Capítulo 9 Una locura a la que llamaremos amor

Raúl

No puedo decir que estoy del todo tranquilo, pues si le dije que no le reclamaría nada fue porque la vi en el estado de nerviosismo en el que se encontraba, pero definitivamente, si tenía molestia, pues el hecho es que estuvimos juntos, conscientes o no, esto lo habíamos hecho juntos, nos conocemos, claro que ya no del todo, pues estamos bastantes creciditos, pero el caso es que por eso mismo, somos adultos, debemos ver las cosas como adultos, y ella con solo el hecho de huir me demuestra que no se comporta como una adulta responsable, quizá no sepa el deseo que yo tengo de ser padre, pero el caso es que no dejare que cargue con esto sola, es mi hijo también y estaré con él siempre, pues si la debo seguir hasta el fin del mundo pues lo hago.

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Ya en el aeropuerto donde llegamos, hacia un poco de frio, pues yo salí solo con lo puesto no tuve oportunidad de hacer una maleta, pues mi prioridad era encontrar a esta mujer alocada que quiere escapar de mí. Así que ahora tendré que comprar ropa en este lugar, pero ya vere como hago eso pues no quiero dejar ni un momento sola a Tania, con lo arrebata que es, no quiero ni pensar que puede hacer.

Ella había hecho una reservación en un hotel, yo si conocía la ciudad a donde fuimos, pues he sido de los que viaja constantemente, así que decidí romper el silencio que llevamos desde que bajamos del avión.

-Tania, ¿me das la dirección de tu hospedaje por favor ¿

-Sí, cuando reserve me dijeron que está a 5 minutos de este lugar.

-Lo supe cuando me mencionaste el nombre, sino que es para darle con precisión la dirección al taxista, pues conozco la ciudad, pero aún no me aprendo todas las calles.

-Está bien Raúl.

- ¿Tienes hambre?

-La verdad es que sí, y además tengo mucho frio, creo que el abrigo que traje no me es de mucha ayuda.

- ¿Qué te parece si vamos a la tienda que queda cerca? compramos unos abrigos, pues como vez yo no traiga y también tengo frio.

-Me parece una buena idea – dijo con una leve sonrisa

Aun se podían apreciar sus nervios, los que tenía desde que me vio en el avión, pero aún no habíamos hablado y de ser el caso no me iba a mover de su lado hasta que no lo hiciéramos.

Fuimos a la tienda por ropa, escogimos lo que necesitábamos, pagamos y nos dirigimos al restaurant, comimos hasta saciarnos, en mi caso no mucho, pues a pesar de ser hombre, no soy de los que come en exceso, pero en el caso de Tania, si comió bastante, solo espero que no le siente mal, aunque parecería que no comió por dos sino por muchos más.

Saliendo del aeropuerto, el clima se estaba poniendo cada vez más frio, era necesario llegar pronto a un lugar de hospedaje, pues allí había calefacción y sabíamos que la pasaríamos mejor. Paramos un taxi, le di la dirección que me proporciono Tania.

Al llegar, preguntamos a la recepcionista por alguna habitación más, ella nos dijo que solo quedaba una de las suite del hotel, pues había un poco más de afluencia ese día, Tania pregunto por su reservación, y le dijeron que nunca les llego la confirmación, así que asumieron que no la necesitaba, en ese momento, empezó a echar chispas, por los ojos, la joven recepcionista le dijo que la disculpara que quizá fue un error de alguna de sus compañeras, pues estaba el registro, pero no la confirmación.

Yo le dije que no se preocupara que podíamos utilizar la que me asignaron a mí, además era el lugar propicio para poder hablar lo pendiente entre ella y yo, fui víctima de su mirada de furia, pero luego se dio cuenta que toda esta situación únicamente era su culpa, pues si no se hubiera arrebatado no estuviera en otra ciudad intentando huir, pasando frio, además de coraje porque no se realizó una confirmación de reserva.

Termino aceptando las disculpas de la jovencita, y fuimos al ascensor para dirigirnos a la habitación:

-Espero que mi hijo o hija no saque el carácter de la madre, sino todos le tendrán miedo.

-¿Prefieres que sea alguien al que puedan hacerle lo que sea y no se defienda? – contestó en un tono molesto aun.

-No he dicho eso, solo que eres muy corajienta, y pues a eso me refería.

-Como tu digas Raúl, pero esta que vez soy yo, pues te perdiste muchos años de mi vida, como para saber porque soy así, y ahora no estoy de ánimos para explicarte – replicó un poco fastidiada.

-Tania no es mi intensión pelear, llevemos la fiesta en paz, además no creo que le haga bien a mi hijo o hija.

-También es mío te recuerdo, así que mejor te refieres a él como nuestro.

No voy a negar que escucharla decir nuestro hijo, removió todo dentro de mí, era como si toda la felicidad en ese momento viniera a mi como una ráfaga de viento y me golpeara en la cara.

Ya en la puerta de la habitación, Tania observaba todo a su alrededor, y de verdad que era muy bonita, era matrimonial, quizá es un mensaje subliminal el que la vida me está dando, y aquí en esta hermosa habitación con la madre de mis hijos <> pensé solo para mí.

No sé de dónde me vino esa idea de arrinconarla a la pared y besarla, sin más ni más, atrape sus dulces labios en un beso muy intenso, lleno de pasión, nuestras lenguas estaban en una danza, parecía que se conocían de toda la vida, nuestras respiraciones se empezaron a agitar y muchas otras partes de nuestros cuerpos se sentían en candela viva.

En qué momento la ropa desapareció de nuestros cuerpos, no tengo idea lo único que ahora estoy seguro es que esto es lo más bonito que me pasa, acaricio su piel con mis manos un tanto temblorosas, nuestras bocas no se apartan, solo para tomar aire, segundos después tomé su cuello y lo besé, tomando ruta hacia sus pechos, que estaban más grandes que la vez que estuvimos juntos, debe ser por el embarazo, fui haciéndome un camino de besos en su cuerpo, mi siguiente parado fue su ombligo, luego su vientre abultado, lo besé tiernamente porque es donde yace creciendo mi hijo, y le susurre bajito <> baje a su centro, la saboree toda, su sabor delicioso, un elixir de vida para mí, ella no paraba de gemir, unos eran bajitos y otros un poco más altos, y cada cierto tiempo me decía mi nombre, eso me ponía mucho más caliente de lo que ya estaba.

Después de la ronda de beso y degustación de su cuerpo, la penetre, de manera cuidadosa, ella no dejaba de gemir del delicio placer que estaba sintiendo, minutos después llegamos al, clímax juntos, fue algo increíble. Pero no fue la única vez que lo hicimos, pues nos dimos cariño todo el resto del día y la noche, solo haciendo intervalos para alimentarnos.

                         

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