En busca de la magia
img img En busca de la magia img Capítulo 5 Patrick
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Capítulo 6 Jason img
Capítulo 7 No molestar img
Capítulo 8 Tierras calurosas img
Capítulo 9 La creyente img
Capítulo 10 La chica ideal img
Capítulo 11 Conspiración img
Capítulo 12 Londres img
Capítulo 13 Un pequeño gran cambio img
Capítulo 14 Una promesa img
Capítulo 15 Pequeños celos img
Capítulo 16 Favor con favor se paga img
Capítulo 17 Un beso img
Capítulo 18 Un brote img
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Capítulo 5 Patrick

Patrick notó mi mirada fija en él, alzó ligeramente una ceja y una sonrisa se deslizó en sus labios haciéndome voltear a ver en otra dirección.

-¿Y qué hay de los demás espíritus? ¿No hay alguno que tenga te agrade? -preguntó con interés.

-Tengo que convivir más con los espíritus de las estaciones, sin embargo, no me agradan lo suficiente -me encogí de hombros.

-Tú no eres precisamente un encanto, Jason -dijo con diversión.

Dibujé una sonrisa melancólica, hasta cierto punto sabía que mi actitud era el resultado de pasar mi existencia en la fría soledad.

-Supongo que perdí la capacidad de ser agradable cuando me volví invisible para el mundo -murmuré.

Patrick me dedicó una mirada larga, por algunos segundos sentí que sus ojos intentaban reconfortarme.

-Hey -dijo sonriendo-, te entiendo. Es solitario cuando no encuentras a alguien que te entienda, algunos espíritus tienen palacios y criaturas que los acompañan.

Negué con la cabeza a sabiendas de que él no había estado solo, en el fondo deseaba que Patrick me confirmara que no había experimentado algo parecido a lo que yo viví.

-Tienes a Madre Naturaleza.

-Es cierto, pero ella podría enseñarte a ser desagradable. Cuando está molesta se vuelve malévola -dijo riendo por lo bajo.

Sonreí al escuchar su risita y negué con la cabeza, tratando de deshacerme de la sonrisa boba que se había plantado en mi cara.

-Creí que era encantadora.

Patrick asintió e hizo una mueca, como si recordara algo acerca de la famosa Madre Naturaleza.

-Lo es, pero es muy autoritaria a veces.

-No lo sé -me rasqué la nuca-, yo sólo he tratado con Summer y con otras espíritus.

-¿Y qué tal?

Patrick alzó una ceja sugerente, no sabía exactamente qué creía sobre mí, pero la realidad era que mi contacto con las chicas siempre había sido desastroso. Mi relación con ellas era en general fría, en todo el sentido y extensión de la palabra.

-Horrible, me prestan más atención de la que deberían -confesé.

-Oh, pobrecillo -dijo sarcásticamente.

-Espera a que sea tu turno, el reino mágico suele tener a chicas determinadas -asentí con la cabeza, recordando algunas protectoras que trabajaban con Pascual o Summer, había tenido que rechazarlas fingiendo que era demasiado profesional-. Pueden pasar siglos intentando conquistarte.

-No en esta vida, Jason -dijo encogiéndose de hombros-, solo me dedico a mis árboles.

Sonreí a sabiendas de que ese pensamiento cambiaría cuando la creadora del verano se propusiera de manera formal conquistarlo.

-Claro, niño del bosque. Lo que tú digas.

Miré el cielo y caí en cuenta de que ya era muy noche, debíamos comenzar a buscar a niños creyentes. Comenzamos a volar buscando algún posible creyente, por la hora me preocupaba que no se encontrara ningún niño despierto. Divisé en una pequeña casa de dos pisos una ventana que estaba abierta, afortunadamente la luz estaba encendida.

-Patrick, creo que ahí -dije señalando la ventana.

Nos dirigimos a la ventana y echamos un vistazo; había una niña de aproximadamente cinco años, veía un pequeño libro, supuse que era un cuento.

-¿Y ahora? -murmuré mirando a Patrick.

-Entremos -dijo a punto de entrar por la ventana.

Lo detuve del brazo, mirándolo como si tuviera dos cabezas.

-¿Estás loco? -chillé.

Patrick parecía confundido, comencé a cuestionarme si en realidad no sabía que era incorrecto entrar a una casa sin preguntar.

-La vas a asustar y no queremos que sus padres vengan -dije apretando los dientes.

-¿Quién está ahí? -escuché una voz.

Ambos miramos en dirección de dónde provenía aquel sonido, se encontraba una pequeña con pijama de conejitos acercándose.

-Hola, soy Patrick -dijo el gran torpe-, el espíritu natural de los árboles.

Entrecerré los ojos esperando un grito por parte de la niña, el cual nunca llegó.

-¿Eres como una hada? -dijo la pequeña asombrada.

El castaño se llevó una mano al pecho, pareciendo desilusionado. Nunca lo admitiría en voz alta, pero estaba actuando de manera encantadora.

-Tengo más poder que una hada -dijo con un puchero.

La pequeña lo escaneó con la mirada, se cruzó de brazos.

-Pruébalo -le exigió.

Patrick sonrió e hizo un movimiento con su mano derecha, rápidamente una enredadera de raíces cubrió su brazo. El castaño sopló logrando que cientos de hojas salieran de su palma y la pequeña cerró los ojos, cuando los abrió se encontró con un montículo de hojas.

-Wow -chilló con emoción, saltando dentro de la montaña.

Patrick sonrió y puso su dedo índice en sus labios, alcé ambas cejas, no pude evitar pensar en que ese chico tenía demasiada experiencia manejando a los humanos.

-¿Suficiente prueba? -dijo con una sonrisa arrogante.

La niña asintió y le dedicó una sonrisa.

-¿Y tú quién eres? -dijo mirándome.

Mis ojos se abrieron hasta su máxima capacidad, no esperaba que creyeran en nosotros con tanta facilidad.

-Soy Jason -dije con una sonrisa, estaba verdaderamente feliz-, el espíritu del invierno.

Había pasado tanto tiempo desde que alguien había escuchado mi nombre, el sentimiento de felicidad me invadió por completo.

-¿Y tú qué haces? -dijo ladeando su pequeña cabeza.

-Yo -dije pasando mi mano por mi cabello-, yo me encargo de que el invierno ocurra.

Bien, supuse que eso no se escuchaba tan genial en comparación al carisma que tenía el chico de los árboles.

-Oh, eres como Elsa -dijo con los ojos brillantes.

Rodé los ojos al escuchar aquel nombre, había dejado de ser gracioso que le cedieran mis poderes a decenas de personajes ficticios.

-No soy como Elsa, yo soy real.

-¿Quién es Elsa? -dijo Patrick confundido.

Moví mi mano con desdén, no quería que el momento se lo robara otra persona.

-Eso no importa ahora -le resté importancia.

-¿Puedes hacer un muñeco de nieve? -dijo la pequeña, ilusionada.

-Aún mejor -sonreí.

Puse mi mano sobre el vidrio de su ventana y dibujé un conejo, después hice un movimiento para sacar el dibujo del vidrio. Sonreí al tener un pequeño conejo de nieve en mi mano, lo solté e hice que saltara en dirección a la niña que miraba todo con asombro. Ya había hecho el mismo truco antes y había funcionado, era infalible.

-Wow -murmuró embelesada-, ¿qué hacen aquí? -dijo retomando su actitud curiosa.

-Hemos venido porque hay problemas con la magia, necesitamos ayuda de niños como tú -dijo Patrick.

Ella se sentó al borde de su cama, colocando el conejo en su regazo.

-¿Mía? -preguntó la pequeña, confundida.

-Necesitamos que creas en nosotros -dije intentado sonar lo más amable posible.

-Yo creo -dijo la pequeña convencida.

-Lo sabemos, pero hay niños que hace mucho dejaron de creer en la magia -le explicó Patrick-, las estaciones del año y los cambios de la naturaleza están siendo afectados por esa falta de fe.

-¿Qué podría hacer yo? -dijo mientras bajaba la mirada.

Intercambié una mirada de preocupación con Patrick, debíamos pensar en pequeñas acciones que esa niña podría implementar en su vida para ayudar a disminuir los cambios. Nos despedimos de la pequeña, comenzamos a buscar a otro nuevo creyente pero ya era muy tarde, no había ninguna luz encendida.

-¿Crees que encontremos uno más? -dije sin ánimos.

-Lo dudo -hizo una mueca, arrugando su nariz-, ya es tarde.

-¿Entonces ya regresamos al palacio de Nikolai?

-Ajá -dijo distraído observando el paisaje que ofrecía la ciudad.

Miré en dirección a donde él veía, entonces entendí.

-Los humanos están avanzando en algunos ámbitos, pero todavía existen algunos que están dándose cuenta de las consecuencias que eso trae.

Patrick se tensó y me miró, pude ver el momento exacto en el que sus ojos perdieron el brillo pícaro siendo reemplazado por una sombría tristeza. Conocía esa mirada, él tenía la misma mirada que yo tuve en algún momento de mi vida.

-¿Como estás tan seguro? -susurró.

-Tal vez somos una combinación extraña -sonreí-, pero los guardianes de las estaciones somos un gran equipo.

Él me miró sobre su hombro, la inquietud podía verse en su rostro.

-Mi don depende de ustedes funcionando como equipo, eso no me tranquiliza. Y tampoco me gusta -dijo con semblante serio.

Rodé los ojos, Patrick me parecía un chiquillo demasiado orgulloso. Él debía estar agradecido y ser nuestro compañero, por el contrario, resultaba que desconfiaba de nosotros.

-Somos los que perderán más en esta batalla si llegamos a fallar, un espíritu puede perder su hogar y su poder. Tú simplemente perdiste algunos arbolitos -agregué con desdén-, creí que lo sabías, pero debes madurar.

Se deshizo de mi agarre y voló lejos de mí, traté de seguirlo, pero él parecía que volaba más rápido cada vez que me acercaba un poco. Lo tenía algunos metros delante de mí hasta que sentí unas gotas que chocaron en mi rostro, me detuve en seco y me sentí el espíritu de la idiotez. Patrick estaba llorando, había hecho llorar al espíritu natural más dedicado que existía.

Me sentí la peor bazofia de la historia, debía dejar de hacer comentarios estúpidos. Lo mío no era dar ánimos de esa forma, por el contrario, parecía que cada vez que abría la boca lo hacía sentir peor. No me gustaba que ese fuese el resultado cuando yo quería lo contrario, cuando quería molestarlo él solo sonreía o me hacía perder los estribos, pero cuando quería darle ánimos resultaba que lo hacía sentir mal. Este, definitivamente no era mi día.

                         

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