Los payasos son seres alegres y felices, que buscan casi siempre alegrar a las personas; o al menos eso intentan no importado que sean adultos o niños.
Pero qué pasa cuando un payaso deja de ser alegre y feliz, cuando ya no sonríe; entonces es momento que alguien le devuelva la felicidad.
Un día, en un lugar lejano; un niño y una niña caminaban juntos por la calle disfrutando su camino hacia aún lugar especial sin que nada los interrumpiera. Nada hasta que en su camino encontraron con algo muy inusual, algo extraño y diferente. Mejor dicho, alguien extraño y diferente, alguien llamó su atención.
Ambos niños habían encontrado un payaso; un payaso que se encontraba en la banqueta sentado el cual su sola presencia a los niños se alegró con solo verlo, por lo que se acercaron para mirarlo mejor y si fuese posible que los hiciera reír.
Pero algo no estaba bien, pues al acercarse y saludarlo este no les respondió de la misma manera; es más, ni siquiera volteo a verlos.
Aunque se encontraba agachado se podía notar que se encontraba muy triste, los pequeños intentaban mirarlo más de cerca pero cada vez que podían; este cubría su rostro con las largas mangas de su chamarra y su sombrero.
Ambos niños intentaban de toda manera posible ver el rostro del payaso, pero este no se dejaba mirar por nadie, mientras más lo intentaban más se cubría el rostro.
Lo miraban de frente, por un lado, por el otro, por ambos al mismo tiempo, e incluso intentaron desde arriba pero no lo lograban; tras un rato de intentar vanamente ver el rostro del payaso, ambos niños se cansaron de intentarlo sentándose a un lado de este esperando algo que averiguar era lo qué le ocurría.
Ambos pequeñines se sostenían la cabeza con las manos mientras pensaban que era lo que le ocurría al payaso; cuando el niño vio lo que parecía un viejo maletín de medico multicolor el cual parecía ser aquel payaso.
Tirado en el suelo como si a nadie le importara lo que le ocurriera; al verlo, él no pudo contener su curiosidad y se acercó a este para ver qué es lo que tenía en su interior; por lo que con sumo cuidado intentando que el payaso no se diera cuenta de lo que hacía.
Abrió la maleta para esculcar las cosas de aquel que ya no quería reír, descubriendo en su interior cosas que no había imaginado; su amiga pronto se dio cuenta de lo que el pequeño hacia cuando este hizo un poco de ruido.
Ella pronto se acercó a su amigo deteniéndolo para que no siguiera sacando las cosas de aquel payaso cerrando el maletín con gran fuerza, siendo que al cerrarle la bolsa aplasto los dedos del niño con esta acción; quien se chupo casi inmediatamente los dedos mirando a su amiga con una clara molestia en su rostro por su acción, pero aun así a ella no le importo.
Entonces algo les llamó la atención, aquel payaso solamente suspiraba profundamente sin moverse o decir nada; con una actitud como si ya nada le importara.
Mientras la pequeña observaba al payaso, su amigo aprovechando su distracción seguía esculcando su maletín y comenzando a sacar las cosas que había en su interior; pollos de hule, mazos de juguete, yo yos, baleros, yo yos chinos, pelotas, trapos de colores, inclusive el pequeño logro liberar un grupo de palomas que salieron disparadas del maletín seguidas por mariposas, confeti y serpentinas.
Al ver esto también a ella le llamo la atención la maleta del payaso preguntándose que más había en el interior por lo que también comenzó a investigar junto con su amigo el interior del este.
Encontrando una cajita color carmín de la cual, al abrirla, salieron un montón burbujas despedidas por los aires; burbujas de todos los tamaños flotaban a su alrededor. Muchas pequeñas burbujas como canicas flotaban a sus alrededores mientras algunas tan grandes como una pelota de baloncesto flotaban sobre sus cabezas e incluso había unas tan grandes como un coche que flotaban en lo más alto que podían, pero eran tan grandes que, en vez de subir, caían y rebotaban alrededor.
Los pequeños se encontraban maravillados por aquel espectáculo que se revelaba frente a ellos, ambos se divertían rompiendo burbujas de todos tamaños; tan entretenidos estaban que no se habían dado cuenta que una grande se acercaba a donde ellos, por lo que cuando menos lo esperaban; los atrapo.
Los pequeños se encontraban en el interior de la burbuja, ninguno de los dos podía creer que estaban rebotando dentro de una gran burbuja; botaban y botaban tan alto que podían ver todo a su alrededor.
Cada vez que esta bajaba ambos brincaban impulsando la burbuja cada vez más alto y más alto; sus risas de felicidad resonaban por todas partes.
Ambos estaban tan emocionados que se entristecieron cuando la burbuja se rompió en un momento que se posó en el suelo; ahora los pequeños se encontraban más motivados y deseosos de saber que más había en aquel particular maletín.
Por lo que continuaron buscando más cosas en la maleta del payaso; espanta suegras, confeti y globos de miles de colores que salían flotando junto con más burbujas de aquella gran maleta.
Cuando; en un momento, el niño encontró saco lo que parecía ser una tira de hombrecillos de papel que sin más ni más cobraron vida parándose en la mano del niño brincando hacia el suelo y una vez estuvieron ahí comenzaron a bailar meneándose de un lado a otra esquivando las burbujas evitando así romperlas.
Pronto desde el interior del maletín provenía la peculiar melodía de un arpa que tocaba una alegre canción, los pequeños tenían curiosidad de saber que tocaba aquella música sin igual; descubriendo así una pequeña arpa en forma de U con dos pequeñas estatuas vivientes en los costados que tocaban aquella hermosa melodía.
Con mucho cuidado la sacaron colocándola cuidadosamente en el suelo, ambos escuchaban atentamente aquella bonita música mientras veían danzar a los hombrecillos de papel por todas partes al ritmo que sonaba.
Estaban tan emocionado que no se percataron que, de la bolsa; empezaron a salir soldaditos de plomo marchando cual pequeña banda musical desfilando frente a una multitud, el sonido de sus pequeños pies marchando y sus instrumentos musicales se podía escuchar por todo el lugar.
Al ver que los niños estaban aún más emocionados que antes por ver a tantos pequeños juguetes en una gran marcha; los soldaditos con sus tambores, flautas y clarines junto con el arpa, interpretaban una melodía con un ritmo y un sonido cautivante que recordaba a los circos de antaño.
Pronto un pequeño mono con sombrero salió brincando desde el interior de la maleta yendo directo a los niños para hacerles maldades y jugar un poco con ellos; siendo el niño quien comenzara a jugar, cuando este travieso mono le quitara un dulce que traía en la bolsa de su pantalón.
Pero obviamente el mono no se dejaba y menos aún porque quería comerse aquel dulce, premio de su fechoría.
La maleta aún seguía abierta por lo que aun muchas cosas seguían saliendo de esta, muchos juguetes de diversos tipos marchaban, jugaban y festejaban por todas partes; mientras la niña miraba asombrada todo lo que estaba ocurriendo y del hecho de que seguían saliendo más y más globos, burbujas e inclusive pelotas de todos colores en una interminable lluvia de formas y colores.
Mientras el niño perseguía y perseguía al mono hasta que se cansó, momento en el que el mono se aprovechó para burlarse del pequeño; la niña los miraba mientras cargaba una muñeca de trapo que se había acercado a ella con los brazos extendidos como si quisiera que la cargaran, a la cual la niña tomo con sus manos y la abrazo como si fuera una pequeña bebe.
El pequeño cansado decidió buscar algo en la maleta del payaso que lo ayudara a atraparlo, entre tanto buscar encontró algo que llamo su atención; una caja sorpresa que se encontraba en lo que parecía el fondo del maletín.
Una caja de mediano tamaño multicolor tan peculiar que al pequeño no le permitía pensar o ver otra cosa más; la tomo en sus manos y con sumo cuidado comenzó a girar la manivela que tenía al costado, logrando así que una bella melodía comenzara sonar; melodía que llamo la atención de su amiga.
Ambos terminaron observando la caja esperando ver qué ocurriría al terminar el sonar aquella canción; cuando... La tapa se abrió inesperadamente liberando a un pequeño muñeco de resorte con apariencia de bufón, su salida era inesperada por lo que termino asustando a los niños.
Pero este pequeño susto pasó rápido ya que aquel pequeño bufón estaba durmiendo plácidamente sobre una almohada más grande que él, ambos pequeños lo observaban preguntándose que era ese juguete y porque se encontraba durmiendo.
El pequeño muñeco seguía durmiendo sin que nada lo molestara incluso por un momento se puso más cómodo al estirar su brazo como un resorte para sacar de su caja una pequeña sabana con la que se acobijo, los pequeños solamente miraban como dormía aquel bufoncito de juguete, hasta que; la pequeña muñeca que estaba cargando la niña agarro una pelota que estaba botando cerca de ellos y la arrojo golpeando con esta al pequeño bufón tirándolo de la almohada.
El pequeño bufón no cayó completamente gracias al resorte que tenía, solamente estaba atolondrado moviéndose sin control de un lado a otro debido al golpe.
Cuando finalmente reacciono, este vio a los niños mientras se rascaba la cabeza preguntándose qué había pasado volteaba hacia todas partes descubriendo un mundo lleno de las cosas de la maleta del payaso.
No se mostraba molesto, por el contrario, estaba contento con una gran sonrisa dibujada en su rostro hasta que vio a la muñequita que le había arrojado la pelota, se mostró muy enojado acercándose a esta de manera intimidante; pero la muñeca no tenía miedo por lo contrario lo hizo enojar más al hacerle una trompetilla justo en su cara.
El bufón se alejó cruzado de brazos claramente indicando su molestia aún más por la grosería en su contra, mientras la muñeca mostraba una gran sonrisa en su rostro porque se había salido con la suya.
En ese momento un largo y profundo suspiro proveniente del payaso los hizo voltear, al verlo el bufón entristeció; de alguna manera el bufón tenía la fuerza necesaria para impulsar su caja y así se movía dando brincos hasta llegar a su amigo payaso que poco le hacía falta para llorar.
Los pequeños también se acercaron a ver al payaso nuevamente observando como el bufón intentaba animar a su amigo payaso cómo podía sin lograr resultado alguno. Los pequeños se acercaron al bufoncito al ver que este también se entristeció por su amigo; la muñequita estaba preocupada porque sus amigos estaban inconsolables.
Sujeto su cabeza pensando que hacer, sujetaba su barbilla, cruzaba sus brazos pensando, pensando y pensando. Cuando repentinamente su carita se ilumino gracias a una idea que surgió.
Se abalanzo velozmente sobre el bufón sujetándose fuertemente de él y en un movimientos brusco y arriesgado logro hacer que los dos entraran en el maletín al utilizar el resorte del bufón como un bungee.
Los pequeños se asomaron dentro del maletín intentando averiguar qué ocurría junto con todos los demás juguetes que también se acercaron a ver lo que ocurría; cuando repentinamente el resorte del bufón comenzó a retraerse y en cuestión de segundos ambos salieron de la maleta.
La muñequita salió volando con un pequeño maletín entre sus brazos cayendo poco más allá de donde el payaso se encontraba, siendo salvada de recibir un buen golpe por los soldaditos que la sujetaron al momento de caer.
Los niños se acercaron a ella preguntándose qué era lo que tenía en sus manos, cuando la pequeña muñeca se levantó les mostró lo que contenía el maletín, al abrirlo se descubrió que dentro de este había maquillaje para payaso.
Ambos se preguntaban que tenía pensado hacer con ese maquillaje, cuando la muñequita abrió una pequeña polvera tomo la almohadilla que había en su interior con maquillaje blanco y con su mano le indico a la niña se acercara; la pequeña se acercó con lentamente a la muñequita quien la pidió se agachara para entonces comenzar a maquillarla como una payasita.
Primero pintando su rostro de blanco para después pintar sus ojos, boca y algunos detalles más; tanto el bufón, como el niño junto con todos los demás miraban la transformación de la pequeña en una payasita.
La muñeca termino rápidamente y tras cubrirla con una sábana blanca, en cuestión de segundos tiro de está revelando a la niña vestida como un payaso; con un par de zapatos satinados color rojo, unas largas calcetas rayadas, un vestido color blanco con bordes color naranja, un cinturón color azul y una gran flor amarilla.
Terminado con un gorro semejante al de una pastorcita de cuento de hadas.
Todos los juguetes aplaudieron al verla vestida así, el niño no podía creer lo que veía, le daba vueltas a su amiga observándola sin perder ningún detalle de ella. Cuando un silbido llamo su atención; ambos voltearon para que un golpe de polvo blanco impactara en el rostro del pequeño, esto cortesía del bufoncito.
El niño apenas y veía entre una espesa nube de polvo blanco; por la cual tocía y tocía mientras que él bufoncito se reía. La muñequita golpeo de nuevo al bufoncito molesta por lo que había hecho al infante, a quien la niña y la muñeca se acercaron para limpiarlo ya que había quedado cubierto por maquillaje blanco.
Al igual que la niña, al pequeño lo maquillaron y vistieron como un payaso; vestido con un traje blanco; cuyos pantalones apenas y cubrían sus pantorrillas zapatos cafés grandes, camisa de cuadros multicolor, chaleco rojo y con un chaquetín que complementaba el traje. Coronado con un pequeño sombrero de hongo negro con un listón rojo.
Ninguno de los dos podía creer lo que estaba ocurriendo, ya que ambos eran payasos o por lo menos eso parecían. Todos los juguetes que los rodeaban en ese momento, les aplaudían y ovacionaban con gran algarabía a estos nuevos payasos.
Los pequeños no sabían qué hacer parecían payasos, pero, ¿por qué? En ese momento la muñequita se acercó junto con el bufoncito, jugando con unas pequeñas pelotas de colores con las cuales hacían malabares, arrojándolas hacia el aire con gran habilidad y agarrándolas al caer para volver a arrojarlas.
Los pequeños veían gustosos el espectáculo hasta que les arrojaron las pelotas para que ellos las atraparan y así, lo hicieran también; cuando los niños tenían las pelotas en las manos captaron rápidamente la idea que los juguetes tenían por lo que intentaron hacer aquellos malabares.
Al principio no lo lograron y de hecho al intentarlo, lanzaban las pelotas hacia todas partes incluso algunas caían en su cabeza golpeándose con estas. Pero pronto consiguieron dominar aquel simple acto; primero con una pelota, luego intentaron con dos y así continuaron aumentaron la cantidad hasta llegar a diez pelotas cada uno.
Con una gran demostración de habilidad ambos pequeños daban un gran espectáculo a los juguetes, teniendo siempre en su rostro una gran sonrisa felices de poder lograr esos malabares.
Otro juguete se acercó a donde los niños para darles a la niña unos bastones con listones y al niño un par de bolos para que intentaran hacer la misma acrobacia con estos. Logrando hacerlo fácilmente gracias a la práctica obtenida con las pelotas, mientras los pequeños estaban distraídos con sus trucos, la muñequita los miraba aplaudiéndoles, pero el bufoncito tramaba algo dentro de su caja musical.
La muñequita y los demás juguetes aplaudían sin parar cunado los pequeños finalizaron su actuación, todos menos el bufoncito que se encontraba dentro de su cajita escondido esperando a que la abrieran para salir.
Todos se acercaron a la cajita que en ese momento no paraba de brincar, para saber que ocurría con el bufoncito. Cuando la pequeña sujeto la caja y comenzó a girar la manivela, él pequeño se alejó un poco ya que presentía que el bufón le haría algo malo.
La niña con cuidado giro y giro de nuevo la manivela para que saliera el bufoncito, la canción toco y toco hasta que finalmente la tapa se abrió; saliendo el bufoncito disparado hacia los aires estirando su resorte lo más que se podía sujetando dos pasteles de crema en cada mano, buscaba al niño para darle un buen pastelazo. Y cuando lo vio, el bufón arrojo uno de los pasteles con toda la fuerza que tenía.
El pastel atravesó el aire a una gran velocidad con dirección hacia él pequeño, todo indicaba que el pastel daría en su blanco, pero; cuando estuvo cerca de llegar a su objetivo, el pequeño reacciono rápidamente sujetando a la muñequita y colocándola frente a este pegándole a ella aquel pastel.
Él pequeño había librado la humillación de un buen pastelazo en el rostro, pero la muñequita estaba cubierta de pastel de crema; al ver esto él bufoncito cubrió su rostro con su mano para evitar que viera como se reía de la muñequita a carcajadas.
Pero aun así fácilmente se notaba lo que hacía, en el rostro de la muñequita se dibujó una cara de enfado mientras que el bufón aún se carcajeaba de la risa ya que sin quererlo se había vengado de la muñequita por despertarlo.
El niño se alejaba intentado ocultarse detrás de unas gigantescas burbujas y pelotas que botaban cerca para que el bufoncito no lo viera; pero este aún lo estaba buscando para darle su pequeño pastelazo.
El bufoncito se estiraba lo más alto que le permitía su resorte para encontrar al pequeño, mientras que la niña ayudaba a la muñequita a limpiarse la cara; en un momento logro encontrar al niño, persiguiendo al pequeño niño que no quería ser alcanzado ni golpeado por un pastel. Corría y corría perseguido por el bufoncito que lo seguía muy de cerca, cuando casi lo tuvo de frente al niño, el rostro del bufón se cubrió con una gran sonrisa malévola ya que por fin le iba a dar un buen pastelazo al pequeño.
Pero este reacciono rápido dando así una gran barrida logrando esquivar el pastel que le había arrojado el bufoncito, quien al ver su enorme fallo se enfadó mucho. Haciendo que este se regresara de nuevo a su caja por más pasteles; la caja se cerró los niños esta vez no se acercaron a esta, ni querían abrirla ya que sabían que era lo que tramaba, pero repentinamente la caja se abrió por si sola de la cual comenzó a sobresalir una enorme torre de pasteles que eran sujetados por el bufoncito.
Ambos pequeñines se llenaron de temor al ver semejante cantidad de pasteles; la niña se quedó de pie, pero el pequeño salió corriendo despavorido huyendo de lo que parecía un inevitable destino.
El bufón con una enorme sonrisa un tanto malévola persiguió al pequeño arrojando los pasteles uno tras otro intentando darle, aunque sea solo con uno. Una incesante lluvia de pasteles caía sobre el pequeñín que apenas lograba evitarlos, algunos pasaban de largo, otros los esquivaba y alguno más lo brincaba.
El payaso mientras tanto, permanecía triste sentado en donde siempre había estado.
La muñequita que ya se había limpiado, se encontraba muy molesta por lo que con gran velocidad se metió de nuevo al maletín para también sacar muchos pasteles, una gran torre de pasteles había logrado sacar del maletín, los cuales le dio a la pequeña para que los sujetara mientras sacaba otra gran torre.
La niña apenas y podía sujetar la torre de pasteles mientras la muñequita saco otra torre un poco más pequeña con la cual comenzó a perseguir al bufoncito arrojándole los pasteles que ella traía.
El bufoncito no se había percatado de lo que ocurría ya que se encontraba más preocupado por golpear al niño con un pastel que lo que ocurría a su alrededor.
El niño como podía seguía esquivando los pasteles por si fuera poco el mono también se unió a la fiesta al robarle algunos pasteles a la niña, solo que este arrojaba pasteles a quien se dejara, nadie ni nada se salvaba de un pastelazo.
Por un momento una tormenta de pasteles azoto aquel lugar; crema embarrada por todas, desde las burbujas hasta las palomas, desde el más pequeño soldado hasta el arpa y los muñecos de papel estaban prácticamente enterrados bajo crema de pasteles.
Ese lugar se había convertido en un caos, la única que permanecía limpia era la pequeña que aún permanecía de pie en su lugar, sujetando algunos pasteles mientras algunos eran arrojados de un lugar a otro rosándole muy de cerca a la pequeña; a punto de acertarle un buen pastelazo.
Pronto todos comenzaron a arrojarse pasteles, quitándole un gran peso a la pequeña al quitarle los pasteles que sujetaba; hasta que solamente le quedo uno. Al mirar detenidamente a su alrededor ya todo estaba hecho un desastre, todos incluyendo a su amigo embarrados de pastel.
Ahora la muñequita y el bufón luchaban uno contra el otro a punta de pastelazos, mientras el niño correteaba al mono que finalmente le había dado con un pastel.
La pequeña se encontraba asombrada debido al enorme desastre que habían hecho todos; mientras el pequeño al perseguir al mono con un pastel en la mano, cuando piso el molde de un pastel que estaba tirado en su camino, provocando que él resbalara haciéndolo caer, arrojando con esta acción el pastel por el aire girando sin control.
Pronto comenzó a caer en picada dirigiéndose directo hacia la pequeña quien no se había percatado de lo que estaba por ocurrir; cuando por alguna razón miro hacia arriba y el pastel le cayó justo en el rostro; todos se comenzaron a reír casi inmediatamente por lo que había ocurrido, salvo la muñequita que se había cubierto el rostro para no ver lo que ocurrido.
La niña estaba enfadada con su amigo; se limpió el rostro con un pañuelo que le dio el mono que en ese momento se había acercado y mirando al niño con una mirada furiosa. El pequeño con miedo se comenzó a alejar lentamente, paso a pasó se alejaba de su amiga.
La niña le arrojo el pastel con todas sus fuerzas en una trayectoria en la que no podía fallar, cuando este tropezó con una pelota que estaba en el suelo haciéndolo nuevamente caer evadiendo el pastel y este pasara de largo sin siquiera tocarlo, pero; aquel iba directo hacia el payaso que se encontraba agachado, y por algún motivo en ese preciso momento; levanto la cabeza siendo que aquel pastel, le acertó un buen golpe justo en su rostro.
Todos al ver esto se quedaron quietos y mudos como si fueran estatuas. La niña llevo sus manos hacia el rostro asombrada y arrepentida, por lo que había hecho; entonces el payaso se limpió el pastel de crema del rostro con pesadez. Entonces al quitarse el pastel del rostro especialmente de los ojos, miro hacia todas partes descubriendo el caos que se había hecho mientras él estaba triste.
Todos y todo se encontraba tenso en un silencio total, nerviosos de lo que pasaría. Entonces en el rostro del payaso comenzó a avistarse la mueca de una gran sonrisa seguida de una gran carcajada de alegría lo cual hizo que todos se calmaran y comenzaran a reír.
El payaso de su bolsillo saco un gran pañuelo multicolor con el cual se limpió completamente el rostro, al ver al pequeño vestido de payaso se volvió a dibujar una gran sonrisa mientras lo ayudaba a levantarse y a limpiarse de la crema de pastel que aún tenía.
La pequeña estaba avergonzada por lo que había hecho cuando el payaso la vio. La pequeña hizo una pequeña reverencia pidiendo disculpas al payaso, quién a su vez lo único que hizo fue silbarle en forma de piropo ya que la pequeña era una linda payasita lo que provoca que ella se sonrojara por el cumplido.
Todos a su alrededor comenzaron a brincar de alegría porque el payaso ya había vuelto a sonreír, la pequeña banda de música y el arpa comenzaron a tocar nuevamente su alegre música; el mono se acercó al payaso subiéndose a su hombro para saludarlo siendo el payaso quien lo saludara primero al abrazarlo y apapacharlo.
El bufoncito también se acercó para saludar a su amigo junto con la muñequita, a quienes el payaso abrazo con todas sus fuerzas al punto de casi sacarles el relleno.
Los niños estaban asombrados por el cambio del payaso, ya que por sí solo este tenía un brillo especial que animaba a todos incluso a los pequeños.
El payaso bajo a sus amigos y de un bolsillo saco algunos globos los cuales inflo e hizo un pequeño perro que le dio al niño; para la pequeña de su manga con mucho cuidado y esfuerzo, saco un gran ramo de flores de todas formas y colores que le regalo solo para ella.
La pequeña estaba asombrada por lo que el payaso hacía, de otra manga saco varias pelotas con las cuales hizo malabares con la ayuda de su mono al lanzarse las pelotas el uno al otro. Los niños aplaudían a cada acto que hacía hasta que; pronto de su bolsillo salto un gran reloj que sonaba y brincaba sin parar; este reloj anunciaba que ya hora que el payaso siguiera su camino.
Por lo que con gran habilidad el bufoncito atrapo el reloj que, aun así; no se quedaba quieto y mucho menos callado. El payaso mostró una gran cara de tristeza porque era que él se fuera, entonces se colocó de pie junto a su maletín y de su bolsillo saco un silbato con el cual al tocarlo llamo a todos a forma filas para que ya regresaran a la maleta.
Primero el arpa junto con los soldaditos que la llevaban cargando, seguido de los demás juguetes que con gran rapidez entraban en la maleta. Luego regresaron las palomas y mariposas seguidas muy de cerca por las pelotas y demás juguetes.
Finalmente, solo quedaban la muñequita, el mono y el bufoncito quienes se despidieron de sus amigos preparándose para entrar de nuevo en la maleta cuando; el payaso los detuvo y con un pequeño gesto de su mano les pidió a los niños se acercarán para entonces, darle a cada uno otro regalo.
A la niña le obsequio la pequeña muñequita con la cual se había llevado de maravilla, la cual la pequeña acepto con gran alegría y al pequeño; le regalo el bufoncito con el cual había sufrido tanto.
Curiosamente ambos juguetes se encontraban contentos al igual que sus nuevos amos. Entonces el payaso con una peculiar sonrisa se agacho quitándose el sombrero agradeciendo a los pequeños por hacerlo reír nuevamente a la vez que se despidió de ellos.
El monito tiro de la chamarra del payaso para señalarle que los niños no podían quedarse así vestidos, a lo que el payaso le dio razón; por lo que como acto final de su bolsillo saco un gran pañuelo con el que cubrió ambos pequeños.
Los niños estaban quietos esperando lo que haría ahora, el payaso asomo la cara por debajo del pañuelo sonriéndoles a los pequeños ya despidiéndose de ellos y de sus amigos la muñequita y el bufoncito.
Saco la cabeza y entonces metió su mano con la cual comenzó a contar 5...4...3...2... 1...
Y el pañuelo salió volando por los aires, descubriendo a los niños que nuevamente se encontraban con sus ropas que traían antes; la calle era de nuevo la misma sin rastro alguno que hubiera ocurrido algo, de hecho, ni el payaso se encontraba en ese lugar.
La muñequita ya no se movía por si sola, ahora solo era una muñequita de trapo más lo cual entristeció a la niña; el niño tenía en sus manos la cajita del bufoncito y al ver que la muñequita ya era normal tuvo curiosidad del pequeño bufón.
Por lo que giro con cuidado la manivela de la caja la cual comenzó a tocar su melodía acostumbrada; cuando llego al final la tapa se abrió. El niño cerró los ojos esperando un pastelazo por parte del bufoncito, el cual que nunca llego.
El bufón ahora era otro juguete más que ya no podía hacer maldades a su nuevo amigo.
Esto causo cierta tristeza a los pequeñines, sin embargo, también estaban contentos ya que sabían que habían vivido algo que jamás nadie podría creer.
Continuaron su camino a casa cuando a la distancia cruzando la calle lograron ver al payaso que iba caminando de singular manera con una gran sonrisa y silbando una alegre canción del circo.
Los niños lo intentaron alcanzar llamándolo a gritos, pero él payaso no les hacía caso, por lo que corrieron hacia él; cuando estaban a punto de alcanzarlo este ya había cruzado la calle; al llegar a la otra acera, con un solo movimiento volteo a ver a sus nuevos amigos con su mano despidiéndose de ellos con una gran sonrisa.
En ese momento un gran camión paso frente a este ocultándolo de la vista de los niños, solo un segundo bastó para que el payaso volviera a desaparecer.
Los niños al ver esto se preguntaron a donde se había ido, lo buscaban en todas partes, pero de nada servía ya que no lo encontrarían.
Ambos siguieron su camino a casa contentos por la aventura que habían tenido, cargando con alegría a sus amigos que siempre les recordaran lo que muchos solamente soñarían y que ellos habían logrado vivir.