Tuya Hasta El Infierno
img img Tuya Hasta El Infierno img Capítulo 1 Prólogo
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Capítulo 6 Uno menos img
Capítulo 7 Atrapada img
Capítulo 8 Huyendo img
Capítulo 9 Busqueda img
Capítulo 10 Nacimiento - Parte 1 img
Capítulo 11 Nacimiento - Parte 2 img
Capítulo 12 Rescate img
Capítulo 13 ¿A salvó img
Capítulo 14 Promesa img
Capítulo 15 Mensaje de miedo img
Capítulo 16 Fue un error img
Capítulo 17 Engaño img
Capítulo 18 Infiel img
Capítulo 19 Familia img
Capítulo 20 Ruso img
Capítulo 21 ¿Alcohol para olvidar img
Capítulo 22 Mensajes img
Capítulo 23 Amenaza img
Capítulo 24 Fiesta img
Capítulo 25 Celoso img
Capítulo 26 Desobedecer img
Capítulo 27 A salvo img
Capítulo 28 Trabajo pendiente img
Capítulo 29 Tuya img
Capítulo 30 Sentimientos - Parte 1 img
Capítulo 31 Sentimientos - Parte 2 img
Capítulo 32 Orfanato img
Capítulo 33 Protegidos img
Capítulo 34 Mis pequeños - Parte 1 img
Capítulo 35 Mis pequeños - Parte 2 img
Capítulo 36 ¿Completa img
Capítulo 37 Secreto, pasado y partida - Parte 1 img
Capítulo 38 Secreto, pasado y partida - Parte 2 img
Capítulo 39 Solteria img
Capítulo 40 Broma - Parte 1 img
Capítulo 41 Broma - Parte 2 img
Capítulo 42 Primer añito - Parte 1 img
Capítulo 43 Primer añito - Parte 2 img
Capítulo 44 Epilogo img
Capítulo 45 Extra 1 img
Capítulo 46 Extra 2 img
Capítulo 47 Extra 3 img
Capítulo 48 Extra 4 img
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Tuya Hasta El Infierno

Anet Montoya
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Capítulo 1 Prólogo

Un tiempo después...

Mire mi imagen en el espejo fijamente. Mi barriga estaba cada vez más grande y esto ahora solo me recordaba una cosa, lo que estaba por suceder después de sus nacimientos. En vez de disfrutar esta etapa y estar feliz por sus llegadas, la emoción que me dominaba en este momento era la del pánico.

―En cuanto nazcan esos bastardos se desharán de ellos ―anuncio una voz potente y perversa que ya conocía, que me hizo vibrar de pies a cabeza.

Podía percibir unos pasos que se acercaban hasta la puerta de la alcoba donde me encontraba encerrada.

― ¿Pero qué haremos con ellos? ―pregunto otra voz que me erizaba los bellos de la piel.

―Lo que les venga en gana. Pueden echarlos en el rio, regalarlos en algún puto burdel, tirarlos o matarlos, yo que mierda sé. La idea es que se deshagan de ellos. Para que solo seamos ella y yo, sin ningún estorbo de por medio.

Retrocedí atemorizada muerta de miedo y colisioné en el borde de la cama, me deje caer lentamente para sentarme mientras llevo mis manos a la boca para cubrirla y evitar que se me escape un sollozo.

― ¿Y te has puesto a pensar que si se entera te odiara? ―interroga el mismo hombre.

Un pequeño silencio invade el lugar, para después continuar con su plan macabro.

―Le estaré haciendo un favor. Y si eso pasa, tarde o temprano se tendrá que hacer a la idea de que no fue hecha para ser la madre de esos engendros del demonio ―mascullo encrespado.

¡Por Dios! Querían arrebatarme a mis hijos, alejarlos de mí. No, eso no se los podía permitir, dejaría que me hicieran daño a mí, pero a ellos jamás. Tenía que hacer algo ¿pero cómo qué? Me tenían encerrara en esta habitación en lo alto de esta mansión donde muy apenas había percibido la luz del día y de la noche. Y no había forma de salir de este oscuro infierno.

Escuchar a ese monstruo decir que les hará daño a mis hijos, eso me perturbaba demasiado, tanto que no podía llevar un embarazo normal. Bruno Mancini es el demonio más cruel que había conocido, no había nada ni nadie que nos protegiera de él, tal vez ni el mismo Diablo lograría hacerlo. Mi querido Dante.

¿Dónde estás mi amor? Constantemente me preguntaba todas la noches donde se encontraba Dante, ¿Por qué aun no venía a rescatarnos? ¿Sera que se dio por vencido? No, él nunca haría eso. Él no conocía la derrota y mucho menos nos abandonaría.

No tenía ni idea de si algún día nos rescataría y nos sacaría de este infierno. Tengo miedo de que eso jamás pase y me quede por siempre aquí y sin saber el futuro de mis hijos.

Deslice lentamente mis manos por mi abultado vientre para acariciarlo y susurre ―Estarán bien, nadie les hará daño porque mamá siempre los protegerá ―con lágrimas en mis ojos les prometí a mis pequeños algo que ni yo misma estaba segura de conseguir. Pero lo que si podía asegurar, era que nunca dejaría de luchar por ellos, que los protegería hasta con mi propia vida si era necesario.

            
            

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