En un pueblo, ubicado a una larga distancia de una ciudad, que nadie en absoluto, sabe dónde está. Se encuentra un hombre muy joven, el cual fue expulsado de su comunidad. Muy pocos saben el porqué, y el cuándo, pero tomó su castigo, como una gran oportunidad.
Nadie estaba obligado a acompañarlo, ni tampoco a dejarlo solo a merced de la oscuridad. Simplemente partió, y de él no se supo nunca más. Sin embargo, existe una leyenda, en la que se cuenta la historia de un jugador de ajedrez, y que su mayor apuesta, fue su más preciado interés.
Aquel pueblo llamado Karol, portaba el más grande temor. Todos los jugadores que envestían a la muerte, apostaban sus vidas por el poder, pero si perdían, se convertirían en aquel ente. Nadie era capaz de desafiar, ni tampoco deseaban unirse a un ser.
Aun así, el valeroso joven, ya no tenía nada que perder. De manera que apostó su vida, para poder perecer. Su alma llena de ira, quería unificarse al castigador. Pero este no deseaba más que descansar, y finalmente ser reemplazado de una vez.
La leyenda dice, que la muerte sintió pena, por la desolada alma que veía a su alrededor. Ambos estaban ya cansados, de efectuar tantas partidas, y que de estas no consiguieran un ganador.
El joven deseaba fallecer, y la muerte reposar. Lo que la comunidad futura, al encontrar a estos dos, en juego durante una eternidad, recomendaron hacer aquello que querían, sin necesidad de continuar con el juego.
Por lo que el pueblo de Karol, al dia de hoy, no hay muerte, solo hay descanso eterno, y el que quiera perecer, es libre de hacerlo. Esto es debido a que la muerte, decidió descansar, sin heredar el poder.
Aquí todos siguen en juego, hasta encontrar nuevamente, un rival que desafíe a la muerte.