"Estaremos allí en unos veinte minutos. Necesitas despertarte y arreglarte, querida, tu cabello es un desastre total", respondió su madre con una sonrisa mientras la miraba. Amelia Murdoch era una mujer deslumbrante. Tenía rasgos faciales angulosos y un cabello largo y rubio que le llegaba hasta la mitad de la espalda, el cual hacía juego con su tez pálida. A sus treinta y cinco años de edad, tenía el cuerpo de una joven de veinticinco, de hecho no parecía ser mayor que eso.
"Llegaremos en media hora más o menos".
Estaban regresando de unas vacaciones muy necesarias. Scott Murdoch, el Beta recién ascendido de la manada Luna Plateada, era una figura imponente incluso sentado detrás del volante.
Sus casi dos metros de altura apenas cabían el asiento del conductor, pesaba ciento nueve kilos de puros músculos y huesos sólidos, y mantenía su cabello en un corte bastante bajo, casi al estilo militar.
"Sí, papá, ya está. Vamos a asistir a la coronación del nuevo Alfa", dijo ella.
La verdad era que no quería volver tan pronto, pero la ceremonia era extremadamente importante para las manadas.
El Alfa Sullivan había muerto de manera repentina, dejando a Chris, de dieciocho años de edad, como heredero. Rosalie se sonrojó al pensar en este último porque era lindo, de hecho todas las chicas de la manada estaban enamoradas de él. Ahora ella no podía evitar preguntarse quién sería su pareja. Debido a su edad, a ella le tomaría tres años más encontrar a la suya.
Era un protocolo para los hijos e hijas solteros de Alfas y Betas ser llevados a todas las ceremonias, pues eran muy pocos y los apareamientos eran muy importantes para su supervivencia.
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Con los ojos fijos en su "presa", Rosalie se agachó para enseguida dar un salto y abalanzársele con los dedos abiertos. Su mejor amiga, Melissa, gritó anonadada a medida rodaban por la pendiente y caían en un charco de barro. Entre risas, se salpicaron de barro la una a la otra como si fuera un día cualquiera en la finca. No obstante, faltaban pocas horas para la ceremonia, pero como estaban algo aburridas, habían decidido jugar un rato.
"¡Oh, no...! Mamá me va a matar", soltó Rosalie al ver su vestido arruinado.
"No te preocupes, vamos a mi casa y te presto uno de mis vestidos", ofreció Melissa.
Ninguna de las dos se dio cuenta de que un par de ojos las habían estado observando desde la distancia.
"¿Quiénes son, Jasper?", preguntó Chris Reynolds con curiosidad mientras que su mirada seguía a las chicas fangosas y risueñas que se alejaban, "Son muy divertidas".
Jasper les dio una mirada escrutadora a las chicas.
"¿Ellas? Rosalie y Melissa. Son Omegas y unas chicas muy traviesas. Siempre están tramando algo", respondió, sacudiendo la cabeza con desaprobación.
"De hecho rompieron la fuente del jardín delantero mientras estaban, adivina qué... jugando al escondite. ¡Esas chicas son una amenaza!", agregó.
Al escuchar eso, Chris resopló. "Ay, por favor. ¡Parecen inofensivas!".
"Sí, tal vez, pero sí que son traviesas", dijo Jasper con una amplia sonrisa para de inmediato agregar: "Debes concentrarte en tu coronación hoy. Te pareces mucho a tu padre, ¿sabes? Todavía recuerdo cuando él se estaba preparando para la suya". La voz de Jasper estaba llena de aprecio.
"Él estaría muy orgulloso de ti, Chris".
El adulado suspiró. "Espero poder liderar la manada como él. Le extraño...".
"Todos lo hacemos", replicó Jasper con un asentimiento.
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Amelia empujó a su hija al baño.
"¿Qué voy a hacer contigo, Rosie?", cuestionó mientras le quitaba el vestido rasgado y embarrado y abría el grifo de la bañera.
La mujer estaba visitando a los Carter cuando la desaliñada Melissa Carter regresó a casa con la igualmente desastrosa Rosalie, y como era de esperarse, se puso furiosa y arrastró a su hija fuera de allí ipso facto.
"¡Báñate y arréglate! Es el día de la coronación, ¿y te pusiste a corretear en el barro con el vestido? ¡Por Dios! Date prisa o llegaremos tarde a la ceremonia", exclamó la mujer al tiempo que tiraba la prenda a la basura.
La chica hizo un puchero no bien su madre salió del baño y cerró la puerta, pues eso solo podía significar que no estaría libre hasta que estuviera limpia y lista. Y allí se quedó mirando el agua tibia de la bañera.
"¿Quién quiere asistir a esa aburrida ceremonia de todos modos?", murmuró refunfuñando, pero para olvidar el enojo de su madre, pronto estuvo chapoteando feliz en la bañera.
"¡No pierdas el tiempo jugando, Rosalie Murdoch!", gritó Amelia.
Al escucharla, la chica hizo otro puchero.
"Tu papá acaba de ser ascendido, ¡pero tú no sabes lo que es comportarte! ¿Qué pensaría el Alfa Chris de nuestra familia?", refunfuñó la mujer.
Por mucho que Rosalie odiara que su madre la regañara, tenía razón. ¿Qué pensaría Chris? 'Espero que no me haya visto jugando en el barro', se dijo.
Acto seguido, se puso un poco de champú en el cabello y comenzó a frotarlo. 'Esto apesta', pensó a medida que se enjabonaba el cuerpo con un producto de fragancia dulce. 'Debería lucir presentable para Chris'.
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Rosalie observó cómo su madre le daba los toques finales a su maquillaje.
"Mamá, no soy una muñeca Barbie", se quejó al tiempo que se retorcía y pasaba sus manos por la tela sedosa de su vestido de color rosa.
"No digas tonterías", respondió Amelia mientras aplicaba brillo labial en sus labios carnosos. Tras observar su reflejo en el espejo por un momento, se sintió satisfecha con el resultado y se volteó para mirar a su hija. "Te ves muy hermosa esta noche, Rosie".
Al escuchar eso, la chica volteó los ojos.
"Voy a salir a tomar un poco de aire fresco", dijo, y sin esperar siquiera a que su madre le respondiera, se retiró.
Al avanzar con sus tacones altos por el pasillo, varios miembros de la manada pasaron junto a ella. Sonrientes, iban hablando sobre la coronación de esa noche, y la verdad era que lucían hermosas y guapos con sus trajes de pingüino y vestidos largos y ceñidos de varios colores.
Tras acelerar el paso, Rosalie bajó corriendo la gran escalera de mármol, emitiendo un fuerte taconeo. Ante eso, se estremeció de vergüenza, pero lo ignoró cuando la abrumadora sensación de ser observada comenzó a ponerla ansiosa.
Ella sabía que no era tan hermosa como esas lobas mayores con curvas ideales y senos grandes. De pronto se preguntó si alguna vez llegaría a tener una belleza tan perfecta como esa.
Habiendo atravesado la puerta principal, bajó apresurada aunque con cautela los cortos escalones, y aunque los tacones la molestaban, siguió caminando hacia ese lugar donde se sentía muy tranquila. Fue directamente al bosque.
Este estaba oscuro y los últimos restos de luz solar no podían atravesar la espesa vegetación, de modo que no la iluminaban nada. Sin embargo, Rosalie podía ver bien tanto de día como de noche sin ningún problema. Un humano normal se habría movido como un ratón ciego con el peligro de ser atrapado por un búho hambriento, pero los sentidos de los hombres lobo mejorados hacían que caminar en la oscuridad fuera fácil para ella. Entonces se echó a correr, sintiendo el viento en su rostro, pero una raíz de árbol salida la hizo perder el equilibrio y cayó al suelo, aterrizando sobre su rostro.
Con un quejido, permaneció inmóvil en el suelo por un momento antes de enderezarse y quitarse la suciedad de su costoso vestido. En ese instante miró con horror que el ruedo se había rasgado.
'Mamá me va a matar', se dijo ansiosa mientras lo examinaba, y suspiró. 'Por eso prefiero correr en mi forma de lobo que disfrazarme como una niña pretenciosa', pensó con vehemencia antes de sentarse en un árbol caído.
Al respirar profundo, se sintió bien puesto que el aire allí estaba muy fresco.