Mafia: Guerra entre Familias
img img Mafia: Guerra entre Familias img Capítulo 6 6
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Capítulo 6 6

-Las cosas no son tan simples como crees. -dijo Edward, mirándola con lascivia. Dejó la botella sobre la encimera del bar. Caminó hacia ella lentamente. Se paró frente a ella y la miró como si fuera el Dios que podía declarar su vida o su muerte en cualquier momento.

-¿Qué quieres de mí? -preguntó Marianne. Su corazón latía con fuerza. Parecía delicada y vulnerable.

-Guarda tu súplica para otra ocasión, Marianne. -Edward parpadeó y entornó los ojos-. El dolor que estás sufriendo ahora no es ni la décima parte de lo que yo sufrí hace seis años

-Yo... Me vi forzada a hacerlo. Era ella o yo. Nunca quise hacer eso. No debía hacerlo. Quería huir de ella. Pero ella me seguía arrastrado una y otra vez.

-¿Forzada? -Edward se rió, sus ojos relampaguearon-. ¿Quién te obligó a quedarte más tiempo después de haber descubierto quien era realmente?

-Iba a huir. Pero ella...

-¿Te amenazó?

-Tal como tú lo hiciste.

-Pero yo no te habría hecho daño, Marianne. -Edward ladeó una sonrisa-. Te habría dejado ir.

-Pero ella no.

-Me mentiste, Edward. -escupió Marianne-. Durante tres años. ¡Tres malditos años! ¡En ese entonces nunca me dijiste que eras en realidad! -Marianne sintió que no tenía nada que perder en este momento.

-Si hubieras sabido mi verdadera identidad, las cosas podrían haber resultado de manera diferente. Quizás nunca hubieras pasado por todo eso, y te hubieras ido del país antes que las cosas se salieran de control. Y después de haber hecho lo que hiciste. No te fuiste. ¿Por qué? ¿Entonces? -insistió Edward. Se alzaba sobre ella, con la mirada llena de desprecio-. Entonces, si te hubiera dicho quién era realmente desde el principio. ¿Te hubieras quedado por amor? ¿O me hubieras expuesto antes de marcharte? ¿Me amaste alguna vez?

-Amé al Edward que conocí en aquella fiesta en la playa. -dijo Marianne mirándole a los ojos-. No al Edward que descubrí en aquel club nocturno, que ya ni recuerdo su nombre. Ahora te hago la misma pregunta, Edward. ¿Me amaste alguna vez?

-Si. -fue la respuesta inmediata y contundente de Edward, sin vacilar-. Pero me traicionaste.

-No pretendas ser la víctima en todo este asunto. -dijo Marianne-. Tuve pesadillas por eso, Edward. Aún las sigo teniendo.

-Yo te amaba, Marianne.

-¿Es posible que todavía guardes sentimientos por mí? ¿Después de lo que hice? -Marianne sabía que solo estaba buscando más problemas al preguntar eso. Estaba en las fauces del lobo. No hacía falta que le provocara a cerrar las fauces.

-No...

-¿No? -inquirió Marianne, poco convencida por esa respuesta-. Entonces, ¿Qué estás haciendo ahora?

-Marianne. -Edward extendió la mano, tocó la barbilla de Marianne. Ella se estremeció-. ¿Quién soy yo?

-¿Es un truco?

-¿Quién soy yo?

-Edward Wellington. -respondió Marianne. Luego frunció el ceño-. ¡Un demonio!

-Cierto. -Edward ladeó una sonrisa-. Mientras lo desee, yo seguiré siendo Edward Wellington el tiempo que me plazca. -la miró, sus delgados dedos acariciaron sus mejillas, riéndose-. Marianne Cooper. Tan hermosa. Tan traicionera. Te había olvidado. Hasta esta noche. Cuando te vi en Red Pulse después de tanto tiempo, mis sentimientos de odio regresaron a mi corazón.

            
            

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