Pronto llego al estacionamiento del edificio, donde siempre dejo estacionado mi vehículo y al quitarme el casco protector puedo ver una sombra entre los autos estacionados que se esconde fugazmente. Pienso que se trata de alguno de mis vecinos, que seguramente anda por allí, pero cuando me acerco no veo a nadie. Entonces, giro sobre mis pies para dirigirme a la entrada del edificio, pensando que quizá solo se trata del reflejo de alguna marquesina, pero, doy un sobresalto cuando escucho pasos detrás de mí en medio de aquel silencio.
Un frío extraño recorre mi columna vertebral y volteo a ver, pero sigo sin ver a nadie. El espanto se apodera de mí acelerando mis latidos y apresuro el paso hasta finalizar corriendo hacia la puerta del ascensor que me lleva al cuarto piso sin mirar atrás.
Cuando logro entrar a mi departamento cierro la puerta detrás de mí y lanzo un suspiro de alivio. luego, como no puedo dejar de pensar en Lucrecia, aunque mi corazón sigue acelerado, me voy directamente hasta el dormitorio para tratar de escuchar algo a través de la pared colocando mi oído sobre ella, pero nada. No se oye ni un solo sonido, parece no haber nadie en el departamento de la vecina.
Mi intriga es abismal y no puedo más con ella. Lo único que me preocupa es saber si se encuentra bien o no, si llegó a su casa, si está dormida o dónde está.
Entonces, aunque aún sigo temerosa por lo sucedido en el estacionamiento, vuelvo a salir cautelosamente al pasillo y golpeo con fuerza su puerta una y otra vez para asegurarme que nada malo le sucedió, pero nada. Definitivamente termino convencida de que no hay nadie, así que entro de nuevo a mi casa trabando la puerta con doble cerrojo por si aquellos golpes acaso alertaron al dueño de los misteriosos pasos que oí momentos antes.
Pero no vuelvo a escucharlos, el silencio en el pasillo es abismal, parece que todos duermen en estos momentos.
Lamentablemente, sin respuestas a cerca del paradero de mi querida vecina Lucrecia tengo que rendirme y acostarme a dormir con todas los interrogantes del mundo en mi cabeza.
Al mañana siguiente despierto cerca de las diez, aún tengo sueño, pero no quiero levantarme tan tarde de la cama para no saltearme los horarios de las comidas, además se me hace demasiado corto luego el resto del día y no realizo las cosas que me propongo, como por ejemplo zurcir algunas prendas. Entonces luego de alistarme, comienzo a preparar mi desayuno, pero llaman mi atención los ruidos que se oyen en el pasillo del edificio y más aún, parecen ser del departamento de mi vecina, siento alivio de escuchar que se encuentra allí. Tal vez anoche estaba dormida y no escuchó que golpeé su puerta. Aunque los ruidos que se oyen no parecen ser de un abrir y cerrar puertas como si se tratara de una persona que entra o sale, más bien parece una multitud moviendo muebles y haciendo rodar algo. Esto me llena de intriga así que dejo lo que estoy haciendo y voy a ver de qué se trata tanto alboroto.
Al abrir la puerta, observo horrorizada, cómo unos equipos de médicos junto a varios policías sacan en una camilla a una persona del interior del departamento contiguo, dentro de una bolsa mortuoria de color negro. ¡Lucrecia! – grita mi mente mientras mis ojos se inundan de lágrimas-
¡No lo puedo creer! le pregunto a uno de los policías si la persona que se encuentra dentro de la bolsa está muerta y asiente con la cabeza mientras rueda los ojos hacia atrás, dejándolos en blanco. Yo llevé una de mis manos al pecho mientras mis ojos tan grandes como dos platos dejaban caer todo su contenido acumulado mojando mi ropa y mi mandíbula queda abierta de par en par. El policía al verme en ese estado me pregunta si me encuentro en condiciones para responder algunas preguntas para aclarar el suceso, a lo que le respondo que sí, que no tengo ningún problema en contarles todo lo que sé.
Y así lo hice, mientras tomaron notas de cada detalle y las lágrimas siguen fluyendo de mí como cataratas. Le cuento todo: desde que oía lo que yo pensaba que eran sus pesadillas hasta el suceso de la noche anterior, en el que misteriosamente desapareció del depósito de mercaderías, así como, también la sombra y los pasos que lograron asustarme en el estacionamiento. Quisieron saber a cerca de la identidad del sujeto de los ojos rojos, pero lo único que puedo hacer es describirlo con la mayor cantidad de detalles posibles.
El agente toma nota de todo y luego se marcha junto con los otros que están a poca distancia. Al verlos me doy cuenta que se encuentran tan descolocados con todo esto como lo estoy yo.
Entro a mi departamento completamente asustada, pensando que quizá hay un demente suelto asesinando mujeres solas, y yo estoy en peligro entonces. No puedo quitar de mi mente la imagen del sujeto de la sopa de camarones, quien estoy completamente segura, es el responsable de la muerte de Lucrecia Santos. Si hubiera podido tomar una fotografía de él ya estaría empapelando el vecindario para que sea reconocido por todos.
Con gran temor me aseguro de reforzar muy bien las ventanas, pues, aunque vivimos en un cuarto piso nunca se sabe, tal vez sea un gran escalador. Más tarde, compro también un nuevo pasador para la puerta que coloco ese mismo día, para que, en caso de que ese degenerado logre abrir la cerradura, el grueso pasador no le dejará ingresar. A no ser que derribe la puerta, pero en ese caso, los vecinos de los otros departamentos se asomarían por los ruidos quedando así en evidencia. Con todos estos pensamientos me quedo más tranquila y llegada la noche, puedo dormir en paz.
Aunque igual me siento realmente en peligro, pues la puerta está impenetrable cuando estoy dentro del departamento, pero cuándo¿ voy a mi trabajo y la cierro desde afuera? ¿qué sé yo si ingresa sigilosamente y me espera para atacarme? Bueno, mi aprendizaje de las artes marciales me ayudará a defenderme. Sí eso es. No debo temer. Solo debo estar alerta. Lo más importante es que, con el grueso pasador no logrará sorprender mi sueño.
No quiero contarle a mi madre lo sucedido pues no me dejará en paz hasta que no me mude a su casa, y verdaderamente no pienso hacerlo. Vivo sola porque ya no podía verla más en ese estado de depresión sin fin. Sí ya sé que suena como si le hubiera abandonado, pero mi salud mental acabó bastante deteriorada con su dependencia emocional y mis esfuerzos por llevarla a terapia resultaron completamente en vano. Entonces un día tomé la cruel decisión de alejarme para poder respirar.
Luego de unas cuantas horas ya no se oye ningún ruido, me asomo nuevamente al pasillo y puedo ver que la puerta del departamento contiguo se halla sellada con un precinto amarillo señalando que no se puede ingresar, seguramente para no contaminar la escena del crimen. Dos vecinas están paradas a poco a distancia hablando en susurros y me observan con ojos tristes, me saludan con un movimiento de mano y regresan al interior de sus viviendas cabizbajas. El cuarto piso está de luto, asustado y dolorido-pienso en este momento-
Luego de un momento, revisando en mi mente todo lo sucedido, recuerdo que el policía que me interrogó dijo que alguien los había llamado anónimamente para informar el suceso, por eso pensaron que había sido yo, a lo que les respondí que no, ya que ni siquiera sabía qué cosa había sucedido luego de que la señorita Lucrecia desapareció del depósito de las mercaderías. Que, por otro lado, dentro de mí rogaba a los santos que el encargado no me despidiera por haber escondido una persona allí, ya que se enteraría de todos modos a través de los policías.
Entonces una duda se alojó en mi mente: ¿Habrá sido aquel sujeto extraño el que avisó lo sucedido a la policía? Siendo tal vez es el autor material del hecho y por ese motivo retorcidamente lo anunció. ¿O será algún otro vecino el asesino?
Si lo segundo es cierto entonces hay otro autor del hecho porque de otro modo, no existe manera de que alguien sepa que había una persona muerta en el departamento tres del cuarto piso aquella mañana.
Esto me lleva a sospechar de todos los que viven en el edificio además del sujeto misterioso que aterró a Lucrecia antes de su deceso.