Capítulo 5 Amistades inesperadas

Camila

Siento las manos de Ignacio recorrer mi cuerpo mientras, sentada a horcajadas sobre él me muevo en un balanceo suave. Con cada roce de nuestros cuerpos, mi centro se estremece y siento que voy a llegar al orgasmo en cualquier momento. El ritmo suave y pausado va cediendo ante una necesidad de ambos de encontrar el climax y sus manos se deslizan sobre mis pechos pellizcando los pezones y haciendo que no pueda decidir si prestar atención a lo que sucede allí o en la fuerza que las embestidas van adquiriendo cada vez con más rapidez pero entonces, justo cuando siento que todo el placer está asomando... otra mano acaricia su pecho y una cabellera morena se cuela en mi visión y lo besa y acaricia. Mis movimientos se frenan en seco y me alejo instintivamente. Ante ello la morena toma mi lugar y comienzan a reír con complicidad mientras se acarician por todo el cuerpo. No logro salir de mi espanto y las lágrimas amenazan con salir cuando aparece en escena una tercera mujer, esta vez de cabello corto y negro pero tez blanca, se coloca entre ambos y los tres comienzan un baile coordinado y armónico. Se toca, acarician, veo las manos de Ignacio viajar por el cuerpo de ambas mientras ellas alternan entre acariciarse y tocarlo a él. Si no fuera por el protagonista la escena me hubiera parecido de lo más excitante... pero solo verlo con otras mujeres me parte el alma en pedazos. Entonces me doy cuenta que aún no identifiqué a las mujeres, presto atención y ambas me miran y sonríen, como si supieran que las estoy buscando. Lorena y Lucía aparecen frente a mí. Con sonrisas pícaras e insinuantes. Las lágrimas afloran justo cuando el despertador me salva de todas estas emociones. Despierto incorporándome de un salto, quedando sentada en la cama con la respiración agitada, siento las mejillas mojadas y recuerdo los últimos minutos del sueño.

Una rabia comienza a apoderarse de mí, el único momento en que Ignacio me pertenecía, ahora tampoco está libre de la tormentosa realidad en que nos encontramos.

Con esa misma bronca contenida comienzo mi día, preparándome para que no sea el más agradable precisamente y pensando desde ya cual excusa voy a poner para no ir a la reunión que "organicé" con la "amiga" de Ignacio. Porque lo único que tengo claro es que no puedo ir, en un abrir y cerrar de ojos, me quedé sin una potencial amiga y la única aliada en la auditoría.

Siento unos pasos acercándose a la puerta de mi habitación mientras me estoy vistiendo y cuando él aparece en el umbral, con su pijama de dinosaurios y el cabello revuelto, mi ánimo se suaviza, pareciera que sabía que necesitaba un abrazo porque es justamente lo que hace... se acerca, me rodea por la cintura con los brazos y me dice bajito "sos la mejor mamá del mundo". Y todo se vuelve calma nuevamente.

Ignacio

La noche anterior fue tranquila, Lucía y yo cenamos juntos y pudimos ponernos al día. En muchas ocasiones sentí la necesidad de contarle que ya conocía a Camila, pero conociendo a mi amiga, lo primero que haría sería insistir en que no dejara pasar la oportunidad de ver que más hay allí, en ese vínculo raro que me une a Camila. "Tuvimos sexo una noche hace diez años, no nos volvimos a ver porque ella no quería nada que la atara porque se quería ir a misionar a África." La historia en sí parecía tan simple... tan normal. Pero no podía explicar en palabras las tantas veces que pensé en ella en este tiempo ni la intensidad con que su recuerdo me condicionó siempre. Supongo que inconscientemente busqué una mujer muy diferente y lo que es peor, siempre pude poner un freno a mis sentimientos por ella justamente porque "no era Camila"... como si algo en mí la hubiera estado esperando. Pero ahora veo lo idiota que fui todo este tiempo. Camila volvió, solamente para hacerme ver que no debí esperarla, porque ella sí encontró a alguien a quien le permitió modificar su camino.

El enojo me lleva a no contarle nada a Lucía, prefiero que mi frustración sea solo mía, en especial luego de escuchar los muchos comentarios positivos que hizo sobre Camila a lo largo de toda la noche. Algunos de ellos me hicieron dudar, porque realmente coincidía, por ejemplo, en lo productivas que son sus sugerencias, en la sinceridad que parecen tener sus críticas, pero no quiero trasladar eso a un plano emocional, porque allí sí que Camila no será nunca de mi agrado. "Quiero darle una oportunidad, no pienso seguir por el camino que hablamos en la reunión con Lorena y Marcos, me parece que de verdad no se lo merece". Fue la última apreciación con la que di por cerrado el tema con mi amiga sabiendo que tenía que hacer algo al respecto.

Y acá estoy ahora, mi horario ya terminó pero me quedé un rato más para tener una reunión con Lorena y Marcos antes de que lleguen todos.

- Me dejaste intrigada con el mensaje. Pensé que ya habíamos hablado todo.- Inicia Lorena ni bien entra a la sala seguida inmediatamente de Marcos.

- ¿Ya tenés alguna apreciación de cómo viene la auditoría? – Inquiere Marcos.

- No. Pero quería avisarles que no podemos contar más con Lucía. Anoche me tocó hacer guardia con ella y hablamos bastante. Se dejó llevar por lo simpática que le cayó la auditora y ahora no quiere seguir con lo que habíamos hablado.

- Siempre Lucía con bobadas. ¿No se da cuenta que esa mujer lo único que hace es vendernos espejitos de colores para que confiemos en ella y así tener más y mejor acceso a la información?- Sigue Lorena.

- A mí también me cayó simpática, sobre todo mirándola de atrás.- Bromea Marcos mientras hace un gesto sugestivo sobre las curvas de Camila que me hacen enojar inmediatamente.

- No me parece que estemos en momento para chistes, trata de controlarte que lo único que nos falta es una denuncia por acoso.- Me apuro a contestar.

- ¿Y quién te dijo que me denunciaría? Yo creo que terminaríamos siendo muy "buenos amigos".- Sigue Marcos con su tono burlón y yo trato de calmarme para que no se dé cuenta que mi reacción tiene una potencia inexplicable.

- No es una mala idea.- Dice muy pensativa Lorena, mientras veo como su mente teje redes a mil por hora. Los dos la miramos intrigados y por fin levanta la mirada hacia nosotros con un brillo malicioso que me genera una total repulsión. – Siendo ella la auditora no puede tener vínculos con uno de los médicos del lugar que audita. Nos daría el visto bueno sí o sí para que esa relación no saliera a la luz.- Su simple sugerencia me da asco, me duele y me enoja pensar que mi pareja tenga ese nivel de maldad.

- Me parece excelente, no tengo el menor problema de sacrificarme por el grupo.- Sigue en tono jocoso Marcos y mi cólera aumenta instantáneamente.

- ¿Ustedes están halando en serio?... ¿Le harían eso a una colega solamente por temor a no pasar una auditoría?.- Ambos me miran sin entender mi actitud.

- No le estamos haciendo nada malo Ignacio, no la voy a obligar a nada... Es solamente tenerla cerca y guardar un as bajo la manga por si las cosas no salen bien. No es tan grave.- Suma Marcos, restando importancia a la situación.

- Siempre hicimos las cosas bien y así nos fue, no te van a bajar de un altar por ponerle una pequeña trampita a alguien. Además de que si ella se mete con Marcos, ya es cosa suya... Como él dijo, no la va a obligar, y ella sabría que lo que está haciendo está mal, si lo hace igual tendrá que hacerse cargo de sus acciones.- Sentencia Lorena, y con ello me doy cuenta que el primer pensamiento que tengo es que Camila jamás se metería con un médico del Centro que audita, pero entonces me doy cuenta que no tengo motivos para creer en ella de esa forma.

No aguanto más esta confusión, es momento de aceptar que no la conozco, que todo lo bueno que pienso de ella es solo una creación mía. Y con este pensamiento, dejo que el enojo hable por mí una vez más.

- Está bien. Pero promete que nos vas a tener al tanto de todo.- Digo con seriedad a Marcos.

- De todo "todo" no se... pero de lo más importante sí.- Contesta riendo con una expresión traviesa que solo me hace arrepentir de lo que acabo de aceptar.

Camila

Llego al Centro de salud tranquila, sabiendo que si bien me toca seguir trabajando con el departamento de pediatría, hoy estaré con otras de las médicas porque Lucía salió de su guardia de anoche... cada vez que lo pienso siento alegría de saber que no me la voy a cruzar pero un enojo inmenso al recordar que estuvo con Ignacio, lo que me lleva directamente la sueño y me hace odiarla más.

Ni bien se abren las puertas del ascensor que me dejan en el rellano de atención, me topo con Lorena, que me dedica su mirada más amenazante. Sonrío por dentro pensando que es con lo que más a menudo me debo enfrentar y que realmente no me afecta, solo me hace pensar que ella tiene más miedo que yo y eso me genera compasión. Pero entonces, caminando tras ella veo acercarse a Ignacio y mi sueño nuevamente se hace presente. Peor aun cuando se despiden y ella toma su cara entre sus manos y lo besa en los labios. Ese simple gesto hace que un nudo se instale en mi estómago y toda la fortaleza con que contaba baje a mis pies y abandone mi cuerpo.

- Buenos días. Escuché que la semana que viene arrancas con el departamento de traumatología, espero que los días que faltan pasen rápido. – Me dice Marcos, apareciendo en mi campo de visión y haciendo que repare en sus ojos verdes traviesos que seguramente levantan más suspiros de los que su portador se merece. Agradezco mentalmente la intervención, porque logró sacarme de la sensación de odio que me genera ver a Ignacio con Lorena. Pero me doy cuenta que no puedo quedar en evidencia, o el playboy que tengo en frente pensará directamente que mi ensoñación es por él.

- Que bueno que algún departamento esté preparado para la auditoría, no todos tienen tanta predisposición, seguramente será que tienen todo en perfecto orden.- Contraataco con profesionalismo, llevando el comentario al plano formal, de donde no me pienso mover, pero para ser sincera, su sonrisa traviesa logra despertar una atracción en mí. Entiendo que es solo admiración frente a un hombre que parece haber sido tallado por los dioses, pero aun así, me tengo que reconocer que lo mejor será poner una distancia más que prudencial. Nunca me había pasado sentirme atraída por un colega en una auditoría y justo ahora tengo dos tentaciones en la misma, parece que el destino no está a mi favor. – Permiso.- Digo, dando por finalizado el encuentro y caminando hacia la sala de médicos, donde tengo mis cosas. Al pasar al lado de Ignacio lo saludo rápidamente y noto con él una distancia aun mayor a la habitual. Solo alcanzamos a intercambiar un "Buen día" y se aleja en dirección opuesta. Sigo caminando y cuando paso junto a Lorena la saludo al igual que Ignacio con un "Buen día" pero para mi sorpresa no recibo respuesta... ella directamente ignora mi saludo y eso hace que mi sangre hierva, camino unos pasos más pero me vuelvo, me coloco frente a ella y con la mayor de las simpatías la increpo...

- Buenos días, supongo que no escuchaste, no quiero pasar por mal educada.- Le digo sosteniéndole fijamente la mirada.

Levanta su vista de los papeles que estaba revisando sobre el mostrador y al mirarme, levanta una ceja en señal de sorpresa pero un segundo después me regala una sonrisa amplia y agudizando su voz me responde.

- Ay, no... no te escuche... Buenos días para vos también.-

No salgo de mi asombro al ver lo fingido de su comentario y la naturalidad con que lo emitió, por lo que anoto una observación mental: "Esta mujer es más peligrosa de lo que parece". Le devuelvo el gesto con la misma falsedad y sigo mi camino pensando en que cenar con Lucía no sería tan mala opción. Inmediatamente me castigo mentalmente, no soy del tipo de mujeres que avalan las relaciones con hombres comprometidos y por más mal que me caiga esta mujer, no comenzaré ahora. Eso me recuerda que tengo que excusarme con Lucía para esta noche y comienzo a pensar opciones de motivos suficientemente buenos como para que no insista.

El día me pasa volando y cuando me doy cuenta ya es hora de buscar a Julián y volver a casa, cuando estamos llegando recibo un mensaje y pido a Julián que lo abra ya que yo estoy manejando...

- Es una foto de unas pastas cocinándose y una salsa con muy buena pinta al lado...- Suena nuevamente un mensaje entrante y mi hijo agrega – Otra foto, una mesa muy linda puesta con tres lugares... ¿Tenemos una cena y no me avisaste?- Pregunta intrigado el niño y entonces me doy cuenta de que en el ajetreo de la rutina me olvidé de cancelar la cena con Lucía. Pienso mil excusas pero no me atrevo a decirle a él que escriba mentiras por mí ni tampoco podría enviar un audio porque lo escucharía. Los nervios se apoderan de mí y entonces él sigue hablando. – Mami, si no queres ir por culpa mía no te preocupes, yo te espero y me porto bien, me quedo mirando la tele.- El corazón se me achica y pienso que lo mejor es decir la verdad.

- ¿Estás loco? No pienso dejarte solo en casa hasta los treinta y cinco... Es solo que me olvidé que tenía esa cena y ya no está en mis planes ir... Quizás tenes tarea o puede que se nos haga tarde para acomodar las cosas para mañana o...

- Mamá, ¿estas poniendo excusas? Vos siempre me decís que hay que ser fieles a lo que nos pasa... si no queres ir, deberías decirle a tu amiga... pero rápido porque ya mandó una foto del postre, parece que la pobre tiene todo listo.

Aprovecho un semáforo en rojo y tomo el teléfono siguiendo la enseñanza de mi hijo.

- Hola Lucía, perdón, sinceramente me olvidé que habíamos quedado en cenar y no pedí a nadie que se quedara con Julián y creo que lo mejor sería dejar la cena para otro día, estoy complicada a esta altura. Mil disculpas.- Envío el audio y veo que lo escucha de forma inmediata.- Pasan unos minutos y pienso que fue de muy mala educación dejarla con la pasta casera hecha y la mesa puesta, pero no tenía más opción. Entonces suena el móvil nuevamente.

- Es otra foto de la mesa, pero ahora tiene cuatro lugares.- Dice divertido Julián e inmediatamente le da reproducir a un audio de Lucía.

>> Solucionado, los esperamos en media hora, no se demoren que la pasta se enfría ;) .-

Miro a Julián y veo que sonríe – Tu amiga me cae bien, ¿podemos ir ma? Ese plato tiene mucha pinta...- decido dejar de lado mis cuestiones personales y darle una oportunidad a esta cena. Si Julián lo pide, no me puedo negar.

Llegamos al edificio de Lucía y toco el timbre de su piso. Una voz femenina diferente a la de ella atiende y nos indica que subamos. Me intriga pero no lo pienso más hasta que la puerta del departamento se abre y nos recibe otra mujer a la que veo cara conocida. Busco en mi mente y ella parece notarlo porque dice...

- ¿Cómo estas Camila? Soy Marcela, nos conocemos del Centro de salud... Soy enfermera en el cuarto piso. Parece que a Lucía se le pasó contarte que somos novias...

Inconscientemente el asombro se apodera de mí y me cuesta reaccionar pero Julián me saca del apuro tomando la iniciativa con total naturalidad.

- Hola, soy Julián, el hijo de Camila. Gracias por invitarme.

Logro salir de mi asombro y me incorporo a la conversación.

- Cierto Marcela, de ahí te veía cara conocida. Muchas gracias por recibirnos.

Veo como la expresión de la joven se suaviza y noto alivio en su mirada. Me duele pensar que haya temido que la juzgara o algo por el estilo. Claro que si tuviera que explicar los motivos de mi reacción sería sumamente complicado... "quedé helada no porque dos mujeres sean pareja, sino porque hace 24 horas que me tortura la idea de que tu novia se esté acostando con un colega casado con quien además estoy secretamente obsesionada"... creo que pasar por homofóbica hubiera sido más fácil.

Entramos y Lucía se une saludando con sincera alegría, pero cuando ve a Julián noto que su expresión también es de asombro... No soy la única que se llevó una sorpresa hoy. Entonces me doy cuenta que no sabe la historia, seguramente se esperaba ver a un niño caucásico o estará pensando de dónde saqué al padre... Así que me apresuro a sacarla de las dudas.

- Él es Julián, mi hijo... nos conocimos en África hace siete años, él tenía tres y yo veinticinco y desde que nos vimos supimos que yo era su mamá y él mi hijo.- Julián asiente divertido, esa síntesis de nuestra historia es la que más nos gusta y refleja lo que realmente nos pasó a ambos.

Veo un destello de emoción los ojos de ambas. Marcela rodea a Lucía por los hombros y le dedica una sonrisita llena de complicidad.

- Hola Julián. Yo soy médica de niños, espero que cuando necesites un control me visites.- Le dice divertida.

- Y yo espero no tener que visitarte en el consultorio, no te ofendas pero prefiero un parque o el cine... - Contesta con rapidez mi muchacho, haciendo que todos riamos y comencemos una jornada de lo más agradable y divertida.

Cuando nos damos cuenta, son las 2 am, Julián duerme hace ya mucho rato en el sillón y las tres chicas conversamos de absolutamente todo... La relación entre ellas, la idea de adoptar (que conociendo a Julián terminó de calar en su pareja), mi historia sobre la adopción de Julián y la necesidad de mantener este trabajo por él.

- Te soy sincera, no estaba muy convencida de la confianza que Lucía te dio desde el primer momento. Algo no me sonaba de que una persona tan buena y positiva, eligiera ser auditora en vez de médica únicamente.- Dice Marcela con una sinceridad que me encanta.

- Ahora te das cuenta que tenía razón ¿Viste?- Increpa Lucía. –Lo hace por su hijo... sin dudas es muy noble.- Sigue, mirándome con dulzura.

- La verdad que no es fácil estar de este lado. Me encantaría dejar las auditorías y si todo sale bien, esta sería la última. Me falta tan poco... Pero si por alguna razón se extiende el plazo o algo en esta auditoría sale mal... Las cosas se me complicarían con la adopción.

- El trabajo estable es lo único que puede asegurarte la resolución definitiva?- Pregunta preocupada Lucía.

- No, eso o casarme...- Veo la expresión de asombro e indignación en ambas y sigo. - Si, me imagino lo que están pensando y lo comparto, es sumamente injusto... Como si tener a un hombre al lado mío me hiciera más capaz... Pero la ley es así. Y como no me pienso casar nunca jamás con nadie, más me vale seguir con esto un tiempo más.- Las tres nos reímos por mis gestos de negación total ante la idea de un casamiento y nos despedimos dando por finalizada la noche.

Estaba en un error, no tengo una aliada en el Centro de salud. Tengo dos amigas. Y eso vale mil veces más.

                         

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