Capítulo 3 CAP.2

MIRIAM

Ahora mismo estoy asimilando todo esto, hace menos de una semana nos enteramos que debíamos mudarnos a otro país, dejar a mis amigos y, ahora, vivir en una casa que parece una mansión con un jardín enorme.

ーBien chicas, Miriam, acompaña a tu hermana y ayúdala a subir las escaleras. Cuando estéis ahí, elegid la habitación que más os guste ーnos dijo mi padre mientras habría la puerta principal de la casa

ーVale - contesté yo ーVamos Iris, vamos a ver la casa y a ver qué habitación quieres, vale? ーle dije a mi hermana pequeña de tres añitos.

ーAle tata ーme respondió ella tratando de hacer que la entendiéramos.

ーBien, pues vamos allá ーy la cogí en brazos.

Antes de subir al piso de arriba, fui con mi hermana a ver cómo era la planta de abajo.

Entramos en una habitación que parecía ser el salón, era muy grande, con unos muebles preciosos y muy modernos, así que supuse que toda la vivienda ya estaba amueblada.

Después había otra habitación que debía el comedor, este estaba conectado con la cocina que también era enorme, era elegante con tonos blancos y negros y con una isla, cómo a mi madre le gusta, le encanta cocinar y siempre se iba quejando de que queria una cocina con isla para poder cocinar ampliamente y con espacio.

En el comedor, donde se encuentra una mesa con sus correspondientes sillas, había una puerta corredera. La abrí y no me podía creer lo que estaba viendo. ¡Más jardín!¿Pero cuánto jardín tiene esta casa?

Después de recorrer la gigantesca planta de abajo, subí con mi hermana en brazos a la primera planta por unas escaleras. Cuándo subimos nos encontramos con un pequeño recibidor y a continuación un pequeño pasillo. Habían muchísimas puertas, la mayoría de estas eran dobles, así que supuse que eran las habitaciones, y las que tenían una sola puerta, los baños. Me sorprendió, porque solo ví una habitación con una sola puerta, todas las demás eran dobles.

Entramos en el primer cuarto, tenía una cama doble, un armario, una cómoda y dos mesitas de noche, con una pequeña, pero moderna, lámpara encima.

Entramos al siguiente cuarto y por cómo estaba decorado supe quien se iba a quedar con esta habitación.

ーIris, mira qué habitación más bonita, con conejitos. ¿Te gusta? ーle dije a mi hermana pequeña, desde que vio un conejo por primera vez le encantaron.

ーÍ, mia tata oneito ーme dijo ella tocando un conejo chiquitín que había pintado en la pared color rosa pastel.

La habitación era bastante grande, más de la que tenía antes. Con una cama de color rosa

pastel, un armario con pegatinas de princesas, una castillo de juguete, princesas de juguete, un columpio colgado del techo, entre otras cosas. Creo que me entró un mareo de tanto rosa y de ver tantos conejitos, así que decidí dejar a mi hermana en su nueva habitación jugando y tocando los conejos de la pared e ir a descubrir otras habitaciones.

Cuando entré a la habitación consecutiva, supe que esa sería mi nueva habitación. Era hermosa, con diferentes tonalidades de blanco degradado. Al entrar por la puerta, a primera vista, una lámpara de techo en forma de rosa de luz pastel colgaba de arriba. Me pareció preciosa, y más cuando me dí cuenta de que, en una de las mesitas de noche que habían al lado de mi nueva enorme cama doble, había un pequeño mando con el que podías cambiar el color de la luz que salía de la rosa. La cama de mi nueva habitación era más grande que la que tenía en Madrid, ya que era doble y la antigua era individual. Había un piano, el cuál no sabía tocar, pero que estaba segura que aprendería, también había una guitarra, esta si que la conozco mejor, ya que la llevo tocando desde pequeñita, cuando la ví por primera vez, me enamoré de este instrumento. Además, había un escritorio con un ordenador, ahí sería donde haría mis próximos deberes y trabajos del instituto. A segunda vista, delante de la cama, había un sofá, sin exagerar, inmenso y este estaba mirando a una pantalla enorme. Encima del sofá colgaba un proyector, en el cual podías proyectar series y películas en la pantalla. Más adentro, la habitación contenía dos habitaciones dentro de esta. Una tenía la pared abierta y la otra con una puerta, decidí ir a averiguar que era la primera. Me sorprendí al encontrar un vestidor. ¡Un vestidor! Nunca había tenido un vestidor para mi sola, siempre he tenido un armario como todo el mundo, y además estaba lleno de ropa. Lo cual agradecí, ya que en mi maleta no pude meter toda mi ropa y solo pude meter la que más me gustaba. Fui a averiguar la otra habitación dentro de la mía.

Abrí la puerta corredera y me encontré con un precioso baño, ni muy lujoso ni muy cutre, era sencillo. Un baño sencillo. Tenía su inodoro blanco, su bidet blanco, su lavamanos blanco. También, aparte de una ducha blanca, había una bañera bastante moderna con chorros, y esta también era blanca. Todo era blanco. Iba a volverme loca con tanto blanco, pero con mis envases de champús, mascarillas para el pelo, cepillo de dientes, entre otras cosas, y que le pediré a mamá que compre toallas de un color diferente que no sea blanco, quedará un poco menos insípido. Cuando salí del baño divisé otra puerta, pero esa fue fácil de reconocer hacia a donde dirigía, ya que no solo entraba mucha luz por ella, si no que contenía un cristal y podías observar un pequeño pero acogedor balcón. Con la tontería de "ir a explorar la casa" se me había hecho un poco tarde para seguir "explorando" la casa, por lo que decidí bajar a por algunas de mis pertenencias para ir situándolas en su nuevo lugar.

ー¿Qué?¿Ya has ido a buscar tu nueva habitación? ーme preguntó mamá.

ーSí, la he encontrado, pero como es una casa muy grande, me he quedando a observar cada detalle por donde pasaba, así que se me ha hecho una poco tarde para seguir averiguando que más tiene la casa, por eso que he bajado, para coger algunas de mis cosas para subirlas y empezar a colocarlas en su sitio ーcontesté.

ーMuy bien cariño, me encanta eso de ti. Que seas tan ordenada y organizada con tus cosas. No sé de dónde has podido sacar eso, porque ni tu padre ni yo somos tan ordenados y organizados como tú ーdijo ella.

ーYa, yo tampoco lo sé. A veces necesitáis mi ayuda y todo ーdije soltando una pequeña risa poco sonora. Otras veces, donde mis padres no encontraban algo, me pedían ayuda para buscarlo, porque sin saber cómo, siempre consigo encontrar todo lo que busco.

ーOye jovencita, no te rías, que tus padres ya tienen una edad y es normal que nos cueste localizar algunas cosas.

ーVenga mamá, no me vengas con excusas, que no tienes más de cuarenta años, ni siquiera pasas de los treinta y seis, y papá no pasa de los treinta y ocho ーdije riéndome un poco más.

ーEs verdad, tienes razón ーcoincidió mi madre esta vez uniéndose a mi risa ーVolviendo al tema, coje tus cosas y llevalas a tu habitación, pero estate atenta a cuando te llame para cenar, vale? ー

ーVale ーdicho eso cogí una de las cajas donde ponía mi nombre y la lleve conmigo a mi habitación.

                         

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