Capítulo 2 CAPITULO 1

La voz de Taylor Swift sonaba en el móvil que se encontraba en la repisa. El reproductor de Spotify se había encargado de reproducirlo aleatoriamente porque no había pagado la membrecía, la semana pasada que tocaba el pago, y la verdad no quería salir de la casa por lo que había pasado. 2 semanas desde el incidente en la pista, dos semanas de ser medalla de oro, 2 semanas de ganarle a Serine y 2 semanas de que estuviera muerta.

Las noticias se hicieron llegar esa misma noche en la cena por el canal de CBS Boston. Papá había cerrado las ventanas y la puerta tras llegar a casa. Estaba tan metida en mi cabeza que él me tuvo que sacar del auto. Mamá había hecho de cenar la langosta, la cual no tocamos porque estábamos tan intranquilos por lo que habíamos presenciado. Esa noche llego Shawn y me había dado un abrazo y unas rosas rojas, yo las tome, pero la verdad estaba tan pálida y asustada que no lo abrace de vuelta y mi hermano se preocupó y me miro extrañado con sus ojos verdes.

-¿Qué pasa piolina, te lesionaste o caíste de pompi en el hielo? -bromeo, para romper el ambiente tenso.

Yo no conteste, porque ni siquiera podía reaccionar del todo. Un muerto en la pista era la causa de que tuviera el cerebro chamuscado; no recordaba quien, si había salido y quien no, pero si ese cuerpo en la bolsa siendo movido por el personal de emergencias, estaba segura de que habían dado la alerta a la morgue.

Papá llamo a Shawn con su voz seria, vi a mi hermano tensarse, era la voz de, "ven tenemos que hablar".

Mi hermano me revolvió el cabello en forma de despedida y siguió a mi padre a su estudio, donde guardaba sus libros de derecho y trabajaba por las noches. Yo me quede en la cocina con mamá. El comedor estaba puesto, con la bajilla china que habían comprado en Singapur en uno de sus viajes, y habían puesto en el centro de mesas rosas blancas. Dalia lo había hecho, la ama de casa y mi casi nana de toda la vida. Era la que prácticamente dirigía al servicio. Y con servicio me refería al jardinero que venía apodar el jardín cada semana, la chica de los viernes que venía a limpiar la casa. Dalia era prácticamente la encargada de que todo estuviera en orden y que no estuviera sola cuando mis padres no estaban. Mamá le gustaba cocinar y había tomado varios cursos de cocina que considero contratar a alguien que se encargara de hacer la comida para cuando ella no estaba, pero ella había decido tener esa tarea, después del trabajo. Era agente en buenos raíces y gracias a ella, vivíamos en un complejo privado.

Mamá agarro las rosas que Shawn había dejado en la barra alta de la cocina, las llevo al lavadero enfrente de la ventana y le pidió a Dalia que si por favor le traía un jarrón para ponerlas en agua. Sentía los oídos taponados, sin creer lo que estaba pasando.

Una sospecha de homicidio en la pista.

No habían dado indicios de quien era, solo habían dejado claro que era una mujer, y que tratarían de localizar a sus padres. Mi cerebro al escuchar ello, se puso a trabajar, en pensar o tratar de recordar, ¿Quién había salido de la pista?

-Alina -llamo mi madre, estaba recargada en el borde de la cerámica del lavadero, mirándome con ojos tristes y en cierta forma comprensivos por lo que estaba viviendo en estos momentos.

-Todo se resolverá, ya lo veras, encontraran al culpable -dijo, mirando a la ventana cerrada y las cortinas colgando-. ¿Te parece bien, si cambiamos el color?

Me miro con sus ojos color chocolate, idénticos a los míos, un mechón de cabello se le fue a la frente involuntariamente. Mamá lo quito delicadamente con su mano derecha y lo coloco detrás de su oreja. Sabía que ella no lo hacía con mala intensión, que lo decía para distraerme, pero yo no quería cambiar cortinas. Ni cenar, ni ver por skay a Nicolas.

-Alina -volvió a llamar mi madre con tono preocupado.

-Voy a estar en mi habitación si me necesitas, quiero descansar -le dije no tan segura.

No le di tiempo a una réplica, agarré mi bolso del sillón y subí escaleras arriba en dirección a mi habitación. Vivíamos en Back Bay, en una casa cerca del distrito escolar de Boston, las clásicas casas de ladrillo rojo para no desentonar. Y aunque por fuera pareciera un simple edificio que no dabas ni tres pesos por ella, era una casa magnifica de 4 pisos. Y la mayoría era casi para mi sola porque Shawn vivía en su departamento de playboy soltero como le encantaba bromear, y llevaba toda su ropa a la lavandería porque ni sabia como poner una lavadora, ni que detergentes usar.

Era de respeto en cierta manera, un hombre de casi 30 años, y era curioso que yo viviera enamorada un hombre que ni siquiera se figaría en mí, porque seamos sinceros me veía como una hermana menor, la hermanita de su mejor amigo, aunque solo me llevase diez años. ¿No sabía si eso era legal?, no es que fuera una cría, ya tenía diecinueve años, próxima a cumplir veinte el siguiente mes, tenía licencia de conducir, ya votaba, no podía comprar bebidas alcohólicas hasta los veintiuno, pero la ley no decía nada de no beberlas, tampoco es que bebiera mucho, tenía un cuerpo que tener en forma y sano para entrenar. En Gossip girl tenían dieciséis y se drogaban, tomaban martines y perdían la virginidad. Yo ya no era virgen, no me iba creer Anastasia Steele encontrando a un amo del sexo como Christian Gray, que por muy guapo e inteligente qué lo pinten, no sabía distinguir que se habían aprovechado de él de joven y lo habían violado. Tener sexo con un menor eso si es ilegal.

Si algo sabia del deporte, es que tu cuerpo no te avergüenza, aprendes a hacer uno con él, amarlo y odiarlo, había llegado a casa molida, con dolores y había parado al hospital por lesiones, había tomado clases de ballet para ser más flexible, para que mis saltos fueran impecables, y eso no era aún la perfección porque existía Serine, la guapa rubia de piernas largas, que deslumbraba en el hielo. La que salía de la pista con una sonrisa, la que se besaba a los chicos en el calentamiento, y la de que de vez en cuando se tiraba a uno en las duchas de los vestuarios.

Ella y yo, éramos como Blair Waldorf y Serena Van der Woodsen, quitando el echo de que no éramos amigas, no teníamos una relación complicada en la hipocresía de la amistad, simplemente no éramos amigas, compartir pista no significa que debes de ser amigo del todo el mundo, y Serine y yo no seriamos las primeras enemigas en el hielo ni las ultimas. Mucho de nuestra rivalidad se debía a su poco tacto al empujarme en la pista en el primer día de entrenar o que se tiro a uno de mis novios en el gimnasio. No se lo reclame a ella, eso está claro, ni le iba a jalar los cabellos como niña de Kínder cuando le robas el crayón rosa, no me iba a rebajar a esos asuntos, pero a Nathan sí que le pedí explicaciones, llore claro, una infidelidad es una infidelidad, y 7 meses de relación si merita una llorada de 2 días. Pero el hecho de que no me pase una semana llorando y llamándole a mi exnovio borracha en un bar de mala leche, tenía un nombre, y era Nicolas Virutti, era como un respiro de una raspada en la rodilla.

Él claro no sabía que me habían engañado y sabía que, si se hubiese enterado, hubiese tomado el primer vuelo de Londres a Boston, no a consolarme claro, a dar palizas tal vez. Le hice perjurar a Shawn que no le contaría nada, y no es que mi hermano le tuviera que dar reporte de mi vida, pero Shawn era mucho de contar cosas malas que pasaban a su alrededor. Y consolar a su hermanita pequeña sobre una infidelidad que forma parte también su rival de toda la vida, era una mierda, una jodida mierda.

Y yo no quería parecer enfrente de Nicolas con un cartel de identificación que decía "cuernuda", ya de por si me cargaba el "hermana pequeña de mi mejor amigo".

Y ojo que para Nicolas no era la hermana pesada, era solo Alina, la chica de los ojos color chocolate, la morena de 1,60. La chiquilla que tras el entrenamiento esta colorada, la delgada chica con cara de muñeca que si estuviera más alta se podría dedicar a ser modelo.

Saber que no se refería a mi como la hermana menor de mi mejor amigo era algo, esperanza para mi corazón sensible que vivía prendada de él, pero el hecho de que no se refería a mi de esa manera no significaba que no tenía esa identificación.

Cuando inicie en el patinaje artístico era la hermana de Shawn, el que competía en pista corta. Era la niña del leotardo rosado con falda de bailarina y patines de publico en general. Pero ese día donde esa niña de 3 años vio a Nicolas Girar y saltar en el hielo con una gracia, supe que esa quería ser yo, una persona capaz de bailar, desafear la física y verme linda en hielo. Aun recordaba ese momento, aun me veía en esa pista de patinaje, con mis patines, las coletillas, las mejillas levemente sonrojadas, en las gradas cerca de la salida de la pista, acompañando a Shawn a ver a su amigo.

Recordaba lo ilusionada que estaba, lo increíblemente embelesada por ese artista que dibujaba círculos en el hielo, el que saltaba sin miedo a caer, el que no dudaba en ningún momento en no hacer el salto.

Shawn me paso un brazo por mi hombro.

-A que es increíble Alina, ¿Verdad? -me pregunto sonriendo.

No lo vi, estaba viendo a ese muchacho patinar en el hielo, asentí, sin despegar los ojos de la pista, viendo el salto triple que había hecho que despegara del piso.

-Es el campeón del mundo en la categoría junior.

No le conteste, seguía viendo el hielo, mas giros, más piruetas, era como un ave sin miedo a volar, como si supiera que tarde o temprano había que aterrizar, tenía una confianza en si mismo, en sus giros, en su arte, algo que hacia que no deseabas perderte ni un solo segundo de su presentación.

-¡Virutti, más alto, como una bailarina! -grito una señora con un acento muy marcado, era ruso. Estaba recargada en la barandilla de la pista observando seria, viendo y marcando cada defecto que ella veía y que mi hermano ni yo notábamos.

-¡Más limpio Virutti, no hay paso a la equivocación!

No hay paso a la equivocación me repetí a mí misma. Ese era una matra que se me iba a quedar tatuada en el cerebro, todo lo que formara mi carrera deportiva.

-¿Por qué le grita Shawn? -pregunte casi llorosa, no me gustaba que gritaran, y ese muchacho no merecía que le gritaran por el arte que estaba haciendo.

-Shh -me abrazo, sobándome el hombro y dándome un beso en el cabello-. Solo le esta ayudando, le marca sus errores.

-Pero si lo está haciendo precioso.

-Lo sé, pero que tú y yo no lo veamos, no significa que no tenga errores, ella los ve, porque es su entrenadora.

Entrenadora. Esa era la descripción de tantos gritos en la pista, y Nicolas ni se inmutaba a lo que decía. Supe desde ese momento, que ni una sudadera de Yale, Stanford o de Harvard como mi hermano contemplaba estudiar la universidad, iba superar el patinaje artístico, desde ese momento lo supe, al ver a ese chico saltando, volando como un ave, que él iba hacer uno de los grandes, que un día buscaría su nombre en Google y me iban aparecer sus logros. Y lo fue, entrabas al buscador de Google y aparecían la gran cantidad de competiciones ganadas y lo primero que te lanzaba Wikipedia era el ‹‹Nicolas Virutti es un patinador artístico retirado estadounidense actualmente entrenador de sede olímpica británica, tricampeón olímpico, y medalla de oro en la final del Grand Prix...››.

No alcanzaba el encabezado de Wikipedia para poner todos sus logros y bibliografía. Era de esos patinadores que era joven y ya tenia 3 oros olímpicos individuales. 2 veces subcampeón olímpico en equipos e infinidad de medallas en competiciones nacionales e internacionales.

Y ver eso en Google había logrado algo en mí. No quería ser otra chica que va a la liga Ivy donde terminabas teniendo un buen puesto en el trabajo porque tu currículo decía egresado de Harvard, como el de mi padre. Yo quería aparecer en Google como Alina Holandle, patinadora artística estadounidense, campeona olímpica.

Mi meta era estar en los Juegos Olímpicos.

Y lo habría conseguido de no ser por la temporada pasada me había retirado de la competición por una lesión. Pero ahora, siendo campeona nacional, tras ganarle a Serine, me veía envuelta en una mierda.

En una maldita mierda.

Recuerdo haber lanzado la bolsa encima de la cama, a verme acostado viendo el techo, tratando de recordar ¿Quién demonios no había salido de la pista?

Y la verdad no pensaba ni por un segundo, que la muerta seria Serine.

De ello nos enteramos 2 días después de los acontecimientos.

Mamá me había ido a ver a mi habitación, me había dicho con voz tranquila y relajada que me sentara para platicar, yo lo hice. Eso era raro en ella, pero sabia que tenia que ver con lo que habia pasado hace dos días.

¿Qué pasa? -pregunte, retrayendo las piernas para darle espacio en la cama, mamá se recargo en la cabecera, y me dio una mirada cansina- ¿Es algo malo? -continue.

Mamá saco un suspiro largo, eso significaba que era algo malo, demasiado malo. Y miro hacia enfrente evitando mi mirada.

-Alina -comenzó.

Yo mire a mi madre, estaba tan nerviosa, que las palabras no le salían, le pase un mano por su brazo infundado en una blusa blanca larga que de seguro la había comprado en Sarah después del trabajo.

-¿Mamá? -cuestione dudosa- ¿Qué pasa?

Suspiro cansado y negó con la cabeza para evaluar mi mirada y luego miro hacia la repisa donde estaban guardados mis patines.

-Es Serine -dijo sin más.

¿Serine que?, había hecho otro drama, ¿le había dicho al periódico que era una zorra?, ¿Qué le había bajado al novio cuando fue ella quien se acostó con el mío?, ¿Serine decidió retirarse'. Eso era lo que me rondaba en la mente. Serine siempre había sido un grano en el culo, tanto que me frustraba solo que la nombraran y más en casa, mi casa, donde ella ni nadie podía perturbar mi paz.

-¿Qué pasa con ella? -pregunte algo molesta.

Mamá guardo silencio y retorció sus manos.

-Ella... Ella, esta muerta hija -informo sin más.

Me quede callada por un instante, tanto que la garganta la senti espesa cuando pase saliva. Serine muerta. Era ella la que aparecía en las noticias.

-Hoy lo subieron al periódico- comento mi madre preocupada-. El canal de noticas lo informara más al rato ya que era parte del equipo nacional de patinaje.

Solo asentí media adormecida, anestesiada me sentía. Serine era la que subieron a la ambulancia.

Era la nueva Nancy Kerrigan, era un drama deportivo. Y ahora su nombre estaría envuelto en un escándalo a través de los años.

-Te van a interrogar Alina -decreto mi madre-. Tienes cita el día 12 de este mes para ir a la comisaria.

-No pueden hacer eso, yo no hice nada- exclamé molesta, querían echarme la pelota en mi tejado, como si yo fuera la culpable, como si yo le hubiese enterrado un cuchillo por voluntad propia.

-Alina cálmate -mamá expreso intranquila-. Tu padre se encargará de todo, el sabe de estas cosas, un amigo lo esta apoyando por cualquier circunstancia.

-No me pueden llevar a juicio yo no hice nada.

-No, hija, solo te van a interrogar, van a hacer lo mismo con más patinadoras y entrenadores, gente que estuvo cerca de Serine.

Mamá trataba de tranquilizarme, pero yo sabia como funcionaba el mundo, Serine era la inocente y necesitaban un culpable sea quien sea.

-Tu hermano se ofreció a acompañarte.

Mamá se acomodo un poco mas a la cama para tomar espacio y mirar alrededor de la habitación. Yo trate de tranquilizarme, me amarre el cabello en una cebolla desordenada, tratando de hacer algo con mis manos, esto era un desastre, un desastre del cual me veía involucrada solo por competir contra ella.

-Alina- dijo mi madre más tranquila-. Todo estará bien, tú no hiciste nada malo, solo debes de decir lo que hiciste y hablar con la verdad respecto a tu relación con Serine y eso será todo, veras que encontraran al culpable de esto, y será historia del pasado, habrá un proceso y luego simplemente Seriene será otra victima de algo desastroso.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022