Aterrizando en tu corazón
img img Aterrizando en tu corazón img Capítulo 5 La advertencia.
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Capítulo 6 Persecución al atardecer. img
Capítulo 7 Geyler... ¿O Heyler img
Capítulo 8 Amigo de bienvenida. img
Capítulo 9 Hermano mayor. img
Capítulo 10 El juramento. img
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Capítulo 5 La advertencia.

Noviembre 12

Jena.

Me despierto a la mañana siguiente, lista para empezar un nuevo día. Me levanto y por suerte, esta habitación tiene baño propio. Después de tomar una ducha y cepillarme, salgo con la misma ropa. Mi mochila se ha quedado abajo y no puedo llamar a alguien.

Comienzo a bajar las escaleras y veo a la señora Paltrow en el sofá con mi mochila abierta en la mesa. También está el sobre amarillo que me dio mi padre con una nota: No vuelvas a casa.

Camino hasta ella y sé que se ha enterado de todo. No hace falta preguntar por la manera en qué me mira y tiene toda la prueba en la mesita. Me sigue con la mirada hasta que estoy sentada en frente de ella.

-¿Tu padre te dejó?

A estas alturas, solo queda decir la verdad.

-Sí.

-¿Cómo sucedió?

No dije nada, así que añadió:

-Puedes quedarte, pero... -dijo, mientras se dirigía a la cocina.

-Le prometo que algún día le contaré todo.

Ella asiente y con una sonrisa viene con una tarjeta de crédito en su mano.

-Vayamos de compras más tarde. Siempre quise una hija para hacer estas cosas, a mi nieto no le gusta ese tipo de cosas. Y puedes llamarme "abuela".

Hija.

-Seguro, será divertido.

-Tengo un nieto en casa, creo que es mayor que tú. Aunque su comportamiento es de un niño de cinco años, pero se llevarán bien. ¿Comiste algo ayer? -pregunta.

-Sí -mentí, pero los rugidos de mi estómago me delataron y ambas reímos.

-Mi nieto es un glotón, pero siempre prepara mucha comida. ¡Hasta sobra!

Mientras esperábamos el desayuno, estuvimos hablando por bastantes minutos y me he dado cuenta que es una persona de confianza. Su hija se llama Rouse, pero no está mucho en casa y tiene su hijo de doce años, Jack, quién está todo el tiempo.

Su esposo murió hace unos años debido a un accidente automovilístico que le causó un infarto cerebral. Recibir esa noticia fue muy duro para ella, sin embargo, dice que Jack siempre estuvo a su lado en esa etapa difícil.

-Apuesto a que Jack estará muy contento de conocerte -dice sonriendo.

Ahora que la veo bien, la abuela es la viva imagen de la elegancia. Para ser mayor de edad está muy bien parada, no anda encorvada como yo. Además, luce un vestido blanco que seguramente es de seda y un blazer, nada vulgar como viste mi madrastra. Espero que cuando muera me deje su armario.

No, Jena, eso suena muy cruel para alguien que te está ayudando.

Dirijo mi vista a la persona que está entrando con una bandeja en las manos, por su apariencia deduzco que es Jack. Todavía no se ha percatado de mí, hasta que levanta la vista.

-Abuela, ¿quién es la chica que me está mirando desde que entré? -preguntó dejando la bandeja en la mesa.

-Es linda, ¿verdad?

Jack se ruborizó ante esa pregunta y es ilógico porque el cumplido me lo hicieron a mí, y no me puse como tomate.

-Soy Jack Will, un gusto. -sonrió de lado estirando su mano derecha.

Aparte mi vista y dije-: Mi mamá dijo que no debo hablar con extraños.

-¿Y qué hay de la abuela?

Ella se limitó a sonreír.

-Ya la conocí -respondí.

-Y yo ya me presenté -rebatió.

Al no recibir respuesta de mi parte, alejó la bandeja de mi lado.

-Jack, dale esa bandeja. Tiene hambre.

-¡¿Qué?! ¡¿Es de la calle?!

Lo miré mal y la abuela le tiró un cojín que, lamentablemente, logró esquivarlo por suerte-: ¡¿Qué te he dicho de respetar a los demás?! ¡¿Acaso te he criado así?!

-Perdón, abuela -dijo cabizbajo.

Se sentó en el suelo y me acercó la bandeja. Estaba por tomar un sándwich hasta que Jack habló.

-¿Tu mamá no te dijo nada de los extraños con comida?

Reí por lo que dijo.

-Oh, vamos, Jack. Déjala en paz.

Debo admitir que me moría de sed y hambre, esos dos sándwiches se veían muy tentadores en la bandeja, hasta podría ser capaz de comerme seis o hasta diez. Y ni hablar de su jugo de fresa; una delicia.

-Y, ¿cómo te llamas? -preguntó Jack.

-Jena -respondí y seguí comiendo.

Jack era unos centímetros más alto que yo. Tiene la piel blanca, cabello castaño y ojos verdes. Está vestido de manera casual; una camiseta roja, unos pantalones cortos de color negro y sandalias.

-Jack, hijo, preséntale tu escuela a Jena. Asistirá a partir de mañana.

Me levanté del sofá y me apresuré a negar-: No es necesario, puedo ayudarla con las cosas del hogar o buscar un trabajo. No debe gastar dinero en alguien como yo, en serio.

-¿Alguien como tú? -preguntó Jack con interés.

-Si te molesta tanto que te dé mi dinero, puedes regresarlo cuando seas profesional. Considéralo como un préstamo -me aseguró la abuela, sonriendo.

No tengo idea de qué hacer sobre mi futuro, pensaba en trabajar para ganar el dinero suficiente y alquilar un local para vender zapatos o algo parecido. Aunque también está el problema de mi edad, las personas pedirán autorización de mis padres y eso es imposible.

La propuesta de la abuela tampoco está nada mal, como dijo ella, es solo un préstamo que debo devolver en el futuro.

-Muy bien, pero recuerde que le devolveré cada centavo de lo que usted gaste por mí -aseguré mientras estrechaba mi mano para dar por finalizado el trato.

-Tenemos un trato -sonríe.

-Jena, alístate. Iremos a la escuela -dice Jack y se levanta para subir escaleras arriba.

¿Alistarme? Salí de la casa de mi padre con dos chaquetas y dos camisetas. Y entre esas, la más presentable es la que tengo puesta en estos momentos.

-C-Claro -tartamudeé.

Soy una persona que no siente vergüenza la mayor parte del tiempo, de verdad. Pero no puedo evitar sentirme avergonzada en estos momentos, siento que me arde la cara, no tengo idea de si estoy roja. Tampoco quiero que me vean, así que mi plan consiste en mirar el piso.

La abuela no parece notar mi incomodidad debido a que está leyendo una revista sobre decoración de interiores. Al cabo de unos minutos, aparece Jack bajando las escaleras, corriendo. Pienso en las excusas que diré para cuándo me pregunte:

1. No sabía que saldríamos ahora.

2. ¿Dijiste que me alistara?

3. Creo que todavía no has tomado tu desayuno.

4. ¿Me hablabas a mí?

Jack está delante de mí.

-Jena, ¿por qué no te alistaste?

Y entre todas las excusas, escojo la cuarta.

-¿Me hablabas a mí?

-¿A quién más? -tiro de mi brazo para levantarme-. Rápido, sube y...

-No irá -interrumpió la abuela. Me la quedé viendo, confundida-. Irá conmigo de compras.

-¿Qué? -Fruncí el ceño, y ella se dio cuenta de mi confusión.

-¿No te acuerdas? Dijimos que saldríamos a comprar -explica.

Cierto, lo había olvidado.

-Jack, ve a la escuela. Nosotras regresaremos pronto.

-Muy bien -contestó no muy convencido, pero lo deja pasar y sale de la casa con su mochila sobre su hombro.

-Nosotras también nos vamos.

Asiento.

Salimos de casa y caminamos hasta la parada de autobús. Esperamos a que llegue uno, subimos, pagamos nuestro pasaje y nos sentamos hasta llegar al centro comercial.

Tardamos alrededor de dos horas en llegar a nuestro destino, el autobús se detiene frente a un enorme edificio lleno de ventanales. Estamos cerca de la época navideña, por lo que hay mucha gente. La abuela ha empezado a caminar entre toda la multitud, así que me apresuré a caminar tras ella.

El temor de perderme en este lugar me carcome, y para asegurarme, sostengo la parte de atrás del abrigo de la abuela. Ella voltea a verme y me sonríe, es una sonrisa tranquilizadora.

Llegamos a la entrada, estaban dos guardias de seguridad extremadamente grandes. Nos dirigimos a la primera tienda de ropa llamada H&M.

Me senté, mientras que la abuela veía unos vestidos de color blanco del mostrador. Era uno con estilo drapeado y a modo de frunces por todo el corte, tanto en el eje central como en las laterales y de tamaño dos centímetros más arriba de la rodilla.

-Jena, pruébate esto. Para tener trece, tu cuerpo está bien desarrollado.

-Abuela, ¡no aquí!

Tartamudeé muerta de la vergüenza. Tomé el vestido y entré al camerino para probármelo. Antes de entrar, miré de reojo que algunos empleados rieron por lo que pasó.

Me desvestí y me puse el vestido por debajo. Debo admitir que la abuela tenía razón, el vestido quedó entallado a mi pecho. Era ajustado de la cintura para arriba y la falda era suelta.

Salí del vestidor y la abuela empezó a fotografiarme. Me cubrí el rostro con ambas manos y le dije-: Abuela, para.

Ella se detuvo y con una sonrisa de oreja a oreja dijo-: Estás muy preciosa -llamó a la señorita-. Llevaremos ese.

Había visto la etiqueta de ese vestido antes de probarme. Esta tela blanca cuesta alrededor de veinte euros. Es más, todo en esta tienda tiene un precio elevado, con ese dinero podría comprar cosas útiles.

Traté de evitar que malgaste su dinero, pero ella respondió con un gesto para restarle importancia al asunto. Estuvimos horas escogiendo que prenda comprar. Después de haber entrado a más de 50 tiendas, probarme alrededor de 192891 prendas de vestir y subir más de 15 veces las escaleras -porque la abuela tenía miedo subir al ascensor-, terminamos las compras y salimos con diez bolsas cada una.

Lo sé, mucha ropa para alguien que está en pleno crecimiento. Pero el lado bueno, es que también compramos algunas de talla grande para cuando crezca.

El camino de regreso a casa se me hizo difícil. Fuimos en taxi debido a la cantidad de bolsas, la abuela se había quedado dormida y yo me mantuve despierta por si el conductor nos quería estafar y llevar a otro lado a hacer quién sabe qué. En simples palabras, pasarse de la raya.

Pasó más de una hora para llegar a nuestro hogar, bajé del taxi con las bolsas mientras que la abuela pagaba por los servicios.

-En dos días irás a la escuela, ¿estás lista? -me preguntó.

Guardé la última bolsa dentro de casa y asentí un poco nerviosa.

-Llegaron -Jack salió-. ¿Cómo les fue? Hay comida por si tienen hambre.

-Pero si tú no sabes cocinar -dice la abuela.

-¡Sí que sé! Miré un tutorial en YouTube sobre comida para principiantes, ¿y qué crees? ¡Soy todo un experto! -habla con entusiasmo.

-Ah, ¿sí? ¿Y qué cocinaste? -me uno a la conversación.

-Mi especialidad, ¡arroz con huevo!

Las dos reímos bastante fuerte. Alistamos la mesa y nos pusimos a comer la comida echa por Jack, aunque su huevo no estaba del todo frito tenía un sabor especial. Después de cenar, todos nos fuimos a dormir.

***

Noviembre 15

Me despierto nerviosa porque hoy iré a la escuela. Siempre he preferido quedarme en casa porque no tengo que ver la cara de mis compañeros ni soportar a los profesores hablar de temas tan aburridos.

Mientras la abuela está preparando el desayuno y Jack alistándose, me preparo mentalmente para sobrevivir un día en la escuela secundaria. No tengo un uniforme, así que iré con unos jeans sueltos y una camiseta blanca.

-Vengan a desayunar -llama la abuela.

Los dos nos sentamos en la mesa, uno al costado del otro y la abuela al frente.

-¿Están nerviosos?

-Para nada -dice Jack.

-Sí -admito, avergonzada.

-No te preocupes, será un nuevo comienzo.

Eso espero.

No sé qué haría si Jack se enterase de mi vida por otras personas. Quiero ser yo quien se lo cuente, a él y a la abuela. Pero necesito tiempo, debo estar preparada para lo que sea que decidan al enterarse.

Y más importante, no debo encariñarme con ellos.

Al terminar nuestro desayuno, salimos de casa y caminamos hasta la parada de autobús.

-Jena, ¿cómo era tu antigua escuela?

-No estaba nada mal.

Al llegar, el autobús ya estaba ahí. Subimos y nos sentamos en los asientos de atrás. El recorrido hasta la escuela no tarda más de veinte minutos, cuando llegamos había bastantes niños y adolescentes caminando de un lado a otro.

Jack y yo caminamos por los pasillos de la escuela secundaria. Las personas nos observan fijamente, y no sé si es porque soy nueva o porque Jack es algo popular aquí. Aunque también puede ser por mi ropa, pues no estoy vistiendo el uniforme.

Durante la primera clase, Filosofía, me presenté ante todos y pensé en la situación que estoy viviendo, y en realidad, es bastante deprimente quedarse sin una familia. Porque, aunque tuvimos nuestros desacuerdos, él seguía siendo mi papá y en el fondo lo quería. Si no hubiese sentido nada de afecto, probablemente no me haya afectado su acción.

-Oye, ¿por qué me sigues? -preguntó Jack.

-No conozco a nadie más que a ti.

-¿No tienes clases en el tercer piso?

-Sí, pero...

-Ve a tu clase, estarás bien. Solo son pubertos.

-¿No sabes que esos son los peores? -pregunté desconcertada-. Siento que soy una oveja en un bosque de lobos -digo en un susurro al tiempo que miro a todos lados y me sonríe un chico que pasa por mi lado.

-Solo quieren ser tus amigos porque eres la chica nueva. Ahora, ve a tu clase -dice a la vez que me da un golpecito en la frente.

-Eres cruel.

Jack se va a andar por otro lado y yo camino por los pasillos, sin saber a dónde ir. Lo único que sé es que se siente extraño ser el centro de muchas miradas. Entro a mi aula, 301, las pocas personas que están giran a verme.

Los ignoro y tomo asiento en el último lugar a la esquina.

-Oh, vaya -llega una chica y se apoya en mi mesa-. Pero si es Jena Bonner. He escuchado mucho de ti.

-Disculpa, ¿nos conocemos?

-¿Es cierto que estás necesitada de atención? -pregunta con cierta burla en el tono de su voz.

Qué fastidio.

Esto no puede estar pasando. No ha terminado el día y ya empezaron con sus comentarios cuando el maestro no se encontraba en el aula. Estoy segura de que así será siempre, pero ya estoy acostumbrada a lo que dicen de mí.

En cuanto estoy junto a Jack, él me saluda con la cabeza y empieza a caminar a paso rápido. Por alguna extraña razón, siento que no quiere estar cerca de mí ni dirigirme la palabra. Así que, no me esforcé para alcanzarlo.

Cuando llegamos a casa, la abuela estaba en la acera con la cámara. Empezó a tomarnos miles de fotos en distintos ángulos. Por otro lado, Jack parecía algo irritado. Saludó a la abuela y se fue a su habitación sin decir más.

-¿Pasó algo? -pregunta, extrañada de su actitud.

-No lo sé, estuvo así desde que salimos.

Me toma de la mano, y me arrastra por el jardín de la entrada. Entramos a la casa y tan pronto como ponemos un pie dentro, escuchamos ruidos del piso de arriba.

Era Jack.

Creo que está tirando cosas al piso. Parece estar más que enojado.

-Jena, ¿puedes ir por fresas?

Asentí y salí de casa. Es lo menos que puedo hacer, darle su espacio para que pueda hablar libremente de sus problemas con la abuela sin que una extraña esté escuchando todo.

Sé cuál es mi lugar. Y lo respeto.

Caminar por estas calles se me hace raro, sigo sin acostumbrarme, pero esta es temporalmente mi vida. No pienso echar a perder todo otra vez, deberé de comportarme como tal y no hablar de más.

Justo en ese momento, aparecen dos chicos y una chica que no conocía en frente de mí. La chica estaba con una sonrisa en su rostro y el celular en la mano. Pase lo que pase, no debo reaccionar. Es mejor ignorarlos.

Pasé de largo, pero uno de ellos me tomo del hombro.

-Oye, ¿y tus modales? No puedes hacer como si no nos hubieses visto.

-Estoy apurada.

-Vamos, será por corto tiempo.

-Mark, agárrala por detrás -indicó el más alto-. Mei, graba todo.

Intento correr, pero Mark me toma del brazo y me agarra por detrás. Trato de librarme de su agarre, pero él me sostiene con bastante fuerza.

-¡Shhh! Sólo te pondremos en tu lugar. Será rápido.

-Gabriel, dijiste que solo sería una advertencia.

-Cállate, Mei. No podemos dejar que ande como si nada.

-¡Idiota! ¡Déjame ir! -grito tan fuerte que el golpe en mi mejilla izquierda me toma por sorpresa.

El que me sostiene me suelta-: Gabriel, no puedes golpear a una mujer.

No me quedo ahí, y trato de salir corriendo, pero Mark me agarra y me pone de espaldas hacia él, jalando mi cabello. Puedo sentir el dolor de mi cabellera, está sosteniéndome con bastante fuerza.

-Ya es suficiente, Gabriel.

-Sí, es solo una chica. Déjala en paz.

-¡¿Saben lo que pasará si no le damos su merecido?! ¡Par de idiotas! -su grito retumba en mi oído.

-¡Ya déjame! -grité, golpeando con todas mis fuerzas su estómago.

Salí corriendo de allí.

                         

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