Capítulo 2 UNO: Lo quiero

Ya ha pasado un mes desde que Jinnah rompió con el, ya lo había superado o al menos eso cree... lo único molesto es oír a su padre alabarla cada que va a visitarlos, cuando su padre supo lo de Jinnah solo dijo "Retrocede en el tiempo y mira que hiciste mal para ver si así lo solucionas, una chica como Jinnah no la encuentras así nada más" Kook por su parte ha estado muy al tanto y si no fuese por el seguiría pensando en que fue el culpable de que Jinnah le fuese infiel.

Cuando Jeon Jungkook escuchó decir a Jin que se había disculpado con esa mujer, no lo podía creer "¡¿Estás loco, Disculparte por queee?!" y luego de escuchar los sin sentidos de Seok Jin arremetió contra si mismo por siempre decir que es el único culpable de que las chicas rompan con el.

Pero era solo una broma para Jeon, no era en serio, realmente con Jinnah, Jin fue un caballero y el era testigo, esa mujer ya era mala desde antes... era una doble cara, nunca en ningún momento la permitió o la quiso cerca de el y cree que Jin ya lo sabía, que eran como el agua y el aceite. –Oye Seok– Jin que estaba echado sobre el sofá con medio cuerpo afuera, tomó un pistacho, quitó la dura carcasa, comió lo finalmente la semilla verde y en respuesta lanzó la dura caparazón a Jeon. –¿No has pensado en intentar con un chico, quizá no eres para ser hetero– el castaño que en momentos anteriores estaba en postura mortal, cayó de cabeza al suelo.

Se recompuso y con mueca de dolor se sobó la frente. –Maldito hijo de perra, quedamos en que soy Bisexual– de inmediato se acuclilló para recoger los pistachos que yacían sobre el suelo.

–Bueno, Hoy inaugurarán un pequeño Bar en cierta avenida, pienso ir con Jimin y Taehyung ¿te unes?– no lo pensó mucho, quizá ya era hora de conocer algunas chicas lindas, Jinnah continuo con su vida como si no hubiese pasado nada, por su parte subió algo de peso especialmente la panza... ya debía volver a ejercitarse, asintió. –Excelente hermano, pero... procura no quitarte la camisa, has subido algo de peso, lamento ser yo quien te lo diga– gillipollas, hace mucho no veía a Tae sería bueno ir un rato y saludarlo, también al pequeño Jimin.

–¿A qué hora lo abren?– Seok Jin preguntó echándose nuevamente en el gran sofá.

–A las 8:00 p.m...– los dos se silenciaron por un momento y con un sentimiento extraño observaron el reloj digital en la pared, que bestia.

–Maldito cabrón ya son pasadas de las ocho– el pelinegro que se puso de pie de inmediato esquivó el cojín que le habían lanzado. –Me aseguraré de nunca enviar una razón contigo– Jin salió apresurado y subiendo las escaleras llegó a su habitación.

Luego de un largo proceso de arreglos salió de su habitación y finalmente bajó las escaleras, eran las 11:24 p.m. –Ya hablé con Jimin, nos esperan allá... para nuestra suerte cierran el bar a las 5:00 a.m, apresurate– desconecto su celular del cargador, lo guardo en su bolsillo trasero, apresuradamente tomo las llaves y se las lanzo al pelinegro.

–Conduce tú, Kook– no sabía por qué rayos el maldito de Jeon era tan hábil conduciendo pero gracias a ello lograron llegaron a las 11:50 p.m, a solo 10 minutos del amanecer.

–¡Kookie!– el rubio abrazo sin previo aviso a el pelinegro que por poco tomaba haciendo.

–Pensé que ya estaban durmiendo– bromeo Tae ofreciendo dos copas de margaritas que tomó de un mesero que pasaba en ese momento a los recién llegados.

Al parecer todos estaban entretenidos pero por otra parte Jin solo jugueteaba con la aceituna dentro de la séptima copa de margarita que había ingerido intentando distraerse, dejó la copa en la mesa y se puso de pie. –¿A dónde vas?– Jeon le tomo a gran velocidad el hombro.

–Voy... Voy al baño ¿Que? ¿Me la quieres ver?– Kook se burló inmediatamente y dandole un golpe en la parte trasera de la cabeza le dejó ir.

–Ve con cuidado gran idiota– el pelinegro observó que su amigo llegara bien al baño, por qué ya se había dado cuenta que a medias podía estar en pie.

Jin llegó al baño dándose de a golpes con todas partes, cuando finalmente estuvo frente al espejo, abrió el grifo, recogió cierta cantidad de agua con sus manos y la lanzó a su rostro pensando que así quizá dejaría de ver dos versiones de el, quiza se había pasado un poco... escucho pasos acercándose al baño e inmediatamente entro a un váter. –¿Seguro que sigue en el bar?– una voz medio gruesa pregunto y seguido sonó como una bolsita de plástico era abierta.

–Si, si... no sé para donde fue pero su amigo sigue aquí va volver– ¿de que hablan se preguntó.

–Espero valga la pena, pasa la margarita... –

–Si jefe, era una belleza... bueno son, eran dos uno de cabello castaño y el más bajo uno rubio pero el rubio al parecer no ha tomado nada entonces dudo que reciba, pero el otro si ha tomado mucho– Seok Jin se sentó sobre el váter e intentando ser silencioso subió los pies sobre el váter, no sabía de quienes hablaban ni quienes eran pero no se escuchaban como personas buenas.

–Con uno nos basta, creo que en otra ocasión podríamos tomar al de cabello rubio... menos mal abrieron este nuevo bar, así podemos trabajar sin ser tan notorios, tienes que hacer que el mesero de esta margarita al de cabello castaño, solo a él... tiene dos aceitunas para distinguirla– el sonido de un sobre siendo aplastado sonó silenciosamente.

–¿Este es más potente jefe? El último fue más difícil, ese chico volvió en si en minutos–

–No te preocupes un sorbo de la margarita y en 10 min ya sentirá como si estuviese muy ebrio, solo debes encontrar el momento para separarlo de su grupo, según la foto que me mostraste es una joya van a pagar millones por una noche con el– el castaño que estaba tan mareado sin darse cuenta se fue de lado, para su suerte alcanzó a reaccionar pero no pudo evitar hacer algo de ruido.

El baño quedó en silencio algunos minutos. –Ve y revisa– el sonido de cada puerta siendo golpeada al abriste lo iba dejar sordo hasta que quedó al descubierto, el hombre que se veía algo guapo sin mentir lo tomo bruscamente del cuello de la camisa, golpeó en segundos su rostro y lo lanzo contra el suelo.

Era caso perdido, no podía ni mantenerse en línea de lo mareado que estaba, patadas continuas vinieron hasta que uno de contextura más delgada se interpuso. –Detente, es el, es el... es el chico, revise la foto jefe– el hombre primero sacó un cigarro de su bolsillo, lo encendió, luego recibió el celular que el chico delgado le ofreció.

Se aproximó al chico que casi le da una paliza y quitando el cigarro de su boca lo aproximó a él, lo tomó por el cuello y lo introdujo en su ojo derecho. –Gracias por hacer de cenicero imbécil, piensa antes de actuar– los gritos ni dudaron en llegar y mientras todos estaban observando aterrados al hombre que estaba sumergido en llanto Jin intentó recomponerse y escapar sin tener éxito alguno.

–Ah ah, quedate quieto... jefe se ve que tiene dinero solo mire su ropa y ese reloj es de oro– el viejo se acuclilló y sonriendo de lado tocó su rostro.

–¿Eres virgen por atrás?– Jin no se inmutó a responder. –Virgen o no pagarán unos buenos wones por ti, eres una belleza que los VIP amaran degustar– lo tomo por el cabello y levantando su cabeza lo analizó lentamente. –Ya que esa margarita era para el, mejor que la tomé ahora, tú ve y distrae a su grupo– un chico rapado salió inmediatamente del baño.

–Jefe ¿y si el dueño está por ahí?– pregunto el chico delgado de hace un rato.

–Me confirmaron que no iba estar por aquí, así que despreocúpate... pásame la margarita– el chico delgado la revolvió con un pitillo y se la entrego al hombre que en segundos los tomo de la mandíbula y con una fuerza que no había sentido antes le hizo abrir la boca, toma cada sorbo una maldita gota en el suelo y lo vas a pagar luego– la margarita sabía rancia y era complicada de tragar... estaba asustado pero intentaba mantenerse firme a pesar de estar llevado del putas y en solo min estaba más ebrio de lo normal ¿Era el efecto de esa droga? –Listo, levantalo– cuando iban camino hacia la salida intento visualizar su alrededor pero todo era borroso, el camino a sea donde lo fuesen a llevar fue largo hasta que finalmente luego de un rato se detuvieron. –Abre el maletero– un golpe fuerte hizo eco en el espacio donde estaban, al parecer era un parqueadero.

–¡Jefe! ¿Quien eres hijo de puta?– el castaño fue dejado con sumo cuidado en el piso, estaba frío jodidamente frío pero ni eso impidió que sus ojos se fueran cerrando de a poco, algunos quejidos y sonidos de golpes hicieron nuevamente eco.

–Nunca pensé que tendría problemas como esto en la inauguración de mi bar café, si padre se llegará a enterar no me alcanzaría esta vida para callar su gran bocota, aigoo no esperaría lidiar con este tipo de basura... ya la policía viene– pasos pesados se aproximaron al castaño que yacia en el suelo y con dificultad podía visualizar a quien se acercaba. –Oye niño ¿te puedes poner de pie? ¿con quién haz venido? aigooo no entiendo que hace un niño de tu edad en este tipo de lugar, da igual... puedes quedarte ahí echado– pisadas volvieron a sonar y el sonido cada vez se escuchaba más lejano, Jin intentó recomponerse pero nuevamente desplomó sus pies no daban para nada, nuevamente las pisadas se acercaron. –Aigoo, oye Saximi, por favor ven al estacionamiento necesito que vigiles unos sacos de basura, vendrán a recogerlos luego... los dejaré en el estacionamiento 23, te dejo a cargo del resto de la administración– unos brazos algo fornidos los levantaron como si de un saco de plumas se tratara. –¿Cómo te llamas hobae? ¿Dónde vives? no sé que te habran dado pero veo que fue potente para no dejarte ni estar en pie– Seok Jin intentaba con todas sus fuerzas combatir contra el peso de sus párpados pero no tuvo éxito y en menos de lo que canta un gallo ya estaba en un sueño profundo.

El olor a tocino le despertó, que cama más cómoda pensó... se enrolló como oruga dentro de la cobija dispuesto a seguir durmiendo hasta que abrió los ojos y vió sábanas negras, que raro justo ayer Gileum cambió sus sábanas por unas habanas, espera está no era su cama, se sentó de golpe aún con la cobija en el rostro y cuando quitó lo que le impedía ver a su alrededor se dió cuenta. –Mierda ¿Cómo llegué aquí?– está no era su habitación, ni mucho menos la de kook.

Se levantó y vió la inmensa pijama que no era de el, caminó al rededor de la extremadamente ordenada habitación, era un psicópata... se asomo por el ventanal, definitivamente no estaba cerca de casa... un portarretratos juntó al buró de la cama llamó su atención había un pequeño chico de piel bronceada y notables hoyuelos.

Se aproximó hacía la puerta y justo cuando la iba a abrir esta se habría bruscamente golpeando su rostro. –¡Auch!– un rostro muy similar al de la fotografía lo ayudo a ponerse en pie sin siquiera titubear.

–Oh Hobae, lo siento pensé que seguías dopado– ¿dopado? ¿acaso había Sido secuestrado? ¿era realmente un psicópata? antes de que pudiese echar a correr aquel chico lo tomo del brazo y apuntó a su nariz. –Primero déjame tratar tu nariz, después te explico la situación– y tal como lo dijo lo explicó, mierda que imbécil se debió haber visto ahí echado como un saco de porquería inerte. –No hablas mucho ¿cierto?– por supuesto que lo hacía y mucho. –Tu ropa ya debe estar seca, pero justo ahora arruinaste mi pijama con tu sangre, te prestaría otra camisa mientras pero toda la ropa en el closet ya está programada para un día– maldito loco, es un bastardo obsesionado con el orden. –Ya sé, ponte esto iré a buscar tu ropa– sin dudarlo un segundo el chico extraño de hoyuelos quitó su camisa mostrando su marcado pecho y sus brazos gruesos, el rostro de Jin se ruborizó sin duda y su corazón dió un brinco inesperado.

Lo quiero, pensó para si mismo... en definitiva debía ser suyo, hace mucho tiempo... años para ser exactos no sentía esa necesidad de querer algo con todas sus fuerzas, la última vez fue cuando tenía 13 años y salió la PS4, estaba castigado por lo que padre no accedió a comprarla pero usando su encanto madre si accedió.

Cuando la fornida espalda iba a desaparecer de su vista abrió su boca nerviosamente. –Eh...eh... ¡TU NOMBRE– el moreno dió media vuelta y con media sonrisa en su rostro contesto.

–Me llamo Namjon, Kim Namjon– y desapareció de la habitación.

                         

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