Capítulo 3 Pollito.

Sigo varias páginas en Pinterest que se basan únicamente en hombres apuestos. La mayoría parecen pulidos por los mismos ángeles.

Definitivamente el hombre que tengo en frente es uno de ellos, la única diferencia es que a este no lo pudo haber creado nadie más que el mismísimo Lucifer. Tiene el rostro de la tentación, con los labios gruesos, rosados y apetecibles, una mandíbula poblada por vellos cortados de la forma más sexy que se pudo ocurrir a alguien, su nariz es tan perfecta que me da vergüenza la mía, y por último (madre mía) sus ojos: gris tormenta. Unos ojos que solo prometen pecar y hacerte conocer el paraíso prometido.

Cabello castaño, hombros fuertes y un abdomen escondido en la tela que solo llama a una cosa, arrancársela y lamer lo que hay debajo.

Su mano cubre la mía, y, sin mentir, hace parecer que mi mano es la de una niña.

-Tu madre me habló mucho de ti.

Habla con una sonrisa en los labios, las perlas de su boca me deslumbran por un momento.

-¿Eh? -respondo como la tonta que soy. En mi defensa sigo medio borracha.

Ensancha la sonrisa como si estuviera hablando con un estúpida. Esa acción me encoleriza y me aparto con brusquedad.

-¿Eres Kiera, verdad?

-Eso no le...

-Cariño, él es tu nuevo jefe -se mete mamá antes de que deje salir uno de mis comentarios mordaces

Enarco una ceja, sorprendida.

-Estaba buscado una asistente y tu madre me comentó que estás disponible -dice el doctorcito-. Creo que es una buena oportunidad para ambos.

Me estarán jodiendo.

-Claro -respondo-, no sabía que mi madre ya estaba cansada de que fuera una mantenida. Pero era de esperarse, nadie soporta a una alcohólica depresiva por mucho tiempo.

Mamá aprieta los labios en una tensa línea y me come con los ojos hechos llamas. En cuanto al doctor... él solo me mira como si fuera una loca que escapó de un manicomio.

-Supongo que empezamos el lunes, y también supongo que mamá sabe mi horario -continuo-, ya me lo dirá después -chasqueo la lengua y hago una pistolita con mis dedos-. Os dejo, tengo una resaca con la que lidiar mientras me deslizo en la miseria.

Me doy la media vuelta y camino piso arriba, por el rabillo del ojo logro ver a mamá ocultándose el rostro con la mano a la vez que bufa.

-Lo siento tanto -es lo último que escucho antes de cerrar la puerta de mi habitación.

Me aviento a la cama y me tapo con el cubrecama. Me enerva que hagan cosas a mis espaldas y más si no cuentan con el hecho de que tengo criterio propio y por ende puedo tomar mis propias decisiones.

No tengo quince años para que siga haciendo eso, se supone que soy una adulta de veintitrés años.

Cancerbero salta a la cama y se acuesta sobre mi espalda aplastándome con su cuerpo. Quien viera a mi Mastín Italiano no pensaría que pesa más de 45 kilos, pues estarían en un rotundo error, está cosita negra tiene 50 kilos de puro amor para mí y puro odio quien no sea yo.

-Aparta -me quejo. Como si quisiera irritarme se incorpora y camina sobre la cama pasando sobre mí una y otra vez. Sé que quiere mimos, o tal vez su ración matutina, pero siento que me están martillando el cráneo que no me siento capaz de mover un músculo-. Basta, Can.

Suelta lloriqueos de manipulación que terminan por convencerme. Aparto la manta y miro con los brazos cruzados sobre mi pecho. Me mira con sus ojitos embaucadores y termino por ceder.

-¿Cómo está la bolita preciosa de mami?

Durante una sesión de besos y arrumacos la puerta se abre de par en par y entra Julieta con los brazos en jarra echando humo por las orejas.

-¿Qué mierda fue eso?

-¿Él qué?

-No te hagas, jovencita. ¿Tanto te costaba contestar como alguien educado?

Suelto un bufido y hago a un lado a Cancerbero.

-Aparte de que no vienes a dormir y no le respondes una, solo una, llamada, te presentas con estás pintas de callejera apestando a wiski haciéndome quedar como una payasa.

-Te avise que no vendría a dormir -me excuso.

-Esta casa no es un hostal para que vengas o no vengas cuando quieras, ya no pienso soportar esta actitud de mierda.

-No sabía que estábamos cortos de dinero, es medio difícil viendo nuestra casa y el salario de papá, y si querías que trabaje y deje de dar lata me hubieras avisado antes, no era necesario que tomes decisiones por mí.

-Alguien tenía que hacerlo, te la pasas en esta casa arrastrándote por los rincones esperando que todo el mundo te ignore mientras te pudres lentamente. -Endurezco la mandíbula-. Abandonaste la carrera, renunciaste a tu trabajo, te alejaste de todos y te pasas de fiesta en fiesta, ya ni siquiera vas a terapia.

-Es mi vida ¿no? Lo lógico es que haga de ella lo que quiera.

-Estás muy equivocada. No me pase dos décadas cuidándote y luchando porque seas alguien en esta vida como para dejar que te destruyas mientras me quedo de brazos cruzados.

-Tú no entiendes, nadie lo hace, no perdiste a papá...

-Ya va hacer un año, todo siguieron con sus vidas, es hora de que lo hagas también.

Bajo la mirada al suelo, Cancerbero me lame la mano como si quisiera darme aliento.

-Tienes que entender, Kiera, que lo que ustedes hacían iba a terminar en algo como esto tarde o temprano.

Levanto la mirada de golpe. La miro dolida.

-¿Y crees que eso hace que duela menos? -Inquiero- ¿Crees que está ira y este dolor se opaca porque había la posibilidad de que esto ocurra? No sabes una mierda -escupo-, no sabes lo que es estar en mi piel, el haber perdido lo que más amaba, el no escuchar su voz nunca más, el tener que seguir sin él. Ni tú ni nadie sabe. Sí, jugábamos con la adrenalina, sí, nos poníamos en peligro, pero eso no hace que la herida sea más pequeña. Ese que está en una tumba me enseñó que mi cuadrada vida era una mierda y me enseñó lo que era vivir.

-En esa vida cuadrada de la que tanto te quejas no corrías el riesgo de morir -replica-. Bruce siempre fue una mala influencia y para lo único que te sirvió fue para que tengas un ejemplo de lo que ocurre al hacer esas porquerías.

-Nunca entendí por qué no te agradaba, ¿era por los tatuajes? ¿Por los piercings? ¿Por qué?

-Porque te convirtió en alguien que no eras, desde que lo conociste te volviste rebelde, sarcástica y una horrible versión de lo que eras antes.

-Dices que yo estoy equivocada, eso es porque no te escuchas a ti misma. Antes solo era una marioneta, con él era el titiritero.

Da dos paso y se sienta en mi cama. Posa una mano en mi rodilla.

-Mi nena, ya ha pasado tiempo. Tienes que superarlo.

-Déjame sola, mamá. Ya me conseguiste el trabajo, luego me pasas el horario y el código de vestimenta.

Asiente resignada.

-Lo hago por tu bien, no hay nadie que te ame más que yo, ponte en mi lugar.

Me deja sola, Cancerbero la sigue moviendo la cola ajeno de lo que pasa. Coloco seguro a puerta y cierro las cortinas quedándome a oscuras, no quiero luz y no quiero ver el roble. Voy a mi vestidor y abro la última puerta del armario, cierro los ojos con fuerza, esto me hace mal, lo sé, pero también es lo único que me queda.

La ira me embarga y lo lanzó todo al suelo, la ropa vuela, los frascos de caen a la alfombra junto a su última cajetilla de cigarrillos. Mi vista se nubla, el vidrio de la puerta se rompe y termino en el suelo gritando y llorando con el corazón al rojo vivo.

¿Cómo se siente el dolor del luto? Quema. Es la simple respuesta. Algo en el fondo de tu pecho se comprime y arde más que un dolor físico.

En la etapa de la negación es un pequeño pinchazo, en la ira eso pasa hacer el dolor de un apuñalamiento, en la negociación buscas arrancarte el cuchillo. Yo he tratado de quitarme cuchillo y he fallado en cada intento. Sin embargo, no me rindo, por eso me saco la sudadera y los jeans, tomo la remera gris y me la coloco.

Su olor se está evaporando más rápido de lo que quiero. Ya no me impacta como antes, ya no encuentro en ella lo que quiero. No encuentro a Bruce.

Y me quema.

Que no está, que no va estar más. Que la última vez que lo vi estaba duro y amarillo, no estaba en mi cama, estaba en un féretro.

Cuando nos separamos por última vez él no se fue a su casa, lo metieron en un hoyo en la tierra y le lanzaron arena encima.

-¡¿Por qué?! -Le grito a la nada, y una vez más no recibo respuesta- ¿Por qué no me llevaste contigo? Me mentiste, hijo de puta. Me prometiste que tú y yo hasta el infinito, ¿Qué tanto te costaba cumplir eso? ¿Eh? ¿Qué mierda te costaba?

Me acuesto sobre la ropa se me dejaba cada que se quedaba a dormir.

-Ten, para que no me extrañes. Te amo, pollito.

-No me sirve de nada porque igual te extraño. Me enseñaste a amarte, pero se te olvidó enseñarme que se hacía luego de que te fueras. -La respiración empieza a fallarme y mi pulso se dispara.- Te dije que eras un asco como maestro.

Cinco minutos y ya no puedo respirar con facilidad, tiemblo de pies a cabeza.

Sé que debí tomar mis pastillas, también sé que con esto solo logro empeorar mi situación. Pero si tomo las pastillas no lo veo, si tomo las pastillas el no se arrodilla frente a mí y no me sonríe.

No me tomé las pastillas y por eso está sentado frente a mí y me mira con reproche.

-No deberías seguir haciendo esto. No es lo que quería para ti, pollito.

-Entonces dime qué hacer. Te juro que lo intenté, los primeros tiempos lo hice, la doctora Dahiana dijo que estaba progresando, pero eso significa dejarte ir y yo eso no puedo hacer.

-Pero, pollito, tienes que hacerlo. Tienes que vivir.

-Pero no puedo, y-yo no quiero. Dime qué solo es una pesadilla, por favor -musito tratando de tocar su rostro, cuando mis dedos tocan sus mejillas se desvanece dejándome una vez más.

Recorro por el oscuro callejón, el agua de la tormenta se me desliza por todos lados. Los pasos no dejan de seguirme, sabía que no debía quedarme más tiempo en la biblioteca pero el ensayo es para la próxima semana y si no logro un sobresaliente no me admitirán en la universidad y no podré estudiar astronomía. He deseado estudiar a las estrellas desde que tengo uso de razón y ahora que tengo la oportunidad no la quiero dejar ir. Por eso decidí quedarme una hora más.

Maldigo entre dientes, fue la peor decisión, y más porque no cargué la pila del móvil y ahora lo tengo apagado, no puedo comunicarme con nadie y los hombres que me siguen están cada vez más cerca. Doblo en siguiente esquina e intento cubrir mis ojos de la insipiente lluvia.

Al momento que un rayo pinta el cielo, me toman del brazo y me vuelven a jalar a lo más oscuro del callejón, el trueno impide que mi grito de auxilio se escuche. Mis lágrimas se mezclan con el agua cuando me lanzan a la pared murmurando palabras asquerosas, forcejeo, mas eso no hace que me suelten, en cambio siento sus manos tocándome e intentando quitarme la ropa.

-¡Ayu... -Una bofetada me lanza al suelo.

-Cállate, zorra. Nos vamos a divertir contigo.

-Esta está más rica que la anterior -dice el otro

No logro ver sus rostros ya que traen puestos un especie de paño que los cubre. El mundo me da vueltas, me golpeé muy fuerte la cabeza al caer.

El más robusto me rompe la playera y se sube sobre mí aplastándome con su peso.

-¡No! -Lucho por sacármelo de encima, pero no puedo- ¡Ayuda!

-Te mataré después de esto -espeta el otro antes de impactar su puño en medio de mi cara, el sabor metálico de la sangre me inunda la boca, trato de escupirla pero termino tragándola y ahogándome con ella.

Siento la boca de uno de ellos en mi cuello, no sé de cuál, no puedo hacer nada más, uno me aprisiona los brazos y me tapa la boca obligándome a mantener la cabeza en el suelo mirando hacia un aprisiona.

No puedo creer que seré una más en la lista de feminicidios. Nunca quise acabar como ellas, pero qué se puede hacer, en dónde menos lo esperas hay animales como estos y las autoridades nunca hacen nada para impedirlo.

Mis brazos se debilitan y ya no puedo luchar por mi vida. Se acabó.

-Te voy a romper...

Unos zapatos aparecen en mi campo visual y se acercan a toda prisa hacia nosotros. No capto lo que ocurre después estoy demasiado golpeada, al parecer me han roto la cabeza y eso está haciendo que pierda la conciencia.

Un momento después el peso que me robaba el aire desaparece y chapoteo de pasos alejándose es lo último que se escucha.

-Hey, ¿estás bien?

Trato de enfocar mis ojos en la persona que me sostiene. Unos ojos celestes me devuelven la mirada y quedó hipnotizada en el momento, las gotas que se deslizan por su media melena castaña, o tal vez rubia no lo sé porque está mojada, gotean sobre mi rostro manteniéndome despierta.

-Pollito, ¿estás bien? -repite.

-Estaban por matarme, obvio que no estoy bien -arruga las cejas por el tono mordaz-, y no parezco un pollo.

-Yo creo sí, tiemblas igual que uno. Estás mojada y asustada como un pollito.

-Pues tú te pareces a la pintura 'El grito' y nadie dice nada.

-Esperaba un gracias después de actuar como tu príncipe de brillante armadura.

Abro la boca para replicar pero un quejido es lo único que se me sale. Todo se pone borroso y de repente tengo unas ganas tremendas de dormir.

-No cierres lo ojos -me da golpecitos en el rostro pero yo estoy más allá que acá-. Mírame -pide, intento mantener la vista en sus ojos pero no puedo-, llamaré a la ambulancia pero tienes que mantenerte despierta.

-Tus ojos son muy bonitos, príncipe de brillante armadura -susurro.

-Eres muy extraña.

-No me dejes -suplico al sentirlo dejarme en el suelo.

-No lo haré, pollito.

Pero sí me dejaste, moriste y ahora estoy de vuelta en el piso, casi inconsciente, y no estás para sostenerme.

            
            

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