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Ignacio
La charla marchaba bien, no me sorprendió que Lorena interviniera en forma agresiva ni tampoco que Camila supiera manejarlo, a esta altura tengo bastante claro que sabe lo que hace y puede defenderse de lo que sea. Pero entonces dice "yo tengo un hijo de diez años" y mi mente automáticamente prende una luz de alerta. Cuando nos acostamos hace diez años no usamos protección, intento no demostrar que casi me desmayo al escucharlo y evidentemente lo logro porque cuando me doy cuenta todos están aplaudiendo y no hay nadie socorriéndome por una amenaza de infarto. La gente comienza a dispersarse y no consigo articular mi cuerpo, me quedo en el asiento pensando cómo seguir. No la conozco pero tampoco me parece ser una mujer capaz de decir tan livianamente que tiene un hijo mío hace diez años y jamás me avisó. Entonces repaso en mi mente esa noche y trato de aclarar mis recuerdos, le dije que me buscara si cambiaba de opinión, repetí mi nombre más de una vez pero mi apellido es compartido con medio mundo, ¿y si lo había olvidado y por eso no me contactó? Definitivamente no puedo dejar pasar más tiempo, decido que tengo que hablar con ella así que antes de que llegue a la salida la increpo.
- ¿Podemos hablar?
- En realidad tengo un poco de apuro, Julián sale de la escuela en media hora y me espera.-
Entiendo que está hablando de su hijo... de ¿nuestro hijo? Como puede ser tan fría de soltarlo así, sin más. Otra vez siento que se me va el aire del cuerpo por lo que me apresuro a seguir antes de que eso pase.
–Antes dijiste que tiene diez años...-
Me mira sin expresión y espero lo peor cuando entonces hace un gesto con la cara y su expresión cambiar a divertida, se nota que no puede evitar la carcajada que la ataca y siento una furia inmensa recorrer todo mi cuerpo. Me doy vuelta dispuesto a irme. Realmente de todas las reacciones que esperaba, esta no era una. Entonces la escucho.
–Perdón, por favor disculpame, recién me doy cuenta de lo que pudiste suponer. Pero no, no es tuyo.- Espero un poco sin darme vuelta, permaneciendo de espaldas a ella. Y antes de que nuevamente una reacción inesperada me descoloque salgo de la habitación.
Toda la admiración que sentí por ella en un momento, todo el deseo que me generó su recuerdo durante años se desvanecieron con esa carcajada. Claramente le parezco un idiota que piensa que pudo dejarla embarazada con una sola noche. No importa cuántas veces hayan sido, fue una sola noche. Seguramente ese hijo es de alguien a quien sí había elegido entregarse más de una vez, alguien por quien haya valido la pena dejar de lado sus aspiraciones y su sueño de la ayuda comunitaria. Seguramente eligió tener ese hijo como la mujer inteligente que es y con alguien que esta a su altura. Y todos esos pensamientos me llevan a confirmar que tenemos que hacerle la vida imposible. Necesitamos que se vaya cuanto antes. "Perdón señora auditora, esto no es bullyng, es justicia." Digo para mis adentros, totalmente convencido.
Camila
Veo salir a Julián de la escuela con su mochila tirada al hombro y me acuerdo de las palabras de Ignacio, supuso que mi hijo, por tener diez años podía ser en realidad "nuestro hijo" y cuando lo sugirió solamente me vino a la mente la imagen de Ignacio, con su tez blanca y sus ojos azules, yo, con mi cabello dorado y mi piel pálida... y Julián, con todas sus raíces africanas que tanto amo y que lo hacen ser el niño más lindo del mundo, pero que sin dudas dejaban en evidencia que jamás podría haber salido de nuestra unión. Esa imagen me hizo estallar de rizas, supongo que sumada a los nervios de que por primera vez luego de toda la jornada tan intensa él haya hecho referencia a lo que pasó entre nosotros.
Julián sale y caminamos alegremente, hablando de nuestros días. Entre una cosa y otra cae la noche antes de que me dé cuenta. Cuando estoy entre las cobijas dispuesta a dormir no puedo más que pensar en que esta noche, por primera vez, quizás sueñe algo diferente. El hombre de mis sueños ahora usará una barba de unos días, tendrá el cuerpo más tonificado y será diez años mayor, pero esos ojos azules con seguridad estarán ahí, igual que su miembro firme que me imagino que con los años solo habrá mejorado. Inconscientemente llevo una mano a mis genitales y me toco pensando en él hasta que me duermo extasiada de placer, con su imagen en mis pupilas.
Camila
La seda suave de la almohada roza mi cara, con una mano me aferro a ella mientras con la otra me sostengo del borde del colchón para soportar las embestidas que me da Ignacio. Siento su respiración agitada tras de mi mientras ambos nos movemos jadeantes, cuando se acerca, uno de sus fuertes pectorales hace presión sobre mi espalda y su boca llega a mi oreja, lame y muerde haciéndome sentir aún más excitación de la que tengo aunque se queda corta cuando una de sus manos llega a mi pecho y lo aprieta acelerando el ritmo de las embestidas, me muevo acompañando el vaivén de sus caderas dejando que llegue más lejos en mi interior y las sacudidas se vuelven a cada momento más frenéticas, ambos estamos al borde de estallar cuando... la alarma del despertador suena estrepitosamente interrumpiendo mi placer.
Hundo mi cara en la almohada, al igual que en el sueño, estoy tumbada boca abajo sintiendo el roce de las sábanas y por un segundo reflexiono sobre el mismo... Sonrío pensando que tal y como había supuesto anoche, el Ignacio de mis sueños ahora tenía barba de unos días, cuerpo más tonificado, y diez años más de práctica. Diez años que sin dudas le sentaron muy bien.
Como todas las mañanas, necesito comenzar este día con un buen baño y esta vez sumo un recordatorio en el espejo: "No debo pensar en el Jefe del Centro a auditar".
Cuando estamos solos en el ascensor, Julián me mira detenidamente y me pregunta...
–Mamá, ¿Por qué estas maquillada hoy, si no es tu primer día?- Tengo una regla: todos los primeros días de auditoría me maquillo y arreglo para estar lo más formal posible, pero el segundo día, por lo general desisto de mis intentos por ser formal y arreglada y me limito a colocar protector solar sin más maquillaje. Recién cuando Julián lo pregunta noto el detalle. Pero algo me dice que en esta auditoría haré varias cosas que habitualmente no hago. Me castigo mentalmente ante las opciones que aparecen en mi traviesa imaginación y me limito a contestar.
–Porque tengo reuniones importantes- Perfecto, ahora miento a mi hijo de diez años para no quedar expuesta, mi día comenzó fatal.
Luego de dejar a Julián en la escuela voy directo al Centro de salud y estaciono en el lugar indicado, entonces veo que otro auto ingresa y al ver a Ignacio en el asiento del conductor agradezco que el polarizado de mi auto sea el más intenso y me permito mirar detenidamente hacia él, hasta que deparo en la persona que lo acompaña y habla enérgicamente con ademanes... ver a Lorena al lado suyo hace que me llene de furia. Comienzo a pensar en todas las posibilidades: pueden ser amigos, compañeros de piso, puede que hayan tenido un desayuno de trabajo para ver cómo arruinar mi auditoría... decido que la última opción sería la más natural y no sigo contabilizando las otras, no quiero llegar a que tienen una relación y esa mujer tan desagradable es quien se acuesta con él todas las noches. El vacío que se instala en mi estómago me hace notar que ya lo pensé y ¿a quién quiero engañar? Es ésta la razón más probable y tengo que afrontarlo. Pero no ya, por lo que espero que pasen, suban al ascensor y las puertas de éste se cierren, y solo entonces bajo y camino hacia allí. Espero unos segundos y decido ir por las escaleras.
Cuando llego al primer piso me detengo por un segundo a mirar el lugar, estudiar en primera persona su dinámica. Los médicos se ven tranquilos y relajados, eso es una novedad, en un Centro de salud con guardia directa como éste por lo general se advierte un mayor nivel de estrés. Pienso que solo puede deberse a que tienen un buen líder. Me castigo mentalmente a mí misma al advertir que otra vez estoy pensando en Ignacio. Y justo entonces, como si lo hubiera llamado con el pensamiento, aparece en mi campo de visión. Desde el otro extremo del lugar lo veo levantar la mirada y encontrarse con la mía. Maldigo mentalmente, ahora le debo parecer una acosadora de telenovelas... pero mi actitud cambia al notar que me mira de una forma particular, como si el odio de ayer hubiera dado paso a una frialdad extrema. Estoy más que acostumbrada a esto con los Jefes que deben ser auditados por mí, pero viniendo de él me altera los nervios. Nuevamente me castigo por sentirme así, como si me debiera algo por habernos acostado una vez hace diez años. Decido que es momento de dejar de verlo con estos ojos y camino resuelta hacia él sin bajarle la mirada y adoptando la actitud más distante que puedo.
- Buenos días, si estas libre me gustaría que programemos ahora mismo la dinámica de trabajo.- Digo con la mayor seguridad posible.
- ¿Cómo no? Si te parece vamos a mi oficina.- Dice dándose vuelta y comenzando a andar sin esperar mi respuesta.
Lo sigo por los pasillos y a medida que avanzamos va respondiendo diversas dudas de colegas y enfermeros que se le cruzan. En un determinado momento una señora de más de setenta años pasa por nuestro lado con la mirada perdida y él la detiene con gesto amable y le pregunta que necesita. La mujer solicita ayuda para encontrar la habitación de su esposo y entonces él me mira con cara de súplica.
– ¿Podríamos desviarnos unos pisos para ayudarla?- Siento que el corazón me va a salir del pecho, solo quiero abrazarlo y decirle que podríamos desviarnos mucho más que eso... a una de las habitaciones por ejemplo... y por tercera vez en el día me castigo mentalmente.
– Claro, no hay problema.- me limito a contestar y vamos hacia el ascensor.
En el camino él conversa animadamente con la señora y mi corazón se achica al darme cuenta de lo diferente que suena cuando habla con ella a cuando habla conmigo. Hacia mí solo hay distancia y reproche, mientras que con la señora hay dulzura y paciencia. Me obligo a alejar mis pensamientos desde la conexión que ahora mismo estoy haciendo en mi mente... ¿será así con la colega gruñona con la que llegó esta mañana?
- Listo, podemos retomar el camino.- Dice saliendo de la habitación y recién entonces me doy cuenta que habíamos llegado. Me despido de la señora y lo sigo en silencio. El Ignacio distante y frío que me toca a mí esta devuelta.
Al llegar a la oficina me sorprende su decoración, es un espacio amplio y acogedor, con un gran ventanal que, teniendo las persianas elevadas, permite ver casi todo el Hospital y entrar una importante luz solar que le da una hermosa iluminación. Adentro tiene un escritorio de oficina con una silla, sobre él hay muchos papeles dispersos pero no hay desorden, se puede ver que Ignacio es una persona que cuida esos detalles. La pared detrás del escritorio está completa con una biblioteca llena de libros de medicina y algunos de enfermería. Hay algunas plantas que dan al lugar mayor armonía aún y una alfombra me invita a descalzarme y relajar mis pies sobre ella. Inconscientemente lo hago y acaricio su suavidad con la planta de mis pies mientras sigo observando. Un sillón y una mesa pequeña con una cafetera completan el espacio. Y entonces, al lado del gran sillón, en una mesa baja, junto a una lámpara de leer veo una foto de Ignacio y Lorena abrazados. Mi corazón se detiene un segundo y mi energía cae al piso cuando los veo sonrientes y enamorados mirándose como si no hubiera nadie más en el mundo. Mis sospechas se confirman y no hay más opciones posibles: Son pareja. Su voz me interrumpe y agradezco que me saque de este estado, porque quizás el próximo paso sería que las lágrimas invadan mis ojos.
- Ponete cómoda.- Dice con ironía mirando mis pies con gesto de disgusto.
- Gracias.- Digo imitando su ironía y sacándome la bata y el sweater que tenía debajo para quedar en remera fina de mangas largas. Cuando lo vuelvo a mirar me doy cuenta que no le gustó nada mi actitud y se sienta con fuerza en el sillón tras el escritorio. Tomo asiento en un extremo del sillón, abro mi cuaderno y me dispongo a escribir lo que conversemos.
Nos toma una hora y media ultimar los detalles de programación de la auditoría pero al cabo de ese tiempo tenemos todo más resuelto y acordado de lo que esperaba. Por momentos lo noto entusiasmado con la idea de mostrar el trabajo del Centro y por momentos la hostilidad vuelve a apoderarse y el recelo hacia mí se hace manifiesto. No logro entender esos cambios de humor pero aprovecho los momentos buenos y logro un buen resultado.
- Bueno, supongo que terminamos. Comienzo por pediatría entonces. Muchas gracias.- Digo mientras me paro y me calzo nuevamente las chatitas. Tomo el picaporte y por un segundo espero escuchar su voz que me invita a quedarme y me tumba sobre el sillón. Pero no emite sonido y salgo apresurada antes que note mi espera. La imagen de la foto vuelve a mi mente y me esfuerzo por evitar que una tristeza infundada me invada nuevamente.
Ignacio
Esta mañana me desperté más cansado y malhumorado que de costumbre. Pareciera que la alarma sonó solamente 3 minutos después de que pudiera conciliar el sueño. Hice un par de cálculos mentales y si bien no fueron 3 minutos, sí fueron solo 3 horas. Anoche me costó dormir y recién logré hacerlo aproximadamente a las 04:30 de la madrugada. Los 40 minutos de más de trote en la cinta luego de finalizar mi hora de gimnasio no fueron suficientes para que mi mente se apagara tras el encuentro con Camila.
La noche anterior pasé largas horas tumbado boca arriba en la cama, buscando la manera de librarme de esta sensación tan incómoda de querer ahuyentarla cuanto antes y al mismo tiempo morir de ganas por aferrarme a ella y no dejarla ir nunca más. Después de darle vueltas a la idea de que tenía una pareja y una familia -sin mí- y darme cuenta que necesitaba saber más de ella, la busqué en las redes sociales. Para mi sorpresa no encontré nada. Ni una sola foto que no se refiriera a artículos médicos o formación académica en general. Pareciera que la vida personal de Camila esta oculta bajo siete llaves y eso solamente me atormenta más. ¿Y si su marido es un político influyente o un mafioso? La idea no cuadra con ella, una mujer inteligente, empoderada y fuerte que no se dejaría embelesar por el poder adquisitivo ni político de un hombre. Por un momento repaso mentalmente cómo la describo, "inteligente, empoderada y fuerte"... si a eso le sumamos sexi y divertida (muy, según mis recuerdos de hacía diez años) sería una combinación idílica.
Parece mentira que justo ahora Lorena este más demandante que de costumbre. Durante la cena de anoche despotricó contra la auditoría y contra Camila, sin darse cuenta que no es ella quien nos metió en este lío sino Soler. Lo peor de todo es que Lorena todavía lo defiende, para ella él es solo "una víctima del sistema". Ante mi silencio me cuestionó la falta de firmeza en contra de este procedimiento y le expliqué de la mejor manera posible que no tenía intenciones de llevar los problemas del trabajo a casa, cosa que siempre generó recelos entre ambos y quizás en parte hizo que nuestra relación se enfriara tanto.
Para mi sorpresa, el siguiente tema que decidió tocar fue aún peor.
–Entonces hablemos de un tema que sí es personal, ya tengo treinta años, me gustaría que dejemos de cuidarnos.- En ese momento un balde de agua fría cayó por mi espalda haciendo que todos los músculos se tensaran. No era la primera vez que me planteaba la idea pero nunca había sido tan clara y siempre había encontrado la forma de librarme del tema. Esta vez no tenía escapatoria.
–No creo que estemos en ese punto de la relación, no es solo una cuestión de edades.-, contesté.
Se limitó a levantarse con fuerza de la silla, tirar la servilleta sobre la mesa e ir a la habitación donde cerró la puerta con un estruendoso golpe. Su actitud infantil me causó un inmediato rechazo.
Y acá estoy ahora, luego de despertar con el cansancio de haber dormido poco y mal. Me decido a activar mi cuerpo pero cuando estoy por hacerlo, me ataca inesperadamente el recuerdo de fragmentos de un sueño de la noche anterior: Camila caminaba por el Centro de salud solo con una camisa mía y yo me reía persiguiéndola. No entendía por qué el Centro estaba vacío, solo para nosotros, y entonces entendí que estaba soñando y aproveché para besarla. Sentirla en mis brazos, aunque fuera solo en un sueño, era mágico, me transportaba a un estado de excitación que difícilmente había encontrado en los últimos años. Podía sentir el olor a su perfume, la suavidad de su piel y la calidez de su lengua rozando la mía, pero justo cuando bajaba mi mano a sus nalgas para levantarla y llevarla al sillón de mi oficina, el sueño se esfumaba y no recordaba más. Una erección me sorprende y me obliga a iniciar el día con un baño de agua fría y varios minutos dándome placer a mí mismo. No es una mala manera de comenzar la jornada, sin dudas ayudó a cambiar mi humor.
Ya en el auto, camino al Centro de salud, Lorena retoma la conversación de la noche anterior, por suerte más calmada y coherente.
- Ignacio, somos novios hace tres años, vivimos juntos hace dos. Yo creo que sí estamos en el punto de la relación en que podemos pensar en ser padres y me gustaría saber qué pensas vos.
- Pienso que no es una cuestión de fechas, un hijo no es un paso a dar cuando se cumplen determinados requisitos, nunca habíamos hablado seriamente del tema y ahora me salís con esto, como si fuera una decisión fácil.
- Entiendo que eso estuvo mal, por eso quiero que comencemos a hablarlo, nada más.
- Esta bien, déjame que piense y hablamos más calmados esta noche, ¿puede ser?
- Claro, lo que necesites.
Aunque me da su aprobación, es más que obvio que no era la respuesta que esperaba pero la verdad es que no tengo mucho que pensar, sinceramente sé que no quiero dar ese paso. No me imagino siendo padre... Aunque ayer cuando Camila habló de su hijo y de la edad de éste, me había imaginado mil cosas inconscientemente. ¿Y si el problema no es ser padre sino ser padre "con Lorena"? No es la primera vez que me replanteo la relación, pero nunca pasó algo que me haga tomar las riendas del tema y plantearle una separación, sumado a que los problemas en el Centro de salud no dejaron mucho tiempo para las cuestiones personales últimamente.
Llegamos al estacionamiento y subimos, me encamino a la oficina pero recuerdo que debo recoger los informes del día anterior y vuelvo sobre mis pasos hacia la recepción. Entonces la veo mirando en dirección a mí, esta parada en la salida de la escalera. La bata blanca me remite inmediatamente al sueño, pero no a lo que había recordado a la mañana, sino a cómo seguía... Mi mente es invadida por el recuerdo de ella sentada en el sillón con mi camisa blanca prendida solo en un botón un poco más debajo de los pechos, dejando ver las curvas de sus senos sin revelarlos por completo y... por Dios, mi miembro en su boca siendo succionado y lamido con expresión de éxtasis de su parte. Me doy cuenta que en parte es recuerdo del sueño y en parte es recuerdo de hace diez años, cuando en una sola noche experimentamos todo lo que nos dio el tiempo y la energía.
Me obligo a volver a la realidad para evitar que la erección que comienza a surgir nuevamente me haga imposible caminar por los pasillos abarrotados de colegas y pacientes. Ella camina hacia mí y solamente puedo rezar para que no se dé cuenta de mis pensamientos y sobre todo mi situación física.
Finalmente llegamos a mi oficina, luego de desviarnos un poco para ayudar a una paciente, cuando entramos y la veo justo al lado del sillón donde la soñé, los recuerdos me atormentan nuevamente. La situación se vuelve peor cuando la veo sacarse los zapatos y acariciar la alfombra. Una parte de mí pide a gritos que sea profesional y evite esos gestos de tanta comodidad entre nosotros, pero otra parte espera con ansias que siga y se saque todo... quizás dejándose la bata, prendida sólo por un botón un poco más debajo de los pechos... Me obligo a alejar de mí esos pensamientos y entonces advierto que está mirando mi foto con Lorena. También la miro un momento y me pregunto qué pasó entre esa pareja que refleja la imagen del cuadro. No somos los mismos, ya no nos miramos como entonces, no la abrazo de esa forma. Me pregunto por un momento si debería intentar retomarlo pero decido que no es momento de pensar en mis cuestiones personales, lo mejor es terminar rápido con esta reunión.
Trabajar con Camila es realmente fácil, es resuelta y animada, hace que la programación sea eficaz y es evidente que tiene mucha práctica en esto. Por momentos, la familiaridad de la charla me incomoda y busco con todas mis fuerzas elevar una barrera entre los dos, pero de alguna forma ella logra llevarme de nuevo a la comodidad y tranquilidad de trabajar juntos. Cuando terminamos y la veo salir muero de ganas de detenerla y pedirle que hablemos, presintiendo que si lo hacemos, toda la conexión laboral se reeditaría en una conexión personal, quisiera pedirle que me explique porqué conmigo quiso solo una noche mientras que con algún otro hombre quiso una relación, una familia. Quiero saber quién es, qué vio en él que en mí no. Pero me doy cuenta de cómo suenan estas preguntas en mi mente y decido que lo mejor es ni siquiera reconocer que me las estoy haciendo.
La puerta se cierra y me siento en el sillón donde estuvo sentada hasta hace unos minutos y su olor me transporta nuevamente al sueño. Bajo las persianas y por segunda vez en el día, me dedico unos minutos a tocarme pensando en ella. Si esto no cambia pronto, tendré que activar mi vida sexual en pareja, sumar minutos de trote en la cinta y sin dudas... dejar de pensar en Camila desnuda en el Centro de salud.