El se acerco a mi al verme de una forma intensa, trague saliva algo asustado, aún no tenía claro si de verdad iba a tener sexo conmigo.
No sabía que estaba sucediendo.
- hay que ir a cenar abajo, la manada quiere conocerte - ¿La manada? Estar rodeado de lobos no me agradaba mucho, pero negarme podría hacer que me hiciera daño.
Parpadee perplejo y el se levantó Acercandose al armario sacando ropa de ahí y acercándose de nuevo.
- Esa ropa es tuya, siéntete con la libertad de usarla - Me tendió la ropa, la cual era un pantalón negro y una camiseta blanca bastante fresca, y yo que moría de frío, aún así suponía que a él no le interesaban esa clase de cosas. Mientras acatará sus órdenes esperaba que no me hiciera daño.
También esperaba que en serio pudiera usar la ropa de este armario, hacía mucho frío aún estando dentro de la casa.
- gracias - susurré tomandola y mirándolo esperando que me dejara ponerse de pie sin sentir su mirada en mi
-¿Necesitas ayuda?- pregunto Acercandose a mi con una voz ronca y yo negué con la cabeza rápidamente quitándome la camisa de botones y poniéndome lo que me había dado, obviamente me cambie debajo de la cobijas.
Me sentía vulnerable pero en esta ocasión en el ámbito sexual, porque vulnerable me sentía todo el tiempo.
Ya cambiado salí de la cama quedando frente a él, no quería mirarlo a los ojos, era muy intimidante y también me daba miedo que siendo un lobo lo tomara mal, por lo que había leído eran muy orgullosos y tercos.
Levanté mi vista al no escuchar sonido alguno, y me encontré con sus ojos
Nuestras miradas no se desviaron, y ese holor dulce era muy intenso y hasta placentero.
Me ruborice al recordar lo que me dijeron esta tarde.
- T-te sigo - murmure bajando la vista apenado y rompiendo ese silencio.
- Vamos -me tomo de la cintura Jalandome hasta el, sonriendo socarron para luego caminar sin soltarme, salimos de la habitación y los hombres que me resguardaban hacían una pequeña reverencia.
Al llegar al comedor mi mandíbula casi cae al suelo, el comedor era exageradamente grande.
Y en ella había muchas personas.
Al vernos parados en el umbral todos se giraron a vernos y se pusieron de pie para hacer una reverencia.
Ahí estaba la chica de antes, la cual estaba aferrada al brazo de un chico más alto que ella de tez morena y cabello negro.
- Buenas noches Alfa - Dijo una mujer acercándose y guiandonos a las sillas.
¿No eran una especie de familia?
Había mucha formalidad y me hacía sentir extraño.
Me senté junto a Peter quien me miraba de vez en cuando.
Al ver a mi alrededor, note que la mayoría tenía los ojos puestos en mi.
Había alrededor de veinte personas, sin contar a los guardias que vigilaban cada pasillo y puerta que había e el comedor.
Trague saliva nervioso chocando con la mirada de la chica la cual me miraba divertida.
- El es mi mate, por favor cuiden lo - Dijo Peter haciendo que me asustara un poco al romper el silencio de golpe, además de que su voz retumbaba fuerte en el salón.
Después de eso tan incómodo, la cena fue servida y todos conversaban tranquilamente y comían de la esqisita comida.
No podía evitar sentirme intimidado, así que comía con cautela mi comida.
- Ten - Peter me tendió un vaso con jugo verde que antes le había pasado su amiga Elena, parecía ser la única que platicaba con normalidad con el.
-¿Que es?- pregunte curioso era un verde muy extraño, pero holia dulce, y era un aroma familiar.
El no respondió, sin remedio tomé el vaso tomándome el contenido de este lentamente.
Era delicioso, tenía un sabor dulce sin empalagar mi paladar.
El charlaba de forma sería con todos en la mesa, sentía las miradas en mi y me incomodaba, siempre había pasado desapercibido, y llamar la atención una vez me ponía muy nervioso.
Ellos charlaban de cosas que no entendía, parecían una enorme familia, porque todos conversaban entre todos, excepto yo.
Después de un rato, comencé a sentirme raro, mire de reojo a Peter, el cual conversaba con otra persona.
Mi corazón estaba algo acelerado y sentía mucha calor.
Y por alguna extraña razón me sentía exitado, nunca me había sentido así, era una sensación muy extraña.
Me ruborice al instante, volví mi vista a la chica, quien de nuevo me miraba pero está vez tenía algo de sorpresa en su rostro.
Miró a Peter y lo llamo captando su atención.
- Creo que deberías llévatelo - me señaló con la cabeza, para entonces mi cuerpo se sentía pesado y sentía aun más calor, sentía la necesitad de desnudarme a pesar del frío que hace unos minutos sentía.
Jamás me había drogado, pero sabía que podría llegar a sentirse así, las voces de la mesa sonaban como Evo en mi cabeza.
No oí que respondía, solo sentí como me cargaba en sus brazos, donde su piel chocaba con la mía quemaba pero también me daba un cosquilleo en el abdomen.
Cerré los ojos algo mareado y al abrirlos estábamos en la habitación donde me tenían antes.
- Me siento extraño - confesé balbuceando y Peter me dejó en la cama.
-¿Que bebíste?- pregunto alarmado tocando mi rostro.
- solo el jugo que me diste - Dije la verdad, puso su mano en mi frente, y busco algo en mi camisa - ¿Sentiste alguna picadita? - antes de responderle, su teléfono comenzó a sonar.
- ¿Si?- contesto al ver que era la chica, su Omega.
- solo te aviso que no tienes de que preocuparte, solo use un poco de tu sudor en su jugo, ya sabes para ver su reacción, y evidentemente es tu mate, se lindo con el te quiero - al terminar de hablar colgo rápido, mientras Peter maldecia bajito.
Para entonces note que el también estaba agitado, supongo que algo apenado por la situación, y hasta preocupado.
- t-tengo calor- dije desesperado mientras me quitaba torpemente la camisa.
Note como con timidez estiraba su mano hacia mi, tocando mi abdomen desnudo, en su rostro se notaba algo de embobamiento.
Lo hacía con un poco de timidez temiendo mi reacción.
Me arque al sentir su contacto, se sentía bien, subió su mano hasta mi pezón pellizcando al ver que yo me sentía bien.
Solté un suspiro al sentir esa sensación nueva y placentera para mí, jamás nadie había tocado mi cuerpo con tal deseo.
Abrí los ojos de golpe al sentir algo humedo en mi pezón, era su lengua, jugueteaba con mi pezon mientas con su mano pellizcaba el otro.
Se separó de mi quitándose el traje y su camisa, desabrochó sus pantalones y libero su pene, el cual estaba realmente erecto.
Desabrochó mis pantalones quintandomelos y acercándose de nuevo a mi boca.
Mordió mi labio inferior, era nuestro primer beso, y me exitaba aún más, tenía los pensamientos nublados, no pensaba con claridad.
Nuestras lenguas chocaban entre sí, y se sentía muy bien.
Levantó mis piernas y acerco su pene al mío frotabdolos entre sí.
Mi boca no se contuvo más, sonidos obscenos salian de ella, no podía callarlos, se sentía jodidamente bien, quería más y más.
Con su mano libre acarició mis pezones, para luego pelizcarlo y morderme el cuello causándome más placer.
Tomo mis piernas y las cerro poniendome de lado y haciendo que su pene rozará por mi trasero y mi pene, haciéndome sentir aun mejor.
No podía controlar mi boca y un hilo de saliva salía de mi boca.
Sentía las gotas de sudor Caer por mi cabello.
Peter estás demacado caliente, su piel era ardiente y hacia que el frío desapareciera, hasta vapor salía de su cuerpo.
Con una de sus manos tomo mi pene comenzando a masturbaelo de arriba a abajo rápidamente.
Tuve una extraña sensación de querer parar.
- e- espera- gemi esas palabras mientras el gruño en respuesta.
-me -una sensacion extraordinaria recorrió mi espina dorsal hasta llegar A mi pene, mientras el semen salió de mi haciéndome gemir con fuerza mientras temblaba, era una nueva sensación para mí y había Sido extraordinaria.
El se detuvo un momento, me giró boca arriba, me sentía mareado, mis piernas temblaban y mi corazón estaba agitado, veía un poco nublado.
Mis ojos se cerraron por completo quedándome inconsciente.
Narra phibie.
Estás bestias eran aún más desagradables que Los hombres en si, justo ahora me encontraba sola, habían salido a una "reunión" y claramente una humana no era bienvenida.
Que más me daba estar en una habitación donde me daban de comer y beber cuánto quisiera, y aunque no quisiera aceptarlo, estar aquí era mejor que tener que luchar por una vida tan mediocre.
Aún así, que me trajeran en contra de mi libertad me hervía la Sangre, suspiré viendo por la ventana, hacía frío afuera, lo notaba por las nubes.
Agradecía que al menos tuvieran calefacción.
Ojalá no estuviera tan sola, porque la soledad me hace pensar cosas, cosas que son feas.