Capítulo 5 Shock

En ese momento entró la profesora, ni siquiera pude reconocerla y había olvidado completamente que clase tocaba, mi respiración estaba acelerada sentía que iba a morir o, quizás, solo quería morir, me desesperé por no poder moverme, no sabía que me pasaba... ósea si sabía pero odiaba estar así.

-¿Qué le pasa? – dijo la profesora, pude reconocer su voz, era, Fran (ella insistía que la tratáramos de tu, tenía unos 27 años) daba el ramo de filosofía.

-se siente mal, creo que esta como paralizada – dijo Cristal.

-creo que será mejor que la lleves a enfermería – dijo la profe – puedes quedarte con ella si es necesario – agregó, seguro me veía fatal como para que dijera eso.

Una vez en enfermería la enfermera me examinó me sentía ajena a todo, como si estuviera viendo una película, me hablaban pero no era capaz de decir una sola palabra... mi respiración era cada vez más agitada, la sensación de miedo que sentí mientras el profesor me tocaba no desaparecía, es más, aumentaba... ¿qué tal si Cristal no se había sentido intimidara y decía algo? ¿Qué más nos haría el profesor? Esperaba que con eso haya quedado satisfecho pero ¿qué tal si no?. Tantas preguntas en mi cabeza me hacían sentir mareada y con ganas de vomitar. Me acostaron en una camilla y me taparon con una manta.

-esto parece un estado de shock – dijo la enfermera - ¿sabes si le pasó algo que pudiera ser muy duro para ella?

-emm... - Cristal dudó unos segundos, roge que no dijera nada – no que yo sepa... la llamaron por teléfono y se puso a llorar pero no sé que le dijeron – inventó, "bravo Cristal vas a ser una excelente actriz" pensé, desde que estamos en quinto básico que ella quería estudiar actuación.

-ya veo... bueno, seguro en un rato se le pasa, solo necesita descansar por ahora, luego veremos que le pasó realmente.

"ay no, no quiero más preguntas" pensé. Poco a poco mi respiración se fue normalizando y, de alguna forma, sentí como volvía el color a mis mejillas. La enfermera había salido a comprarme una bebida en el kiosko para cuando empezara a reaccionar pensando que quizás el azúcar me haría bien.

-¿te sientes mejor? – dijo Cristal sosteniendo mi mano con preocupación.

-creo que si – respondí, por lo menos ya podía hablar, eso contaba como "mejor".

Estuvimos ahí hasta que terminó la jornada (ya íbamos en la última hora), la enfermera llamó a mi mamá para que me fuera a buscar "genial, más preguntas que no puedo responder" pensé sabiendo que mi madre me interrogaría mejor que cualquier detective.

-llámame cualquier cosa – dijo Cristal al despedirnos.

-lo haré – le prometí.

Subí al auto mi mamá me miraba preocupada pero no decía nada, apenas partimos vi un auto con vidrios polarizados en diagonal atrás de nosotras, era el mismo que había visto el sábado o, por lo menos, muy parecido... empecé a mirar el espejo retrovisor con nerviosismo... ¿por qué me seguían? ¿Podría tener algo que ver con el profe? ¿Qué tan probable era eso?.

-¿me vas a decir que te pasó en el colegio? – preguntó mi madre... ya había partido el interrogatorio.

-no sé... quizás me bajó el azúcar o algo así – inventé.

-¿y tú desde cuando tienes problemas de azúcar? – insistió.

-¡no lo sé! ¡¿Si?! – exclamé – solo me sentí mal – odiaba mentirle pero no podía decirle la verdad, ya no era solo mi vida la que estaba en juego, también lo estaba la de Cristal.

-bueno... entonces pediré hora al médico para que te controle – dijo.

-está bien – respondí, de todas formas el doctor no encontraría nada ya que lo que me pasaba no era físico, había estado guardando mi virginidad para una persona especial y resultó que me la había arrancado un viejo psicópata.

El auto que había visto antes nos siguió hasta mi casa, cuando estacionamos siguió de largo... ¿de verdad nos estaba siguiendo o solo era mi imaginación?.

Mi mamá siguió interrogándome durante toda la once pero yo solo le contestaba con evasivas, era obvio que ella sabía que no me había bajado la azúcar, la última pregunta me mató:

-si alguien te hizo algo malo, sabes que puedes decirme, ¿verdad? Soy tu mamá, siempre cuidaré de ti – me dijo con cariño. En cuanto entramos a la casa, Mis ojos se llenaron de lágrimas, estuve a punto de contarle todo pero no podía, tenía demasiado miedo.

-tengo tarea que hacer – dije, corrí a mi pieza, cerré con llave y me largué a llorar... no podía con eso... ¿Cuánto tiempo iba a seguir así?... No sé cuanto más podría soportarlo... quise morirme, de verdad lo desee con todo mi ser. Entonces sonó mi celular, era un WhatsApp de Cristal.

-hola, ¿ya estás en tu casa? – escribió.

-si – respondí.

-me quedé preocupada por ti.

-estoy bien – mentí

-no tienes que figir conmigo... Sofi... hay que denunciarlo – escribió.

-¿estás loca? ¿Acaso quieres que nos maten? – respondí.

-Sofi, es una amenaza vacía, estos tipos son unos cobardes, se aprovechan de nosotras porque cree que no podemos defendernos pero no es así, somos más fuerte de lo que él cree, además las denuncias son anónimas, no sabrá que fuimos nosotras.

-yo no soy tan valiente como tu.

-bueno, entonces yo haré la denuncia – insistió.

-no, por favor no lo hagas, te matará – respondí asustada, sentí como mi respiración se aceleraba.

-no lo hará si no sabe que fui yo.

-Crista, en serio, prométeme que no lo harás, no quiero que te pase nada.

-está bien... lo prometo – accedió finalmente. Suspire.

-tengo sueño, me voy a dormir – escribí.

-buenas noches amiga.

-buenas noches, te quiero – me despedí, sin embargo no era verdad que no tenía sueño, no podía dejar de pensar en todo lo que había pasado y en todo lo que podía pasar... estuve tentada de buscar una forma de suicidarme, pero eso significaría dejarlo ganar y eso si que no lo podía permitir.