Capítulo 10 10

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Tomé una hamburguesa, la cargué con una gran cantidad de ketchup y un par de pepinillos, y comencé a comer. Escuché a Kendra riéndose de mis ingredientes. Me volví hacia ella y le guiñé un ojo. Ella era tan dulce

-Entonces, Mariabella. Cuéntanos cómo se conocieron Edgar y tú - Escuché a su mamá preguntar.

Sonreí. -Estaba pensando en eso esta mañana en realidad, Helena - Miré a Edgar y parecía estar ansioso por escuchar esta historia desde mi punto de vista - Bueno, noté a Edgar el primer día de nuestra clase de Psicología. Pensé que era el hombre más hermoso que jamás había visto - Emmanuel se reía y las mejillas de Edgar se sonrojaban. - Seguí disfrutando de la vista durante el primer mes y medio del curso. Pero, un día, a mediados de febrero, Edgar finalmente miró hacia el fondo de la sala cuando entró por la puerta y nuestros ojos se encontraron. A partir de ese día, nos sonreíamos el uno al otro al comienzo de la clase, pero nunca fue más allá.

-¡Amigo! ¿Qué pasa con eso? ¿Por qué no le dijiste nada? - Emmanuel interrumpió.

Todos los ojos se volvieron hacia Edgar. Él se rió y negó con la cabeza - ¿La has visto? Es tan hermosa. Estaba intimidado. No tenía idea de qué decirle - Era mi turno de reír, ahora - ¿Qué, Mariabella? Es verdad.

Le puse los ojos en blanco y continué con la historia - De todos modos, el día después de las vacaciones de primavera, nuestro profesor asignó un proyecto que teníamos que completar con un compañero. Edgar y yo fuimos emparejados por el profesor - Me reí - Si no fuera por ese proyecto, quién sabe si alguna vez hubiéramos hablado. Entonces, nos reuníamos algunas veces a la semana para trabajar en el proyecto, y luego, cuando terminaba, seguíamos reuniéndonos. Y hace unas dos semanas, Edgar me pidió que fuera su novia - Me giré para sonreírle, y él me miraba con una sonrisa en su rostro.

-Entonces, ¿cuándo se van a casar? - preguntó Kendra - Entonces tendría una hermana. ¿Cierto, mamá?

-Está bien, pequeña. Creo que es un poco temprano para hablar de bodas - Agregó mi papá, mientras Edgar se reía nerviosamente, sus mejillas se sonrojaron de nuevo.

-Kendra. Puedo ir y jugar contigo cuando quieras. No tenemos que ser hermanas para ser amigas - Traté de aplacarla, para que Edgar dejara de actuar tan nervioso. Miré hacia arriba para ver a John y Helena riéndose en silencio de Edgar.

-¿Mejores amigas? - Ella preguntó.

-Absolutamente - Respondí.

-Bueno, en ese sentido - mi papá se rió entre dientes - Tengo que regresar a la compañía, Mariabella. Solo me tomé un par de horas libres para sorprenderte.

-Está bien, te veré más tarde esta noche, papá - Me puse de pie con él y le di un abrazo - Gracias por estar aqui.

-Por supuesto, Mariabella - Mi papá se acercó a Edgar y le dio una palmadita en el hombro - Qué bueno verte de nuevo, Edgar. Bienvenido a casa.

-Gracias Señor - Edgar se puso de pie y estrechó la mano de mi papá.

-Gracias, Helena, John. Los veré a ambos más tarde.

-Estamos muy contentos de que hayas podido venir, Arthur - Dijo Helena mientras ella y John se levantaban - Te acompañaremos.

                         

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