El alfa encamino sus pasos hasta donde solían hacer las reuniones del pueblo. Todos estaban presentes murmurando los unos con los otros. A oídos de Eren la mayoría de los comentarios no eran buenos estaban preocupados por su bienestar. La imponencia del alfa se hizo presente, el aroma de Eren se hizo notorio ante la muchedumbre que no mas olerlo se dieron la vuelta para verlo acercarse a ellos.
Se hicieron a un lado permitiéndole el paso hasta quedar en el centro de la misma al lado de Deon quien intentaba tranquilizarlos.
-Necesito que guarden silencio. Proclama Eren con voz seria.
-Alfa, alfa... ¿Quién es esa mujer que trajo? Pregunto un lobo desde atrás lo que alboroto a los de adelante.
-Esa mujer es mi luna. Proclama ganándose el silencio de todos.
-¿Cómo es eso posible? Es una humana, ¿cómo el alfa puede tener una mujer humana como esposa?
-No lo sé, pero así es. Y les pido por favor que se tranquilicen.
-Pero alfa, como vamos a estar tranquilos si los cazadores han regresado con muy poca comida. No dará basto para alimentar a todos.
Eren mira de reojo a Deon quien asiente confirmando las palabras del lobo quien hablo. Si en efecto, era un problema muy grande el que tenían entre manos. El que su luna apareciera ya no le parecía tan problemático como el que tenían entre manos. La falta de suministro era un inconveniente, no podía permitir que su gente muriera de hambre.
-No se preocupen, yo solucionare ese problema.
-Alfa nos debe permitir que cada jefe de familia salga a cazar, de ese modo cubriríamos más terreno y cada quien lleva comida a su hogar.
Desde luego que había pensando en eso, pero la verdad es que era muy arriesgado con tantos cazadores afuera. Si enviaba a lobos no tan poderosos podrían perecer solo por querer alimentarse. Comprendía las necesidades que tenían todo pero era un riesgo que no quería tomar.
-No puedo permitirlo, correrían muchos peligros en el campo abierto. Saben que la cantidad de cazadores allí afuera va en aumento.
-Alfa... objetan muchos al unísono.
-Es mi respuesta definitiva. Nadie se arriesgara a salir más allá de nuestros dominios. Y en cuanto a la humana que he traído yo me encargare de que eso no nos traiga problemas. Habla con voz gruesa y severa.
-¿Se quedara en la manada? Preguntaron a lo lejos.
-No puedo estar seguro de ello, pero por favor necesito que se tranquilicen.
Los balbuceos cesaron un poco, los lobos parecían estar más calmados comprendiendo las palabras de su alfa. Al no existir más objeción por parte de su gente Eren decidió retirarse para hablar con los cazadores... los chicos se encontraban en una zona del pueblo que se utilizaba para llevar lo que cazaban, de ese modo mantenían a los osos alejados.
En cuanto los lobos presintieron la llegada de su alfa se dieron la vuelta para verlo llegar, algunos aún se estaban terminando de vestir, otros ocupados preparando la carne que fue cazada.
-¡Alfa! Saluda el que había quedado al mando.
-¿Alguna novedad?
-Hemos visto muchos cazadores humanos rondando por los alrededores. Eran más de lo que pensaba señor. Cada vez vienen más. ¿Por qué cree que eso este pasando?
-Sospecho que están intentando averiguar nuestra posición. Debemos mantenernos alertas, y en cuanto estén más cercas alejarlos lo más que puedan. Quiero que doblen la guardia de ahora en adelante. Ordena a Deon.
-Entendido.
-¿Y la caza?
-A duras penas logramos conseguir animales. Alfa, ya casi no hay comida en estos dominios.
Eren lo sabía, para él no era un secreto que si no buscaba una solución pronto morirían de hambre. Era una gran responsabilidad la que cargaba sobre sus hombros. Cuando llego allí volviéndose el alfa de unos pocos lobos que se mantenían como salvajes sueltos en el bosque, la montaña los proveía de muchos alimentos. Pero a medida que la misma iba creciendo las cosas empezaron a escasear. No comprendía lo que estaba pasando, hasta donde sabía el resto de las manadas se encontraban muy lejos y bastante abastecidas de animales a los que cazar.
-Estudiare los mapas para buscar nuevas zonas para cazar, no se preocupen por eso. Confirma sereno influyendo confianza a los chicos quienes parecían apaciguarse.
[...]
Luego de estudiar toda la tarde y parte de la noche mapas de caminos y frondosos bosques Eren y Deon se dieron cuenta que no había mas terrenos que explorar. Lo único que les quedaba eran terrenos prohibidos, pertenecientes a una manada que se desintegro muchos años atrás. El alfa no tenía idea de donde se encontraba el líder de esa manada, algunos de esos lobos llegaron a su propia manada alegando que su alfa e hijo habían desaparecido misteriosamente de un día para otro. También les dijeron que sus dominios eran ricos en alimentos.
-Las únicas tierras que nos quedan por revisar son los territorios desolados de Gino. ¿Qué es lo que quieres hacer Eren?
-No podemos invadir sus dominios sin su autorización.
-El y su hijo desaparecieron, ¿a quién demonios le vamos a pedir permiso?
-Sabes que está prohibido cazar en tierras ajenas Deon. Eren se pica el puente de la nariz pensando que hacer. -Simplemente no puedo enviarlos adentrarse allí exponiéndolos.
-Pero Eren, si no hacemos algo pronto ya no vamos a conseguir alimentos.
El alfa se sienta en el sofá de la sala de reuniones reclinando la cabeza hacia atrás. Se sentía cansado, cada día siempre se presentaba un problema nuevo. Tenía demasiados encima como para cargarse con más. Y por si eso no fuera poco su luna se encontraba gravemente herida en su casa, ¿Cuándo las cosas empezaron a empeorar?
- ¡Lo pensare! Contesta observando a su beta. -Pero dudo que acepte, al fin y al cabo es muy riesgoso para los lobos. Se pone en pie. -Ya es muy tarde, regresare a casa para que Lili y Sofía se vayan a la suya.
-Está bien, yo iré después. Tengo guardia algunas horas.
-Muy bien, cuídate.
Eren se marcha dejando atrás el problema de luna de plata para centrarse en una cosa, Valentina. Le preocupaba la salud de esa chica estaba demasiado lastimada como para poder levantarse de esa cama. Y en todo el tiempo que estuvo fuera de casa estuvo pensando una cosa sobre ella, podría ser su luna pero lo mejor para ella, para el pueblo incluso para él mismo era dejarla que regresara a su mundo. Ella no encajaba en el suyo y nunca lo haría, por mucho que le incomodara y le pesara tener que estar sin ella era la única opción que le quedaba.
Antes de que ella lo terminara por rechazar, pero también detrás de todo aquello se ocultaba un miedo tremendo, no quería que le sucediera lo mismo que a su padre. En cuanto Valentina se recuperara la mandaría de regreso a su vida, nunca más sabría de ellos.