Cuando nos comenzamos a besar con aquella intensidad y pasión que aún recuerdo, supe reconocer que tenía la perfección ante mis ojos. La alevosía y la dureza con la que nuestros cuerpo se comenzaban a despojar de sus vestiduras era un acto tan solemne que no necesitábamos ni siquiera decir una palabra.
Al verte como viniste al mundo supe admitir cada centímetro, espacio ,rincón y orificio que alberga tu inmensa silueta, la cual me había quedado demasiado perplejo porque ya mi corazón latía al mismo ritmo el tuyo para estar solos en un conjunto de sensaciones y fantasías escritas entre la espada y la pared.
Aspirando el aire siento como tu esencia se apodera de mi con el simple roce de nuestras bocas saciando más y más este reconocimiento de nuestras almas para pasar a nuestras sangres esta pasión que tocandote se hacia más fogosa y con un gozo tan profundo que estábamos ambos disfrutando en el lecho de esta noche prospera.
En mi mente pensaba que andaba medio exhausto y soñando aún, pero al entrar en tu ser pude comprobar que no lo era y que poco a poco expresabamos ante la Luna y las estrellas un acto digno de ver pasando de un mundo físico y pasajero a un mundo espiritual y eterno reconociendo el ciclo que hoy comenzamos a crear.