de Reagan en El Exorcista. Sólo me limito a contarles que la obra: Teatro en su propia cama, tenía nuevamente dos hombres y su actriz principal: la fogosa Lorena!!

Después de un tiempo, varios vecinos fueron a convencer a Aldo que la dejara. Le explicaban que cada vez que se iba del trabajo había una camioneta roja que llegaba y se bajaban dos sujetos y permanecían toda la mañana ahí.

Pero Aldo no hizo nada amigos míos. Es que no tenía a nadie. A nadie. Más encima se había comprado un nuevo celular, último modelo, y cuando lo llevó a casa de su suegro, este le dijo:

- Celular nuevo? Cagaste!!- y se lo quitó de las manos y nunca más se lo devolvió. Bueno si llaman a Aldo ahora lo más probable es que conteste Don Sergio.

Termino diciéndoles que Aldo sigue con Lorena, ahora duerme en el sillón. Ya que el nuevo novio de Lorena duerme junto a ella en la cama matrimonial. A Aldo no le cae mal, de hecho se llevan bien. Sólo que le molesta un poco cuando a veces llega del trabajo y los descubre teniendo sexo. O cuando tiene que prepararles el desayuno.

Bueno, pero que más da. Él la ama y punto. Final? No sé. Puede que haya mucho material aquí para terminar con un personaje como Aldo. Que su única preocupación en la vida era terminar siendo el esclavo de alguien. Para salir de la angustia, le preguntó a Lorena sollozando y ella le respondió con una sonrisa amable:

- Ya lo eres querido, ya lo eres...

                         

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