Capítulo 4 Visita inesperada y despreciada.

POV: William

Abro la puerta y siento una rabia infinita correr por mis venas. No entiendo el motivo de su visita y eso me pone de muy mal humor. Lo último que me falta ahora es que Vivianne empiece a acosarme, otra vez.

-¿Qué se supone que haces aquí? -pregunto, con voz helada y mis manos apretadas en puños.

-Will, ¿dónde están tus modales? -responde, con una sonrisa que me produce repugnancia.

Intenta acercarse. Levanta sus manos y pretende apoyarlas en mi pecho descubierto, pero logro aguantarla con las mías, antes de que me toque. Sin embargo, mi gesto le provoca una sonrisa, como si hubiera esperado precisamente esto. La suelto al instante, con una sacudida.

-Vete, Vivianne, no tienes nada que hacer aquí -gruño, con molestia. Me está colmando la paciencia.

-Solo quería verte otra vez. -Hace un puchero y pone expresión lastimosa.

Me irrita sobremanera tener que aguantar esto. Fingir, siempre ha sido su mejor habilidad. Pero ya no soy ciego, ya no soy aquel tonto e ingenuo muchacho que creyó había encontrado a la mujer de su vida. Hace mucho que ella, solo me produce pena.

-Recoge tu dignidad y lárgate, Vivianne -farfullo, rabioso.

-Will...

-Llamaré a seguridad -aseguro y ella entrecierra sus ojos.

-No te atreverías. -Alzo una ceja ante su afirmación. Ella suspira y levanta sus manos, pidiendo perdón-. Lo siento, ya me voy.

No me quedo para ver si se va o no, cierro la puerta sin pensarlo siquiera. Los gemelos se sobresaltan con el ruido fuerte que retumba por todo el salón. Al ver mi cara de mala leche, fruncen el ceño y alzan sus cejas, los dos a la vez; lo que me resulta demasiado perturbador.

-No creo que haya sido un vendedor de baratijas -murmura Leonel, todavía pegado a su botella de cerveza.

-Mira que eres imbécil. -Rafael se gira y mira a su gemelo con decepción, niega con la cabeza.

Leonel solo alza sus hombros, sin importarle la cantidad de estupideces que salen a toda hora de su boca. En lo que mis hermanos pelean entre ellos por tonterías, yo tomo asiento donde mismo estaba antes y pienso en la maldita visita. No me da buena espina que ella esté rondando sin descanso. Verla en el club estoy seguro fue una casualidad, pero este encuentro fue más que evidente, estuvo planeado.

-No creo que imaginen siquiera, quién era -murmuro, recostado por completo al respaldo de la butaca.

Rafael y Leonel ponen expresiones confusas y me miran a la expectativa.

-Vivianne -digo y al instante, gestos de odio y desprecio se forma en sus rostros.

-¿Qué vino a hacer esa aquí? -pregunta Leonel, con evidente molestia.

Rafael hace un gesto con su cabeza, secundando lo que dijo su gemelo.

-No sé qué está buscando, pero lo último que me faltaba es encontrarla ahora en todos lados.

-¿Cómo ella sabía que estabas aquí? -pregunta Rafael.

-Porque me vio en el Club. Debió suponer que me quedaría donde siempre.

-Primero mentirosa y ahora, acosadora -resopla Leonel.

Nos quedamos en silencio, los tres pensando en todo lo que sucedió hace unos años y que nos afectó bastante. Vivianne parecía ser la mujer perfecta para mí. Atenta, agradable, hermosa. Nuestra relación comenzó en el último año de instituto y realmente, llegué a pensar que ella era la indicada; tanto así, que le prometí regresaría por ella cuando pudiera ofrecerle todo lo que merecía. Y cuando recién comenzaba a ganar prestigio, fui en su busca. En ese momento, pensé que su aceptación, eran sus ganas de sacrificarse conmigo, de asumir juntos las responsabilidades y luchar para llegar a la cima. Pero estaba equivocado.

Resultó que solo escondía su verdadero carácter. Sus intereses iban más allá de mantener una relación conmigo, pretendía satisfacer sus más egoístas deseos a costa mía. Y no es que yo pretendiera que ella se quedara estancada mientras yo escalaba en el estatus profesional, por el contrario; siempre apoyé sus sueños. Una vez llegó a la ciudad, tener una relación conmigo le abrió muchas puertas. Por su porte y belleza, varias agencias de modelaje se interesaron en ella y yo, apoyé esa carrera. Sin embargo, no muy tarde me di cuenta de sus falsas actuaciones. Desde intentar denigrar a mi familia, convencerme de que ellos querían vivir de mi éxito y, por último, meterse con mis hermanos.

«Y nadie, absolutamente nadie, se mete con mi familia».

-Will... -La voz de Rafael me saca de mis pensamientos-. Relájate.

Mira mis manos y yo me doy cuenta que las tengo en puños, ya blancos, de tanto apretar.

-Sí, hermano, no dejes que te afecte -prosigue Leonel, serio también.

Leonel fue, de los gemelos, al que más le afectó la situación con Vivianne. Su carácter liberal, mujeriego y descarado, al parecer llamó la atención de ella e intentó conquistarlo. Aunque mis hermanos son muy parecidos en cuanto a gustos, lo que los lleva un poco más profundo en sus aficiones...raras, Rafael es un poco más serio. Y mi ex novia pensó que tendría una oportunidad con el otro gemelo.

-Sí, mejor voy a tomar un baño. Necesito relajarme.

Me levanto y camino a la escalera. Cuando ya estoy por llegar a arriba, Rafael grita desde su posición.

-Will, tenemos un encuentro con uno de los posibles inversionistas en... -dice y mira su reloj-, una hora. ¿Te nos unes?

Lo pienso un poco, porque no me siento del todo bien para tener todos mis sentidos puestos en nuevos negocios. Pero mis hermanos me lo están pidiendo y no me puedo negar. Asiento.

-No te demores, entonces, princesa -grita Leonel y le da un trago a su cerveza.

Río con las ocurrencias de estos dos y sigo mi camino a la habitación. Me tomo una ducha rápida y, mientras busco uno de mis trajes en la maleta, pienso en llamar a Ashley; sin embargo, soy consciente de que no serán dos minutos de conversación y ya quedé con los gemelos para ir a ese encuentro de negocios. En cuanto tenga una oportunidad, la llamaré.

(...)

Salimos los tres juntos del apartamento, con destino a un elegante restaurante del centro de Manhattan. Como siempre, los gemelos tienen a su disposición una limusina para moverse en este medio y no necesitamos conducir. En el camino hablamos de los principales intereses de este posible socio y lo que nosotros, como compañía, estamos dispuestos a ceder. Media hora después, nos detenemos en un lujoso hotel y el portero nos deja pasar sin hacer preguntas.

Con seguridad, caminamos hasta el restaurante del interior. Una chica revisa la reservación y con una sonrisa radiante, nos pide que la sigamos. Mis hermanos van detrás de ella, todo el rato mirándole el trasero y casi que me dan ganas de rodar los ojos por sus impertinencias. Nos lleva hasta un reservado al fondo del elegante salón y nos pide que nos pongamos cómodos en lo que llega nuestro acompañante. Pedimos un excelente cabernet suavignon, cosecha del 2013, y nos deleitamos con su magnífico sabor. El espacio donde estamos, es privado, pero tiene un ventanal por donde se puede observar el resto del restaurante, sin que los demás comensales nos vean.

Theodore Anderson, dueño de una de las multinacionales más importantes de mi país, llega acompañado de su esposa Vanessa. Sus extensos negocios y su apretada agenda, obligó a mis hermanos a trasladarse a New York para poder tener un encuentro con él. Interesado en nuestras principales ramas de exportación e importación, mantenemos conversaciones amenas y enfocadas principalmente a conocer nuestro esquema de trabajo. Cenamos con tranquilidad y en un ambiente ameno, hasta que me parece ver por el ventanal, un vestido rojo ostentoso y un cabello rubio que reconozco.

«¿Qué hace ella aquí?», me pregunto, con la paciencia al límite.

Pido disculpas para ausentarme y salgo del reservado. Necesito verificar que no es Vivianne otra vez. Sin embargo, cuando no la veo por ningún lugar, disimulo y voy hasta el baño. Ya comienzo a pensar que estoy siendo demasiado paranoico, cuando al salir del baño, ella se aparece.

-¿Me buscabas? -pregunta, con lo que ella piensa es una voz sensual.

Yo respiro hondo para no formar un espectáculo en medio del restaurante, puesto que se apareció justo a la salida del área de los baños. Intento serenarme y respondo, entre dientes.

-No veo por qué debería hacer eso. -Frunzo el ceño, cuando ella se me acerca. Doy un paso atrás.

-Son muchas casualidades, ¿no? -habla, como si nada. Pero el tono sugestivo que utiliza, lo reconozco.

«Está mintiendo».

-Aquí no hay casualidades, Vivianne -aseguro, mirándola con disgusto.

Ella cambia su expresión, dibuja una de angustia y pone una mano en su pecho, para hacerse la ofendida. Pero al ver que yo no caigo en su juego, sonríe calculadora.

-Bueno, debía intentarlo. -Rueda sus ojos-. De todas maneras, Will, debes saber que estaré más cerca de lo que crees.

Me guiña un ojo y se va. No sigo su camino, no me interesa saber hacia dónde se dirige, pero me quedo pensando en sus palabras.

Regreso al reservado y veo que Leonel fue consciente de mi demora. Me mira y sé que está al tanto de lo que sucede; su expresión inquieta me lo demuestra. Tomo asiento y trato de olvidar el desagradable encuentro. Continuamos tocando temas de negocio y Theodore cada vez se nota más interesado. Al final, llegamos a un acuerdo, haremos negocios juntos. Mañana a primera hora nos pondrá en contacto con su agencia de envíos y sus abogados tramitarán el contrato. Respecto a esto último, nos dice que sus hijos son los que llevan los temas legales de su empresa y que manejan su propio bufete, Anderson & Asociados. Esto me interesa, ya que tenía idea de buscar un bufete de renombre para solicitar sus servicios a tiempo completo; así que les pido información para ponerme en contacto.

Mientras disfrutamos del postre, llega una visita inesperada. Un socio comercial de Anderson y que, en cuanto nos presentan, se interesa por hacer negocios con nosotros también. Según él, porque ha escuchado mucho de nuestro imperio. Como no está de más adquirir nuevas ofertas, aceptamos un encuentro en dos días, en su propia compañía de modas. Así podremos ver sus principales productos y estudiar si nos conviene o no un nuevo socio de este lado del mundo. Textiles Green, la empresa de Blake, es mi principal proveedor en esta industria, pero podemos valorar qué otros productos nos pueden interesar de este nuevo socio.

Cuando salimos del restaurante, lo hago con sentimientos encontrados. Entre emocionado por estrechar lazos con Anderson Industries y la sensación incómoda de encontrarme constantemente con Vivianne, no logro sentirme bien del todo.

-Hermano, ¿qué sucede? -pregunta Rafael, mientras atravesamos la recepción del hotel.

-Vivianne otra vez, es lo que sucede, Rafa.

Mi hermano resopla y Leonel frunce el ceño.

-¿Dónde la viste? -Se preocupa Rafael. Ya Leonel imaginaba esta situación.

Le explico lo sucedido antes y él, se queda pensativo. Sin embargo, nos convida a cambiar de planes.

-¿Por qué no nos tomamos algunos tragos en el bar? Así podemos pensar mejor en todo esto y esperar, por si ella todavía está rondando por aquí.

-Estoy de acuerdo -dice Leonel, que ya cambió sus intereses al mirar una despampanante morena haciéndole señas.

Yo dudo, no quiero entrar en el juego de esa víbora; también quiero llamar a Ashley y hablar con ella por largo rato. La extraño mucho. Ahora, con el encuentro pendiente, no podré regresar todavía a casa, por lo menos en dos días.

-Vamos, Will, no lo pienses más -determina Rafael y me toma por el brazo para irnos hasta el bar.

En lo que mi hermano me obliga a caminar, busco mi teléfono para llamar a Ashley; necesito saber de ella para estar un poco más tranquilo. Pero, aunque reviso todos mis bolsillos, no lo encuentro. Luego recuerdo que lo puse a cargar en la habitación y que ahí quedó. Resoplo, con frustración.

«Ni modo, cuando regrese al apartamento será lo primero que haré».

Me dejo llevar por mi hermano.

Y por desgracia, eso me cuesta toda una noche de bebidas y un día completo de resaca.

            
            

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