A pesar de estar dolida y sufriendo la ausencia de mi hermano, no rompía el beso. No podía. ¡Era Adam!... Es que era él, era imposible hacerlo. Era a él a quién estaba besando, y yo me volvía suya en sus manos.
Adam es el tipo de hombre, que se ve, lo suficientemente rudo como para temer que te lastime, y que de igual manera, todo lo que hace derrocha una ternura y una delicadeza, paradójica.
Sentía su lengua acariciando la mía, sin prisas. Sus manos entrando dentro de mí camiseta y saboreando la piel de mi espalda, pasando por cada espacio de ella, como si lo hubiese hecho siempre.
Como si yo fuese suya y mi cuerpo un templo a su entera disposición.
Quería detenerme, pero su boca seguía siendo un sitio del que no podía escapar y que aún, no conseguía hacerlo. Sabía también, que no quería hacerlo... Lo sabía él, y lo hacía yo.
Tuvo que ser él, quien rompiera ese contacto y jadeando por la falta de oxígeno que la voracidad con que nos besamos nos dejó, dijo mientras reposaba su frente contra la mía...
- Hace más de un mes, que te estoy esperando - lo miré sorprendida, asustada e intrigada - quería joderte viva por utilizar a mi familia, pero es que dios Eiza, eres mucho más de lo que estaba preparado para manejar - otro beso se coló entre ambos y sus manos soltaron el broche de mi sostén, dando paso a las manos de Adam escudriñando el camino hasta mis pechos - no mientas más y cuéntame tu parte de la historia. Mi abuelo va a matarme por hacer esto, así que, haz que merezca la pena.
Llevé mis manos a mi rostro, completamente descolocada y con el razonamiento en off. Yo seguía sobre su cuerpo y nuestras partes más íntimas estaban demasiado pegadas, a pesar de la ropa.
Las suyas no se detenían sobre mi piel, tocaban todo el espacio que podían y me hacían sentirme agresiva de tanto deseo. Y de pronto los ojos se me empezaron a empañar, no sé si por la desesperación de mi cuerpo o por la de mi situación en general.
- ¡Hey, no llores nena!
¡Oh mi dios!
Es que lo sentía hablar y había algo en la manera de hacerlo que me conquistaba, me desarmaba y me preocupaba. Si esto me estaba pasando a tan poco tiempo de tenerlo rondando por mi cordura,¿Cómo lo gestionaría luego?
Podía perfectamente ser una manera suya, de sacarme información y luego dejarme tirada, además de habiendo disfrutado nuevamente de mi cuerpo.
Aunque también es verdad, que yo disfruté el suyo. Así que en ese caso, estamos a mano. Sin ventajas.
- Adam, no entiendes - sollocé sintiéndome, extrañamente confiada, llevando mis manos a sus hombros en esta ocasión - no te conozco de nada - dije alzando las manos para demostrar mi punto con un gesto, pero devolviendolas inevitablemente a su sitio - echamos un buen polvo. Sí. Pero nada más - seguía saborebado mi piel y enloqueciendo mis sentidos, esos dedos caminando por mí, me dilataban las pupilas de las ganas que provocaban y me entorpecían la razón - no puedo confiar en alguien que no sé por dónde me va a salir y que encima, está muy involucrado en esto. No te conozco. Sería casi estúpido, aceptar que quiero algo más de tí, que esto.
Me moví sobre él, sintiendo su deseo por mí y deseando poder perderme en él, pero no podía ni debía, repetir la experiencia... O esa era, la mentira que me repetía constantemente para soportar la presión sexual que provocaba tenerlo entre mis piernas.
- Estamos en la misma posición - levantó las cejas divertido, llevando sus manos a mis caderas y empujándome hacia él, un poco más - yo estoy confiando en que la mujer que se coló en mi familia, en la vida de mis primas, y en mi jodido mundo, me va a contar la verdad y no me clavará un puñal en la espalda.¡Habla de una vez!
Me levanté de encima de él, porque las manos suyas en mi piel, me tenían demasiado idiotizada.
Apoyándome en sus hombros hice equilibrio y salí de encima suyo, que supongo que fue un alivio para él también, porque me dejó hacer sin rechistar y me senté a su lado en el sofá, cruzando mis piernas como si fuera a meditar. De costado para él. Aunque lo sentí tomar un mechón rebelde de mi pelo oscuro.
- El niño con el que me viste es mi hermano - comencé a decir pero me impidió continuar. Jugueteó con su dedo en mis labios y dijo...
- Ya lo sé Eiza. Hace un mes que sabemos que me investiga un grupo de narcotraficantes - ahora sí se ponía seria la conversación, y ese plural que había usado me preocupaba - la pregunta es,¿ Hasta donde ibas a llegar conmigo?
- James tiene cinco años Adam, llegaría hasta donde hiciera falta - me cubrí el rostro avergonzada por mis siguientes palabras y las acciones ya tomadas - si hasta me acosté contigo.¿Eso no te dice que haría lo que fuera?
- Eso fue un plus guapa - sonaba molesto el engreído, incluso se atrevió a resoplar - follamos de puta madre. No me digas que tuviste que hacer un esfuerzo que me cabrea lo que no tienes idea.
Me levanté, apartando las imágenes de ese momento de mi cabeza y me fuí hasta mi cocina a buscar algo de beber, porque este hombre de verdad iba a destrozar mi cordura.
Y encima estaba ahí, tan guapo, con los ojos tan azules y el cuerpo tan perfecto que se me iba la concentración.
- ¿Te das cuenta que estás comparando un asunto de vital importancia, con una follada más en tu extensa lista?
Grité para la sala, inclinando el cuello mientras vertía el agua en un vaso. Sin embargo casi se me cae de las manos cuando me tomó por detrás y pegó nuestros cuerpos contra la encimera.
- Acepta que te gustó - me sacó el sujetador que tenía abierto ya, metiendo las manos dentro de mi ropa otra vez, mientras respiraba en mi cuello y provocando que me derramarq un poco de agua encima. Metió sus manos por mis mangas y bajó los tirantes, sacándolos por mis brazos y dejando que cayera la prenda al suelo - ¡Acéptalo! - susurró tocando mis pechos por debajo de la camiseta. Cerré los ojos porque el placer me impedía hacer otra cosa más allá de dejarme ir y caer .
Recosté mi cabeza sobre su cuerpo y me dejé tocar por el... Era tan fácil. Incluso puse mis manos sobre las suyas para darle un permiso que no pedía y una súplica que le encantó porque sonrió en mi oído, pude sentir el dibujo de su sonrisa en mi piel.
- Tampoco fue para tanto Adam y teníamos una conversación importante entre manos - dije perdida entre sus dedos.
Cuando me besó el cuello, dejando una pequeña mordida, supe que tenía que detenerlo, que no podíamos seguir haciendo esto. No después de lo que habíamos hablado.
- ¡Para Adam !- aquello no sonaba convincente, mi voz se escuchaba tomada por la lujuria, más que imponiendo una distancia - ¡Oblígame! - susurró en mi oído y deslizó una mano hacia mi vientre, electrizando todo por el camino - dijiste que teníamos que hablar y no he podido decir ni media frase...¡Ahh! - mordió mi cuello demasiado fuerte y demasiado rico.
De pronto me soltó y antes de alejarse del todo, me dió la vuelta y me apretó la cintura entre sus manos, pegando nuestras bocas con ímpetu antes de decir...
- Quédate conmigo - me susurró, manteniendome entre sus brazos - vamos para mi casa - exigió dominante- coge cosas para pasar el día de mañana en mi penthouse. Ahí podremos hablar con más calma.
¡Quédate conmigo!
Si claro. Y yo soy idiota.
- En tu casa o en la mía, podemos hablar perfectamente, lo mismo que estás evitando hablar ahora- comencé a guiarlo hasta la puerta para que se fuera, ya lo buscaría mañana y hablaríamos lo que quisiera, lo empujaba con mi propio cuerpo, cosa que no era muy inteligente por mi parte la verdad - así que mejor vete a la tuya y mañana nos vemos en un café y hablamos lo que tú quieras.
- En un café no puedo follar contigo - se deshizo de mi agarre y se sentó sobre el brazo del sofá, justo al lado de mi puerta y llevándome con él entre sus piernas, aferrado a la piel de mis nalgas, besando mi vientre que le quedaba a la altura de la boca, en aquella posición - recoge que nos vamos.
- Adam, no voy a seguir acostándome contigo - especifiqué, resistiendo - no después de saber que sabías de mis intenciones y aún así decidiste meterte a mi cama, me siento como una prostituta prepagada - no era lo mismo creer que habíamos conectado intensamente a saber, que todo fue porque él sabía que no tenía otro remedio y aprovechó para tirarse a una tía más. Eso me cabrebaba.
Yo había hecho algo similar sí, pero me dolía que su conocimiento de mis intenciones me hiciera sentir una conquista más, otra del montón que se le regalaban.
- Tenemos mucho que hablar, recoge que nos vamos - el tío era imposible. Su tono demandante no cambiaba y eso me hacía enojar.
- Te he dicho que no, y no voy a ningún sitio. Largo de mi casa - abrí la puerta para que se marchara, mientras yo iba saliendo del embrujo de sus brazos, y se giró sobre su asiento, me miró de pies a cabeza, como si no importara lo que yo hiciera... Él no se iría - sal Adam...
Una media hora después, estábamos en su carísimo penthouse.
Me había sacado de mi casa conforme estaba. Había dado las llaves a alguien de su seguridad para que subiera y cerrara mi apartamento y me había subido a un Jeep que manejó con destreza hasta aquí.
- Toma, bebe - me ofreció una copa de vino blanco y se sentó en un sillón frente a mí, que estaba en otro, por suerte a suficiente distancia. Cruzó sus piernas colocando el tobillo sobre uno de sus muslos y se veía guapo a rabiar.
Ambos bebimos sin dejar de mirarnos y ese simple hecho me ponía nerviosa.
O me ponía, a secas...
- ¿Que buscas de mí? - preguntó directamente y no sabía si era o no, una pregunta trampa.
El parecía saber bastante sobre mí.¿Por qué preguntar?
Y llegados a este punto, ¿Por qué mentir?
- Yo nada Adam, ¿que voy a buscar? - hablé con cansancio, dejando mi copa sobre una mesita que había entre los dos - ellos quieren saber algo de tí y se supone que yo debía seducirte y crear una relación contigo lo suficientemente íntima, como para que me lo dijeras.
Se levantó y dejó su copa sobre la misma mesita y comenzó a quitarse los zapatos y calcetines, quedando descalzo y en jean, pues su camisa ya no estaba sobre su glorioso cuerpo. Me hacía sentir nerviosa verlo tan espléndido, medio desnudo.
- Eiza, sé que sabes todo lo que pasó mi familia porque pusimos la información donde pudieras encontrarla, pero ni aún así te detuviste.
Sus palabras eran una cruda realidad. Y estaban un poco cargadas de pesar, no sabía bien por qué.
Yo había buscado en un diario de April que supuestamente su madre había escrito, y allí ví todo lo que sufrieron las mellizas, la madre de Vicki y los hombres de esa familia. Pude saber, como habían dejado de lado a los antiguos familiares que tenían para quedarse solo con la familia que ellos habían creado y con mucho esfuerzo.
Supe que uno de los tíos de Adam, había intentado violar a su madre y la mantuvo creyendo que lo había hecho, durante mucho tiempo.
Y tantas otras cosas, que la mirada azul de este hombre no me dejaba seguir recordando. Pero no pensé que desde ese entonces, ya ellos supieran de mis intenciones.
- Lo siento - acepté sincera - es mi hermano Adam, no puedo dejar que lo maten.
El caminó por la estancia y lo seguí, necesitaba que entendiera mi situación. No lo hice por maldad, solo por supervivencia, creo yo.
- ¿Por qué no dijiste nada Eiza? Pudiste haber hablado conmigo o con mis primas - su idiota reclamo casi me hace reír.
A él acabo de conocerlo y Vicki, acabo de descubrir que de nada hubiera servido decirle, está enamorada de Riley y eso, probablemente hubiera sido peor para mí.
- ¿Cómo voy a hablar algo así con alguien que no conozco Adam? - sentía que gritaba, estaba perdiendo los papeles - y Vicki es Vicki, prefiero no hablarlo, me quiero ir a mi casa.
Estaba molesta. Él, trataba un asunto tan serio como si yo fuera una tonta que no hizo las cosas bien. Me sentía frustrada, dolida, perdida y cachonda... Tenía que salir de allí.
-¿Que se supone que debías obtener de mí Eiza? - se sentó de nuevo y bebió otro trago. Ignorando mi histeria y mis ganas de perderme de allí.
- Quieren saber si sabes sobre algo en específico y una vez que lo averigüe les digo, y me devuelven a mi hermano.
- ¿Qué, es ese algo? - no sabía que hacer.
Su pregunta era directa pero no sabía que tanto podía confiar en él. Aunque tampoco me quedaba otra opción.
- Adam, yo sé que no me conoces, que no confías en mí pero piensa en James. Es un bebé, por favor entiendo tu postura, pero si te digo, al menos cuando vayas a tomar decisiones, piensa en mi bebé - el asintió con firmeza, poniendo los antebrazos sobre sus rodillas, y mirándome expectante pero no dijo nada y yo suspiré - quieren saber si tienes conocimiento de que eres el heredero de la dimensión.
Solté de golpe y me dejé caer sobre el mueble que antes usaba.
Esperaba preguntas por su parte,aunque no pudiera responderlas, pero era lo más lógico.
Pero este impasible Adam, me daba cierto temor.
- ¿No vas a decir nada? - bebí mi vino, asustada cuando lo ví venir hasta mí - dijo parándose delante de mi asustado cuerpo y obligandome a mirar hacia arriba.
- Diles que no sé de ninguna herencia. Que no necesito más dinero del que ya tengo y que te devuelvan a tu hermano - tomó mis muñecas y dejé el vino. Tiró de mí para que me levantara. Obedecí.
Algo en específico no me dejaba alegrarme por la posibilidad de recuperar a mi Jamie.
Ese algo era, que este hombre estaba demasiado tranquilo. Demasiado sereno y demasiado confiado, de alguien que no conoce, que podía estar mintiendole y que le acaba de decir que unos delincuentes le envidian algo que ni siquiera sabe que es... Y el tío solo me mira las tetas como si nada más importara.
- ¡Quédate conmigo! - me tomó de la cintura y me acercó a la suya - dame el día de mañana entero entre tus muslos y dejemos este tema donde está.
Acariciaba mis nalgas y me podía. Él, me podía.
Unas malditas horas que no llegaban ni a setenta y dos y ya me podía todo lo que me hacía.
Rodeó mis glúteos con sus manos grandes y presionó nuestros cuerpos, mordiendo la esquina de mi boca y levantándome del suelo sin poder evitarlo.
- Quédate y déjame tomarte un poco más. Deja que me desintoxique de tu efecto. Me estás volviendo loco Eiza y eso es algo que nunca me ha ocurrido - cuando rodeé su cuerpo con mis piernas y puse mis manos en sus hombros gimió - nunca he dejado que una mujer me toque, pero contigo quiero desnudarme para que me recorras con tu lengua todos los espacios. Eres la única que me ha provocado tantas ganas.
Sus palabras eran tan eróticas como su toque y sus labios sobre el inicio de mis senos.
Lo tomé del pelo y me perdí en su boca. Luego analizaría los detalles de lo que estaba sucediendo y lo que podría llegar a suceder, pero ahora, justo ahora que sus manos se paseaban por mis muslos vestidos aún, no podía pensar en nada más que el dentro de mí, nuevamente.
- ¿Tú cómo follas si no te gusta que te toquen? - pregunté sacando mi lengua de su boca.
- Amarro a las mujeres que me tiro - dios, que morbo me dieron sus palabras a pesar de involucrar a otras mujeres en la misma frase. Recostó mi cuerpo contra una pared, presionando con el suyo y encajando su erección en mi zona sensible para que notara lo que tenía para mí.
Solo de imaginarme amarrada para él, me supo a sexo intenso y me lo apunté en mi lista de polvos pendientes.
- ¿Puedes hacerlo así conmigo? - el sonrió dentro de mis pechos que tanto saboreaba.
- Eres muy traviesa nena - nos despegó de la pared, sin bajarme al suelo y subió por las escaleras supongo que a su habitación y no dejamos de besarnos todo el camino hacia arriba.
Me estaba derritiendo entre su boca y sus manos y la cercanía de su fibroso cuerpo.
Y así, de la nada, le imploré...
-¡ Amárrame!...