Desde que tuvo edad para trabajar su madre se vio obligada a enviarla con su tío a Asheville (Estados unidos) casi a dos días de distancia de su casa en Telluride colorado. La razón por la que su mamá la envió con el hermano de su padre era porque recientemente el papá de Valentina había fallecido cuando ocurrió un derrumbe de nieve en el pueblo dejándolo tapado por la misma. Desamparando a su esposa con una niña a la que mantener y otro en su vientre.
Para la madre no fue fácil mantener a la familia cuando su esposo le había dejado algunas deudas, así que su cuñado amablemente le ofreció trabajo a su sobrina en cuanto tuviera una edad prudente ya que la madre no estaba en condiciones de trabajar. Ademas, el hombre tampoco estaba dispuesto a mantener a la familia completa en su hogar ya que él también tenía la suya propia. Por ese motivo Valentina fue la que tuvo que irse a trabajar muy duro para sacar adelante a su madre.
Pero de eso hace algunos años, y la chica pensó que ya era momento de regresar con su madre. Por fortuna había encontrado un empleo y también a su hija, así que sin pensárselo mucho la jovencita renuncio en el trabajo de su tío y allí estaba empacando sus pertenencias para tomar el primer autobús en el que regresaría a su hogar. Valentina sonreía cada dos por tres, tenía muchos años que no veía a su mamá, y tampoco a su hermano pensó que ya sería un niño grandecito.
-Veo que estas contenta. La joven se sobresalta al escuchar la voz del amigo de su primo, ese hombre la seguía a todos lados.
-¡Así es! Contesta sin darse la vuelta.
-Tu primo me ha contado que te vas hoy a Telluride, ¿es cierto? O solo estaba blasfemando.
-Es cierto, me marcho en una hora.
-¡Que lastima! Y yo que pensaba invitarte a salir, ¿Por qué no te quedas?
-Porque quiero estar con mi familia.
-Esta también es tu familia.
-No lo entenderías. Contesta cerrando cierre de la maleta.
La chica se da la vuelta divisando aquel hombre parado en la puerta de su diminuta habitación, dado que su tío tenía una familia numerosa no le quedó más remedio que acondicionar una habitación que servía como depósito convirtiéndola en su recamara. Ella advirtió una sonrisa en el rostro del sujeto, le molestaba su presencia parecía un acosador.
-¡Ya me voy! Coge su maleta y sale de la recamara.
-¿Puedo visitarte en algún momento?
-Lo siento, la verdad es que no estoy interesada en liarme con ningún hombre. Contesta mortalmente seria.
-En algún momento lo tendrás que hacer.
-¡Lo sé! Pero no estoy interesada. ¡Adiós!
Valentina camino hacia afuera donde la esperaba su tío en el coche, se despidió de todos en la casa y se subió al mismo. Miro su reloj notando que le quedaba poco tiempo, no quería perder el autobús pero como decirle a su tío que apresurara el paso si conducía como tortuga.
-Llegaremos a tiempo. Le dice su tío como leyendo su mente.
-Supongo.
En la estación se despidió de su tío y se subió al autobús llena de felicidad. Intento disimularla ante su familia pero era inevitable. No es que la trataran mal pero ella quería estar con los suyos, demasiados años sin ver a su madre como para querer quedarse en Asheville. Su vida estaba en Telluride, allí encontraría el amor de un buen hombre por esa razón cerro su corazón a todo pretendiente que saliera en Asheville.
El autobús se puso en marcha y con ello su corazón también. Sería un viaje muy cansón, pero valía la pena. Casi estaban en invierno y con ello el pueblo se llenaría de nieve. Y no había otra cosa que amara más en el mundo que la nieve. Mordió sus labios con una sonrisa surcada en sus labios.
-Pronto mami, muy pronto estaremos juntas nuevamente. Ya no volveremos a separarnos, me quedare contigo y con mi hermano y saldremos adelante. Susurra por lo bajo.
Después de un día entero de viaje, Valentina ya estaba agotada. El autobús no era muy cómodo, pero era lo que podía pagar si deseaba llevar dinero extra hasta empezar a trabajar. Luego de una rápida parada, la joven se caló un suéter. El frió comenzaba a sentirse y lo que menos deseaba era resfriarse. Volvió a subir al autobús divisando la montaña a la que se adentrarían, la vía era peligrosa pero imploraba al cielo que el chófer supiera hacer las cosas bien.
Estando muy lejos de la última parada, Valentina miraba por la ventanilla el hermoso paisaje que constaba de enormes pinos tupidos. Se imaginó que debajo de todo aquello seguramente aguardaba un bosque que escondía muchos secretos, unos que nadie debería de descubrir. Suspiro profundamente mientras miraba su reloj quedaban algunas hora todavía para llegar a casa, esa tarde parecía un poco nublada provocándole un poco de sueño. Valentina cerro los ojos por un momento mientras se acomodaba en su asiento.
[...]
Una fuerte explosión despertó a la joven sobresaltada, lo único que escuchaba eran gritos y escándalos a su alrededor. Los pasajeros estaban como locos mientras ella no entendía que estaba pasando. De pronto el autobús comenzó a patinar sobre la vía, Valentina se sujetó del asiento del frente cuando todo comenzó. Entonces como la gravedad su cuerpo comenzó a flotar en el aire y de repente empezó a golpearse contra los asientos causándole serios daños.
Valentina rebotaba como pelota conjuntamente con los demás pasajeros que gritaban con desesperación, ella también gritaba o no... bueno no estaba segura de sí estaba haciéndolo ya que se encontraba en shock por lo que estaba pasando. Cuando fue a darse cuenta el autobús ya no se movía, solo se escuchaba gemidos de dolor a su alrededor incluyéndola. No se podía mover, le dolía todo el cuerpo a horrores se la estaba consumiendo por dentro.
En eso mira por la ventanilla, diviso un par de patas de perro enormes eran de un pelaje gris. Ella amusgo los ojos pensando que podría estar alucinando y a la vez que no y que serían comidos por los lobos. Sintió temor mientras continuaba observando por la ventana rota, y fue cuando miro una gigantesca cabeza de lobo inclinarse por la ventana.
Era tan hermoso, tan majestuoso. Esos ojos verdes esmeraldas eran bellísimos y cautivadores. Su corazón dio un latigazo que no supo cómo explicar, posiblemente se lo debía a todos los golpes que había recibido... era probable que estuviera muriendo y lo último que vería sería un hermoso lobo plateado de ojos verdes que quién sabe terminara por comérsela junto con el resto de los pasajeros. Sin poder evitarlo Valentina fue cerrando los ojos sin saber nada más de su vida.